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El edadismo, término acuñado por el psiquiatra y ganador de un premio Pulitzer, Robert N. Butler, indica un prejuicio asociado con la edad, generalmente se refiere a la discriminación hacia las personas mayores. En el mismo sentido se utiliza el concepto de viejismo. Este prejuicio está en todas partes. Pero, no nos damos cuenta. Concretamente afirma que a mayor edad menor posibilidades de ser felíz, de tener proyectos, de ser autónomos Los estereotipos son falsas concepciones que actúan a modo de clichés en el acercamiento a un fenómeno, grupo social u objeto. Son inexactos y generalmente despectivos, y pueden favorecer la aparición de conductas discriminatorias.

Copio abajo una carta que envié a la Revista Sofhia en 2007. Luego de leer una nota de la revista donde se afirmaba que una persona de 80 años no estaba en condiciones de afrontar un proyecto personal. ¿Querés volver a longevidad? Clickear acá: Longevidad


El ocaso de la vida

Carta Publicada en la Revista Sofhia a propósito de una nota donde se decía que una persona de 80 años estaba en el "ocaso" de la vida y donde se reafirmaba la imagen de una persona mayor entrando en una etapa oscura, triste y sin proyecto. A los 80 no hay "ocaso" hay "ocasión" de explorar la vida y proyectarse en el día a día. Como dice Antonio Machado, hoy es siempre todavía. Hay futuro a los 80, a los 90 y a los 100. El asunto es que necesitamos coraje para vivirlos, tenemos que aprender a ser pioneros, tenemos que animarnos a explorarlos!!!

La dieta del amor, el ocaso de la vida y la ocasión vital. Por MercedesJones -

Buenos Aires, 29 de mayo de 2007

Queridas amigas de Sophia,

Me chocó profundamente leer en el editorial -la dieta del Amor- que una persona de ochenta años estaba “casi en el ocaso de su vida”. ¿Cómo que en el ocaso? pensé.

Me molestó por dos cosas. La primera porque creo firmemente que si uno le pregunta a esa, y a otras personas de la misma edad ellas, les contestarán que no se sienten a los ochenta años, ni se sentirán a los noventa, en el ocaso de sus vidas. Y de hecho no lo están, tienen camino por delante.

La segunda razón de mi molestia es porque aunque las estadísticas indican que existe un significativo aumento de la esperanza de vida, la gente no lo reconoce, los médicos no lo asumen, los periodistas no lo cuentan y todos seguimos viviendo una realidad antigua y superada por los hechos.

Quiero decir que los 80 años actuales ya no son los mismos que cuando mi abuela tenía esa edad. En aquella época a los 80 se era más viejo que hoy porque las personas vivían muy pocos años más. Ahora se corrió la frontera y se amplió el horizonte vital a 100, 107 y cada vez más años. Pero la sociedad todavía no percibe el cambio. No estamos preparados para esta nueva vejez.

Tengo experiencias muy frustrantes acompañando a mi madre, que es muy sana pero tiene 90 años, al médico y escuchando la frase “y qué quiere a su edad”. Obligándola a asociar su vejez a la enfermedad, la decrepitud y la resignación.

Querría mirar la vejez de otra manera. Como persona y como sociedad.

Querría que Sophia nos ayude a comprender esta revolución de la longevidad y busquemos juntas otras analogías para la vejez.

Envejecer es un acto supremo de sabiduría personal y social.

No es un ocaso, sí una ocasión vital para explorar y descubrir.

Con enorme cariño para todas,

MercedesJones


LA VEJEZ EN LA ANTIGUEDAD https://www.cepchile.cl/cep/site/docs/20180507/20180507122444/presentacion_cristobal_joannon.pdf

La vejez en la Antigüedad

En el mundo grecolatino se consideraba que alguien había llegado a la ancianidad cuando cumplía alrededor de 60 años. No era un límite estricto ya que no existía algo así como una edad para jubilarse o tener descuentos al usar el transporte público. La gente, por otra parte, no tenía siempre muy clara su edad: en las tumbas romanas, por ejemplo, se solía agregar la expresión PM (Plus Minus), es decir “más o menos”, cuando se indicaba a qué edad había muerto quien ahí estaba enterrado.

Los pensadores dividieron las edades del hombre de diferentes maneras. Los pitagóricos identificaron cuatro edades y los hipocráticos siete (cada una era de siete años).

Por razones prácticas es probable que el ciudadano común las haya dividido simplemente en tres: niñez, juventud (la cual incluye nuestra madurez) y ancianidad. Se calcula que sólo un 7% de la población alcanzaba los 60 años, menos de un 1% los 80 y unas pocas personas llegaban a los cien.

No hay un acuerdo entre los autores sobre si la ancianidad era un periodo positivo o negativo. Era motivo de mofa en las comedias de Aristófanes (por ejemplo hay ancianas libidinosas y buenas para el trago) y de ácidas críticas en Juvenal. Un personaje de una comedia de Terencio dice, con todas sus letras, que “la vejez era ella misma una enfermedad”.

Pero encontramos también versiones favorables en Platón (pensemos en Céfalo al comienzo del diálogo República) y en un remoto seguidor de Epicuro, Diógenes de Enoanda, quien la compara con los elefantes: un poco torpes, sí, pero sabios y serenos.El paso de los años en el mundo antiguo no otorgaba automáticamente poder, con excepción de la gerousia en Esparta (consejo político compuesto por 28 hombres que ya hubieran cumplido los 60 años, a los que se sumaban dos reyes). En efecto, en Atenas la edad no se traducía en ninguna forma de autoridad y en Roma los emperadores podían ser jóvenes o viejos, y los senadores rondaban los 40 y 50 añoS.

En las clases menos acomodadas la vejez entrañaba dificultades para los más jóvenes, pues debían hacerse cargo de los ancianos. Dicho sea entre paréntesis, se ha afirmado que esta era una buena razón para tener hijos; sin ese apoyo las cosas podían volverse muy complicadas. Un estudio de esqueletos en el cementerio romano-británico de Cirencester, a 150 kilómetros de Londres, indica que el 80% de la población padecía osteoporosis.

Como plantea T.G. Parkin, en la antigüedad grecolatina la vejez no era per se un problema, como pareciera serlo hoy. En el ciclo de la vida de una persona no era un periodo diferenciado (era simplemente parte del curso natural de la adultez), pues la gente hacía lo que siempre había hecho hasta que ya no estaba en condiciones de seguir haciéndolo. Como dice Cicerón en otra obra, las Filípicas: “Nada hay que esté siempre en flor; una edad sigue a la otra”. La clave parecía consistir no en ser anciano o no serlo, sino en cuán activo y útil podías ser.


OXÍGENO

¡Hola! Voy a compartirte un relato que impacta. Y que nos deja lecciones de solidaridad y empatía, necesarias en estos tiempos.

Por Juan Carr 14 Jun 2021

Había una vez un cuento. Pero uno verdadero, real. Me lo contó un amigo médico, el protagonista de la historia que, recién recibido, trabajaba en una salita en un barrio postergado, cerca de una gran ciudad.

Cada tanto iba a atender pacientes a domicilio. Una vez lo llamaron y fue con su equipo a una casa muy (muy) humilde. Los atendió un matrimonio de menos de 50 años que aparentemente vivía solo. El señor tenía la presión un poco alta. Le hacen los chequeos, hablan con él y su mujer. Empiezan a establecer una relación con ellos dos.

Mi amigo médico se percata de que a una cierta distancia había un señor mayor, en silla de ruedas, que escuchaba. Poco a poco, el hombre se integra a la charla. Entre todos hablan de la salud, de la vida, las jubilaciones, las pensiones. En esa interacción, el médico pregunta al matrimonio:

—¿Este hombre es el papá de alguno de ustedes? —No —responden. —¿Es un familiar? —No.

Al cabo de un rato, ya en confianza, el médico se anima y pregunta quién era este señor que estaba en la casa. Le dicen el nombre. A los fines de este cuento, llamémoslo “Pedro”.

—Vive con nosotros —le cuentan. —¿Hace mucho? —Hace unos años. Él camina poco, por eso usa la silla de ruedas. —¿Y por qué está acá?

Entonces, le cuentan la historia. Un día, Pedro tocó la puerta de esa casa. Hacía mucho frío y tenía hambre. Pidió algo de comida. Lo hicieron pasar. Le dieron de comer y, preocupados por su falta de abrigo, también lo invitaron a dormir. Finalmente, este hombre, solo en el mundo, se quedó a vivir con ellos. Porque a ellos les dio esta sensación de desamparo. Los tres llevaban años viviendo juntos.

Es tiempo de mirar con más delicadeza y ternura a nuestros adultos mayores. Qué maravilla. Ese matrimonio, limitadísimo en recursos, tenía un afecto ilimitado. Y gracias a ellos Pedro tenía un hogar.

La historia de Pedro nos deja varias lecciones. Una de ellas es la importancia de valorar a los adultos mayores, quienes han sufrido en forma especial los efectos de la pandemia y el aislamiento. A propósito de esta población, mañana 15 DE JUNIO es el Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez.

En este marco, podemos pensar que, aún sin un maltrato físico o verbal, nuestros adultos mayores muchas veces sufren exclusión. Algo de esto podemos ver en un contenido reciente que publicamos en RED/ACCIÓN. Es la historia de Christopher Louis Chancé, el adolescente de 17 años que, a partir de las vivencias de su abuela, creó Cuidalos, una aplicación para darle seguridad a las personas mayores cuando salen a la calle. "Vivimos una revolución tecnológica donde todo el mundo está aprendiendo a programar… pero siempre se deja de lado a las personas mayores”, advierte el joven. Lo interesante es que Christopher no se queda en eso y trabaja en un proyecto para capacitar a esta población en tecnología.

¿De qué otras maneras hoy las personas mayores sufren alguna clase de exclusión? ¿Qué ideas tenés para ayudarlas?

Bueno, acá va una idea muy sencilla: ayudalos con los trámites online. En este contexto de vacunación, es lo que hicieron voluntarios de la Universidad Nacional de Lanús: asistieron a personas mayores —y a personas con factores de riesgo o discapacidad— que no tenían acceso a internet para sacar sus turnos y poder inocularse.

“La mayoría de las veces la gente me contacta porque tiene dudas de por qué no la llamaron y demás, entonces vemos que muchas veces tiene los turnos vencidos o por algún problema de comunicación no se enteró cuándo tenía que asistir, en ese caso lo resolvemos y a quienes no tienen turno los derivamos a los y las voluntarias para que realicen la carga de datos y queden inscriptos”, contó Érica García, coordinadora del Voluntariado de la Secretaría de Cooperación de la Universidad Nacional de Lanús.

Quizás vos hiciste algo parecido con algún familiar mayor.

Pero, más que hacer los trámites por una persona mayor, puede ser útil enseñarle a que lo haga (para incluir de verdad a la persona). Para esto, un recurso útil puede ser esta nota que publicamos el año pasado: "Tutoriales caseros: historias de cómo podemos enseñarles a usar la tecnología a las personas mayores".

Por otra parte, el hecho de que muchas personas mayores queden excluidas (por cuestiones tecnológicas o de cualquier índole) refleja que los subestimamos. Pero siempre encontramos historias en las que las personas mayores nos inspiran.

Por ejemplo, en esta noticia que circuló en los medios durante los últimos días, Grace Lee McClure Smith, una mujer de Alabama, se graduó de la secundaria... a los 94 años.

“Estoy muy agradecida, muchas gracias. Es mejor tarde que nunca, ¿no?”, dijo durante la ceremonia de graduación, en la cual la acompañaron bisnietos, nietos e hijos. 👏🏻👏🏻👏🏻

ENTREVISTA CON LA DOCTORA RUBIN DIRECTORA GENERAL DEL HOGAR LEDOR VADOR La doctora Romina Rubin, en el escritorio de su consultorio.Gentileza Hogar LeDor VaDor. 15 DE JUNIO 2021

Tres preguntas a la Doctora Romina Rubin, médica clínica y geriatra y directora general del Hogar LeDor VaDor. LeDorVaDor es una organización sin fines de lucro que brinda cuidados y atención integral a los adultos mayores de la comunidad judía, que cuenta con un modelo de financiamiento solidario [Por David Flier].

—¿Qué formas de violencia se ejercen contra los adultos mayores?

—La exclusión es un modo de violencia. Según un informe de la OMS, el edadismo (discriminación por edad) es la tercera causa de discriminación en el mundo, inclusive más que el sexismo y el racismo. Los prejuicios y estereotipos son, muchas veces, motivo de exclusión de las personas mayores. Representaciones de la vejez como una enfermedad, reduciéndola a un tema médico; la negación del erotismo, que se vincula a considerar que los mayores son asexuados o disfrutan menos o incluso reducir la sexualidad solo a la genitalidad; la descalificación intelectual donde se los suele equiparar a sujetos aniñados o personas con exageradas limitaciones cognitivas. El edadismo está asociado a una menor esperanza de vida, una salud psicofísica más deteriorada, y repercute en la calidad de vida porque aumenta el aislamiento social y la soledad no deseada, reduce la capacidad de expresar la sexualidad e incrementa el riesgo de padecer violencia y abusos. Sin dudas, estas cuestiones tienen un alto impacto en las personas mayores generando el desempoderamiento progresivo y en consecuencia la exclusión del sistema en general.

—¿Cómo los afectó la pandemia y aislamiento?

—El virus no solo puso en riesgo las vidas y la seguridad de las personas mayores, sino también, sus redes sociales, su acceso a los servicios de salud y sus empleos. En primer lugar, las tasas de letalidad relacionadas al Covid-19 fueron mucho más altas en las personas mayores, pero la pandemia también las colocó en una situación latente frente a la pobreza, aislamiento y discriminación. Esto generó un caudal importante de angustia, temor y sufrimiento. Por otro lado, el distanciamiento físico ha tenido efectos graves en la salud mental de las personas mayores. Aquellas que viven solas y que muchas veces tienen un nivel de inclusión digital menor que el de otros grupos, corrieron un riesgo aún mayor. Si bien el “distanciamiento físico” es crucial en la prevención del virus, tiene que ir acompañado de medidas de apoyo social y de atención específica para las personas de edad como, por ejemplo, el incremento de su acceso a las tecnologías digitales.

—¿Qué se puede hacer para ayudarlos?

—En primer lugar, brindarles información clara y precisa sobre sus derechos y empoderarlos para que defiendan el cumplimiento de los mismos. Existe la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, que vela por sus derechos y que tiene rango constitucional en nuestro país. También es importante trabajar con generaciones más jóvenes para motivar el intercambio y apoyo intergeneracional. Desde los medios de comunicación se debe trabajar para promover la imagen positiva de la vejez de modo tal que logre vencer los prejuicios. A nivel de políticas públicas, es importante invertir en la cobertura sanitaria universal y la protección social y reforzar los marcos para proteger los derechos humanos de las personas de edad.

Este 15 y 16 LeDor VaDor lleva adelante la campaña de recaudación “Abracemos Vidas Mayores”. Si querés colaborar para mejorar la calidad de vida de personas mayores en situación de vulnerabilidad social y económica ingresá al Instagram del hogar.

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Seguinos en nuestras redes VIOLENCIA FAMILIAR Y PERSONAS MAYORES

La Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación informó que durante 2020 registró casi 660 personas mayores afectadas por hechos de violencia doméstica, en su mayoría mujeres, con una frecuencia diaria o semanal, y que 5 de cada 10 de los agresores fueron sus hijos.

Entre las personas mayores que recibieron violencias, el 77% son mujeres y 23% son varones, a la vez que el 68% de las personas denunciadas son varones.

Además, el estudio muestra que el lugar de mayor riesgo es el hogar.

El 59% de las personas mayores afectadas por situaciones de violencia cohabitaba con la persona denunciada al momento de la presentación y casi 90% de ellas tenía un vínculo familias con su agresor.

En este sentido, el informe precisó que cinco de cada 10 agresores fueron hijos e hijas, el 24% sus parejas y el 4% hermanos o hermanas.


MercedesJones .

EnciclopediaRelacionalDinamica: LosPrejuiciosMayores (última edición 2022-02-10 10:56:32 efectuada por MercedesJones)