Blanca Valdivia
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- Socióloga especialista en ecología humana y población. Doctorada en Gestión y Valoración Urbana y Arquitectónica por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona de la UPC.
- Es socia fundadora de la cooperativa Col·lectiu Punt 6, formada por arquitectas, sociólogas y urbanistas cuyo objetivo es repensar los espacios domésticos, comunitarios y públicos desde una perspectiva feminista, y ha desarrollado proyectos para diferentes ciudades de Cataluña, España y Latinoamérica. Con el Col·lectiu Punt 6 ha publicado el ensayo Urbanismo feminista. Por una transformación radical de los espacios de vida, así como varias guías para incorporar la perspectiva de género en el urbanismo.
- Ciudades que cuidan: transformar el espacio para priorizar la vida
- Priorizar la sostenibilidad de la vida implica proporcionar las condiciones materiales e inmateriales que den apoyo a los cuidados. En el ámbito del urbanismo, eso significa romper con la dicotomía público/privado, puesto que el cuidado no se sitúa únicamente en un espacio ni en un horario determinados; las necesidades materiales de los cuidados traspasan los límites espaciales o temporales.
- El concepto de cuidados se ha ido popularizando en los últimos años, coincidiendo con el auge del feminismo, aunque los estudios académicos en este ámbito empezaron a desarrollarse en los años ochenta. La extensión del término ha servido para que cada vez más personas sean conscientes de la centralidad de los cuidados. Por el contrario, también ha significado una pérdida de perspectiva crítica y ha conferido al concepto una cierta carga naíf.
- Todas las personas somos vulnerables y dependientes, pero, además, el porcentaje de población que necesita más intensidad y continuidad de cuidados es cada vez más elevado. En Cataluña, en 2021 la tasa de dependencia (la proporción entre la población dependiente —menores de 16 años o mayores de 64— y la población de 16 a 64 años) ha sido del 50,7%, según el Idescat. Además, en el mismo territorio, en 2020 había 616.053 personas con alguna discapacidad, 3 de cada 4 adultos declararon padecer una enfermedad crónica y 140.000 personas tenían, también, dependencia.
- Por otra parte, si vemos quiénes son las personas que se encargan de los cuidados a personas mayores y dependientes, en el 85% de los casos son mujeres, tanto con respecto a cuidados remunerados como a los que se dan en el marco de la responsabilidad familiar y los roles de género. La sobrecarga de las mujeres en relación con los cuidados es clara, ya que, según la última encuesta de 2011, siguen dedicando el doble de horas diariamente al cuidado del hogar y la familia. Desde este punto de vista, la falta de políticas de apoyo a los cuidados que sean integrales y continuas penaliza especialmente a las mujeres.
- Más allá de su feminización, los cuidados en sí mismos son un vector que genera desigualdad. Esta situación es transversal a las diferentes posiciones en relación con los cuidados: trabajadoras en el sector económico de los cuidados y cuidadoras de personas dependientes o personas con diversidad funLa dimensión espacial y temporal
- La precariedad que atraviesan los cuidados está muy vinculada a su dimensión espacial y temporal; un aumento de la visibilidad de los cuidados en el ámbito público no ha ido acompañado de acciones concretas para mejorar la materialidad. Esto abre un cisma entre las necesidades crecientes de cuidados y la planificación del espacio urbano.
- Esta falta de respuesta desde el ámbito público hace aún más evidente la denominada crisis de los cuidados, que según María José Aguilar es el resultado, por una parte, de la transición demográfica por el aumento de la esperanza de vida, envejecimiento de la población, aumento de las enfermedades crónicas y las limitaciones funcionales; y, por la otra, de la progresiva superación, que no eliminación, de unas ciertas formas de división sexual del trabajo como la reconfiguración de las estructuras, dinámicas, tamaños, valores y modalidades de convivencia, importante disminución de la disponibilidad familiar y comunitaria en general y de las mujeres en particular para el cuidado[1]. Estas nuevas necesidades sociofamiliares solo pueden satisfacerse mediante un reparto igualitario y efectivo de las tareas de cuidado en el seno del hogar y unas políticas públicas suficientes para posibilitar la conciliación efectiva entre vida familiar, laboral y personal.
- La desvalorización social de los cuidados se traduce en políticas públicas que no incluyen las necesidades derivadas de la sostenibilidad de la vida cuando, por ejemplo, se diseñan los espacios públicos, se organizan los horarios y las redes de movilidad o se diseñan programas culturales, sociales, deportivos o de ocio.
- Las ciudades modernas se han configurado a partir de la dicotomía público/privado que se constituye a partir de la división sexual del trabajo. El espacio público era el lugar de la vida económica, política y cultural y estaba vinculado a los hombres, mientras que los espacios privados eran el ámbito de la reproducción y los cuidados y el lugar asignado a las mujeres. Esta construcción cultural se consolida a partir de la revolución industrial en Europa y en los Estados Unidos y sitúa a los hombres y las actividades productivas en el espacio público, y a las mujeres y las actividades reproductivas y de cuidados, en el espacio doméstico.
[1] Aguilar Idáñez, María José, “Cuidados y migraciones: Una crisis global que afecta seriamente la salud de las mujeres”. En: Pérez Alonso, Edith; Girón, Antonio; y Ruiz-Giménez, Juan Luis (coord.), Los cuidados: Saberes y experiencias para cuidar los barrios que habitamos. Libros en Acción, 2019, pp. 61-67.cional que se cuidan a sí mismas o cuidan a otras personas.