Roberto Gargarella
http://revistaanfibia.com/ensayo/una-reforma-judicial-noruega/ UNA REFORMA JUDICIAL PARA NORUEGA. De la desigualdad a la impunidad: los “dramas” de nuestro sistema judicial
- COMPRENDÍAN SU ÉPOCA Y SABÍAN SERVIRLA. JUAN BAUTISTA ALBERDI. Todas las constituciones dadas en Sudamérica durante la guerra de la independencia, fueron expresión completa de la necesidad dominante de ese tiempo. Esa necesidad consistía en acabar con el poder político que la Europa había ejercido en este continente, empezando por la conquista y siguiendo por el coloniaje: y como medio de garantir su completa extinción, se iba hasta arrebatarle cualquier clase de ascendiente en estos países. La independencia y la libertad exterior eran los vitales intereses que preocupaban a los legisladores de ese tiempo. Tenían razón: comprendían su época y sabían servirla (Alberdi 1981, 26).
- LA DESIGUALDAD- La madre de todas las IN-JUSTICIAS. En el contexto de un país heterogéneo, diverso y plural como el nuestro, las cárceles muestren una composición fundamentalmente homogénea en términos de género, clase y raza (un problema profundísimo que comparten casi todos los países de nuestra región). Los “crímenes” de los que se ocupa nuestro sistema legal pueden tener distintas fuentes, pero quienes los pagan -los únicos que lo hacen- son siempre los mismos: los más pobres.
- LA IMPUNIDAD- La contracara de esa desigualdad es la tremenda impunidad de la que gozan los principales integrantes de nuestra “elite en el poder”, es decir, la clase económica dirigente, los propios funcionarios judiciales y la clase política en general. Es la desigualdad -de recursos económicos, de poder político, de capacidad de influencia- la causa principal que explica los pactos que se dan al interior de nuestra elite dirigente (aún entre miembros de facciones en apariencia enfrentadas), y que les permite a sus miembros mantener, expandir y reproducir sus privilegios con la conciencia de la extraordinaria impunidad de la que gozan. Es lo que, del modo más crudo y terrible, confesara el empresario Alfredo Yabrán -involucrado en graves crímenes- poco antes de su suicidio: “¿Qué es el poder? El poder es tener impunidad”.