Isaiah Berlin


El zorro y el erizo

En el año 1953, en pleno auge de la Guerra Fría, Berlin publica un breve ensayo titulado El zorro y el erizo. Tolstoi y su visión de la historia. El texto, que cuenta con un excelente prólogo de Mario Vargas Llosa para su versión en español, se convirtió al poco tiempo en una lectura obligada para el análisis de la teoría política.

El Premio Nobel peruano sostiene: "Entre los fragmentos conservados del griego Arquíloco, uno dice: 'Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola y grande'. La fórmula, según Isaiah Berlin, puede servir para diferenciar a dos clases de pensadores, de artistas, de seres humanos en general: aquellos que poseen una visión central, sistematizada, de la vida, un principio ordenador en función del cual tienen sentido y se ensamblan los acontecimientos históricos y los menudos sucesos individuales, la persona y la sociedad, y aquellos que tienen una visión dispersa y múltiple de la realidad y de los hombres, que no integran lo que existe en una explicación u orden coherente pues perciben el mundo como una compleja diversidad en la que, aunque los hechos o fenómenos particulares gocen de sentido y coherencia, el todo es tumultuoso, contradictorio, inapresable".

A principios de la década del 90, en pleno auge del Consenso de Washington y el desarrollo de la globalización, Berlin afirmó: "El principal peligro hoy en día es el nacionalismo, el racismo. Nadie en el siglo XIX llegó a pronosticar esto. Si consideráramos a los grandes profetas del siglo pasado, resulta que de lo que dijeron gran parte se ha hecho realidad".

Su opinión sobre la situación política del Viejo Continente, sostenida pocos días después de la firma del Tratado de Maastricht que diera nacimiento a la Unión Europea en 1992, demuestra la agudeza de su análisis teniendo en cuenta el crecimiento y la radicalización de los sectores populistas que lograron millones de votos en las recientes elecciones para el Parlamento Europeo.

Así lo expresó el filósofo oxoniense con profética claridad: "La idea de una Europa unida es una idea muy valiosa. La unión me parece un concepto positivo, pero creo que los Estados nacionales seguirán desempeñando un papel muy importante. Me parece bien la tendencia hacia la colaboración, y la consulta, cada vez más estrecha. Pero no creo que las fronteras vayan a desaparecer. Los franceses seguirán siendo galos, y los alemanes, germánicos. Siempre que permanezca la lengua, siempre que permanezca la memoria y la experiencia colectiva que constituyen la identidad nacional, la humanidad seguirá estando dividida en comunidades separadas".

Quienes compartieron sus días en la ciudad de Washington relatan que uno de los momentos de mayor felicidad de Berlin ocurrió durante la celebración de su cumpleaños número 35 en la capital norteamericana. No era para menos. A lo largo de esas interminables horas de 1944 el ejército aliado desembarcaba en las costas de Normandía sellando el principio del fin del nazismo.