(viene de FundaciónCrearValeLaPena)... “La cultura es nuestra manera de encontrarnos como hombres – mundo, nuestra manera de ser así pueblos. Antes de la racionalidad e irracionalidad de nuestras acciones diarias están nuestros acuerdos, previos a todos los que luego construyen nuestros pactos explícitos como comunidad. Cultura es el sentido de nuestros haceres en nuestros gestos compartidos. Cultura es todo lo que nos permite hablar de algún todo posible en la inevitable par-cialidad y singularidad de nuestro yo – hoy.” Hay un amplio reconocimiento a que la cultura no es una dimensión hermética o es-tática, sino que está abierta a cambios, influencias, significaciones y reinterpretaciones constantes. Es importante señalar que para avanzar en el proceso de reflexión en torno a la no-ción de cultura que acá interesa, ésta debiera alejarse de aquellas definiciones tradicionales que la vinculan a los estados de animo, las creencias, los valores y los sen-timientos de las personas, es decir, tomar distancia de aquellas perspectivas que incluyen en la dimensión cultural a todo aquello que es residual a la conducta humana, tales como las expresiones invisibles y mentales de los sujetos. Desde esta perspectiva tradicional de la cultura, lo que hacen las personas, los usos, las maneras como ellos se comportan en la vida diaria, las instituciones existentes, las organizaciones que animan la vida barrial y las dinámicas de intercambios que se dan entre los sujetos, no forman parte de ‘la cultura’. Contrariando a esta perspectiva, se considera que muchas expresiones que emergen y forman parte del paisaje coti-diano poblacional son expresiones culturales, son nuevas formas de vida o de resis-tencia y, a la vez, ellas son creadoras de nueva cultura. El hecho que muchas de las transformaciones en curso sean completamente invisi-bles para nosotros se debe, en parte, a que la característica de estos procesos de cambio es no estar orientados a cambiar a las elites del poder sino a realizar las aspiraciones de las personas y a modificar estilos de vida en los entornos inmediatos. Por lo tanto, las transformaciones que han acaecido no han sido políticas, tampoco han sido cambios espectaculares que rechazan todo lo existente, sino que son modificaciones en la misma vida social y cultural existente, en la vida cotidiana de hombres y mujeres de las poblaciones. La cultura aparece, entonces, como un elemento protagónico de la acción social y en disparar los cambios que acontecen o podrían acontecer en la esfera de la cotidianidad. Comprender y reflexionar sobre la cultura y la transformación de la vida cotidiana puede ayudarnos a examinar algunos potenciales que presenta la acción social para cambiar las macro estructuras. Sin embargo, junto con reconocer que la cultura presenta posibilidades para transformar la realidad desde una perspectiva renovada, tenemos que estar advertidos que la cultura no es homogénea y ella presenta resistencias al cambio, es decir, muchas veces ni el discurso ni la práctica de la intervención social logran modificar la rutina cotidiana de las personas.