Son diversas las perspectivas que engloban el fenómeno de la caída del muro de Berlín como un incidente que logró trastocar, tambalear y/o derrumbar el mito en torno al poder como un presupuesto ideológico fuerte. Sin embargo, tan sólo una investigación obtiene recabar, exhaustivamente, las condiciones del poder después de los cambios originados. En esta línea, el texto de Moisés Naím que lleva por título: El Fin del Poder, nos invita a reflexionar y hacer comprensible las acciones y características de un poder que, tras el paso del tiempo, ha perdido fuerza traduciéndose en límites reales a la gestión, en transitoriedad en su ejercicio y a una autoridad que, en términos generales, se muestra débil ante los desafíos contemporáneos

poder asumiendo las causas, manifestaciones y consecuencias para la humanidad. Antes de prestarle atención al desenvolvimiento del poder en el siglo XXI, Naím comienza su indagación asumiendo “los canales a través de los cuales se ejerce el poder”. La fuerza, el código, el mensaje y la recompensa son, para él, la expresión por antonomasia de las relaciones de poder y, por lo tanto, su aprendizaje permite entender las conexiones económicas, sociales, culturales, políticas, etc. Para el autor, de ésta forma, cada escena de la conducta humana, cada episodio que implique su esencia y sus interacciones, remite a pautas en donde su uso se hace más o menos explícito.

desarrollado por el sociólogo de la autoridad, Max Weber, en El Fin del Poder se alcanza a re-vitalizar los postulados teóricos en torno a los medios conforme a los cuales actúan las autoridades remitiendo, empíricamente, al poder. Por fuerza entiende Naím una forma de ejercer el poder, una lógica amparada en el axioma construido alrededor de la narrativa de lo estatal y que, en términos de Weber, vendría a representar el monopolio legítimo de