Claudia Hilb
https://www.nuso.org/articulo/soledad-pandemia/ revista Nueva Sociedad 296, Noviembre - Diciembre 2021, Nota: esta entrevista se realizó en el marco de «Léxico de la pandemia», un proyecto multiplataforma ideado y conducido por Alejandro Katz y Nicolás Kwiatkowski, con el objeto de intentar comprender mejor algunos de los conceptos fuertemente interpelados por la experiencia del covid-19. El «Léxico…», realizado con el apoyo de la Fundación Medifé, fue publicado en la página web del diario Perfil y se encuentra disponible aquí. Imagen: Lona Mody. Foto: Infobae.
- Claudia Hilb es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (uba), donde actualmente se desempeña como profesora titular. Asimismo, es investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de esa misma universidad e investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina. Dirige los proyectos «¿Reconciliación, pacificación y perdón? Respuestas a los legados de regímenes de violencia política. Argentina (2003-), Uruguay (2009-2013), Chile (1998-), Sudáfrica (1995-2002) y Colombia (2012-)» y «Acerca del comienzo en política: norma y excepción». Es autora de varios libros, entre ellos Leo Strauss: el arte de leer (fce, Buenos Aires, 2005) y Usos del pasado. ¿Qué hacemos hoy con los setenta? (Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2013).
- Hay algunas frases o algunas sentencias sobre la soledad que podrían hacer de punto de partida. Me pregunto, por ejemplo, si cuando oímos: «No es bueno que el hombre esté solo», del Génesis; o de Schopenhauer: «La soledad es el destino de todos los espíritus excelentes»; o una igualmente célebre frase de Catón: «Nunca estoy menos solo que cuando estoy solo», me pregunto si cuando oímos estas frases juntas asumimos que estamos en presencia de frases totalmente contradictorias. De alguna manera, me interesa entender estas sentencias en armonía entre ellas. Sin querer forzar la interpretación, tiendo a pensar que, si entendemos la soledad en relación con la mundanidad, entonces tal vez no tengamos necesariamente que entenderlas de manera contradictoria.
- Hemos perdido de manera brutal, prácticamente de la noche a la mañana, nuestro modo corriente de habitar el mundo. Tenemos en común la reclusión en lo privado, la reclusión de un modo radical en la que lo privado recobra este carácter de «privado de», despojado de lo público, de lo común. Es decir, privados del entramado que hace a la vida propiamente humana: nuestra relación habitual con el mundo ha sido cortada de raíz.
- Para ir hacia allá, podemos pensar que en los armónicos de la palabra «soledad» tal vez podamos reconocer, en primer lugar, la soledad como desolación o como ausencia radical de mundo; en segundo lugar, la soledad como alienación o distanciamiento del mundo; y, por fin, la soledad como vida solitaria.
- Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo distingue «vida solitaria» de «soledad». Esa distinción es muy impactante e iluminadora, aunque no es una sorpresa en sí, porque en el inglés corriente existe, de hecho, la distinción: «solitude» y «loneliness» designan lo que nosotros podemos llamar «vida solitaria» y «soledad».