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La palabra coopetencia nace del marketing, como resultado de la fusión de los términos cooperación y competencia. La revista Business Week la llama “collaborative marketing”, mientras que los autores Braderburger y Nalebuff utilizan este término para referirse a un concepto que se ha expandido a todas las esferas de la gestión, obligando a las empresas a incorporar una arquitectura de cooperación que establece vínculos con otras compañías relacionadas. Cooperación supone integración. Supone primero conocer al otro para buscar apoyos mutuos en aquellos aspectos que unen, y soluciones comunes frente a lo que puede ser causa de enfrentamientos y daños estériles. La competencia, por su parte, es inherente a la naturaleza humana, y obedece en cierto modo a la evolución del proceso de selección natural que vivimos como especie. Es así que solemos considerarla según la acepción del diccionario: “oponerse entre sí dos o más personas que aspiran a la misma cosa o a la superioridad en algo”. Sin embargo, se puede establecer una competencia “no destructiva”, en la cual las partes pueden aprovechar y enriquecerse con lo mejor del otro: la competencia de cada uno como máximo exponente de las propias capacidades y no como la forma de destruir al otro. En este escenario, se podría dar una sinergia entre los competidores, recogiendo las virtudes de cada uno en una situación en que todas las partes ganarían y con el máximo de ventajas para todos. Esta competencia constructiva es la que da nacimiento a la coopetencia, que no es más que la unión equilibrada entre cooperación y competencia. |
Dentro de los procesos de colaboración surgen tensiones permanentes entre los miembros en el plano interno tanto como en el externo.
En una red se verifican tensiones hacia el interior de la red: en cuanto a los objetivos de la red -y el desarrollo de su agenda estratégica- respecto de los intereses de cada entidad que es miembro. Estas tensiones pueden estar referidas a valores, status dentro de la red, recursos, participación en la toma de decisiones, en el desarrollo de programas, estilos de liderazgo, etc.
Pero también existe competencia fuera de la red. Por ejemplo, en cuanto a fondos. Estas tensiones son gestionadas de manera eficaz por varias redes inclusive las entidades reconocieron la existencia de procesos de “coopetencia”, en los que -más allá de la máxima cooperación existente al interior de la red- pueden al mismo tiempo existir no sólo momentos o situaciones de competencia sino, en algunos casos, de divergencias profundas en otros ámbitos, tanto en el plano político como en el de las estrategias de aproximación a los temas que las ocupan. Participar de una red no significa que existan coincidencias absolutas en todos los temas pero exige acuerdos básicos respecto de los intereses comunes.
Las redes aconsejan “priorizar la red pero tener en cuenta los intereses de cada miembro”. En la toma de decisiones frente a los intereses particulares conviene prestar atención a los intereses de la mayoría y el bien de la propia red. Pero no se puede dejar de lado las expectativas y dificultades de cada uno de los miembros y se les debería dar valor en la toma de decisiones.
La palabra coopetencia nace del marketing, como resultado de la fusión de los términos cooperación y competencia. La revista Business Week la llama “collaborative marketing”, mientras que los autores Braderburger y Nalebuff utilizan este término para referirse a un concepto que se ha expandido a todas las esferas de la gestión, obligando a las empresas a incorporar una arquitectura de cooperación que establece vínculos con otras compañías relacionadas.
Cooperación supone integración. Supone primero conocer al otro para buscar apoyos mutuos en aquellos aspectos que unen, y soluciones comunes frente a lo que puede ser causa de enfrentamientos y daños estériles. La competencia, por su parte, es inherente a la naturaleza humana, y obedece en cierto modo a la evolución del proceso de selección natural que vivimos como especie. Es así que solemos considerarla según la acepción del diccionario: “oponerse entre sí dos o más personas que aspiran a la misma cosa o a la superioridad en algo”.
Sin embargo, se puede establecer una competencia “no destructiva”, en la cual las partes pueden aprovechar y enriquecerse con lo mejor del otro: la competencia de cada uno como máximo exponente de las propias capacidades y no como la forma de destruir al otro. En este escenario, se podría dar una sinergia entre los competidores, recogiendo las virtudes de cada uno en una situación en que todas las partes ganarían y con el máximo de ventajas para todos. Esta competencia constructiva es la que da nacimiento a la coopetencia, que no es más que la unión equilibrada entre cooperación y competencia.