Interseccionalidad
- La noción de interseccionalidad: desde la teoría a la ley y la práctica en el ámbito de los derechos humanos Intersectionality: from theory to law and human rights practice
https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/perspectivas/article/view/4980/6048
- Qué es la interseccionalidad y por qué te importa saberlo July 1, 2022 Por Lucía Rios Bellagamba
- ¿Está la interseccionalidad de moda? En octubre de 2021, el término “interseccionalidad” alcanzó su punto máximo de búsquedas en Google desde el 2004. Sin embargo, está lejos de ser una palabra nueva. Se trata de un término con más de 30 años de uso. Se volvió de uso común a partir de 1989, cuando fue utilizado por la jurista y profesora afroamericana Kimberlé Crenshaw. Luego, el aumento de interés por comprender mejor las desigualdades y discriminación que sufren las mujeres y poblaciones diversas ha popularizado la expresión en los últimos años.
- ¿Cómo se define interseccionalidad?
- En términos simples, la interseccionalidad es la interacción entre dos o más factores sociales que definen a una persona. Cuestiones de la identidad como el género, la etnia, la raza, la ubicación geográfica, o incluso la edad no afectan a una persona de forma separada. Al contrario: estos se combinan de distintas formas, generando desigualdades (o ventajas) diversas.
- ¿Por qué me importa saberlo?
- Si te interesan temas como la equidad de género y la inclusión de diversidad de etnias, discapacidades y orientaciones sexuales, así como la inclusión de grupos vulnerables (como los adultos mayores y migrantes), la interseccionalidad es un concepto inevitable para tener en cuenta. Cuando hablamos de brechas de género, la interseccionalidad es clave para entender las distintas inequidades que afectan a las mujeres de nuestra región.
- Las mujeres pertenecientes a grupos diversos, es decir afrodescendientes, indígenas, LGBTQ+ y personas con discapacidad, tienen experiencias específicas y se enfrentan a desafíos particulares. Lo mismo ocurre con aquellas pertenecientes a otros grupos vulnerables, como las migrantes.
- La interacción entre género y otros factores es evidente cuando vemos algunos casos de la vida real. ¿Cómo pueden combinarse distintos factores identitarios y producir desigualdades más grandes?
- Combinemos: Mujer + rural
- La brecha salarial promedio que afecta a las mujeres de la región es del 18%. Sin embargo, para las mujeres rurales, de acuerdo con la OIT, este número llega a ser del 40%.
- También vemos como las brechas de acceso a conectividad y recursos digitales se agrava. Datos de una encuesta indican que en 17 de 23 países de la región las mujeres tienen menos acceso a celulares. Sin embargo, para las mujeres rurales, este número es aún más bajo. Es decir, ser mujer implica enfrentar ciertas desigualdades. Pero ser mujer y vivir en ámbitos rurales puede hacer que estas sean aún mayores.
- ¿Y mujer + indígena?
- Lo mismo pasa cuando cruzamos factores como el género y la raza o etnia. Las mujeres indígenas se encuentran entre los grupos más pobres en términos monetarios de nuestra región. Datos del Banco Mundial revelaron que, en Bolivia, a las mujeres indígenas se les paga 60% menos que a las mujeres no indígenas por el mismo tipo de trabajo. En Ecuador, los hogares indígenas con jefatura femenina tienen 5,81% más de probabilidades de ser pobres.
- Sumemos tres factores: Mujer + indígena + rural
- ¿Qué pasa si juntamos estos tres factores? Los datos indican que las mujeres indígenas en ámbitos rurales tienen aún más altos niveles de analfabetismo que las no rurales. Además, debido a leyes consuetudinarias y creencias tradicionales que favorecen a los hombres, sumado a brechas a las que se enfrentan las mujeres rurales, aquellas que además son indígenas tienen problemas en el acceso y distribución de tierras (Deere et. al, 2011). Las brechas de género, desigualdades por raza y etnia y por ubicación geográfica se unen y potencian.
- Los niños y niñas indígenas ya se enfrentan a brechas de educación frente a sus pares no indígenas. Estos tienen 2,6 años de escolaridad menos en promedio. Pero cuando además se tratan de niñas, su tasa de analfabetismo es mayor, con un promedio de 6 puntos porcentuales más que la de los niños (CELADE,2020).
- Interseccionalidad en el trabajo del BID
- Datos como estos revelan un contexto complejo en una región diversa como la nuestra. Por eso, el BID busca garantizar un enfoque interseccional en nuestros proyectos. Algunos ejemplos de esto son:
- En Honduras y El Salvador: El proyecto Sin Fronteras apoya a los gobiernos nacionales para construir plataformas digitales que provean de servicios online para garantizar el bienestar de mujeres migrantes.
- En Brasil: Una iniciativa llamada Reprogramando el Sector Tecnológico (Reprogramming the Tech Sector) es un piloto que busca promover la inclusión laboral de mujeres afrodescendientes y transgénero mediante programas de entrenamiento en programación digital.
En Uruguay: El préstamo ProMujeres toma en cuenta la mayor vulnerabilidad frente a la violencia sexual y basada en género de mujeres migrantes, afrodescendientes, y LBT, y considera su acceso e inclusión a servicios de atención como prioritario.
- Hablemos de interseccionalidad
- En un evento conjunto, el BID unió esfuerzos con el Banco Mundial para traer la atención a este tema. Contamos con tres invitadas involucradas directamente en proyectos que integran la equidad de género y la inclusión de diversidad y grupos vulnerables. Fue una oportunidad para hablar de desafíos, pero, sobre todo, de soluciones.
LA PENSADORA QUE ACUÑÓ EL CONCEPTO DE INTERSECCIONALIDAD
- Kimberlé Williams Crenshaw es una abogada y académica estadounidense especializada en el campo de la teoría crítica de la raza y profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de California .
- Desde 1986, es profesora de la Facultad de Derecho, Universidad de California, Los Ángeles donde enseña Derechos Fundamentales y otras clases de estudios críticos de raza y Derecho constitucional. Fue la fundadora del movimiento intelectual llamado el Taller de Teoría Crítica de Raza.[cita requerida] En 1991 y 1994, fue elegida Profesora del Año. En la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin, donde obtuvo su LL.M., la profesora Crenshaw era William H. Hastie Fellow. Más tarde, realizó prácticas para la jueza Shirley Abrahamson del Tribunal Supremo de Wisconsin.
- Interseccionalidad
- Kimberle Crenshaw introdujo la teoría de interseccionalidad a la teoría feminista en los años 80.1 A pesar de que el concepto en sí no era nuevo, no fue formalmente reconocido hasta la formulación teórica de Crenshaw. Su inspiración para la teoría comenzó mientras era estudiante universitaria y se dio cuenta de que el aspecto de género en relación con la raza estaba muy poco desarrollado. Se dio cuenta de que en la Facultad en la que estudiaba había clases sobre raza y sobre asuntos de género. Las clases que impartian temática sobre mujeres eran exclusivamente en las de literatura y poesía mientras los hombres estaban presentes en clases serias de política y economía.1
- Crenshaw ha recibido grados múltiples en la ley que incluye su LL.M. (Master en Derecho) y J.D..2 Por tanto, su enfoque sobre la interseccionalidad es sobre cómo el Derecho responde a la discriminación de género y raza. El reto es que el Derecho antidiscriminatorio trata el género y la raza por separado, y consiguientemente las mujeres afroamericanas y otras mujeres de color sufren formas de discriminación combinadas y, si el Derecho no es capaz de combinar ambas, deja a dichas mujeres sin justicia.1
- Cartografiando los márgenes
- Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia contra * las mujeres de color
- Kimberlé Williams Crenshaw
- Originalmente publicado como: Crenshaw, Kimberlé W. (1991). Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color. Stanford Law Review, 43 (6), pp. 1.241-1.299. Traducido por: Raquel (Lucas) Platero y Javier Sáez
- DRA.OCHY CURIEL PICHARDO
- Clase Magistral “Aportes y Límites de la Interseccionalidad”
- La Dirección de Género, Diversidad y Equidad junto al Observatorio de Asuntos de Género de la Universidad Nacional de Colombia, organizan la clase magistral “Aportes y Límites de la Interseccionalidad”, que impartirá la Dra. Ochy Curiel Pichardo, docente y activista antirracial y descolonial de reconocimiento internacional. La actividad cuenta además con la participación, en los comentarios, de la periodista Érika Montecinos Urrea, coordinadora de la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio, y de la Dra. Yusmidia Solano Suárez, de la Universidad Nacional de Colombia.
- Habla de las distintas olas del feminismo y los distintos movimientos como el grupo de la liberación de las mujeres, el tema del trabajo con base a qué hace un grupo y otro, el trabajo que no se paga donde la mayoría de los hombres se apropian de ese trabajo y distintas corrientes feministas, el sexismo, y los feminismos con su geopolítica y distintos aportes. Las distintas lógicas algunas binarias, y conceptos como patriarcado que fue inicialmente ahistórico, con sujetos universales, blancos y con la geopolitica de Europa y EEUU.
- Matriz de Opresión- concepto que describe un conjunto estratificado de opresiones
- Un tema grave para la acción política es la fragmentación.
- La reivindicación de la diferencia no puede ser una razón política sino terminar con la opresión, minuto 50 aprox.
- La inclusión es meter a todas en el mismo paquete, y eso le permite el estado moderno nacional, colonial hacerlo a través de las políticas públicas.
- La interseccionalidad no es una propuesta para una acción política de liberación porque eso significaría explorar cómo se produjeron esas diferencias y buscan la inclusión y la inclusión en los modelos de multiculturalismo liberal no resuelve los problemas sociales de la inequidad y la opresión. Que mujeres estén en el poder eso no significa que se resuelvan las condiciones de las desigualdades sociales.
- El peligro de la interseccionalidad es que es una especie de comodín.
- Erika Montecinos. Chile- Lesbofeminismo
- El tema de la igualdad también hay que ponerlo bajo análisis.59
- ¿Tenemos que hablar con sospecha el tema de la interseccionalidad?
- El Tema de la inclusión
- LUGONES - EL FEMINISMO DECOLONIAL
- La interseccionalidad ha cobrado relevancia en la conversación constante que existe en el feminismo y el movimiento de mujeres, lesbianas y trans. Se instaló con fuerza en las últimas décadas pero el debate sigue abierto.
https://www.laizquierdadiario.com/spip.php?page=gacetilla-articulo&id_article=139247
Link: https://www.laizquierdadiario.com/Interseccionalidad-una-critica-marxista
- La palabra interseccionalidad suele ser utilizada para distanciarse del discurso del feminismo liberal, un feminismo blanco, de clase media (y alta), alejado de los problemas de la mayoría de las mujeres que viven bajo una opresión intacta, en esencia, en las sociedades capitalistas. Después de años de hegemonía incontestada, hoy existen cuestionamientos a esa idea de una igualdad de género “a secas”, que no se detenga en las desigualdades que multiplica un sistema basado en una desigualdad irreductible: una minoría posee los medios de producción y vive de la explotación de la mayoría que solo posee su fuerza de trabajo. Como parte de estos debates, se habla de feminismo interseccional, de la necesidad de “intersectar” género con etnia, y ambas con la clase, pero pocas veces nos preguntamos sobre las categorías que utilizamos para entender las formas en las que se entrelazan diferentes opresiones.
La interseccionalidad aparece como una metáfora y un recurso explicativo accesible: dos caminos se cruzan, dos avenidas “intersectan”, una es la etnia y otra es la clase, una es el género y otra la nacionalidad, y en esa intersección convergen categorías que definen realidades diferentes que experimentan las personas. Pero, ¿cómo se definen las avenidas? ¿Son todas iguales? ¿Dar preeminencia al problema de clase en el capitalismo es hacer reduccionismo?
En un número anterior de Ideas de Izquierda, la teórica feminista Lise Vogel se hacía algunas de estas preguntas en “Más allá de la interseccionalidad”. Barbara Foley, intelectual, también estadounidense y docente de la universidad de Rutgers, reflexiona en este texto, publicado en Science & Society 82:2, sobre la validez de la interseccionalidad como categoría de análisis de las opresiones y cómo se entrelazan con la clase en tanto relación social. Foley ensaya una crítica marxista y, a la vez, una propuesta de reflexionar sobre
… la forma en la que está organizada la actividad humana productiva -y en una sociedad de clases, empuja a la masa de la población a dividirse en varias categorías para asegurar que la mayoría trabaje para el beneficio de la minoría-, esta organización basada en la clase constituye el principal tema a investigar si queremos comprender las raíces de la desigualdad social.
Existe un aspecto valioso en sus reflexiones, más allá de las posturas que elijamos en torno a su análisis, y es que elige como interlocutoras e interlocutores a las personas que quieren pelear contra la desigualdad. Y eso hace que cobren relevancia las preguntas sobre la utilidad y precisión de las categorías, sobre todo, para pensar herramientas de organización y de lucha contra las injusticias, pero también para imaginar un mundo sin explotación ni opresión en un “futuro no demasiado lejano”.
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INTERSECCIONALIDAD: UNA CRÍTICA MARXISTA La interseccionalidad aborda cuestiones de vital importancia para cualquier persona –fuera o dentro de la academia– interesada en temas de justicia social y comprometida con comprender las causalidades de desigualdades atroces que impregnan la sociedad actual. Mis estudiantes de la universidad de Rutgers (Newark), especialmente quienes de forma sofisticada intentan teorizar formas de entender, resistir y combatir esas desigualdades, se refieren constantemente, aunque de forma vaga, a cosas (ya sean movimientos, identidades o simplemente ideas) que “intersectan”. Sin embargo, para evaluar la utilidad de la interseccionalidad como un modelo análitico y un programa práctico –y de hecho, decidir si puede ser o no una “teoría”, como algunas personas insisten– necesitamos preguntar no solo qué tipo de preguntas alienta y resuelve, sino también qué tipo de preguntas desalienta y qué tipo de soluciones excluye.
I Es un procedimiento estándar en discusiones sobre interseccionalidad citar antepasados importantes –de Sojourner Truth a Anna Julia Cooper, de Alexandra Kollontai a Claudia Jones o el Combahee River Collective–, pero luego centrarse en el trabajo de la jurista Kimberlé Crenshaw, que acuñó y explicó por primera vez el término a fines de los años 1980. Preocupada por superar la discriminación que enfrentaban las trabajadoras negras en General Motors, Crenshaw demostró lo inadecuado de las categorías existentes relacionadas con género y clase como bases para la acción legal, dado que no podían ponerse en juego de forma simultánea en el caso de un individuo: tenías que ser una mujer o una persona no blanca pero no ambas al mismo tiempo. Como ya es famoso, Crenshaw desarrolló la metáfora de la intersección de dos avenidas, una que denotaba raza y otra género, para explicar que los accidentes que ocurrían en la intersección no podían atribuirse solamente a una causa: era necesario que hubiera movimiento a lo largo de dos ejes para que ocurra un accidente (Crenshaw, 1989).
El modelo de Crenshaw describe con destreza el funcionamiento de lo que Patricia Hill Collins denominó “matriz de opresiones”, pero su bidimensionalidad muestra limitaciones al explicar por qué la matriz existe en primer lugar (Collins, 1990). ¿Quién creó las avenidas? ¿Por qué alguna gente viaja a través de ellas? ¿Sobre qué terreno y cuándo fueron construidas? La metáfora espacial chata y achatadora excluye esas preguntas, ni hablar de responderlas. El hecho de que las mujeres negras sean trabajadoras que venden su fuerza de trabajo en el mercado capitalista, donde se cosecha la plusvalía –es decir, la base sobre la cual los caminos se construyeron–, se da por sentado. Crenshaw logró demostrar que las trabajadoras de General Motors habían sido sometidas a una doble discriminación –sin dudas, un resultado de valor considerable para las mujeres que representaba–, pero su modelo para analizar y reparar fue confinado al plano de la jurisprudencia burguesa. De hecho, como señaló con ironía Delia Aguilar, la clase no era siquiera una categoría pasible de acción legal para las trabajadoras en cuestión (Aguilar, 2015, 209).
Las limitaciones explicativas del modelo de Crenshaw –limitaciones, por cierto, de las que posteriormente dijo ser conciente– no impidieron que otras intelectuales antirracistas y feministas agreguen la clase social a la mezcla y propongan la interseccionalidad como un paradigma explicativo abarcador, capaz no solo de describir el funcionamiento de varios modos de opresión sino también de encontrar sus causas profundas. Aquí es donde, desde mi punto de vista, su utilidad termina y se transforma, de hecho, en un obstáculo, cuando se comienzan a hacer otro tipo de preguntas sobre las razones de la desigualdad –es decir, cuando se va más allá del discurso de los “derechos” y la política institucional, que presupone la existencia de las relaciones sociales capitalistas [1].
II Género, raza y clase –la “santísima trinidad contemporánea”, como la llamó alguna vez Terry Eagleton (Eagleton, 1986, 82), o la “trilogía”, en palabras de Martha Gimenez–, ¿cómo se correlacionan estas categorías y qué tipo de paradigma causal se propone cuando se estipula la interacción? (Gimenez, 2001). Estoy dispuesta a conceder la objeción de algunas personas partidarias de la interseccionalidad, de que estas categorías no deberían reducirse a “identidades”, que son, como afirma Ange-Marie Hancock, “categorías analíticas” (Hancock, 2011, 51) [2]. Pero si género, raza y clase son categorías analíticas, ¿de qué tipo son? ¿Son comparables o distintas? ¿Pueden sus roles causales ser ubicados en algún tipo de jerarquía o, en virtud de su operaciones “entrelazadas” y simultáneas, son ontológicamente equivalentes? ¿Es posible abstraerlas unas de otras con el propósito de investigarlas? O, como se pregunta Hester Eisenstein en su contribución a este simposio, ¿debemos hablar de todas ellas a la vez para hablar de ellas siquiera?
Cuando hago estas preguntas, no estoy afirmando que una obrera automotriz negra es negra lunes y miércoles, mujer martes y jueves, proletaria el viernes y –por si acaso– musulmana el sábado (dejaremos el domingo para otra individualidad de su elección) [3]. Pero propongo que algunos tipos de causas tengan prioridad sobre otras –y además, que género, raza y clase pueden verse como posiciones comparables pero, de hecho, requieren un enfoque analítico diferente, como señala Lise vogel en su contribución a este simposio. Aquí es donde entra en juego el señalamiento marxista de la superioridad explicativa de un análisis de clase, y la distinción entre opresión y explotación se vuelve crucialmente importante. La opresión, como dice Greg Meyerson, es de hecho múltiple e interseccional, lo que produce experiencias de varios tipos; pero sus causas no son múltiples sino singulares (Meyerson, 2000). Es decir, que la “raza” no causa el racismo; el género no causa el sexismo. Pero la forma en que la división del trabajo moldeó la “raza” y el género puede y debería ser comprendida dentro del marco explicativo que ofrece un análisis de clase. De lo contrario, como señala Eve Mitchell, las categorías para definir tipos de individualidad que son producto de trabajo alienado terminan siendo reificadas y, en este proceso, legitimadas (Mitchell, 2013). Sumado a esto, incluso si la interseccionalidad insiste en que varias categorías analíticas coexisten en una persona o una demografía dada, el hecho de que estas categorías estén originalmente estipuladas sobre la base de la diferencia significa que, como observó Himani Bannerji, siguen golpeándose unas a otras cuando alguien busca causalidad en la “disociación” interactiva (Bannerji, 2015, 116). Y uno entonces se pregunta si han trascendido las limitaciones de la política identitaria.
III Una crítica efectiva a las limitaciones de la interseccionalidad depende de la formulación de una comprensión más sólida y materialista de la clase social de lo que generalmente se permite: no clase como posición o identidad, sino un análisis de clase como un modo de comprensión estructural. En los escritos de Marx, “clase” aparece de muchas formas. A veces, como en el capítulo “La jornada laboral” del volumen I de El Capital, es una categoría empírica, habitada por niños y niñas que inhalan polvo en las fábricas, hombres que pierden dedos en telares mecánicos, mujeres que arrastran barcazas y esclavos que recogen algodón bajo el sol abrasador (Marx, 1990, 340-416). Todas estas personas son oprimidas así como explotadas. Pero la mayor parte del tiempo, para Marx, la clase es una relación, una relación social de producción; es por eso que puede hablar sobre la mercancía, con su extraña identidad de conjunción de valor de uso y valor de cambio, como la encarnación de un antagonismo de clase irreconciliable. Afirmar la prioridad de un análisis de clase no significa que una trabajadora sea más importante que un ama de casa, o incluso que la trabajadora primariamente se piense ella misma como trabajadora; de hecho, en base a su propia experiencia con la violencia machista o la brutalidad policial, puede pensarse como una mujer o una persona negra. Se trata más bien de proponer que la forma en la que está organizada la actividad humana productiva –y en una sociedad de clases, empuja a la masa de la población a dividirse en varias categorías para asegurar que la mayoría trabaje para el beneficio de la minoría–, esta organización basada en la clase constituye el principal tema a investigar si queremos comprender las raíces de la desigualdad social. Decir esto no es “reducir” el género o la “raza” con respecto a la clase como modos de opresión, o tratar la “raza” o el género como epifenómenos. Es, en cambio, insistir en que la distinción entre explotación y opresión hace posible una comprensión de las raíces materiales de opresiones de varios tipos. Es también plantear que “clasismo” es un concepto con muchas fallas, ya que –en un giro extraño del “reduccionismo de clase”– este término reduce a la clase a una serie de actitudes prejuiciosas basadas en falsas oposiciones binarias, equivalentes a las ideologías de racismo y sexismo. Como marxista, sostengo que necesitamos más aversión de clase, no menos, ya que las oposiciones binarias que constituyen antagonismo de clase están arraigadas no en la ideología sino en la realidad.
Para terminar, apoyaré la sugerencia de Victor Wallis de que la interseccionalidad, en lugar de brindar un marco analítico para comprender la realidad social actual, puede ser más útil verla como un síntoma de los tiempos en los que ganó prominencia (Wallis, 2015). Esos tiempos –que se remontan ya a varias décadas– estuvieron marcados por varios desarrollos interrelacionados. Una es la derrota mundial histórica (aunque en el largo plazo sea temporal) de los movimientos para establecer y consolidar sociedades igualitarias, fundamentalmente en China y la URSS. Otra es –difícilmente independiente de la primera– el asalto neoliberal a las condiciones de vida de las y los trabajadores del mundo, así como de aquellos sindicatos que históricamente fueron la base de una resistencia al capital basada en la clase y en la conciencia de clase. El creciente régimen de acumulación flexible (Harvey, 1990, 141-172), que fragmenta la fuerza de trabajo en economías “gig” [caracterizadas por la informalidad y precarización del empleo, que incluye a la “economía de plataformas”, N. de T.] de varios tipos, acompañó y consolidó este asalto neoliberal. Desde hace ya algunas décadas, una manifestación política de estas circunstancias económicas alteradas fue la emergencia de los “nuevos movimientos sociales”, que plantean la necesidad de coaliciones plurales en torno a una serie de movimientos de reforma no basados en la clase en lugar de resistencia al capitalismo. Para estos desarrollos fue central la “retirada de la clase”, una frase creada por Ellen Meiksins Wood (Wood, 1986). En círculos académicos, esto se tradujo en ataques al marxismo como una narrativa de reduccionismo de clase que necesita ser complementada por una serie de metodologías alternativas.
Estos fenómenos y otros relacionados han constituido durante algún tiempo el aire ideológico que respiramos; la interseccionalidad es de muchas formas una mediación conceptual de esta matriz económica y política. A las y los estudiantes de mis clases que buscan en la interseccionalidad una forma de comprender las causas de las desigualdades sociales que crecen de forma cada vez más intensa, aquí y en todo el mundo, les serviría mucho más buscar análisis y soluciones en un marxismo antirracista, antisexista e internacionalista, un marxismo que imagine la transformación comunista de la sociedad en un futuro no demasiado lejano.
Traducción: Celeste Murillo.
Referencias Aguilar, Delia, “Intersectionality”, en Mojab, Shahrzad, Marxism and Feminism, Londres, Zed Books, 2015. Bannerji, Himani, “Ideology”, en Mojab, ob. cit. Carastathis, Anna, “The Concept of Intersectionality in Feminist Theory”, Philosophy Compass, 2014. Collins, Patricia Hill, Black Feminist Thought: Knowledge, Consciousness, and the Politics of Empowerment, Nueva York, Routledge, 1990. Crenshaw, Kimberlé, “Demarginalizing the Intersection of Race and Sex: A Black Feminist Critique of Discrimination Doctrine, Feminist Theory, and Antiracist Practice”, University of Chicago Legal Forum 89, 1989. Eagleton, Terry, Against the Grain: Selected Essays 1975-1985, Londres, Verso, 1986. Hancock, Ange-Marie, Solidarity Politics for Millennials: A Guide to Ending the Oppression Olympics, Nueva York, Palgrave McMillan, 2011. Harvey, David, The Condition of Postmodernity: An Enquiry into the Origins of Cultural Change, Cambridge, Massachusetts, Blackwell, 1990. Gimenez, Martha, “Marxism and Class, Gender and Race: Rethinking the Trilogy”, Race, Gender & Class 8:2, 2001. Marx, Karl, Capital Vol. I, Londres, Penguin, 1990. Meyerson, Gregory, “Rethinking Black Marxism: Reflections on Cedric Robinson and Others”, Cultural Logic 3:2, 2000. Mitchell, Eve, “I Am a Woman and a Human: A Marxist Feminist Critique of Intersectionality Theory”, gatheringforces.org, 2013. Mojab, Shahrzad, ob. cit. Russell, Kathryn, “Feminist Dialectics and Marxist Theory”, Radical Philosophy Review, 10:1, 2007. Smith, Sharon, “Black Feminism and Intersectionality”, International Socialist Review 91, invierno 2013-2014. Wallis, Victor, “Intersectionality’s Binding Agent: The Political Primacy of Class”, New Political Science 37:4, 2015. Wood, Ellen Meiksins, The Retreat from Class: A New “True” Socialism, Londres, Verso, 1986.