de vinculación entre policía, justicia y periodismo hoy no desaparece, pero se observan tres factores que lo modifican. Primero, la imagen negativa de las instituciones vinculadas a la política criminal (policías, poder judicial, áreas gubernamentales de seguridad) favorece el surgimiento de nuevas fuentes y (al menos por momentos) la pérdida de jerarquización de las consideradas oficiales. Segundo, las capacidades técnicas que habilitan las nuevas tecnologías y sus canales (redes sociales, dispositivos celulares, cámaras de video vigilancia, etc.) permiten la aparición de fuentes que generan contenido, en este caso que apoya la narrativa de los hechos policiales. Tercero, la multiplicación de medios y plataformas genera que los productores de noticias tengan avidez por más contenido (y actualizaciones de hechos ya emitidos) y recurran, en la medida de las posibilidades, a otras fuentes. Esta combinación de factores genera, a su vez, la tematización como policial de acontecimientos que no necesariamente se vinculan con delitos o incivilidades, o lo son de poco impacto o envergadura. Además, en este proceso de búsqueda de “lo novedoso” se refuerza el fenómeno denominado “periodismo ciudadano” que produce contenidos viralizados por redes sociales y muchas veces incorporados a los programas televisivos o a los periódicos digitales. A través de estos nuevos medios, los sujetos sociales se reconstituyen como productores primarios de representaciones producidas por ellos mismos