La mente en modo aprender El jueves pasado, casi al final de la 2ª. Reunión del taller AC, se planteó que las preocupaciones de los participantes, se orientaban en dos direcciones. Por un lado, quienes enfatizaban la naturaleza del conversar y ponían la atención en su desarrollo. Otros mientras tanto ponían el acento en los resultados que debían obtenerse del desarrollo de las conversaciones. Especialmente en el plano político. Me pareció un interesante dilema. Durante la reunión yo me expresé como más cercano a la posición de quienes abogan por el cultivo de la conversación en sí misma. Pensando posteriormente creo que la cuestión se puede resolver considerado un enfoque que abarque ambas miradas, considerando no solo el intercambio entre los interlocutores, sino el tema de la conversación, el contexto y la situación. Pero entonces, ¿Dónde queda la originalidad, el valor propio de la conversación? Una manera de decirlo de forma condensada, se consigue introduciendo un concepto que expresa, según mi punto de vista, el “espíritu de la conversación”. Ese concepto identifica un estado de la mente, que podemos llamar “modo aprender”. ¿Cuál es el estado de la mente en “modo aprender”? En ese estado la mente: escucha, pregunta, duda, insiste, propone, ensaya, verifica, reinicia, espera, recuerda y sobre todo mantiene activo el canal de comunicación. Todos esos actos se producen atendiendo al contexto y a la dinámica de las situaciones en las que ocurre la conversación. Para el conversador, el mayor valor está en mantener activa la conversación. El confía que mientras los intercambios suceden, seguirá aprendiendo, el contexto y la situación van cambiando, y por obra del aprendizaje mutuo y de las condiciones externas, pueden producirse cambios en la relación establecida sobre los temas motivos de la conversación, en cualquier dirección, acercando o alejando los pensamientos respectivos de los protagonistas. Que, por ejemplo, pueden girar su interés hacia otras cuestiones, que han ganado su atención como resultado de la conversación y de las circunstancias (contexto y situación). Una especie de estrategia indirecta, en el sentido de Liddell, parece gobernar una conversación. Si no se avanza frontalmente, tal vez un desvío nos puede llevar a un resultado satisfactorio. Hugo Oscar Ambrosi Buenos Aires, mayo 5 de 2019

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