* Janick de Oliveira Cézar, autora de Infidelidad, una investigación minuciosa que le llevó cinco años, con numerosas entrevistas a víctimas, cónyuges infieles, sociólogos, terapeutas; incluso recolectó un centenar de papelitos en los que fue anotando anécdotas y comentarios recogidos al azar en la calle, confiterías, playas y conversaciones telefónicas. * https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/uno-se-casa-todos-los-dias-nid835083/ * "Pero nadie tenía respuestas; al parecer nadie había escrito en español sobre la infidelidad. No me quedó otro remedio que recurrir a textos en inglés y francés hasta formar una nutrida biblioteca que ocupa buena parte de las paredes de mi estudio. Abordé el tema partiendo del supuesto de que la principal víctima de la infidelidad era la mujer. Descubrí, con gran sorpresa, que las señoras de hoy engañan a la par de sus maridos o, más exactamente, en un porcentaje que es un diez por ciento inferior al de sus parejas." * Janick es investigadora y escritora, nació en la Argentina, pero se formó en Francia, donde estudió Literatura Comparada en la Universidad de Nanterre. Suele comentar que desciende de una familia de seductores y que entre sus antepasados figura Petrona, hija del cacique MGuazzu, de la tribu de carapacuigas, y la inquietante Guillermina de Oliveira Cézar, esposa del ministro Eduardo Wilde y amante oficial del general Roca. "La mayoría de las personas engañadas tienen algo en común: un eficiente sistema de defensa que las lleva a eliminar y borrar todo indicio que pueda corroborar la sospecha de la infidelidad de sus cónyuges. A veces se dan casos curiosos." * Por ejemplo? A una mujer entrevistada, que me confesó que en ningún momento aceptó la posibilidad de que la estuvieran engañando, una amiga la invitó a tomar el té y le dijo: "¡Mirá, enfrento un problema muy difícil. Tengo una amiga a la que su marido engaña y yo no sé si decírselo o no. Vos, ¿qué harías?" "¿Tenés idea de si ella puede bancárselo?" "No", contestó la amiga. "¿Le preguntó a alguien? ¿Vos sentís que ella necesita saberlo?", interrogó la entrevistada. "No", volvió a responder la amiga. "Bueno, entonces no te arriesgues", aconsejó la mujer. Tuvieron que pasar siete años para que la entrevistada se diera cuenta de que la amiga a quien engañaba el marido era ella misma: "Y mi amiga no me dijo nada. En ese momento no lo hubiera podido soportar, cuando me enteré fui y le agradecí el gesto y su inteligencia". * Decidió investigar el tema de la infidelidad cuando tuvo que acompañar durante su internación a tres mujeres que intentaron suicidarse por penas de amor. "Oí durante días, meses, años, de una y otra repetir hasta el cansancio: ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Desde cuándo? ¿Hasta cuándo? Curiosamente, las mismas preguntas que repiten los estudiantes de periodismo cuando aprenden a escribir una buena nota", recuerda Janick de Oliveira Cézar, autora de Infidelidad, una investigación minuciosa que le llevó cinco años, con numerosas entrevistas a víctimas, cónyuges infieles, sociólogos, terapeutas; incluso recolectó un centenar de papelitos en los que fue anotando anécdotas y comentarios recogidos al azar en la calle, confiterías, playas y conversaciones telefónicas. "Pero nadie tenía respuestas; al parecer nadie había escrito en español sobre la infidelidad. No me quedó otro remedio que recurrir a textos en inglés y francés hasta formar una nutrida biblioteca que ocupa buena parte de las paredes de mi estudio. Abordé el tema partiendo del supuesto de que la principal víctima de la infidelidad era la mujer. Descubrí, con gran sorpresa, que las señoras de hoy engañan a la par de sus maridos o, más exactamente, en un porcentaje que es un diez por ciento inferior al de sus parejas." Janick es investigadora y escritora, nació en la Argentina, pero se formó en Francia, donde estudió Literatura Comparada en la Universidad de Nanterre. Suele comentar que desciende de una familia de seductores y que entre sus antepasados figura Petrona, hija del cacique MGuazzu, de la tribu de carapacuigas, y la inquietante Guillermina de Oliveira Cézar, esposa del ministro Eduardo Wilde y amante oficial del general Roca. "La mayoría de las personas engañadas tienen algo en común: un eficiente sistema de defensa que las lleva a eliminar y borrar todo indicio que pueda corroborar la sospecha de la infidelidad de sus cónyuges. A veces se dan casos curiosos." –¿Por ejemplo? –A una mujer entrevistada, que me confesó que en ningún momento aceptó la posibilidad de que la estuvieran engañando, una amiga la invitó a tomar el té y le dijo: "¡Mirá, enfrento un problema muy difícil. Tengo una amiga a la que su marido engaña y yo no sé si decírselo o no. Vos, ¿qué harías?" "¿Tenés idea de si ella puede bancárselo?" "No", contestó la amiga. "¿Le preguntó a alguien? ¿Vos sentís que ella necesita saberlo?", interrogó la entrevistada. "No", volvió a responder la amiga. "Bueno, entonces no te arriesgues", aconsejó la mujer. Tuvieron que pasar siete años para que la entrevistada se diera cuenta de que la amiga a quien engañaba el marido era ella misma: "Y mi amiga no me dijo nada. En ese momento no lo hubiera podido soportar, cuando me enteré fui y le agradecí el gesto y su inteligencia". * –¿Dónde son más frecuentes las infidelidades? * –En general, en el trabajo y en el círculo de amigos más íntimos. Una pregunta que suelen hacerse los engañados es por qué él o por qué ella. Entre tantos libros que consulté, en un texto en francés encontré este consejo: si quieres saber que te falta, mira lo que tiene el amante que tú no tengas. * –¿Es posible perdonar la infidelidad? * –Por supuesto. Si tomo los casos de infidelidad que conozco, la mitad terminó en divorcio, pero la otra logró reconstruir la relación, y en algunos casos, fundar algo más fuerte y comprometido. Pero abrirse a esa posibilidad significa dar un paso importantísimo: perdonar.De la calidad de ese perdón depende lo que viene después. Etimológicamente, perdón significa don. Un regalo que uno se otorga a sí mismo y, simultáneamente, al otro. El mensaje es te elijo de nuevo. Ese perdón llevó a algunas parejas a darse cuenta de que el abrazo no era un apretón que duraba un instante, sino una experiencia tierna de veinte minutos o más. ¿Lo asombra? * –¿Está en crisis la fidelidad? * –Hay estadísticas que sostienen que el 84% de los argentinos reivindica la fidelidad como el valor fundamental para el éxito de una pareja. Sin embargo, se ha visto cómo en lo personal, en lo familiar, en lo social, y agregaría que en lo político y económico, la gente dice una cosa y hace otra. Públicamente se pregona un valor que en lo privado se viola constantemente. En el tema que nos interesa, ese doble lenguaje consiste en pensar: creo en la fidelidad, pero para ti, no para mí. * Recuerdo una leyenda que siempre me llamó la atención.–¿Qué dice? –Cuenta que Surcouf, un famoso corsario bretón con patente real que ganó varias batallas navales contra los ingleses en el siglo XVIII, se trabó en duelo con el comandante de un navío británico que había abordado en alta mar. Con la espada en la mano se enfrentaron los dos capitanes. El inglés, despectivamente, le lanzó a Surcouf: "Ustedes, los franceses, se baten por la plata; nosotros, los ingleses, nos batimos por el honor." A lo que Surcouf respondió: "Cada uno, señor, se bate por lo que más le hace falta". * –¿Cuál es la conclusión?–Entender que la fidelidad es un valor moral y filosófico que trasciende la pareja. Te doy mi palabra, te prometo, me comprometo son palabras que implican la creencia en una ética personal y universal. Y mantener vivo un valor requiere un trabajo diario. Dicho en otras palabras, una unión es algo más que una ceremonia o un contrato, es un compromiso profundo. Uno se casa todos los días.