Tamaño: 1209
Comentario:
|
Tamaño: 6321
Comentario:
|
Los textos eliminados se marcan así. | Los textos añadidos se marcan así. |
Línea 29: | Línea 29: |
---- * Analía Sivak- https://www.clarin.com/opinion/pretextos-odio-motivos-amor_0_Dadn10oxkE.html * Hay un cuento de Carson McCullers cuyo título nadie recuerda pero que quien lo haya leído nunca olvidará. Googleando chequeo que se llama “Un árbol. Una roca. Una nube”. Lo publica en 1942. En Estados Unidos. En medio de la Segunda Guerra Mundial. Mientras el mundo se desmorona, ella escribe un canto al amor. * McCullers escribió el cuento en Columbus, Ohio, cuando ya estaba muy enferma, cuando todavía no sabía que su vida sería corta y quizás por eso tan intensa. Coincido absolutamente con la ciencia del amor que su texto postula. Antes que nada hay que amar un árbol, una roca, una nube para después salir al mundo y amar todo lo demás. * ¿Por qué recuerdo este cuento ahora? Porque hay días en que pareciera que el odio está primero, que ha copado al país y que se odia un árbol, una roca, una nube. Y después se sale al mundo a odiar todo lo demás. Pretextos no faltan para el odio. Pero tampoco faltan motivos para el amor. ------ * Analía Sivak * https://www.clarin.com/opinion/brasil-espacio-pasado_0_vjrSNb8iRX.html * Escribe Italo Calvino de la ciudad de Zaira: “Podría decirte de cuantos peldaños son sus calles en escalera, de qué tipo los arcos de sus soportales, qué chapas de Zinc cubren los techos; pero sé ya que sería como no decirte nada.” En la maravilla de libro que es Las ciudades invisibles, uno de los grandes escritores del siglo XX cuenta la historia de un Marco Polo que recorre el mundo y le describe a Kublai Kan, el emperador de los tártaros, las ciudades que ha conocido. Entre ellas Zaira, y tantas otras. Cada una es un territorio inventado, una descripción que se lee como una invitación especial a la reflexión. Todas las ciudades tienen nombre de mujer, todas están construidas ladrido a ladrillo con la belleza del lenguaje. Pienso estos días en Brasilia. Podría decir de cuántos pilares se conforma el Palacio de la Alvorada, qué reflejos producen los arcos del Puente Juscelino Kubitschek que tuvo como inspiración el movimiento de una piedra saltando sobre el agua, de qué materiales está hecha la estructura hiperboloide de su Catedral. Pero retomo a Calvino cuando habla de Zaira: “No está hecha de esto la ciudad, sino de relaciones entre las medidas de su espacio y los acontecimientos de su pasado.” Cada lugar es su presente y sus recuerdos, “la inclinación de una canaleta y el gato que la recorre majestuosamente para colarse por la misma ventana; la línea de tiro de la cañonera que aparece de improviso desde detrás del cabo y la bomba que destruye la canaleta”. Cada ciudad en el libro habla del mundo, pero no de aquel que habitamos sino del mundo que somos cada uno de nosotros. Por eso Zaira podría ser cualquier ciudad, podría ser Brasilia. Por eso pienso que Brasilia no sólo se describe hoy por los cientos de personas vestidas de verde y amarillo avanzando en masa hacia la plaza de los Tres Poderes, ni por la violencia de los insurrectos que se lanzaron desatados contra los cristales y las obras de arte y los muebles y la democracia. Una descripción de Brasilia debería contener todo su pasado. Por eso Brasilia es también la dictadura militar que gobernó el país desde 1964, las sombras de los hilos que sostienen cicatrices, los huecos sin consuelo que dejó una oposición política reprimida, el silencio áspero del que tuvo que callar lo que tenía para decir, el agujero en el suelo que perforó el repiqueteo de las lágrimas de quienes sufrieron violaciones a los derechos humanos durante el régimen que perduró 21 años. Pero es también los esfuerzos de tanta otra gente que trabajó y se desvivió para que en 1985 se restauraran las libertades civiles y comenzara el camino para una nueva constitución y se consolidara finalmente la transición definitiva a la democracia. Como dice Calvino, “la ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcado a su vez cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones, cañonazos.” Latinoamérica entera contiene paisajes de infinitos tonos y ecos de una historia que condenó el autoritarismo, países que se esfuerzan cada día para mejorar y sangre de heridas todavía abiertas. Montañas y selvas y mares y tierra que entierra cuerpos que recuerdan que la violencia no conduce a nada más que a la violencia. Quizás en Brasil las relaciones entre las medidas de su espacio y los acontecimientos de su pasado asistieron como un factor más para detener los avances antidemocráticos. Quizás el pasado en el presente contribuyó a que el intento de golpe de estado quedara finalmente en un lamentable y fracasado intento. Quizás por eso la memoria sea siempre color indispensable del paisaje en la construcción de un continente. Analía Sivak es periodista y escritora. |
Analia Sivak
Analía Sivak Nació en 1976 en Buenos Aires, Argentina. Vivió en Canadá, España y Uruguay. Estudió Ciencias de la Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires. Realizó los talleres literarios de Abelardo Castillo y Elsa Osorio. Actualmente asiste al taller literario de Gonzalo Garcés y Maximiliano Tomas. Cursó el Máster en Creación Literaria de la Escuela Contemporánea de Humanidades en Madrid. Es profesora de creación literaria. Impartió clases de creación en la Escuela Contemporánea de Humanidades de Madrid y actualmente coordina talleres de escritura creativa para adultos y niños. Libros publicados: * El mundo se dio vuelta como una media, Ralenti Libros, 2020. (Literatura infantil) * 40, Editorial Metrópolis, 2019. (Relatos) * Sueños animales, Alfaguara, 2017. (Literatura infantil) * Hijos de la Argentina (donde quiera que estén), Eudeba, 2015. (Relatos y entrevistas) * Entre la lluvia y el agua caliente, Ediciones Roquissar, 2013. (Relatos y fotografías de Rubén Morales) Recibió varios premios por sus relatos. Instagram: analia.sivak
Analía Sivak- https://www.clarin.com/opinion/pretextos-odio-motivos-amor_0_Dadn10oxkE.html
Hay un cuento de Carson McCullers cuyo título nadie recuerda pero que quien lo haya leído nunca olvidará. Googleando chequeo que se llama “Un árbol. Una roca. Una nube”. Lo publica en 1942. En Estados Unidos. En medio de la Segunda Guerra Mundial. Mientras el mundo se desmorona, ella escribe un canto al amor.
McCullers escribió el cuento en Columbus, Ohio, cuando ya estaba muy enferma, cuando todavía no sabía que su vida sería corta y quizás por eso tan intensa. Coincido absolutamente con la ciencia del amor que su texto postula. Antes que nada hay que amar un árbol, una roca, una nube para después salir al mundo y amar todo lo demás.
- ¿Por qué recuerdo este cuento ahora? Porque hay días en que pareciera que el odio está primero, que ha copado al país y que se odia un árbol, una roca, una nube. Y después se sale al mundo a odiar todo lo demás. Pretextos no faltan para el odio. Pero tampoco faltan motivos para el amor.
- Analía Sivak
https://www.clarin.com/opinion/brasil-espacio-pasado_0_vjrSNb8iRX.html
- Escribe Italo Calvino de la ciudad de Zaira: “Podría decirte de cuantos peldaños son sus calles en escalera, de qué tipo los arcos de sus soportales, qué chapas de Zinc cubren los techos; pero sé ya que sería como no decirte nada.”
En la maravilla de libro que es Las ciudades invisibles, uno de los grandes escritores del siglo XX cuenta la historia de un Marco Polo que recorre el mundo y le describe a Kublai Kan, el emperador de los tártaros, las ciudades que ha conocido.
Entre ellas Zaira, y tantas otras. Cada una es un territorio inventado, una descripción que se lee como una invitación especial a la reflexión. Todas las ciudades tienen nombre de mujer, todas están construidas ladrido a ladrillo con la belleza del lenguaje.
Pienso estos días en Brasilia. Podría decir de cuántos pilares se conforma el Palacio de la Alvorada, qué reflejos producen los arcos del Puente Juscelino Kubitschek que tuvo como inspiración el movimiento de una piedra saltando sobre el agua, de qué materiales está hecha la estructura hiperboloide de su Catedral.
Pero retomo a Calvino cuando habla de Zaira: “No está hecha de esto la ciudad, sino de relaciones entre las medidas de su espacio y los acontecimientos de su pasado.” Cada lugar es su presente y sus recuerdos, “la inclinación de una canaleta y el gato que la recorre majestuosamente para colarse por la misma ventana; la línea de tiro de la cañonera que aparece de improviso desde detrás del cabo y la bomba que destruye la canaleta”. Cada ciudad en el libro habla del mundo, pero no de aquel que habitamos sino del mundo que somos cada uno de nosotros. Por eso Zaira podría ser cualquier ciudad, podría ser Brasilia.
Por eso pienso que Brasilia no sólo se describe hoy por los cientos de personas vestidas de verde y amarillo avanzando en masa hacia la plaza de los Tres Poderes, ni por la violencia de los insurrectos que se lanzaron desatados contra los cristales y las obras de arte y los muebles y la democracia. Una descripción de Brasilia debería contener todo su pasado.
Por eso Brasilia es también la dictadura militar que gobernó el país desde 1964, las sombras de los hilos que sostienen cicatrices, los huecos sin consuelo que dejó una oposición política reprimida, el silencio áspero del que tuvo que callar lo que tenía para decir, el agujero en el suelo que perforó el repiqueteo de las lágrimas de quienes sufrieron violaciones a los derechos humanos durante el régimen que perduró 21 años.
Pero es también los esfuerzos de tanta otra gente que trabajó y se desvivió para que en 1985 se restauraran las libertades civiles y comenzara el camino para una nueva constitución y se consolidara finalmente la transición definitiva a la democracia.
Como dice Calvino, “la ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcado a su vez cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones, cañonazos.” Latinoamérica entera contiene paisajes de infinitos tonos y ecos de una historia que condenó el autoritarismo, países que se esfuerzan cada día para mejorar y sangre de heridas todavía abiertas. Montañas y selvas y mares y tierra que entierra cuerpos que recuerdan que la violencia no conduce a nada más que a la violencia.
Quizás en Brasil las relaciones entre las medidas de su espacio y los acontecimientos de su pasado asistieron como un factor más para detener los avances antidemocráticos. Quizás el pasado en el presente contribuyó a que el intento de golpe de estado quedara finalmente en un lamentable y fracasado intento. Quizás por eso la memoria sea siempre color indispensable del paisaje en la construcción de un continente.
Analía Sivak es periodista y escritora.