Compilado por MercedesJones

Fernando fue médico psiquiatra, psicoanalista y maestro. Fue mi terapeuta y con el correr del tiempo -con su enorme generosidad- quizás aceptaba ubicarse en la categoría de amigo. A aquell@s que no lo conocieron les invito a navegar la Web y leer las entrevistas y homenajes donde se registra su genialidad y profundidad profesional y humana.

En 1999, la ONU lo incluyó entre 40 personas reconocidas por sus contribuciones al campo social. Integró el Comité de Etica en la Secretaría de Estado de Ciencia y Tecnología. Ocupó cargos en instituciones científicas. Generoso para compartir conocimientos y brindar consejos, se lo veía a la vez asistir con interés a disertaciones de colegas más jóvenes. El entierro en Jardín de Paz, en Pilar, fue una manifestación de pesar de colegas psicoanalistas, figuras de la cultura, familiares y amigos, que acompañaron a su esposa, María Celia González Gay, y a su hijo, Pedro. Un aplauso espontáneo unió a los presentes, al tiempo que, interpretando el sentimiento común, alguien expresó en alta voz: "Gracias, Fernando".

En algún sentido, estaba más allá del bien y del mal. Disfrutaba de la vida e insistía en que quería que la muerte lo encontrara vivo. Así fue. No vivió hacia la muerte. Vivió hasta su muerte.