San Agustin ----- * https://oala.villanova.edu/agustin/contemp.html * En su obra, La Ciudad de Dios, Agustín describe tres tipos ases de vida: la contemplativa, la activa y una tercera, consistente en la mezcla de las dos anterirores. Claramente prefiere esta tercera forma mixta, que es la contemplación combinada con una tarea pública. Nadie debe estar tan absorto en lacontemplación como para desentenderse del bien del prójimo, ni tan atareado que descuide el contemplar la verdad divina. La contemplación no es una mera actividad intelectual, pues consiste en el amor y la búsqueda de Dios. Pero de tal modo que quien busca no esconda a sus hermanos y hermanas el fruto de su contemplación. Por esta vía, la vida monástica contemplativa también tiene su propia responsabilidad; uno debe compartir la verdad que ha descubierto, y no guardarla para sí solo. De este modo la pura vida monástica no será considerada como una existencia carente de actividad. * Vida activa: un peligro mayor - El carácter altruista de la vida religiosa pide una relevancia mayor en la vida activa, que nunca debe ser un buscarse a sí mismo, sino que debe contribuir al bienestar de los demás. En La Ciudad de Dios Agustín pone al descubierto de hecho su propia evolución. Aunque él dio preferencia a una vida de investigación del divino tesoro como "nada más dulce ni mejor", libre de las perturbaciones en torno suyo, tuvo que hacer frente a las demandas clamorosas de un ministerio activo, pues la iniquidad creciente enfría la caridad de una gran mayoría. La actividad pastoral del sacerdote y del obispo constituye a sus ojos un peligro mayor, porque puede desempeñarse fácilmente con superficialidad de espíritu y resultar infructuosa por la adulación. Conoció a muchos obispos y con frecuencia los juzgaba con severidad, considerándose a sí mismo como sujeto más avisado y humano. Dado que tenía el sacerdocio como un oficio público y social, se veía a sí mismo abocado al interrogante de cómo poner su fe al servicio de los demás con vistas a su salvación, sin pretender con ello ventaja personal alguna, sino únicamente el bienestar de los otros. Jamás deseo, decía, ser un obispo que se sienta en el trono semejante al espantapájaros, que cumple su cometido con estar inmóvil en el campo. ------- SEGUIR EXPLORANDO: CONTEMPLACIÓN Y A LA ACCIÓN EL CONCEPTO DE CONTEMPLACIÓN * https://es.gaudiumpress.org/content/29719-contemplacion-y-accion-el-ejemplo-de-santo-tomas-de-aquino/ * Redacción (Miércoles, 14-09-2011, Gaudium Press) * Génesis del concepto de contemplación- La palabra contemplación tiene su origen etimológico en la raíz latina templum (del griego temnein: para cortar o dividir). Está formada de cum, com, y templum, templo. Significa también examinar y considerar profunda y atentamente una cosa, sea espiritual, sea visible y material, mirar con determinación o complacencia a una persona. * En la filosofía griega la palabra contemplación era denominada teoría, por oposición a la praxis, o acción. Por eso, los griegos designaban la vida contemplativa como vida teórica, por oposición a la vida activa, o vida práctica. Algunos autores afirman que la etimología de la palabra «teoría» deriva de un verbo griego que significa ver; de este verbo es que se origina también el nombre Dios, que en griego se dice Teos, o «Aquel que ve». Con el tiempo, esta nomenclatura vino también a ser utilizada en la lengua latina, resultando decir que la vida teórica sería la vida contemplativa y la praxis, la vida activa. * Sin embargo, contemplar en el sentido teológico, y es de éste que trataremos, es según Santo Tomás (S. The. II, II, qq, 179-182) «la aplicación voluntaria del entendimiento a los dogmas sobre la divinidad con el deseo vivo de gozar de las grandes verdades en ellas contenidas» o de acuerdo con Tanquerey «una intuición o vista simple y afectuosa de Dios o de las cosas divinas.» Puede ser llamada también de contemplación adquirida cuando «es fruto de nuestra actividad auxiliada por la gracia; infusa, cuando, sobrepasando esta actividad, es obrada por Dios con nuestro consentimiento». * En cuanto al uso de la palabra «contemplación» en las Sagradas Escrituras, él propiamente no ocurre. Entretanto, «si la expresión no existe, la realidad es claramente descrita», especialmente en el Capítulo X del Evangelio de San Lucas: * Yendo ellos de viaje, entró Jesús a un pueblo; y una mujer, de nombre Marta, lo recibió en su casa. Tenía ésta una hermana llamada María, la cual, sentándose a los pies del Señor, oía su palabra. Marta, al contrario, andaba atareada con mucho servicio. Se detuvo, entonces, y dijo: «¿Señor, no te importa que mi hermana me haya dejado sola sirviendo? Dígale, pues, que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te confundes con muchas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María escogió la mejor parte, que no le será sacada» (Lc 10, 38-42). * Entretanto, vale recordar que las primeras referencias sobre la importancia de la contemplación son anteriores al cristianismo. Se sabe que Platón trató de este tema, así como Aristóteles y Plotino. Pero, sobre todo en el siglo V con el inicio del monaquismo cristiano, es que la primacía de la contemplación sobre la acción fue más defendida, y tuvo como uno de sus principales exponentes un monje llamado Juan de Cassiano, el cual publicó una serie de 24 conferencias, que son un relato de las conversaciones tenidas entre él y los monjes que habitaban el desierto de Egipto respecto a diversos temas de la vida espiritual. * Estas conferencias fueron elogiadas por San Benito en su regla. Santo Domingo, el fundador de la Orden de los Predicadores, a la cual pertenecía Santo Tomás, se dedicó con especial empeño al estudio de estos textos. Tocco nos recuerda que el propio Aquinate, a imitación de su fundador, leía con frecuencia algunas páginas de las 24 Conferencias. El actuar y el contemplar en la enseñanza de Santo Tomás Diversos son los trechos de la obra de Santo Tomás donde él versa sobre la Contemplación, como el IV artículo del opúsculo De Magistro (temas Discutidos sobre la Verdad, XI) que tiene por título: «Si enseñar es acto de la vida contemplativa o activa». El Angélico también abordó este tema en sus Comentarios al III Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo (Distinción XXV, Q. I, A. 2) cuando analizaba si la vida contemplativa consistía solamente en un acto de entendimiento. Sin embargo, fueron en las cuestiones 179 a 182 de la II- IIa, de la Suma Teológica, que él trató más ampliamente de esta temática. Conviene recordar que, de acuerdo con Camello, cuando Santo Tomás escribía sobre la naturaleza activa o contemplativa de enseñanza, tenía bien presente la polémica suscitada por los maestros seculares de la Universidad de París, que discutían sobre la verdadera naturaleza de la enseñanza, y si el magisterio convenía solamente a los hombres de vida activa o también a aquellos de vida contemplativa, pues se iba desarrollando un sordo conflicto entre profesores del clero secular y los maestros que provenían de las órdenes religiosas. ¿Qué se ha de preferir: la vida activa o la vida contemplativa? ¿A quién está reservada una y otra? ¿Enseñar es misión de activos o de contemplativos? No parece inadecuado que se piense en los desarrollos teóricos del conflicto político-universitario, como haciendo un telón de fondo para el texto de Santo Tomás.