Efecto Veblen
https://repositorio.up.edu.pe/item/3e66075c-b8a0-4f00-a995-b8890e6bfcbd
- Fecha de publicación 2017-07
- Autor(es) Alegría Paredes, Luis Fernando Sánchez Azang, Valeria Asesor Galarza, Francisco
- El Efecto Veblen, en economía, describe un fenómeno de consumo en el que la demanda de un bien o servicio aumenta al subir su precio, contrariamente a lo que predice la ley de la oferta y la demanda. Este fenómeno se asocia principalmente a bienes de lujo o "bienes Veblen" que son vistos como símbolos de estatus social y cuya demanda se ve impulsada por la percepción de que un precio más alto implica mayor calidad o exclusividad.
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- Explicación más detallada:
- Contrario a la ley de la demanda:
- La ley de la demanda establece que la demanda de un bien disminuye cuando su precio aumenta. El Efecto Veblen es una excepción a esta regla, ya que la demanda de ciertos bienes se incrementa a pesar de la subida de precio.
- Bienes Veblen: Son bienes que se consideran de lujo, de alta calidad, exclusivos y que sirven como símbolos de estatus. Ejemplos comunes incluyen joyas, relojes de alta gama, automóviles de lujo, ropa de diseñador, vinos finos y restaurantes de lujo.
- Consumo ostentoso: La motivación detrás del Efecto Veblen es, en parte, el consumo ostentoso, es decir, la adquisición de bienes para mostrar estatus social y diferenciarse de otros. El precio elevado de los bienes Veblen contribuye a esta percepción de exclusividad y valor.
En sociología y en economía, el término consumo conspicuo o consumo ostentoso u ostensible (en inglés: conspicuous consumption) describe y explica la práctica del consumidor de comprar y utilizar bienes de mayor calidad, precio o en mayor cantidad de lo práctico.[1] En 1899, el sociólogo Thorstein Veblen acuñó el término consumo conspicuo para explicar el gasto de dinero y la adquisición de productos de lujo (bienes y servicios) específicamente como una exhibición pública del poder económico —los ingresos y la riqueza acumulada— del comprador. Para el consumidor conspicuo, la exhibición pública de ingresos discrecionales es un medio económico para alcanzar o mantener un determinado estatus social.* https://es.wikipedia.org/wiki/Consumo_conspicuo#:~:text=%E2%80%8B%20Cada%20interpretaci%C3%B3n%20variante%20y,de%20un%20estatus%20social%20superior.
- Percepción de calidad: El precio elevado también puede dar la sensación de que el bien es de mayor calidad, aunque en realidad no lo sea. La publicidad y el marketing de estos bienes también juegan un papel importante en la creación de esta percepción.
- Ejemplos: Un ejemplo de Efecto Veblen es la demanda de una marca de vino que aumenta a pesar de que suba su precio, porque los consumidores lo perciben como una marca de mayor calidad y prestigio. Otro ejemplo son los relojes de lujo, cuya demanda se mantiene alta incluso con precios elevados, debido a su asociación con el estatus social.
- Veblen Effect
- Abnormal market behavior where consumers purchase the higher-priced goods whereas similar low-priced (but not identical) substitutes are available. It is caused either by the belief that higher price means higher quality, or by the desire for conspicuous consumption (to be seen as buying an expensive, prestige item). Named after its discoverer, the US social-critic Thorstein Bunde Veblen (1857-1929)
- Efecto Veblen: qué es y por qué nos hace comprar productos ‘en mal estado’
- La teoría sostiene que, entre más caro un objeto, más gente lo querrá para demostrar su pocisión social. No se trata de utilidad o belleza.
- Rotos, sucios y amarillos, pero cuestan más de mil dólares. Ese fue el caso de la colección de zapatos Paris Sneaker, de la casa de alta costura Balenciaga. Venían en dos formas: botines tipo Converse y unos zuecos para hombres y mujeres. En la tienda virtual se encontraban los pares en dos modalidades de destrozo: la versión más costosa de los zapatos era si tenía cortes en la tela y la suela está envejecida, sólo había 100 ejemplares en cada color: blanco y negro.
- Todos se vendieron.
- Valenciaga no fue el primero en aprovechar ese extraño efecto del mercado que, de hecho, tiene nombre propio. La fundadora de Luxury Advise y directora del programa de lujo de IE University, Susana Campuzano lo conoce bien, es el efecto Veblen. “El precio es un indicador del prestigio y subirlo, normalmente, genera una elasticidad que va en contra del mercado. Sin embargo, en el lujo es positiva. Subes el precio y resulta que tu producto se vuelve más prestigioso y, por tanto, crece la demanda”, afirmó.
- Y no es un concepto nuevo. El economista estadounidense Thorstein Veblen lo estableció a inicios del siglo XX: cuanto más cara y exclusiva era una cosa más se vendería. No se trata de su utilidad, sino del lujo y el estatus que conlleva usar o poseer el objeto costoso.
- Y es que los que se benefician de este efecto son únicamente las marcas de lujo. Si el precio de un objeto o alimento común sube, no tendrá el mismo efecto. Al contrario, la gente dejará de comprarlo y buscará opciones más baratas. No se trata de encarecer un producto sólo porque sí, sino de ofrecer una experiencia, un estilo de vida o un diferencial. Esto lo pueden hacer, por supuesto, las casas de moda de alta costura
- El efecto Veblen también es atribuido a una respuesta hormonal. Al adquirir lujos, como por ejemplo ir a un restaurante con varias estrellas Michelín y comida bañada en oro, se activa en la corteza orbitofrontal el mecanismo de procesamiento del placer y la recompensa debido a la sensación que produce creer que está disfrutando de algo exclusivo.
- En resumen, el consumo ostentoso es un comportamiento de consumo que se utiliza para mostrar riqueza y estatus social, a menudo a expensas de la funcionalidad o la necesidad real del producto
- Consumo conspicuo: un estudio del comportamiento del consumidor relacionado con el prestigio
- En sueco Autor Amanda Bergman
https://www.ebsco.com/research-starters/political-science/veblens-theory-conspicuous-consumption
- El término «consumo ostentoso» fue acuñado por el sociólogo Thorstein Veblen para describir una forma de comportamiento consumista que surgió en su forma moderna tras la Revolución Industrial. El consumo ostentoso consiste en adquirir bienes u otros símbolos externos de riqueza para mostrar a los demás la riqueza que se posee. En cierto sentido, este comportamiento se remonta a otros símbolos de estatus utilizados incluso en sociedades primitivas, ya que tanto en las prácticas antiguas como en las nuevas el propósito es demostrar la existencia de un excedente de recursos.
- Descripción general
- A lo largo de gran parte de la historia de la humanidad, la adquisición de bienes materiales ha tenido una función tanto práctica como simbólica. La función práctica generalmente ha sido facilitar la supervivencia o aumentar la comodidad. Por ejemplo, un pionero podía construir primero una cabaña de troncos para sobrevivir a los elementos y luego una casa adecuada con madera aserrada para vivir con mayor comodidad. Para algunos, también ha habido un tercer paso en esta progresión: construir una mansión que eclipsara las casas de otras personas.
- ste tercer paso no es necesario en la práctica (la mansión es mucho más grande de lo necesario para albergar a la familia que la construye), pero cumple una función simbólica vital. Anuncia al mundo que su dueño tiene acceso a más recursos, ya sea en forma de dinero, materias primas o tierras, que otros. La adquisición de exhibiciones como esta se conoce como consumo ostentoso porque los bienes adquiridos no son necesarios en ningún sentido significativo; más bien, se adquieren para que otros puedan verlos y se den cuenta de que ellos mismos no los tienen o no pueden tenerlos. Su propósito es informar a los demás de la superioridad del comprador (Todorova, 2013).
Hasta aproximadamente el siglo XIX, el consumo ostentoso era practicado únicamente por los ricos, quienes constituían una porción extremadamente pequeña de la sociedad. Esto se debe a que la mayoría de las sociedades estaban compuestas por una pequeña clase dirigente de nobleza y un grupo numeroso de pobres y sirvientes de los gobernantes. Con la llegada de la Revolución Industrial en el siglo XIX, la clase media comenzó a surgir y posteriormente a expandirse. Con el tiempo, la clase media también comenzó a practicar el consumo ostentoso, en gran medida en detrimento suyo a ojos de muchos observadores, quienes a veces lo han denominado, en cambio, "consumo odioso".
El consumo ostentoso suele percibirse como un mal social, en lugar de una perspectiva más neutral o incluso favorable. En primer lugar, el consumo ostentoso, por su propia naturaleza, es un despilfarro, ya que implica la obtención de bienes que no se necesitan realmente. Estos bienes, aunque innecesarios, requieren recursos naturales y mano de obra humana para su producción y transporte al mercado, y es muy probable que su producción también contribuya a la contaminación ambiental. Dedicar todo este esfuerzo y sobrecargar aún más el medio ambiente a una iniciativa sin beneficios tangibles se considera, como mínimo, un despilfarro y, en el peor de los casos, un ataque abierto al ecosistema terrestre (Wang y Griskevicius, 2014).
Además, el consumo ostentoso ha sido criticado por su efecto negativo en la sociedad. Esto ha sido particularmente pronunciado desde el surgimiento de la clase media. Antes de la Revolución Industrial, el consumo ostentoso era practicado principalmente por las clases dominantes para recordar al resto de la población el poder y la autoridad de los gobernantes. Las grandes cantidades de personas que vivían en la pobreza fueron testigos de este consumo ostentoso, pero no tenían la capacidad de emularlo porque apenas podían permitirse lo necesario para sobrevivir.
Sin embargo, tras la Revolución Industrial, todo esto cambió. La clase media representaba a un gran número de personas que poseían al menos algunos de los recursos necesarios para participar en el consumo ostentoso. En un entorno como este, el consumo ostentoso no es una conducta que se practique de forma aislada. En cambio, adquiere un carácter competitivo, ya que las personas observan el consumo ostentoso de los demás y luego intentan "estar a la altura de los demás" participando en el suyo propio. El escenario clásico donde se desarrolla esta dinámica competitiva es el barrio suburbano, donde una familia decide realizar alguna mejora visible —por ejemplo, ampliar la casa o comprar un coche nuevo— y, al poco tiempo, otras familias del barrio siguen su ejemplo.
Esta competencia acaba teniendo un efecto perjudicial en las relaciones, ya que las personas empiezan a verse no como amigos o miembros de una comunidad, sino como rivales o incluso enemigos en la constante lucha por poseer la mayor cantidad de posesiones. Muchos han expresado su preocupación por el hecho de que, con el tiempo, la competitividad generada por el consumo ostentoso erosiona el tejido social y aumenta los niveles de hostilidad y estrés interpersonal.
Parte del motivo del aumento del estrés causado por el consumo ostentoso es que con frecuencia provoca que las personas se endeuden más de lo que lo harían de otro modo. En circunstancias normales, las personas buscan un equilibrio entre sus ingresos y sus necesidades de bienes materiales. Sin embargo, cuando el consumo ostentoso se da, la lógica deja de ser el factor determinante. En cambio, las personas compran porque sienten que deben hacerlo para mantener o mejorar su estatus social, y las compras se vinculan con la autoestima.
Psicológicamente hablando, el sentido de la propia idoneidad y valía fundamental es fundamental para la capacidad de desenvolverse en la sociedad, y cualquier cosa que la amenace, como no poder comprar lo suficiente para demostrar a los demás que se es rico, se evita como si fuera un peligro para la vida y la integridad física. Por esta razón, las personas a menudo se endeudan, continuando con un consumo ostentoso mucho más allá del límite que sus ingresos y ahorros regulares les permiten.
A menos que los ingresos aumenten continuamente, endeudarse suele ser la única manera de seguir consumiendo ostentosamente. Este patrón obliga a las personas a trabajar cada vez más y durante más horas, buscando mayores ingresos y ascensos profesionales para sostener el consumo ostentoso. El resultado es una sociedad cuyos miembros trabajan constantemente y siguen ahogados en deudas. A menudo, los consumidores ostentosos se ven atrapados en un ciclo de trabajo y deuda, la llamada carrera de ratas, en busca de posesiones —cuyo único propósito es impresionar a los demás— que no les interesan ni el tiempo ni el interés para disfrutar (Thoumrungroje, 2014).
El consumo ostentoso es un impulso que va de la mano con el concepto más general del consumismo: la necesidad de comprar constantemente bienes materiales para validar la propia existencia. El consumo ostentoso es esencialmente una manifestación particular del consumismo, que tiende a ir en contra de los intereses de la sociedad y del individuo, aunque muchos en el mundo empresarial lo consideran un problema menos grave e incluso esencial para el crecimiento económico.
Tanto el consumo ostentoso como el consumismo se han señalado como importantes fuentes de descontento con el mundo moderno, ya que sus detractores intentan persuadir a la gente de que la felicidad se alcanza comprando los artículos adecuados en las cantidades adecuadas. Se ha culpado al consumo ostentoso de aumentar la hostilidad entre las personas y generar mayores niveles de estrés y endeudamiento (Hinz, Spann y Hann, 2015).
Más información Se han realizado numerosos estudios sobre las implicaciones psicológicas del consumo ostentoso, en particular su conexión con la autoestima y la valía personal. Lo que resulta especialmente interesante del consumo ostentoso es su tendencia a lograr precisamente lo contrario de lo esperado. Las personas esperan que, al comprar un artículo en particular, experimenten una sensación de felicidad y satisfacción por poseerlo y por asegurarse de que los demás sepan de su propiedad. En realidad, esto rara vez ocurre y, cuando ocurre, el efecto placentero es extremadamente efímero. Lo que suele ocurrir, en cambio, es que, en cuanto se adquiere el artículo, el comprador empieza a criticarlo o descubre defectos en él, y, en cambio, centra su atención en algún nuevo artículo que, una vez adquirido, llene el vacío interior.
Los psicólogos señalan que la verdadera motivación detrás del consumo ostentoso no es tanto la necesidad interna de sentirse mejor que los demás, sino la de alcanzar una sensación de mera suficiencia. La mayoría de las personas experimentan ansiedad por sus propios logros y deficiencias, y con demasiada frecuencia su respuesta es intentar disipar estas dudas rodeándose de posesiones que creen (al menos antes de comprarlas) que les harán felices y les liberarán de sus preocupaciones. El resultado es que un gran número de personas pasa toda su vida buscando posesiones como sustituto de la paz interior (Correia, Kozak y Reis, 2016).
Asuntos En los últimos años, el ciclo del consumo ostentoso ha experimentado un nuevo giro como resultado de varios procesos independientes. Por un lado, se ha acelerado la continua concentración de la riqueza mundial en manos de un grupo cada vez más reducido de individuos. Al mismo tiempo, la atención dedicada a las redes sociales y los programas de telerrealidad ha aumentado a un ritmo casi exponencial, con millones de personas siguiendo en línea o sintonizando programas de televisión para presenciar las hazañas de celebridades adineradas que se entregan al consumo ostentoso.
En respuesta, muchas personas buscan emular a las personas adineradas de clase media, exhibiendo su propio consumo ostentoso, utilizando plataformas en línea para compartir imágenes, videos y otros tipos de contenido. Esta mayor difusión ha hecho que los actos de consumo sean más ostentosos que antes; las personas fotografían sus anillos de compromiso, autos e incluso sus comidas en restaurantes, y luego publican las fotos en línea, lo que incita a otros a comparar sus propias vidas con las de la persona que publica las fotos (Robison, 2016).
Igualmente preocupante es el papel que desempeña la publicidad en la perpetuación del consumo ostentoso. Tradicionalmente, los anunciantes han tenido una visión extremadamente positiva del consumo ostentoso, ya que para ellos representa el mejor resultado posible de una campaña publicitaria: una vez que un producto se convierte en un símbolo de estatus, prácticamente se vende solo y se necesita mucha menos publicidad para mantener su popularidad y una alta demanda. Los costos sociales de fomentar el consumo ostentoso (infelicidad, malas relaciones, niveles de endeudamiento abrumadores) son, para los anunciantes, externalidades que no se tienen en cuenta en sus balances (Hicks & Hicks, 2014). El resultado ha sido la confluencia de la publicidad con una cultura de consumo ostentoso entre las celebridades, lo que ha generado poblaciones enteras que intentan vivir un estilo de vida que está muy lejos de su alcance real.
Solo recientemente se han observado indicios de que esta tendencia podría estar cambiando. A medida que la generación conocida como millennials ha alcanzado la mayoría de edad y se ha encontrado con una economía donde los salarios son relativamente bajos y los empleos escasean, se han visto obligados a considerar la frugalidad como una virtud y el consumo ostentoso como una forma de indulgencia que debe evitarse siempre que sea posible. En cambio, los jóvenes han comenzado a emprender proyectos basados en la colaboración y el intercambio de recursos. Un ejemplo de esto ha sido la aparición de aplicaciones para teléfonos inteligentes que permiten evitar la compra de un coche y, en su lugar, simplemente usar la aplicación para encontrar un conductor cercano que pueda ofrecer transporte al instante, por una pequeña tarifa. Aún no está claro si alguna forma de frugalidad ostentosa se arraigará en la mentalidad moderna de la misma manera que lo ha hecho el consumo ostentoso (Hwang y Nagac, 2015).
Términos y conceptos Consumismo: La necesidad psicológica de comprar constantemente bienes materiales para validar la propia autoestima. Estados Unidos, como economía de consumo, depende del consumismo —es decir, de la adquisición de bienes y deudas— para un crecimiento sostenido.
Frugalidad: La frugalidad es la práctica de ahorrar dinero siempre que sea posible, evitando gastos innecesarios y recurriendo a formas creativas para economizar en las compras necesarias. Los estudios de comportamiento de personas adineradas suelen mostrar que practican la frugalidad con más frecuencia que gastan en exceso, y que esto, en parte, explica su riqueza.
Consumo Odioso: Sinónimo de consumo ostentoso; algunos observadores diferencian ambos términos enfatizando lo "ostentoso" en uno y lo "odioso" en el otro, sugiriendo que los ricos compran cosas porque pueden y no necesariamente porque deseen inspirar envidia. El consumo ostentoso tiene, sin ambigüedades, el propósito de generar sentimientos negativos en los demás.
Mantenerse al día con los Jones: “Mantenerse al día con los Jones” fue una tira cómica publicada en la primera mitad del siglo XX, y su nombre ha sobrevivido como descripción de la práctica de medir el estatus social de uno comparándolo con el de los vecinos.
Símbolo de estatus: Un símbolo de estatus es un término que se utiliza para describir muchos de los artículos adquiridos durante el consumo ostentoso. Se adquiere no por su propósito aparente, sino para representar ante los demás que uno posee riqueza y estatus.
Efecto Veblen: Una distorsión de precios que es contraria a la teoría del libre mercado, en la que un precio más alto (en lugar de más bajo) resulta en una mayor demanda de los consumidores, por ejemplo, en el caso de un comprador de vino que pasa por alto vinos de menor precio creyendo que una marca cara lo hará parecer un conocedor.
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Ensayo de Scott Zimmer, JD