EL TEMA DE LA CONFIANZA

Episodio completo: https://youtu.be/k22H1xn4hRM


22.11.2022

No es una novedad que Hugo Alconada Mon es un periodista de investigación obsesivo. Mientras habla desde su casa, en la ciudad de La Plata, confiesa que tiene colgado un mapa cuadrado de 1,50 metros donde fue marcando cada puente, cada prostíbulo, cada laguna que existía en la ciudad a fines del siglo XIX.

Luego de siete exitosos libros de investigación periodística, en los que se dedicó a desnudar la corrupción del kirchnerismo, hace cinco años tomó la decisión de repetir el salto que han dado muchos periodistas hacia la literatura. Tan bien le ha resultado este cambio de aires que admite ya estar trabajando en su segunda novela histórica, al mismo tiempo que tiene en marcha otro libro periodístico: imposible descuidar la actualidad argentina.

UN PANTANO LLENO DE RANAS El germen de esta novela, que recrea la fundación de la ciudad de La Plata en el marco de las batallas políticas de la época, nació –cuenta Alconada Mon– cuando trabajó como cronista de la sección Información General para el diario platense El Día, desde 1999 hasta 2001.

Hugo Alconada Mon (La Voz del Interior, Archivo) Hugo Alconada Mon: A los corruptos los pone locos la exposición “Fueron los días en los que más conocí sobre la ciudad”, dice, mientras se reconoce como un platense nacido y criado, hincha de Estudiantes, fiel seguidor de las filosofías futboleras bilardista y zubeldiana, y con una raigambre familiar local que se estira hasta sus bisabuelos.

La novela histórica de Hugo Alconada Mon, editada por Planeta. La novela histórica de Hugo Alconada Mon, editada por Planeta. El nombre de la novela alude a la expresión despectiva que tuvo el presidente Julio Argentino Roca hacia el proyecto de fundación de La Plata al que se había lanzado el gobernador bonaerense Dardo Rocha, con la intención de sucederlo al frente de la Casa Rosada. En 1880, el Congreso de la Nación había aprobado la federalización de la ciudad de Buenos Aires, y Rocha tenía la secreta intención de construir otra capital, La Plata, para convertirla en la capital nacional cuando fuera presidente y así devolverles Buenos Aires a los porteños.

La novela hunde su mirada en la rivalidad entre esos dos grandes políticos, al mismo tiempo que desarrolla la historia de los inmigrantes, principalmente italianos, que fueron la mano de obra que levantó la actual capital bonaerense. Como toda novela, la historia da vida a muchos personajes de ficción, y como toda novela histórica incluye también a caracteres reales como Julio V. Mansilla, Eduardo Wilde, José Ingenieros, el Perito Moreno, es decir, la Generación del ’80 en su momento de esplendor, cuando pensaba que estaban dando nacimiento a un país nuevo y moderno.

Luego de siete exitosos libros de investigación periodística, en los que se dedicó a desnudar la corrupción del kirchnerismo, hace cinco años tomó la decisión de repetir el salto que han dado muchos periodistas hacia la literatura. Tan bien le ha resultado este cambio de aires que admite ya estar trabajando en su segunda novela histórica, al mismo tiempo que tiene en marcha otro libro periodístico: imposible descuidar la actualidad argentina.

UN PANTANO LLENO DE RANAS El germen de esta novela, que recrea la fundación de la ciudad de La Plata en el marco de las batallas políticas de la época, nació –cuenta Alconada Mon– cuando trabajó como cronista de la sección Información General para el diario platense El Día, desde 1999 hasta 2001.

Hugo Alconada Mon (La Voz del Interior, Archivo) Hugo Alconada Mon: A los corruptos los pone locos la exposición “Fueron los días en los que más conocí sobre la ciudad”, dice, mientras se reconoce como un platense nacido y criado, hincha de Estudiantes, fiel seguidor de las filosofías futboleras bilardista y zubeldiana, y con una raigambre familiar local que se estira hasta sus bisabuelos.

La novela histórica de Hugo Alconada Mon, editada por Planeta. La novela histórica de Hugo Alconada Mon, editada por Planeta. El nombre de la novela alude a la expresión despectiva que tuvo el presidente Julio Argentino Roca hacia el proyecto de fundación de La Plata al que se había lanzado el gobernador bonaerense Dardo Rocha, con la intención de sucederlo al frente de la Casa Rosada. En 1880, el Congreso de la Nación había aprobado la federalización de la ciudad de Buenos Aires, y Rocha tenía la secreta intención de construir otra capital, La Plata, para convertirla en la capital nacional cuando fuera presidente y así devolverles Buenos Aires a los porteños.

La novela hunde su mirada en la rivalidad entre esos dos grandes políticos, al mismo tiempo que desarrolla la historia de los inmigrantes, principalmente italianos, que fueron la mano de obra que levantó la actual capital bonaerense. Como toda novela, la historia da vida a muchos personajes de ficción, y como toda novela histórica incluye también a caracteres reales como Julio V. Mansilla, Eduardo Wilde, José Ingenieros, el Perito Moreno, es decir, la Generación del ’80 en su momento de esplendor, cuando pensaba que estaban dando nacimiento a un país nuevo y moderno.

“La novela –dice Alconada Mon– tiene dos o tres niveles. Primero está el de la política, la vida pública y sus altas esferas. Toda esa parte es cien por ciento real, documentado. Consulté más de 200 libros y papers académicos, entrevisté a historiadores, antropólogos, arquitectos. Los diálogos que reflejo entre Roca y Rocha los tomé de la correspondencia que se escribieron entre ellos o que escribieron a terceros, pero aludiéndose. La batalla, la masacre, la quema de templos masónicos, la muerte de obreros, todo lo que cuento realmente pasó”.

“En otro nivel –continúa el autor– hay personajes que sí fueron reales, pero a los cuales les invento una historia. Por ejemplo, el escritor Edmundo De Amicis estuvo en La Plata, pero recreo los personajes con los que interactuó. En un tercer nivel están los personajes que son completamente ficticios. Salvando las enormes distancias, intenté hacer algo parecido a lo que hicieron Félix Luna en Soy Roca y Tomás Eloy Martínez en Santa Evita: generar un relato en el cual el lector no tiene claro hasta dónde llega la realidad y hasta dónde alcanza la ficción”.

“TENGO EL OJO ENTRENADO PARA ESO” –¿Hasta qué punto tu trabajo como periodista de investigación se refleja en la historia de la novela?

–Hay mucho de eso. Mucho de lo que he ido absorbiendo de la política argentina, la forma de moverse por detrás de los telones, los operadores judiciales, las trampas de campaña. Cuando abordo la fundación de La Plata y veo que los amigos del gobernador Rocha, mientras él construye la ciudad, le reforman su casa simplona y le arman un castillo rococó, obviamente pienso que son los amigos de la patria contratista que le devuelven la gentileza con la construcción de una casa. Ver que el hermano de Roca, mientras él está en la Campaña del Desierto, es proveedor del Ejército…. y bueno, tengo el ojo entrenado para eso. Veía quiénes habían sacado los créditos en el banco oficial y me reía a carcajadas. Lo mismo cuando leía sobre la compra de periodistas, me cagaba de risa. No aprendemos más. Este libro abreva mucho en lo que he ido aprendiendo en estos años de periodismo.

Hugo Alconada Mon y el arte de entrevistar: “Una vez preparé 750 preguntas para Woody Allen”

LA CIUDAD DE LAS RANAS

La Argentina de fines del siglo XIX pujó entre el orden y el colapso, el progreso y las revoluciones mientras buscaba consolidar una identidad política. La fundación de La Plata en 1882 concentró, en ese contexto, las ilusiones y disputas de un grupo de hombres al que se conocería como la Generación del 80, aunque sus principales figuras no se veían a sí mismas como un bloque. Lucharon por el poder, se espiaron, tejieron acuerdos transitorios y conspiraron cada día, unos contra otros, en medio de una tensión social que amenazaba con arrasarlo todo. Este es el país que retrata de manera precisa y sutil La ciudad de las ranas, con personajes estelares: Julio Roca; su aliado y rival, Dardo Rocha; Eduardo Wilde y la jovencísima Guillermina de Oliveira Cézar; Miguel Juárez Celman, Ramón Falcón, católicos y masones, y los inmigrantes italianos, los grandes y anónimos protagonistas de la construcción de una ciudad llamada a ser referencia mundial. Entre esos inmigrantes, un muchacho llamado Íñigo Rocamora se erigió en líder. La urbe que nacía moldeó su destino, entre un amor improbable, la Masacre de San Ponciano, los prejuicios de la clase dominante y la Batalla de Ringuelet. Hugo Alconada Mon ha escrito una novela histórica apasionante y contundente.





La ciudad de las ranas es un viaje en varias direcciones. Es, en principio, el viaje de un gran periodista de investigación (apegado a los documentos y a los hechos) al territorio mágico de la ficción. Es también el viaje de un hombre sensible y curioso a las profundidades y misterios de su propio terruño. Es el viaje a una época y a una generación que soñó la Argentina con ambición, con talento y con coraje, pero que no fue inmaculada ni perfecta. Es un viaje por la historia, la política, la cultura y los sueños de una ciudad y de un país que fueron más de lo que son.

La ciudad de las ranas es la primera novela de Hugo Alconada Mon. Consagrado como periodista de investigación, Hugo no necesita presentación ante los lectores de LA NACION. Ha sido autor de resonantes y rigurosas investigaciones periodísticas; ha buceado en los sótanos del poder y ha seguido, con implacable meticulosidad, complejas tramas locales e internacionales de corrupción. Es autor de varios libros periodísticos, tanto de investigación como de entrevistas. Pero con el mismo espíritu y el mismo valor que se necesitan para ejercer el periodismo de investigación, Hugo se ha animado a explorar otro mundo, el de la ficción y la novela de aventuras. Para eso se sumergió en la historia de La Plata, la ciudad en la que nació, en la que se formó y en la que forjó una hermosa familia. La misma ciudad en la que dio sus primeros pasos como periodista, y a la que está indisolublemente unido por lazos familiares que se remontan a sus antepasados hasta llegar a sus padres, Ana e Isidoro.

"La Generación del 80, con sus luces y sus sombras, alumbró la ley 1420 que educó a todo un país y terminó convirtiendo a la Argentina en la nación más educada de América Latina"

La ciudad de las ranas (en alusión a sus bañados y su fauna) fue la forma despectiva en la que Julio Argentino Roca se refirió a La Plata cuando su diseño urbano recién empezaba a perfilarse. Esa ironía filosa expresaba, de algún modo, sus tensiones y rispideces con Dardo Rocha, el gobernador bonaerense que fundó la capital de la provincia y quiso pero nunca pudo sucederlo.

De esos hombres y de ese tiempo habla Hugo Alconada Mon en esta entrevista. Pero también habla del presente a la luz de aquella historia.

La litografía que ilustra el acto fundacional de La Plata; fueron incluidos Roca y Sarmiento, aunque no estuvieron La litografía que ilustra el acto fundacional de La Plata; fueron incluidos Roca y Sarmiento, aunque no estuvieron ArcHivo Histórico

–¿Cómo fue el salto de un periodista de investigación, apegado a la rigurosidad de los datos, “esclavo” de las pruebas y de los documentos, al mundo de la imaginación, la novela y la ficción?

–Fue una cuestión de necesidad y de ilusión. Este libro comenzó a gestarse cuando yo trabajaba en el diario El Día, hace ya más de veinte años. ¿Por qué? Porque soy nacido y criado en La Plata, donde vivo. Pero los dos años y medio que pasé en el diario El Día me aportaron una información valiosa; fue el tiempo en el que más conocí la ciudad de La Plata, porque el mismo trabajo te lleva a conocer a personas distintas, historiadores, lugares que de otro modo no conocerías. Y me quedó la idea de que ahí había algo mucho más atractivo de lo que usualmente sabemos. Entonces desde aquel tiempo fui leyendo, pero lo hacía de manera salpicada. En los últimos años empecé a meterle velocidad y ritmo, y la primera idea fue escribir una historia pequeña de la ciudad de La Plata en el período fundacional. Y empecé a trabajar como cuando hago mi trabajo de no ficción: una línea cronológica, un documento madre con toda la información, un listado de fuentes y de citas. Lo tengo armado. Pero, a medida que lo iba escribiendo, empecé a preguntarme cómo abordar ciertos temas históricos y a ver que me faltaban piezas del rompecabezas. Consulté a muchas fuentes, hablé con el presidente de la Academia Nacional de la Historia y busqué datos por todos lados. Pero había momentos en los cuales las piezas no encastraban. Y ahí empecé a jugar con la imaginación. A medida que iba completando el rompecabezas, me fui embalando, cubriendo los huecos. En un momento la ficción se superpuso sobre la historia real. Y entonces me empecé a divertir, y la pasé genial. Fue en medio de la pandemia, cuando estábamos encerrados, y esta era una manera, si querés, hasta de volar. Hay muchos personajes de la novela que son reales, pero hay otros que son totalmente inventados.

"La Plata era la ciudad que encarnaba el ideal de progreso, de iluminismo, de racionalismo de una generación que quería impulsar el desarrollo de una nación"

–¿Cómo lidiaste con tu trabajo cotidiano de periodista de investigación y esta otra “vida” como novelista?

–Son dos mundos distintos. Por supuesto que utilicé muchas técnicas de investigación para reconstruir aquella época. Pero hay una diferencia insoslayable: en periodismo, solo se publica lo que está verificado y es de interés público. Punto. Y así es como algunas investigaciones toman años. Pero como escritor, pude jugar, seguir los senderos que sentí más atractivos, sin limitantes. Es un océano de diferencia.

La ciudad de las ranas es un viaje en varias direcciones. Es, en principio, el viaje de un gran periodista de investigación (apegado a los documentos y a los hechos) al territorio mágico de la ficción. Es también el viaje de un hombre sensible y curioso a las profundidades y misterios de su propio terruño. Es el viaje a una época y a una generación que soñó la Argentina con ambición, con talento y con coraje, pero que no fue inmaculada ni perfecta. Es un viaje por la historia, la política, la cultura y los sueños de una ciudad y de un país que fueron más de lo que son.

La ciudad de las ranas es la primera novela de Hugo Alconada Mon. Consagrado como periodista de investigación, Hugo no necesita presentación ante los lectores de LA NACION. Ha sido autor de resonantes y rigurosas investigaciones periodísticas; ha buceado en los sótanos del poder y ha seguido, con implacable meticulosidad, complejas tramas locales e internacionales de corrupción. Es autor de varios libros periodísticos, tanto de investigación como de entrevistas. Pero con el mismo espíritu y el mismo valor que se necesitan para ejercer el periodismo de investigación, Hugo se ha animado a explorar otro mundo, el de la ficción y la novela de aventuras. Para eso se sumergió en la historia de La Plata, la ciudad en la que nació, en la que se formó y en la que forjó una hermosa familia. La misma ciudad en la que dio sus primeros pasos como periodista, y a la que está indisolublemente unido por lazos familiares que se remontan a sus antepasados hasta llegar a sus padres, Ana e Isidoro.

"La Generación del 80, con sus luces y sus sombras, alumbró la ley 1420 que educó a todo un país y terminó convirtiendo a la Argentina en la nación más educada de América Latina"

La ciudad de las ranas (en alusión a sus bañados y su fauna) fue la forma despectiva en la que Julio Argentino Roca se refirió a La Plata cuando su diseño urbano recién empezaba a perfilarse. Esa ironía filosa expresaba, de algún modo, sus tensiones y rispideces con Dardo Rocha, el gobernador bonaerense que fundó la capital de la provincia y quiso pero nunca pudo sucederlo.

De esos hombres y de ese tiempo habla Hugo Alconada Mon en esta entrevista. Pero también habla del presente a la luz de aquella historia.

La litografía que ilustra el acto fundacional de La Plata; fueron incluidos Roca y Sarmiento, aunque no estuvieron La litografía que ilustra el acto fundacional de La Plata; fueron incluidos Roca y Sarmiento, aunque no estuvieron ArcHivo Histórico

–¿Cómo fue el salto de un periodista de investigación, apegado a la rigurosidad de los datos, “esclavo” de las pruebas y de los documentos, al mundo de la imaginación, la novela y la ficción?

–Fue una cuestión de necesidad y de ilusión. Este libro comenzó a gestarse cuando yo trabajaba en el diario El Día, hace ya más de veinte años. ¿Por qué? Porque soy nacido y criado en La Plata, donde vivo. Pero los dos años y medio que pasé en el diario El Día me aportaron una información valiosa; fue el tiempo en el que más conocí la ciudad de La Plata, porque el mismo trabajo te lleva a conocer a personas distintas, historiadores, lugares que de otro modo no conocerías. Y me quedó la idea de que ahí había algo mucho más atractivo de lo que usualmente sabemos. Entonces desde aquel tiempo fui leyendo, pero lo hacía de manera salpicada. En los últimos años empecé a meterle velocidad y ritmo, y la primera idea fue escribir una historia pequeña de la ciudad de La Plata en el período fundacional. Y empecé a trabajar como cuando hago mi trabajo de no ficción: una línea cronológica, un documento madre con toda la información, un listado de fuentes y de citas. Lo tengo armado. Pero, a medida que lo iba escribiendo, empecé a preguntarme cómo abordar ciertos temas históricos y a ver que me faltaban piezas del rompecabezas. Consulté a muchas fuentes, hablé con el presidente de la Academia Nacional de la Historia y busqué datos por todos lados. Pero había momentos en los cuales las piezas no encastraban. Y ahí empecé a jugar con la imaginación. A medida que iba completando el rompecabezas, me fui embalando, cubriendo los huecos. En un momento la ficción se superpuso sobre la historia real. Y entonces me empecé a divertir, y la pasé genial. Fue en medio de la pandemia, cuando estábamos encerrados, y esta era una manera, si querés, hasta de volar. Hay muchos personajes de la novela que son reales, pero hay otros que son totalmente inventados.

"La Plata era la ciudad que encarnaba el ideal de progreso, de iluminismo, de racionalismo de una generación que quería impulsar el desarrollo de una nación"

–¿Cómo lidiaste con tu trabajo cotidiano de periodista de investigación y esta otra “vida” como novelista?

–Son dos mundos distintos. Por supuesto que utilicé muchas técnicas de investigación para reconstruir aquella época. Pero hay una diferencia insoslayable: en periodismo, solo se publica lo que está verificado y es de interés público. Punto. Y así es como algunas investigaciones toman años. Pero como escritor, pude jugar, seguir los senderos que sentí más atractivos, sin limitantes. Es un océano de diferencia.

–En la trama parece haber dos ejes paralelos, el de una historia de amor y de aventuras, y el de la historia política. En la historia política, ¿cuánto hay de ficción y cuánto de realidad pura?

–Ahí no hay nada de ficción. Todo lo que sostengo sobre Roca, Rocha, la Generación del 80, Wilde, Sarmiento, los documentos históricos, las citas, todo eso es real. Cuando en un momento recreo un diálogo entre Roca y Rocha, me apoyo en las cartas que mutuamente se enviaban. Con lo cual ni siquiera es que estoy poniendo en la boca de Roca, algo que Roca jamás dijo. Lo dijo y lo escribió. Lo que yo hago es que se digan cara a cara lo que en un momento se habían escrito.