En 1993, se publicó un estudio del psicólogo K. Anders Ericsson donde se encontró que la diferencia entre músicos con diferentes niveles de desempeño radicaba en el número de horas de práctica deliberada que había tenido cada uno. El grupo con el desempeño más alto tenía un promedio acumulado de 10.000 horas de práctica frente a la mitad o menos del resto de los músicos observados. Así, el estudio concluía que el esfuerzo prolongado, y no el talento innato, era el que explica las diferencias entre un experto y un principiante. De este estudio surgió la famosa “Regla de las 10.000 horas” de Malcolm Gladwell.