María Julieta Oddone
- María Julieta Oddone es licenciada en Sociología de la Universidad de Buenos Aires, Magister en Gerontología de la Universidad Nacional de Córdoba y Doctora en Antropología de la Universidad de Buenos Aires.
- Estudia su tema, la vejez y el envejecimiento, como Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Nación Argentina (CONICET).
- Además, es Directora del Programa Envejecimiento y Sociedad de la FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) y dirige Proyectos y Programas de Investigación nacionales e internacionales.
Ha realizado tantas publicaciones en libros y revistas científicas nacionales e internacionales que si en esta breve biografía nos pusiéramos a enumerarlas usted, lector, se aburriría con tantos datos, años y lugares: su trayectoria es prodigiosa. Además, brindó asesoramiento a instituciones académicas y organismos nacionales e internacionales sobre la temática. https://www.revistaanfibia.com/autor/maria-julieta-oddone/
LA MIRADA TAMBIÉN ENVEJECE-Por María Julieta Oddone y Fernando Krapp https://www.revistaanfibia.com/la-mirada-tambien-envejece/
- Las políticas médicas están orientadas a extender la vida humana a límites extremos. Hoy, la vejez puede durar más de cincuenta años, sin embargo las sociedades siguen valorando al extremo la juventud, la fuerza y la belleza física. El cronista Fernando Krapp y la socióloga especialista en envejecimiento Julieta Oddone visitaron hogares geriátricos a fin de entrevistar a algunas de las personas mayores que viven en ellos.
- ¿Cómo nombrar la vejez? ¿Por qué resulta tan incómoda la palabra? ¿Por qué se le teme tanto? La palabra “viejo” está asociada a muerte y decrepitud. ¿Anciano? Trae aparejada inactividad. Decir adultos mayores parece una redundancia necesaria. Las sociedades actuales tienden a caracterizarse por el envejecimiento de sus poblaciones que cada vez más incrementan su expectativa de vida, hasta el tal punto que en Japón Hidekichi Miyasaki se convirtió en el primer corredor en establecer un nuevo record mundial en 100 metros llanos para la categoría de 105 años. Las políticas científicas están orientadas a extender la vida humana a límites extremos y la vejez se convierte en un período de la vida que puede prolongarse por más de cincuenta años, superando a las otras etapas. En todas las sociedades siempre existieron personas viejas pero en la actualidad, por primera vez en la historia del mundo, las “viejas” son las sociedades
- Si todo sigue como se espera, en América Latina en 2050, una de cada cuatro personas no va a saber cómo llamarse: si anciano, adulto mayor o alguna que otra moda que maquille el temor de volverse un viejo.
- Antes, nuestros abuelos morían a los cincuenta. Hoy se vive, en muchos casos, hasta los cien años. El proceso de transición demográfica, ocurrido en la segunda mitad del siglo XX produjo una disminución de la tasa global de fecundidad pasando de seis hijos a menos de tres por mujer. Paradójicamente, la única población que crece en las sociedades actuales -la que más crece- es la de los viejos. La población total se multiplicó por dos veces y media: la de personas mayores casi se sextuplicó.
- —Yo no creo en eso de que lo único que no envejece son los ojos —dice Amelia, sin dejar de mirar las noticias del plasma colgado.- Dice que para ella sí envejecen, los ojos. Primero no ves nada y después se van volviendo cristalinos y brillantes de tanto recordar, aunque no por las cataratas, ni las operaciones, ni la reducción de la vista sino por focalizarse siempre en un punto, en el vacío, dice. Una masa cristalina a la que los ojos vuelven día a día, un punto ciego, infinito, que contiene la información completa del pasado. Amelia mira ese punto ciego al igual que sus compañeras de mesa. La cuarta da un par de espasmos.
- Amelia tiene novio. Afirma: —Me tuve que buscar uno afuera. Acá adentro no conseguí nada, miralos —dice y señala con la mano a la mesa de al lado—. Están todo el día leyendo el diario y peleándose por las noticias. Ahora en un rato me pasa a buscar. Vamos a tomar un cafecito al shooping acá a la vuelta, ¿conocés?
GENERACIONES
- Los cambios demográficos generan nuevas formas familiares que presentan en la actualidad una coexistencia de varias generaciones. Hay más personas viejas (abuelos, bisabuelos y tatarabuelos) y menos jóvenes (producto de la disminución de la natalidad). Existen ejemplos de familias compuestas por cinco generaciones vivas: familias que se caracterizan por tener muchos ascendientes y, por lo tanto, pocos descendientes en comparación con la familia tradicional de inicios del siglo pasado. Estos cambios se acompañan, muchas veces, de nuevas necesidades. Entre ellas, es de vital importancia la relación de cuidado: una disminución de la demanda social para con los niños y, un incremento por parte de los ancianos. Básicamente hablando: hay menos chicos para cuidar y más personas viejas para sostener.
GERIÁTRICOS
- El costo mensual de un hogar privado varía entre los $ 8.000 y los $ 50.000. Los hay de todo tipo. Los que parecen un hotel alojamiento, con sus heladeritas personales, teles de plasma colgadas a más de dos metros de altura y camas con colchón de goma espuma, y los que parecen hoteles caros con estrellas estilo caribe, pileta de natación, mucha cera en los pisos y gimnasio con mancuernas y aparatos último modelo. Otros, parecen sacados de un libro de historias tenebrosas, al ser clandestinos no presentan las condiciones mínimas de higiene y los viejos no tienen oportunidad de queja. Hay geriátricos con oscuros pasadizos y largos salones comunitarios donde los residentes trafican cigarrillos y petacas como jugadores en cancha de bochas, y otros donde hay más gente de limpieza que viejos y las políticas de no aburrimiento y rejuvenecimiento encabezan la lista de temas en la agenda de los directivos. Geriátricos tristes, con trabajadores alegres, y geriátricos luminosos y anclados en un bosque de cañaverales, con residentes al borde de la locura.
- El último censo nacional señaló que en la Provincia de Buenos Aires existen casi seis mil viviendas colectivas, en las que se incluyen los hogares de ancianos; por su parte el Defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, asegura que en el conurbano bonaerense se registran un poco menos de seiscientos geriátricos. Las instituciones estatales albergan aquellas personas de mayor edad en situación de vulnerabilidad social, es decir, aquellos que no tienen plata, ni casa, ni familia. Los viejos viven en las ciudades donde tienen un mayor acceso a servicios sanitarios y a obras sociales. No obstante, aún en los países con mayor urbanización de la población vieja, hay personas que no quieren dejar su casa y se encierran; aislados, se aferran a sus pertenencias, sus recuerdos y fantasmas También, hay hombres y mujeres que abandonan su entorno conocido, y viajan del campo a la ciudad, solos o abandonados, sin casa ni familias, para recibir algún tipo de cuidado.
- VER HOGARES CONFORMADOS
- Más de la mitad de los viejos viven en hogares conformados. Esto puede explicarse debido a que, los países que tuvieron una tradición política de más larga data focalizada en la seguridad social, muestran que los ancianos viven en hogares de menor tamaño. Sin embargo, son bajas proporciones de personas que viven en hogares geriátricos. Se trata de un porcentaje menor de las personas de mayor edad (1,3%) debido a que la tradición de la familia aún es un núcleo sólido. Cuando por algún motivo extremo las personas mayores deben vivir en una institución de larga estadía como los geriátricos, si cuentan con sus hijos, nietos o bisnietos, suelen ser visitados frecuentemente, y salen, ansiosos, para visitar a sus familiares.
- La privacidad es un bien precioso y en un geriátrico cada acto está en escena: es visto por sus compañeros, por médicos, asistentes, familiares. Se pierde independencia porque prevalece en ellas los regímenes colectivos y no existe una adecuación a necesidades particulares o a los gustos personales de los internos en los servicios que ofrecen. Aunque diversos en sus orígenes culturales y modos de vida, la mayoría opta en el paso del tiempo a adaptarse a las normativas y también a sus compañeros de cuarto y de mesa, generando nuevas y extrañas relaciones.
- Según el Centro Latinoamericano de Demografía, actualmente, hay menos de 80 hombres por cada 100 mujeres en la población añosa. La esperanza de vida a los 60 años, es mayor para las mujeres. Acá, en este geriátrico de Mármol, si se organizara una milonga, las mujeres tendrían muchos problemas para encontrar una pareja de baile. La cantidad de residentes es de apenas 54 viejos, de los cuales 38 son mujeres.
- En el envejecimiento, los hombres suelen requerir cuidados: su esperanza de vida es mucho menor al de las mujeres. Tienden a enfermar antes y recibir el cuidado por parte de sus cónyuges. En el caso de las mujeres, son atendidas por sus hijas, o por una señora ajena a su familia, y, en el último de los casos, por sus hijos. Pero cuando el cuidado pasa por los dueños de una residencia, al juntarse nuevamente y socializar con otros, los géneros se separan como en un colegio primario: los nenes con los nenes, las nenas con las nenas.
- —Ahora, a los ochenta y tres que tengo, ya está —dice Raúl— ¿para qué voy a buscar una mujer? 10 años atrás por ahí, sí. Conozco casos de gente de 70 y pico que hace pareja... no por la actividad sexual, porque, ¿a quién se la vas a contar?
- El San José:Después de varios trabajos de remodelación y mucha voluntad, el “San José” se convirtió en un hogar a cargo de la cartera de Desarrollo Social, con 80 residentes, donde se aplica una política basada en derechos. Esto significa: no se basa en una bajada institucional sino en una mirada progresista sobre los derechos humanos de los residentes. El San José es público, pero su ingreso no es fácil. Para entrar, hay que ser una persona en situación de vulnerabilidad social. Es decir, venir de la calle.
- Muchos de los residentes no tienen familias. La mayoría fue rescatada de la calle, en situaciones extremas de salud y pobreza. Sin familiares que los reclamen, o algunos con hijos ausentes, los viejos comparten cuartos con frigobar incluido y televisión en cada habitación. La cartelera en el hall tiene actividades, fotos de viajes, de juegos, de tango. “Despertad” reza un cartel evangelista. “¿Vale la pena vivir? Tres razones para no darse por vencido” al lado de un cartel que dice “Lindas fotos del viaje a Concordia”.
- Juan es una celebridad en el Hogar. Hace varios años insistió en que quería estudiar Ingeniería Aeronáutica. No un cursito: quería empezar la universidad.
- Los directivos no conocen la vida previa de Juan, pero él sabe que con la plata de la pensión puede pagarse el remís hasta la facultad y las fotocopias.
- No tiene miedo de las escaleras de la facultad, y si bien en la actualidad se valora al extremo la juventud, la fuerza, la belleza física, y se le atribuye a la vejez valores negativos como decrepitud, declinación, enfermedad y muerte, él va igual. Aunque lleve el andador y cada tanto necesite ayuda de alguna de las enfermeras a sus 85 años; va igual. Por gallego, dice. Por cabeza dura.
- ¿Qué represtación tienen las sociedades jóvenes sobre la vejez? El aumento de la “cronologización” vital -la utilización de la edad para determinar en qué actividades deben comprometerse los individuos- produjeron un curso de vida standard que está separado en tres compartimientos: educación para los jóvenes, trabajo para los adultos y ocio para los viejos. Ocio que en muchos casos se convierte en una cárcel de inactividad; un resto improductivo, un domingo perpetuo.
- Si la división en tres compartimientos es reemplazado por un modelo menos restrictivo, la educación debería volverse cada vez más accesible para las personas de mediana edad y adultas mayores. Sin un aprendizaje permanente, es inevitable que en una sociedad que cambia rápidamente las personas se vuelvan cada vez más obsoletas a medida que pasa el tiempo. En la disciplina gerontológica se ha propuesto ampliar la integración en el contexto de las aulas de la educación tradicional ya que podría jugar un papel en la promoción del aprendizaje entre los que no son jóvenes.