Dentro de los procesos de colaboración surgen tensiones permanentes entre los miembros en el plano interno tanto como en el externo.

En una red se verifican tensiones hacia el interior de la red: en cuanto a los objetivos de la red -y el desarrollo de su agenda estratégica- respecto de los intereses de cada entidad que es miembro. Estas tensiones pueden estar referidas a valores, status dentro de la red, recursos, participación en la toma de decisiones, en el desarrollo de programas, estilos de liderazgo, etc.

Pero también existe competencia fuera de la red. Por ejemplo, en cuanto a fondos. Estas tensiones son gestionadas de manera eficaz por varias redes inclusive las entidades reconocieron la existencia de procesos de “coopetencia”, en los que -más allá de la máxima cooperación existente al interior de la red- pueden al mismo tiempo existir no sólo momentos o situaciones de competencia sino, en algunos casos, de divergencias profundas en otros ámbitos, tanto en el plano político como en el de las estrategias de aproximación a los temas que las ocupan. Participar de una red no significa que existan coincidencias absolutas en todos los temas pero exige acuerdos básicos respecto de los intereses comunes.

Las redes aconsejan “priorizar la red pero tener en cuenta los intereses de cada miembro”. En la toma de decisiones frente a los intereses particulares conviene prestar atención a los intereses de la mayoría y el bien de la propia red. Pero no se puede dejar de lado las expectativas y dificultades de cada uno de los miembros y se les debería dar valor en la toma de decisiones.