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Preferiría No Hacerlo HERMAN MELVILLE- Preferiría No Hacerlo

HERMAN MELVILLE- Preferiría No Hacerlo


Preferiría no hacerlo !!!!!

En el apuro y en la justificada expectativa de una obediencia inmediata, yo estaba en el escritorio con la cabeza inclinada sobre el original y con la copia en la mano derecha algo nerviosamente extendida, de modo que, al surgir de su retiro, Bartleby pudiera tomarla y seguir el trabajo sin dilaciones.

En esta actitud estaba cuando le dije lo que debía hacer, esto es, examinar un breve escrito conmigo. Imaginen mi sorpresa, mi consternación, cuando, sin moverse de su ángulo, Bartleby, con una voz singularmente suave y firme, replicó: Preferiría no hacerlo.

Me quedé un rato en silencio perfecto, ordenando mis atónitas facultades. Primero, se me ocurrió que mis oídos me engañaban o que Bartleby no había entendido mis palabras. Repetí la orden con la mayor claridad posible; pero con claridad se repitió la respuesta. Preferiría no hacerlo.

Preferiría no hacerlo repetí como un eco, poniéndome de pie, excitadísimo y cruzando el cuarto a grandes pasos . ¿Qué quiere decir con eso? Está loco. Necesito que me ayude a confrontar esta página; tómela y se la alcancé.

Preferiría no hacerlo dijo.

Lo miré con atención. Su rostro estaba tranquilo; sus ojos grises, vagamente serenos. Ni un rasgo denotaba agitación. Si hubiera habido en su actitud la menor incomodidad, enojo, impaciencia o impertinencia, en otras palabras si hubiera habido en él cualquier manifestación normalmente humana, yo lo hubiera despedido en forma violenta. Pero, dadas las circunstancias, hubiera sido como poner en la calle a mi pálido busto en yeso de Cicerón.

Me quedé mirándolo un rato largo, mientras él seguía escribiendo y luego volví a mi escritorio. Esto es rarísimo, pensé. ¿Qué hacer? Mis asuntos eran urgentes. Resolví olvidar aquello, reservándolo para algún momento libre en el futuro. Llamé del otro cuarto a Nippers y pronto examinamos el escrito.

Pocos días después, Bartleby concluyó cuatro documentos extensos, copias cuadruplicadas de testimonios, dados ante mí durante una semana en la cancillería de la Corte. Era necesario examinarlos. El pleito era importante y una gran precisión era indispensable. Teniendo todo listo llamé a Turkey, Nippers y Ginger Nut, que estaban en el otro cuarto, pensando poner en manos de mis cuatro amanuenses las cuatro copias mientras yo leyera el original. Turkey, Nippers y Ginger Nut estaban sentados en fila, cada uno con su documento en la mano, cuando le dije a Bartleby que se uniera al interesante grupo. ¡Bartleby!, pronto, estoy esperando.

Oí el arrastre de su silla sobre el piso desnudo, y el hombre no tardó en aparecer a la entrada de su ermita.

¿En qué puedo ser útil? dijo apaciblemente. Las copias, las copias dije con apuro . Vamos a examinarlas. Tome y le alargué la cuarta copia.

Preferiría no hacerlo dijo, y dócilmente desapareció detrás de su biombo. Por algunos momentos me convertí en una estatua de sal, a la cabeza de mi columna de amanuenses sentados. Vuelto en mí, avancé hacia el biombo a indagar el motivo de esa extraordinaria conducta.

¿Por qué rehusa? Preferiría no hacerlo. Con cualquier otro hombre me hubiera precipitado en un arranque de ira, desdeñando explicaciones, y lo hubiera arrojado ignominiosamente de mi vista. Pero había algo en Bartleby que no sólo me desarmaba singularmente, sino que de manera maravillosa me conmovía y desconcertaba. Me puse a razonar con él.

Son sus propias copias las que estamos por confrontar. Esto le ahorrará trabajo, pues un examen bastará para sus cuatro copias. Es la costumbre. Todos los copistas están obligados a examinar su copia. ¿No es así? ¿No quiere hablar? ¡Conteste!

Prefiero no hacerlo replicó melodiosamente. Me pareció que, mientras me dirigía a él, consideraba con cuidado cada aserto mío; que comprendía por entero el significado; que no podía contradecir la irresistible conclusión; pero que al mismo tiempo alguna suprema consideración lo inducía a contestar de ese modo.

¿Está resuelto, entonces, a no acceder a mi solicitud; solicitud hecha de acuerdo con la costumbre y el sentido común? Brevemente me dio a entender que en ese punto mi juicio era exacto. Sí: su decisión era irrevocable.

SOBRE HERMAN MELVILLE


  • Preferiría no hacerlo - La muerte de sus dos hijos varones y el fracaso comercial de su obra magna, Moby Dick, la monumental novela publicada por Herman Melville en 1851, sumió al escritor estadounidense en una profunda depresión. De esos años difíciles surgió el cuento Bartleby, el Escribiente (Bartleby, the Scrivener: A Story of Wall Street), una historia extraordinaria publicada en 1853 que tampoco tuvo demasiado revuelo en su momento, pero que ha sido revalorada por escritores, psicólogos, críticos y filósofos como una obra de múltiples interpretaciones y de una gran riqueza simbólica.
  • por Martín Chiavarino- El relato es una narración en primera persona de un agregado de la Corte Suprema de Justicia en Nueva York con una oficina en Wall Street que reflexiona sobre el oficio de amanuense y sobre la vida misma y sus extrañas vicisitudes a partir de un episodio inusual con un peculiar copista judicial, Bartleby. Tras describir su propio carácter y el de sus dispares colaboradores, Turkey, Nippers y Ginger Nut, el narrador se centra, y llega a obsesionarse, con el personaje del susodicho copista, Bartleby, un taciturno y solitario individuo que contrasta con las personalidades inclinadas al arrebato del resto de sus colaboradores. La diligencia mecánica del copista impresiona al narrador, pero éste queda estupefacto cuando Bartleby se rehúsa a revisar los documentos que ha transcripto con una frase muy inusitada, “preferiría no hacerlo”. A pesar de su gran diligencia, las recusaciones de Bartleby para no realizar las demandas del agregado se hacen cada vez más frecuentes. La actitud de Bartleby desencadena una serie de reflexiones sobre sí mismo y sobre el mundo por parte del abogado, quien defiende al copista del encono del resto de los ayudantes, pero la situación cambia cuando el agregado descubre un domingo que Bartleby ha estado viviendo en la oficina y ha convertido su vida en una prescindencia de la comunidad que lo rodea.


PREFERIRÍA NO HACERLO «Bartleby, el escribiente» («Bartleby the Scrivener: A Story of Wall Street») es un cuento del escritor estadounidense Herman Melville. Ha sido considerado una de sus mejores obras https://es.wikipedia.org/wiki/Bartleby,_el_escribiente

Bartleby, el escribiente» fue publicado por primera vez, de forma anónima y en dos partes, en los números de noviembre y diciembre de 1853 de la revista Putnam's Magazine. En 1856, con pequeños cambios, fue incluido en el libro de Melville The Piazza Tales,1 junto con «The Piazza», «Benito Cereno», «The Lightning Rod Man», «The Encantadas» y «The Bell Tower».2 Se cree que Melville pudo haberse inspirado en parte en la obra de Ralph Waldo Emerson; algunos críticos han señalado la existencia de paralelismos con el ensayo de Emerson The Trascendentalist.34 El cuento tuvo escaso éxito inicial tanto entre lectores como críticos, aunque su importancia y reconocimiento no han cesado de aumentar desde entonces.1 Slavoj Zizek — "I Would Prefer Not To" https://www.bing.com/videos/search?q=I+would+prefer+not+to&view=detail&mid=B52C7F3BEDB86E4C043AB52C7F3BEDB86E4C043A&FORM=VIRE Ambiguedad del tema del espíritu 1A&mmscn=vwrc&view=detail&mid=CC1D16D6083815342413CC1D16D6083815342413&rvsmid=4B96A80FAED7AA7A125C4B96A80FAED7AA7A125C&FORM=VDQVAP

EnciclopediaRelacionalDinamica: PrefeririaNoHacerlo (última edición 2022-01-07 00:46:25 efectuada por MercedesJones)