PANÓPTICO:
1. http://www.omarheffes.com.ar/Foucault.htm
El panóptico como teoría de vigilancia y control
¿ Qué es el panóptico? O más bien ¿por qué Foucault simboliza con él un modelo de sociedad?
Para llegar al concepto de sociedad disciplinaria, primero debemos conocer de que se trata el panóptico y por qué en sus orígenes ya es una teoría o al menos un modelo de vigilancia o de control. Lo primero que debemos caracterizar es su aparición histórica. A fines del siglo XVIII, es más es un proyecto para realizar una prisión, presentado especialmente en Francia luego de 1789. Hay en ese entonces un pensamiento que campea y que no es muy añejo: el iluminismo. El panóptico no sólo será una demostración de este pensamiento sino que será el pensamiento iluminnista en si mismo. La mirada y la luz que surca los cuerpos es una preocupación del iluminismo reinante en esa época, por ende se la vislumbrara en el panóptico porque no decirlo así, con todo su esplendor. En el panóptico no sólo tenemos una mirada omnipresente sino que también el vigilante será controlado para la buena consecución del fin. Situado así, podemos darnos cuenta cual es el origen de está construcción arquitectónica. Foucault al preguntársele como da con este proyecto dice "... fue cuando estudiaba los orígenes de la medicina clínica; había pensado hacer un análisis de la arquitectura de los hospitales en la segunda mitad del siglo XVIII, época en que se desarrolló el gran movimiento de reforma en las instituciones médicas...". Así descrito por Foucault, su encuentro fortuito con este proyecto arquitectónico se da al investigar la arquitectura hospitalaria. Describamos ahora someramente el panóptico: Una estructura semicircular, con habitaciones que estén abiertas hacia el interior de un patio y cerradas hacia afuera. En el patio, en el medio del diámetro encontramos una torre, de la misma se ve hacia las habitaciones que dan al patio. En la torre se sitúa el vigilante que mirará constantemente, o al menos esa será la idea que tendrán las personas que estén en las habitaciones. Por esta facilidad para contemplar a los personas de las habitaciones y a su vez la presunción que crearía el sentirse vigilado harían más económico este sistema por sobre los otros. Bentham no sólo lo propone como modelo de prisión sino que lo postula para ser hospital, escuela, lugar de trabajo, etc. Dice: cualquier situación en que es necesario que la gente este en un mismo lugar y que desarrolle su actividad será posible y ventajoso disponer de esta construcción. ¿Ahora bien qué tiene que ver esto con nuestra sociedad? La respuesta a esta pregunta la hallaremos un poco más adelante, cuando leamos al propio Foucault, por de pronto debemos tener en cuenta que es lo que tomó él como importante o destacable de esta construcción. Principalmente, podremos destacar: 1. La inversión de la arquitectura del teatro griego. Esta era una estructura en donde varias personas tenían la posibilidad de ver a una. Aquí es una persona que ve a varias. 2. La mirada constante o la presunción de la existencia de ella 3. La fijación de los individuos en lugares en que sean observables 4. La polifuncionalidad: para una serie de instituciones en las cuales la observación es básica para el funcionamiento de las mismas. De este última nota caracteristica, los ejemplos más paradigmáticos quizás sean los hospitales y las prisiones. Estos lugares, han creado saberes especiales a partir de su instalación. Sabemos perfectamente que la psiquiatría se ha regodeado y ha buscado a sus mejores clientes en estos lugares, así mismo la criminología ha nacido al tratar de responder a las inquietudes de los filántropos, el Estado y demás, para resolver el dilema de la criminalidad. También sabemos que hemos inventado un conocimiento plenamente empírico y comportable mediante la observación, así, que mejor lugar para conocer las conductas de los alienados y de los presos que estas instituciones. De ahí la importancia de ellas para la creación de ciertos saberes y a su vez podemos destacar como al crearse situaciones para la creación de estos saberes, se crean situaciones de poder que a su vez se realimentan mutuamente. Teniendo en cuenta esto podremos leer la faceta, quizás más conocida de Foucault, relacionada con el poder. Ahora bien, recordemos una cosa que dijo Bentham con respecto a su invento, utilizado como una escuela: "...Por lo que se refiere a las horas de estudio no hay, creo, más que un deseo unánime: que se empleen en el estudio. Apenas es necesario especificar que claraboyas, barrotes, cerrojos y todos los demás detalles que confieren a una casa de inspección su carácter terrorífico no tienen lugar aquí. Cualquier diversión, cualquier charla (en una palabra, cualquier distracción) están eficazmente impedidas por la situación central y resguardadas del maestro, con el refuerzo de tabiques o pantallas, tan ligeras como se quiera, separando a los alumnos..." No debemos tomar esto como trágico, ni como terrible. Nos daremos cuenta que tiene una gran importancia el tiempo y su buen uso, lo que se trata y la lógica capitalista será concordante con esto es utilizar de la mejor manera el tiempo para producir o para cualquier actividad que sea vista productivamente. Nos damos cuenta que este buen uso del tiempo en la escuela es una preocupación que suena demasiado actual, pero esto es lo perverso quizás, es que siempre estuvo instalada y nunca ha sido verbalizada de manera explícita, pero que es notorio si analizamos los discursos sobre la crisis de la educación. Pero si decimos que es una preocupación coincidente con la lógica capitalista, debemos destacar cual es la convergencia fundamental: principalmente se puede caracterizar por su aparición en un momento histórico determinado es más el panóptico o cualquiera de estas instituciones son hijas del capitalismo. El buen uso del tiempo, el uso de los espacios, será concordante en todos estos lugares de encierro; podemos destacar también la disposición de los cuerpos y una moralidad sobre los mismos, por eso es contemporánea a la realización de las ciudades obreras y a los cambios fundamentales en los lugares de trabajo, cambios que van a dar la nueva fisonomía al universo del trabajo y a la obtención del consiguiente beneficio, por parte de los capitalistas. Aunque si bien he dicho que estas instituciones son parte, o son hijas del capitalismo, me refiero estrictamente a que la creación se origina por las necesidades de ciertas clases sociales, pero también que se debe a cierta forma de pensar, a ciertas tecnologías que se originan por "...condiciones locales y de urgencias particulares. Han sido precisadas, pieza por pieza, antes de que una estrategia de clase las solidifique en amplios conjuntos coherentes...". Y con esto queremos destacar la noción básica sobre el poder que tiene Foucault, la descentralización del mismo cambia la tradicional noción de soberanía. Por último debemos destacar la importancia de Bentham, o a nuestra sociedad como heredera de la problemática implantada por Bentham, Foucault dice que él "...plantea el problema de la visibilidad totalmente organizada alrededor de una mirada dominadora y vigilante. Pone en marcha el proyecto de una visibilidad universal, que actuaría en provecho de un poder riguroso y meticuloso..." Por eso Bentham puede decir que "cada camarada se convierte en vigilante", porque la mirada es una tarea universalizada, un momento de reproducción del poder y de los saberes, un momento por excelencia de nuestra actualidad. 2. http://www.monografias.com/trabajos11/jerem/jerem.shtml El panóptico de Jeremy Bentham Indice 1. Cárcel y Filosofía. 2. Explicación del Panóptico 3. La Controversia en Torno al Panóptico 4. Bibliografía 1. Cárcel y Filosofía. Creer que el filósofo encarcelado es una garantía de producción, o ingenio, es la tentación más natural, después de conocer la biografía de Russell, Wittgenstein, Gramsci, y Sócrates. En Kathie y el Hipopótamo, Vargas Llosa nos presenta a un filósofo que si bien confiesa su ignorancia en Filosofía, ve con orgullo; sus antecedentes penales. Antecedentes, que no sólo sirven a su currículum, sino también a sus propósitos amorosos, a su prestigio, a su proyección intelectual, y a su mejora económica. Una beca para el quehacer filosófico, cuyo premio único e indivisible, sea el pasar cinco años preso, tendría al menos, una justificación en la Historia de la Filosofía. Además de representar una verdadera innovación en el campo de los estímulos al trabajo intelectual. El filósofo Jeremy Bentham (1748-1832), se encuentra ligado a la cárcel de un modo diferente, sus aportes son de carácter arquitectónico, a mejor dicho, son la concreción de sus ideas utilitaristas. Después de analizar el modelo de reclusión de Bentham, prevalece el ánimo de que la teoría puede ser llevada a la práctica, —en eso no sólo confía nuestro autor, sino la Arquitectura misma— . Vivir de la cárcel, sin vivir en ella fue la labor de Bentham, —recordemos, que le fue concedido un premio económico por su invento—. Pero además, el panóptico (toda visión) se muestra con dos rostros; el castigo y la educación. Ya que nuestro autor se pregunta por lo que es una prisión, contestándose que "...es una mansión en que se priva a ciertos individuos de la libertad de que han abusado, con el fin de prevenir nuevos delitos, y contener a los otros con el terror del ejemplo; y es además una casa de corrección en que se debe tratar de reformar las costumbres de las personas reclusas, para que cuando vuelvan a la libertad no sea esto una desgracia para la sociedad ni para ellas mismas". Los problemas que nuestro filósofo busca resolver son: crear una cárcel barata, donde un número pequeño de personas, cuide de una comunidad grande. Se reforme la conducta de los hombres y se les liquide su inclinación delictiva. El trato humano a los presos no implique un gasto excesivo. Los prisioneros sirvan de ejemplo a los hombres libres, y les alejen del delito. Si atendiéramos a la idea de Giovani Sartori de que el lenguaje es un instrumento del conocer, tendríamos que remitirnos al concepto de inspección, pues sobre éste es que Bentham construye su modelo carcelario. La inspección sirve a Bentham para configurar una mirada universal y constante sobre el preso, así, "...es el principio único para establecer el orden y para conservarle; pero una inspección de un nuevo género, que obra más sobre la imaginación que sobre los sentidos, y que pone a centenares de hombres en la dependencia de uno solo, dando a este hombre solo una especie de presencia universal en el recinto de su dominio". Unida a la idea de una presencia universal que inspecciona y domina, está la articulación de otras miradas; menos importantes pero que ayudan a la conservación del orden. Foucault ha expresado esa complejidad de miradas al decir que "...no se puede confiar en nadie cuando el poder está organizado como una máquina que funciona según engranajes complejos, en la que lo que es determinante es el puesto de cada uno, no su naturaleza...En el Panóptico, cada uno, según su puesto, está vigilado por todos los demás, o al menos por alguno de ellos; se está en presencia de un aparato de desconfianza total y circulante porque carece de un punto absoluto. La perfección de la vigilancia es una suma de insidias...". Que alguien reine como espíritu, y que tenga una mirada penetrante a la que nada escapa, son los aspectos que permiten a Foucault afirmar que entre Bentham y Rousseau se da cierta continuidad, ya que "...¿Cuál es, en efecto, el sueño rousseuniano que ha animado a tantos revolucionarios? : el de una sociedad transparente, visible y legible a la vez en cada una de sus partes; que no existan zonas oscuras, zonas ordenadas por los privilegios del poder real o por las prerrogativas de tal o tal cuerpo; que cada uno, desde el lugar que ocupa, pueda ver el conjunto de la sociedad; que los corazones se comuniquen unos con otros, que las miradas no encuentren ya obstáculos, que la opinión reine, la de cada uno sobre cada uno..." . La transparencia del panóptico hace emerger a un nuevo concepto, la opinión. Misma que se contemplaba por Bentham, pero siguiendo la función del ejemplo. Esta nueva opinión se da no sólo con la apertura del Panóptico a los visitantes; durante los servicios religiosos, sino que también con la ingerencia de los particulares en la administración del lugar. La opinión del filósofo utilitarista se inclina por una administración privada de las cárceles, porque ese tipo de administración cuidaría su inversión mediante mejores condiciones de vida para los internos. Los aportes de Bentham, si bien hacen referencia a una concepción del poder, van más allá del hecho arquitectónico o la planeación del espacio, que son los aspectos que Foucault resalta en sus estudios. Pues en el panóptico se refleja la concepción humana del autor, misma que se había plasmado ya en otras de sus obras, y que iguala al empresario de la cárcel, con el preso, el hombre libre, etc. Hombre es la de un ser que anhela la felicidad, tanto en el éxito como en el fracaso, y en todos sus actos continuará haciéndolo, mientras siga siendo hombre". Con esta directriz ha proyectado su cárcel y la administración. Otro de los puntos importantes en el panóptico es la aritmética de los placeres, —tan característica del utilitarismo— . y que podemos hallarla en las tres reglas para el funcionamiento del lugar, la "Regla de Dulzura", la "Regla de Severidad", y "Regla de Economía". La primera se refiere a una eliminación de daños corporales, la segunda a una condición de vida inferior a la de los hombres libres, y la última regla que prescribe un rechazo a todo gasto extra en castigos o indulgencias. Cada hombre deberá calcular el placer proporcionado por la cárcel y por la libertad, y en base a eso, decidirá la libertad. Pero Bentham deja de tomar en cuenta la capacidad de respuesta del preso, su prototipo de hombre pasivo y calculador de su conveniencia, se desmorona frente a los mecanismos de resistencia que crea la población del panóptico. Sírvanos para una valoración más justa del Panóptico de Bentham, su consideración siguiente: "Es falsa y vana la filosofía que considera degradad su dignidad por el uso...La práctica, en la medida en que la atención y el esfuerzo están considerados como necesarios para una debida ejecución, se denomina arte. El conocimiento, en la medida en que la atención y el esfuerzo están considerados como necesarios para el logro, se denomina ciencia...".
2. Explicación del Panóptico De manera esquemática, el panóptico se representa con la figura siguiente: Donde el círculo más pequeño, puede representar la torre de vigilancia y el círculo mayor, el conjunto de celdas, donde habitan los presos. A este sencillo esquema se puede agregar un cuadrado que rodee la panóptico y lo separe de otros edificios civiles, pero deberá conservar el carácter de economía en la vigilancia, es decir, sólo puede agregarse a ese cuadro, un vigilante por esquina. La descripción de Bentham es la siguiente: "Una casa de penitenciaría...debería ser un edificio circular, o por mejor decir, dos edificios encajados uno en otro. Los cuartos de los presos formarían el edificio de la circunferencia con seis altos [seis pisos o niveles], y podemos figurarnos estos cuartos como unas celdillas abiertas por la parte interior...Una torre ocupa el centro, y esta es la habitación de los inspectores...la torre de inspección está también rodeada de una galería cubierta con una celosía transparente que permite al inspector registrar todas las celdillas sin que le vean, de manera que con una mirada ve la tercera parte de sus presos...pero aunque esté ausente, la opinión de su presencia es tan eficaz como su presencia misma...Entre la torre y las celdillas debe haber un espacio vacío, o un pozo circular, que quita a los presos todo medio de intentar algo contra los inspectores...El todo de este edificio es como una colmena, cuyas celdillas todas pueden verse desde un punto central..." A esta innovación arquitectónica en la construcción de cárceles, Bentham trató de adaptarle un mecanismo para hacer audible todo lo que dijeran los presos, sólo que no pudo evitar que los sonidos de los inspectores llegaran hasta los mismos presos. En el mismo panóptico, se proyecta su edificación con respecto a la salida y puesta del sol, para que se iluminen las celdas y se facilite la mirada del inspector. También se pone cuidado en le aspecto higiénico, pues hay obligatoriedad en la limpieza personal y en la limpieza de las celdas, la luz del ocaso o el levante, —consideró Bentham— contribuiría en la buena salud de los internos. Foucault ve en el aspecto de la iluminación del panóptico, la concreción de la Ilustración en oposición a un oscurantismo. Es pues, un enfrentamiento entre el calabozo frío, oscuro, inhóspito, solitario, sucio, infectado, y las celdas transparentes del nuevo sistema. La influencia del concepto de inspección, y los mecanismos de control-mirada implícitos en el panóptico, se hace patente en la construcción de hospitales y escuelas. Bajo ese modelo fueron construidas cárceles en España, México, Estados Unidos, y Francia. Para Bentham hubo un reconocimiento pleno, cuando la Asamblea Nacional Francesa lo nombró "Ciudadano Francés Honorífico", y tomó a su cargo la publicación de la Memoria del Panóptico. 3. La Controversia en Torno al Panóptico Entre las investigaciones más recientes, patrocinadas por la Sociedad Internacional de Estudios Utilitaristas, está la dedicada a documentar la autoría del Panóptico. La aportación de Simon Werret se refiere a que el Panóptico fue ideado por Sir Samuel Bentham, hermano de Jeremy, en otoño de 1786. cuando Samuel Bentham trabajó para el príncipe Grigori Potemkin, en un poblado de nombre Krichev, provincia de Mogilev, en la Rusia de Catalina II. Samuel Bentham era un ingeniero naval, muy notable en la época, lo mismo que el príncipe Potemkin. Los datos presentados por Werret confirman el viaje de Jeremy a Rusia, tierra donde escribió su obra Defensa de la Usura, pero donde también conoció los proyectos de su hermano. El supuesto panóptico de Samuel, fue ideado como "Casa de Inspección", adaptada a las necesidades industriales del poblado ruso de Krichev. El fin de esta casa era el control de los obreros, la supervisión, y la enseñanza. El encargo hecho Sir Samuel, era para la aplicación industrial, y como campo de acción, tendría un pueblo entero. Los datos anteriores, ubicarían al panóptico como un lugar proyectado en función al Absolutismo, no en función de la Ilustración, ni con intervención de la opinión pública. Al menos la afirmación de Foucault sobre la relación Bentham Rousseau, se pondría en duda, lo mismo que el rastro seguido por el propio Foucault, y que remite la idea del panóptico en un parque zoológico. El enigma histórico sobre el nacimiento del panóptico ofrece un campo de investigación, lo mismo que su pertenencia o no a los ideales ilustrados. Pero es innegable que esta innovación en la "tecnología de poder", tenga una vigencia importante. 4. Bibliografía Bentham, Jeremy 1979 El Panóptico, Ediciones de la Piqueta, Madrid. Bentham, Jeremy 1978 Escritos Económicos, Fondo de Cultura Económica, México. Foucault, Michel 1998 Vigilar y Castigar, SigloXXI Editores, México. Foucault, Michel 1986 El Nacimiento de la Clínica. SigloXXI Editores, México. Sartori, Giovani 1989 La Política. Lógica y Método de las Ciencias Sociales. Fondo de Cultura Económica, México. Resumen En este trabajo se expone de manera breve el invento arquitectónico del filósofo inglés Jeremy Bentham, pero tratando de apegarse a la concepción original y alejándose de la mirada de M. Foucault. Esta monografía hace incapié en los datos que podrían atribuir el invento del "Panóptico", no a Jeremy Bentham sino a su hermano Sir Samuel Bentham 3. http://www.angelfire.com/folk/celtiberia/panoptico.html
PANÓPTICO Robert de Herte(*) (*) Editorial de la Revista Elements, otoño 2005 Las actuales sociedades occidentales disponen de medios de vigilancia y control que los antiguos regímenes totalitarios solo hubieran podido soñar. Cada día se utilizan un poco más. Esta vigilancia se añade a lo "políticamente correcto", que busca modelizar la opinión mediante el empleo de palabras impuestas para todos, al "pensamiento único", que tiende a reemplazar el debate por el sermón, al higienicismo invasor, que busca reglamentar los usos en nombre del Bien, a la reglamentación de los gustos y las preferencias, que se confunde con la libertad de expresión, y a la propaganda, que hoy en día denominamos publicidad.
La seguridad se ha convertido en los últimos años en una preocupación política esencial. Satisfacer esta preocupación sin con ello afectar a las libertades es un problema que no viene de ayer. En el seno de la "sociedad de riesgo", la inseguridad real o presumida engendra un clima de incertidumbre y de miedo que alimenta todo tipo de fantasmas. El aparataje securitario utiliza este clima para colocar a la sociedad actual bajo control. Habiendo (casi) desaparecido el totalitarismo clásico, son otros comportamientos, más sutiles, de servidumbre y de dominación los que hacen su aparición. Toman la forma de un complejo engranaje de prohibiciones y de reglamentaciones, que se legitiman por las amenazas omnipresentes. Los pretextos son siempre excelentes: se trata de luchar contra la delincuencia, de proteger nuestra salud, de aumentar la seguridad, de controlar mejor la inmigración ilegal, de proteger a la juventud, de luchar contra la "cibercriminalidad", etc. La experiencia muestra sin embargo como las medidas adoptadas al comienzo para unos pocos son enseguida extendidas para el conjunto de los ciudadanos. Una vez que el principio se admite, no hace falta más que generalizarlo.
"Tratan desde hace algunos años, escribe el filósofo Giorgio Agamben, de convencernos de que aceptemos como dimensiones humanas y normales de nuestra existencia prácticas de control que siempre habían sido consideradas como excepcionales y propiamente inhumanas". El problema es que, para asegurarnos la seguridad, debemos en todo caso estar dispuestos a sacrificar nuestras libertades. La "lucha contra el terrorismo" es desde este punto de vista ejemplar. Permite instaurar a escala planetaria un estado de excepción permanente. En los Estados Unidos, los atentados de septiembre de 2001 han tenido como consecuencia directa enormes restricciones de libertades públicas. Este modelo está en proceso de generalización. Debido a su omnipresencia virtual, el terrorismo provoca miedos evidentemente rentables y explotables. Contra el enemigo invisible, la movilización no puede ser más que total, puesto que en esta situación todo el mundo es potencialmente sospechoso. La lucha contra el terrorismo permite a los poderes públicos imponerse dentro de su propia sociedad civil tanto como sobre sus enemigos declarados. Mas allá de su realidad inmediata, el terrorismo puede definirse como un fenómeno generador de terror convertible en capital político que beneficia menos a sus autores que a aquellos que lo utilizan como respaldo para meter en cintura y amordazar a sus propios conciudadanos.
Hostiles a toda opacidad social, las democracias liberales se han dotado de un ideal de "transparencia" que no puede realizarse más que mediante la ingeniería social. La sociedad se transforma entonces en un bunker protegido por contraseñas, códigos de acceso, videocámaras de vigilancia. La multiplicación de espacios reservados, siempre con fines de seguridad, los sustrae al uso social y acaba por desaparecer la noción misma de espacio común, que es el de la ciudadanía . Así se crea un Panóptico aun más temido que el diseñado por Jeremy Bentham, pero con su misma función: verlo todo, oírlo todo, controlarlo todo. En el seno de una sociedad de asistencia generalizada, donde los problemas sociales no se gestionan a partir de ahora más que con "células de asistencia psicológicas" y donde la obsesión bobalicona por el "diálogo" da a creer que , mediante la discusión, todo es negociable y que se puede hallar una solución, para que luego la puesta en acuerdo se haga en "monocromo" (Xavier Raufer) a la manera como funcionan los sistemas operativos, de forma que solo aceptan un solo tipo de software o programas para funcionar bajo su entorno. Ahora entendemos mejor, como la ideología dominante habla más fácilmente de derechos que de libertades, porque cada nuevo derecho creado se acompaña inevitablemente de un control ilimitado sobre su aplicación.
La figura que la sociedad de mercado busca promover es la del perpetuo adolescente, presa de una adicción por el consumo permanente: la mercancía como droga. Economía pulsional, donde la energía se dirige hacia el simple consumismo, como simple capacidad de distracción. Este divertimento, en el sentido pascaliano del término, parecería una forma de distracción. Pero nos aleja de lo esencial, contribuyendo de esta forma a una desposesión de si mismo. Asustarnos por una parte, divertirnos por la otra, es decir volver a desviarnos de lo esencial, impedir que podamos reflexionar o hacer prueba de espíritu crítico. Hacer todo lo posible para que la gente produzca y consuma, sin preguntarse por un más allá de sus preocupaciones y de sus deseos inmediatos, sin jamás comprometerse en un proyecto colectivo que nos haga más autónomos. La sociedad "domesticada", se convierte en ese rebaño de animales tímidos y laboriosos" del que hablaba Tocqueville. Es el ideal de la cría de aves enjauladas.
Un hecho muy característico es la correlación directa entre la pérdida de autoridad y la obsolescencia política del Estado-nacional y el reforzamiento de su aparato represivo. Al tiempo que cada día se desengrasa más de su faceta económica y social, el Estado legisla y controla cada vez más a sus ciudadanos. Con la ventaja añadida de que en materia de seguridad no tiene la obligación de conseguir resultados. Es más: su interés es no conseguir demasiado, puesto que así se puede justificar la permanencia de sus políticas de control y de vigilancia: "No dirigimos un gobierno hacia el máximo de seguridad para conseguir acabar con la inseguridad . Le dirigimos de esta manera porque la inseguridad persiste" (Percy Kemp) . El verdadero fin no es tanto reducir la inseguridad, que es bienvenida por aquellos a quienes beneficia, sino de sostenerla haciendo posible una vigilancia cada vez más generalizada.
Se trata en resumidas cuentas de crear un caos latente que, sin rebasar un cierto nivel, baste para inhibir toda veleidad de reacción colectiva. La misma táctica se observaba antaño contra las "clases peligrosas", teniendo como fin inconfesable eliminar a los desviados, a los que daban la palabra discordante. Hoy, son los propios pueblos en si, a los ojos de la Forma-Capital y de las oligarquías reinantes, las que se han convertido en las "clases peligrosas". Es a los pueblos a los que hace falta domesticar. Para impedirles elaborar sus proyectos colectivos de emancipación y de autonomía, basta con provocarles el miedo. Es para lo que sirve el Panóptico. "Cuando no es mediante el martirio físico, decía Peguy, son las almas a las que no se las deja respirar
4. http://www.ciudadpolitica.com/modules/news/article.php?storyid=50
TEORÍA POLÍTICA : MICHEL FOUCAULT Y EL OJO DEL PODER.
- Enviado por CIUDAD POLITICA el 13/11/2002 2:49:13 (12676 Lecturas)
Artículos del mismo redactor Jean-Pierre Barou: Entrevista* Jean-Pierre Barou: El Panóptico de Jeremías Bentham es una obra editada a finales del siglo XVIII que ha permanecido desconocida. Sin embargo, tú has escrito una serie de frases sobre ella tan sorprendentes como éstas: "Un acontecimiento en la historia del espíritu humano", "Una especie de huevo de Colón en el campo de la política". Por lo que se refiere a su autor, el jurista inglés Jeremías Bentham, lo has presentado como el "Fourier de una sociedad policial".(1) Para nosotros es un misterio. Pero, explícanos, cómo has descubierto El Panóptico...
Michel Foucault: Estudiando los orígenes de la medicina clínica; había pensado hacer un estudio sobre la arquitectura hospitalaria de la segunda mitad del siglo XVIII, en la época en la que se desarrolla el gran movimiento de reforma de las instituciones médicas. Quería saber cómo se había institucionalizado la mirada médica; cómo se había inscrito realmente en el espacio social; cómo la nueva forma hospitalaria era a la vez el efecto y el soporte de un nuevo tipo de mirada. Y examinando los diferentes proyectos arquitectónicos posteriores al segundo incendio del Hotel-Dieu en 1972 me di cuenta hasta qué punto el problema de la total visibilidad de los cuerpos, de los individuos, de las cosas, bajo una mirada centralizada, había sido uno de los principios básicos más constantes. En el caso de los hospitales este problema presentaba una dificultad suplementaria: era necesario evitar los contactos, los contagios, la proximidad y los amontonamientos, asegurando al mismo tiempo la aireación y la circulación del aire; se trataba a la vez de dividir el espacio y de dejarlo abierto, de asegurar una vigilancia que fuese global e individualizante al mismo tiempo, separando cuidadosamente a los individuos que debían ser vigilados. Había pensado durante mucho tiempo que estos eran problemas propios de la medicina del siglo XVIII y de sus concepciones teóricas.
Después, estudiando los problemas de la penalidad, he visto que todos los grandes proyectos de remozamiento de las prisiones (que dicho sea de paso aparecen un poco más tarde, en la primera mitad del siglo XIX), retornaban al mismo tema, pero ahora refiriéndose casi siempre a Bentham. Casi no existían textos ni proyectos acerca de las prisiones en los que no se encontrase el "invento" de Bentham, es decir, el "panóptico".
El principio era: en la periferia un edificio circular; en el centro una torre; ésta aparece atravesada por amplias ventanas que se abren sobre la cara interior del círculo. El edificio periférico está dividido en celdas, cada una de las cuales ocupa todo el espesor del edificio. Estas celdas tienen dos ventanas: una abierta hacia el interior que se corresponde con las ventanas de la torre; y otra hacia el exterior que deja pasar la luz de un lado al otro de la celda. Basta pues situar un vigilante en la torre central y encerrar en cada celda un loco, un enfermo, un condenado, un obrero o un alumno. Mediante el efecto de contra-luz se pueden captar desde la torre las siluetas prisioneras en las celdas de la periferia proyectadas y recortadas en la luz. En suma, se invierte el principio de la mazmorra. La plena luz y la mirada de un vigilante captan mejor que la sombra que en último término cumplía una función protectora. Sorprende constatar que mucho antes que Bentham esta preocupación existía ya. Parece que uno de los primeros modelos de esta visibilidad aislante había sido puesto en práctica en la Escuela militar de París en 1755 en lo referente a los dormitorios. Cada uno de los alumnos debía disponer de una celda con cristalera a través de la cual podía ser visto toda la noche sin tener ningún contacto con sus condiscípulos, ni siquiera con los criados. Existía además un mecanismo muy complicado con el único fin de que el peluquero pudiese peinar a cada uno de los pensionistas sin tocarlo físicamente: la cabeza del alumno pasaba a través de un tragaluz, quedando el cuerpo del otro lado de un tabique de cristales que permitía ver todo lo que ocurría. Bentham ha contado que fue su hermano el que visitando la Escuela militar tuvo la idea del panóptico. El tema de todas formas estaba presente. Las realizaciones de Claude-Nicolas Ledoux, concretamente la salina que construye en Arc-et-Senans, se dirigen al mismo efecto de visibilidad, pero con un elemento suplementario: que exista un punto central que sea el lugar del ejercicio y, al mismo tiempo, el lugar de registro del saber. De todos modos si bien la idea del panóptico es anterior a Bentham, será él quien realmente la formule, y la bautice. El mismo nombre de "panóptico" parece fundamental. Designa un principio global. Bentham no ha pues simplemente imaginado una figura arquitectónica destinada a resolver un problema concreto, como el de la prisión, la escuela o el hospital. Proclama una verdadera invención que él mismo denomina "huevo de Colón". Y, en efecto, lo que buscaban los médicos, los industriales, los educadores y los penalistas, Bentham se lo facilita: ha encontrado una tecnología de poder específica para resolver los problemas de vigilancia. Conviene destacar una cosa importante: Bentham ha pensado y dicho que su procedimiento óptico era la gran innovación para ejercer bien y fácilmente el poder. De hecho, dicha innovación ha sido ampliamente utilizada desde finales del siglo XVIII. Sin embargo los procedimientos de poder puestos en práctica en las sociedades modernas son mucho más numerosos, diversos y ricos. Sería falso decir que el principio de visibilidad dirige toda la tecnología de poder desde el siglo XIX.
Michelle Perrot: ¡Pasando por la arquitectura! ¿Qué pensar por otra parte de la arquitectura como modo de organización política? Porque en último término todo es espacial, no solo mentalmente, sino materialmente en este pensamiento del siglo XVIII.
Foucault: Desde finales del siglo XVIII la arquitectura comienza a estar ligada a los problemas de población, de salud, de urbanismo. Antes, el arte de construir respondía sobre todo a la necesidad de manifestar el poder, la divinidad, la fuerza. El palacio y la iglesia constituían las grandes formas a las que hay que añadir las plazas fuertes: se manifestaba el poderío, se manifestaba el soberano, se manifestaba Dios. La arquitectura se ha desarrollado durante mucho tiempo alrededor de estas exigencias. Pero, a finales del siglo XVIII, aparecen nuevos problemas: se trata de servirse de la organización del espacio para fines económico-políticos.
Surge una arquitectura específica. Philippe Aries ha escrito cosas que me parecen importantes sobre el hecho de que la casa, hasta el siglo XVIII, es un espacio indiferenciado. En este espacio hay habitaciones en las que se duerme, se come, se recibe..., en fin poco importa. Después, poco a poco, el espacio se especifica y se hace funcional. Un ejemplo es el de la construcción de las ciudades obreras en los años 1830-1870. Se fijará a la familia obrera; se le va a prescribir un tipo de moralidad asignándole un espacio de vida con una habitación que es el lugar de la cocina y del comedor, otra habitación para los padres, que es el lugar de la procreación, y la habitación de los hijos. Algunas veces, en el mejor de los casos, habrá una habitación para las niñas y otra para los niños. Podría escribirse toda una "historia de los espacios" -que sería al mismo tiempo una "historia de los poderes"- que comprendería desde las grandes estrategias de la geopolítica hasta las pequeñas tácticas del habitat, de la arquitectura institucional, de la sala de clase o de la organización hospitalaria, pasando por las implantaciones económico-políticas. Sorprende ver cuánto tiempo ha hecho falta para que el problema de los espacios aparezca como un problema histórico-político, ya que o bien el espacio se reenviaba a la "naturaleza" -a lo dado, a las determinaciones primeras, a la "geografía física"- es decir a una especie de capa "prehistórica", o bien se lo concebía como lugar de residencia o de expansión de un pueblo, de una cultura, de una lengua, o de un Estado. En suma, se lo analizaba o bien como suelo, o bien como aire; lo que importaba era el sustrato o las fronteras. Han sido necesarios Marc Bloch y Fernand Braudel para que se desarrolle una historia de los espacios rurales o de los espacios marítimos. Es preciso continuarla sin decirse simplemente que el espacio predetermina una historia que a su vez lo remodela y se sedimenta en él. El anclaje espacial es una forma económico-política que hay que estudiar en detalle. Entre todas las razones que han inducido durante tanto tiempo a una cierta negligencia respecto a los espacios, citaré solamente una que concierne al discurso de los filósofos. En el momento en el que comenzaba a desarrollarse una política reflexiva de los espacios (finales del siglo XVIII), las nuevas adquisiciones de la física teórica y experimental desalojaron a la filosofía de su viejo derecho de hablar del mundo, del cosmos, del espacio finito e infinito. Esta doble ocupación del espacio por una tecnología política y por una práctica científica ha circunscrito la filosofía a una problemática del tiempo. Desde Kant, lo que el filósofo tiene que pensar es el tiempo -Hegel, Bergson, Heidegger-, con una descalificación correlativa del espacio que aparece del lado del entendimiento, de lo analítico, de lo conceptual, de lo muerto, de lo fijo, de lo inerte. Recuerdo haber hablado, hace una docena de años de estos problemas de una política de los espacios, y se me respondió que era bien reaccionario insistir tanto sobre el espacio, que el tiempo, el proyecto, era la vida y el progreso. Conviene decir que este reproche venía de un psicólogo -verdad y vergüenza de la filosofía del siglo XIX-.
M. P.: De paso, me parece que la noción de sexualidad es muy importante tal como señaló Ud. a propósito de la vigilancia en el caso de los militares; de nuevo aparece este problema con la familia obrera; es sin duda fundamental.
Foucault: Totalmente de acuerdo. En estos temas de vigilancia, y en particular de la vigilancia escolar, los controles de la sexualidad se inscriben en la arquitectura. En el caso de la Escuela militar las paredes hablan de la lucha contra la homosexualidad y la masturbación.
M. P.: Siguiendo con la arquitectura, ¿no le parece que individuos como los médicos, cuya participación social es considerable a finales del siglo XVIII, han desempeñado de algún modo un papel de organizadores del espacio? La higiene social nace entonces; en nombre de la limpieza, la salud, se controlan los lugares que ocupan unos y otros. Y los médicos, con el renacimiento de la medicina hipocrática, se sitúan ente los más sensibilizados al problema del entorno, del lugar, de la temperatura, datos que encontramos en la encuesta de Howard sobre las prisiones.(2)
Foucault: Los médicos eran entonces en cierta medida especialistas del espacio. Planteaban cuatro problemas fundamentales: el de los emplazamientos (climas regionales, naturaleza de los suelos, humedad y sequedad: bajo el nombre de "constitución", estudiaban la combinación de los determinantes locales y de las variaciones de estación que favorecen en un momento dado un determinado tipo de enfermedad); el de las coexistencias (ya sea de los hombres entre sí: densidad y proximidad; ya sea de los hombres y las cosas: aguas, alcantarillado, ventilación; ya sea de los hombres entre sí: densidad y proximidad; ya sea de los hombres y los animales: mataderos, establos; ya sea de los hombres y los muertos: cementerios); el de las residencias (habitat, urbanismo); el de los desplazamientos (emigración de los hombres, propagación de las enfermedades). Los médicos han sido con los militares, los primeros gestores del espacio colectivo. Pero los militares pensaban sobre todo el espacio de las "campañas" (y por lo tanto el de los "pasos") y el de las fortalezas. Los médicos han pensado sobre todo el espacio de las residencias y el de las ciudades. No recuerdo quién ha buscado en Montesquieu y en Augusto Comte las grandes etapas del pensamiento sociológico. Es ser bien ignorante. El saber sociológico se forma más bien en prácticas tales como las de los médicos. Guepin ha escrito en los mismos comienzos del siglo XIX un maravilloso análisis de la ciudad de Nantes.
De hecho, si la intervención de los médicos ha sido tan capital en esta época, se debe a que estaba exigida por todo un conjunto de problemas políticos y económicos nuevos: la importancia de los hechos de población.
M. P.: Es chocante además la gran cantidad de personas que se ven concernidas por la reflexión de Bentham. En distintos sitios dice haber resuelto los problemas de disciplina planteados por un gran número de individuos a cargo de unos pocos.
Foucault: Al igual que sus contemporáneos Bentham se encuentra con el problema de la acumulación de hombres. Pero mientras que los economistas planteaban el problema en términos de riqueza (población-riqueza ya que mano de obra, fuente de actividad económica, consumo; y población-pobreza ya que excedente u ociosa), Bentham plantea la cuestión en términos de poder: la población como blanco de las relaciones de dominación. Se puede decir, creo, que los mecanismos de poder, que intervenían incluso en una monarquía administrativa tan desarrollada como la francesa, dejaban aparecer huecos bastante amplios: sistema lacunar, aleatorio, global, que no entra en detalles, que se ejerce sobre grupos solidarios o practica el método del ejemplo (como puede verse claramente en el sistema fiscal o en la justicia criminal); el poder tenía pues una débil capacidad de "resolución" como se diría en términos de fotografía, no era capaz de practicar un análisis individualizante y exhaustivo del cuerpo social. Ahora bien, las mutaciones económicas del siglo XVIII han hecho necesaria una circulación de los efectos de poder a través de canales cada vez más finos, hasta alcanzar a los propios individuos, su cuerpo, sus gestos, cada una de sus habilidades cotidianas. Que el poder, incluso teniendo que dirigir a una multiplicidad de hombres, sea tan eficaz como si se ejerciese sobre uno solo.
M. P.: Los crecimientos demográficos del siglo XVIII han contribuido sin duda al desarrollo de un poder semejante.
J.-P. B.: ¿No es sorprendente entonces saber que la Revolución francesa a través de personas como La Fayette, ha acogido favorablemente el proyecto del panóptico? Se sabe que Bentham, como premio a sus desvelos, ha sido hecho "Ciudadano francés" en 1791.
Foucault: Yo diría que Bentham es el complemento de Rousseau. ¿Cuál es, en efecto, el sueño rousseauniano que ha animado a tantos revolucionarios?: el de una sociedad transparente, visible y legible a la vez en cada una de sus partes; que no existan zonas oscuras, zonas ordenadas por los privilegios del poder real o por las prerrogativas de tal o tal cuerpo, o incluso por el desorden; que cada uno, desde el lugar que ocupa, pueda ver el conjunto de la sociedad; que los corazones se comuniquen unos con otros, que las miradas no encuentren ya obstáculos, que la opinión reine, la de cada uno sobre cada uno. Starobinski ha escrito páginas muy interesantes respecto a este tema en La Transparencia y el obstáculo y en La invención de la libertad.
Bentham es a la vez esto y todo lo contrario. Plantea el problema de la visibilidad, pero pensando en una visibilidad totalmente organizada alrededor de una mirada dominadora y vigilante. Hace funcionar el proyecto de una visibilidad universal, que actuaría en provecho de un poder riguroso y meticuloso. Así, sobre el gran tema rousseauniano -que es en alguna medida el lirismo de la Revolución- se articula la idea técnica del ejercicio de un poder "omnicontemplativo" que es la obsesión de Bentham. Los dos se unen y el todo funciona: el lirismo de Rousseau y la obsesión de Bentham.
M. P.: Hay una frase en el Panóptico: "Cada camarada se convierte en un vigilante".
Foucault: Rousseau habría dicho justamente lo inverso: que cada vigilante sea un camarada. Véase El Emilio: el preceptor de Emilio es un vigilante, es necesario que sea también un camarada.
J.-P. B.: La Revolución francesa no sólo no hace una lectura próxima a la que hacemos ahora sino que incluso encuentra en el proyecto de Bentham miras humanitarias.
Foucault: Justamente, cuando la Revolución se pregunta por una nueva justicia el resorte para ella será la opinión. Su problema, de nuevo, no ha sido hacer que las gentes fuesen castigadas; sino hacer que ni siquiera puedan actuar mal en la medida en que se sentirían sumergidas, inmersas, en un campo de visi-bilidad total en el cual la opinión de los otros, la mi-rada de los otros, el discurso de los otros, les impidan obrar mal o hacer lo que es nocivo. Esto está presente constantemente en los textos de la Revolución.
M. P.: El contexto inmediato ha jugado también su papel en la adopción del panóptico por la Revolución: en este momento el problema de las cárceles está a la orden del día. A partir de 1770 tanto en Inglaterra como en Francia existe una fuerte inquietud respecto a este tema como puede constatarse a través de la encuesta de Howard sobre las prisiones traducida al francés en 1788. Hospitales y cárceles son dos grandes temas de discusión en los salones parisinos, en los círculos ilustrados. Se ha convertido en algo escandaloso el que las prisiones sean lo que son: una escuela del vicio y del crimen; y lugares tan desprovistos de higiene que en ellos se muere uno. Los médicos comienzan a decir cómo se deteriora el cuerpo, cómo se dilapida en semejantes sitios. Llegada la Revolución francesa, emprende a su vez una encuesta de alcance europeo. Un tal Duquesnoy es el encargado de hacer un informe sobre los establecimientos llamados "de humanidad", vocablo que comprende hospitales y prisiones.
Foucault: Un miedo obsesivo ha recorrido la segunda mitad del siglo XVIII: el espacio oscuro, la pantalla de oscuridad que impide la entera visibilidad de las cosas, las gentes, las verdades. Disolver los fragmentos de noche que se oponen a la luz, hacer que no existan más espacios oscuros en la sociedad, demoler esas cámaras negras en las que se fomenta la arbitrariedad política, los caprichos del monarca, las supersticiones religiosas, los complots de los tiranos y los frailes, las ilusiones de ignorancia, las epidemias. Los castillos, los hospitales, los depósitos de cadáveres, las casas de corrección, los conventos, desde antes de la Revolución han suscitado una desconfianza o un odio que no fueron subestimados; el nuevo orden político y moral no puede instaurarse sin su desaparición. Las novelas de terror en la época de la Revolución, desarrollan todo un mundo fantástico de la muralla, de la sombra, de lo oculto, de la mazmorra, de todo aquello que protege en una complicidad significativa, a los truhanes y a los aristócratas, a los monjes y a los traidores: los paisajes de Ann Radcliffe son montañas, bosques, cuevas, castillos en ruinas, conventos en los que la oscuridad y el silencio dan miedo. Ahora bien, estos espacios imaginarios son como la "contra-figura" de las transparencias y de las visibilidades que se intentan establecer entonces. Este reino de "la opinión" que se invoca con tanta frecuencia en esta época, es un modo de funcionamiento en el que el poder podría ejercerse por el solo hecho de que las cosas se sabrán y las gentes serán observadas por una especie de mirada inmediata, colectiva y anónima. Un poder cuyo recorte principal fuese la opinión no podría tolerar regiones de sombra. Si se han interesado por el proyecto de Bentham se debe a que, siendo aplicable a tantos campos diferentes, proporcionaba la fórmula de un "poder por transparencia", de un sometimiento por "proyección de claridad". El panóptico es un poco la utilización de la forma "castillo: (torreón rodeado de murallas) para paradójicamente crear un espacio de legibilidad detallada.
J.-P. B.: Son en definitiva los rincones ocultos del hombre lo que el Siglo de las Luces quiere hacer desaparecer.
Foucault: Indudablemente.
M. P.: Sorprenden también las técnicas de poder que funcionan en el interior del panóptico. La mirada fundamentalmente, y también la palabra puesto que existen esos famosos tubos de acero -extraordinaria invención- que unen el inspector central con cada una de las celdas en las que se encuentran, nos dice Bentham, no un prisionero sino pequeños grupos de prisioneros. En último término, la importancia de la disuasión está muy presente en el texto de Bentham: "Ës preciso -dice- estar incesantemente bajo la mirada de un inspector; perder la facultad de hacer el mal y casi el pensamiento de quererlo". Nos encontramos de lleno con las preocupaciones de la Revolución: impedir a las gentes obrar mal, quitarles las ganas de desearlo, en resumen: no poder y no querer.
Foucault: Estamos hablando de dos cosas: de la mirada y de la interiorización. Y, en el fondo, ¿no se trata del problema del precio del poder? El poder, de hecho, no se ejerce sin gastos. Existe evidentemente el coste económico, y Bentham lo dice. ¿Cuántos vigilantes hacen falta? ¿Cuánto, en definitiva, costará la máquina? Pero está además el coste propiamente político. Si se es muy violento se corre el riesgo de suscitar insurrecciones; si se interviene de forma discontinua se arriesga uno a dejar que se produzcan, en los intervalos, fenómenos de resistencia de un coste político elevado. Así funcionaba el poder monárquico. Por ejemplo, la justicia que detenía una proporción irrisoria de criminales, argumentaba diciendo: conviene que el castigo sea espectacular para que los demás tengan miedo. Poder violento por tanto que debía, mediante el ejemplo, asegurar las funciones de continuidad. A esto contestan los nuevos teóricos del siglo XVIII: es un poder demasiado costoso y con muy pocos resultados. Se hacen grandes gastos de violencia que en realidad no tienen valor de ejemplo, se ve uno incluso obligado a multiplicar las violencias, de forma tal, que se multiplican las rebeliones.
M. P.: Esto es lo que sucedió con las insurrecciones contra el patíbulo.
Foucault: Por el contrario, se cuenta con la mirada que va a exigir pocos gastos. No hay necesidad de armas, de violencias físicas, de coacciones materiales. Basta una mirada. Una mirada que vigile, y que cada uno, sintiéndola pesar sobre sí, termine por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a sí mismo; cada uno ejercerá esta vigilancia sobre y contra sí mismo. ¡Fórmula maravillosa: un poder continuo y de un coste, en último término, ridículo! Cuando Bentham considera que él lo ha conseguido, cree que es el huevo de Colón en el orden de la política, una fórmula exactamente inversa a la del poder monárquico. De hecho, en las técnicas de poder desarrolladas en la época moderna, la mirada ha tenido una importancia enorme, pero como ya he dicho, está lejos de ser la única ni siquiera la principal instrumentación puesta en práctica.
M. P.: Parece que, respecto a esto, Bentham se plantea el problema del poder en función sobre todo de grupos pequeños. ¿Por qué? ¿Por qué piensa que la parte es el todo, y que si se logra el éxito a nivel de grupos puede luego extenderse al todo social? ¿O bien es que el conjunto social, el poder a nivel de todo social es algo que entonces no se concebía realmente? ¿Por qué?
Foucault: El problema consiste en evitar los obstáculos, las interrupciones; al igual que ocurría en el Antiguo Régimen, con las barreras que presentaban a las decisiones de poder los cuerpos constituidos, los privilegios de determinadas categorías, desde el clero, hasta las corporaciones, pasando por los magistrados. Del mismo modo que las barreras que, en el Antiguo Régimen presentaban los cuerpos constituidos, los privilegios de determinadas categorías a las decisiones de poder. La burguesía comprende perfectamente que una nueva legislación o una nueva Constitución no son garantía suficiente para mantener su hegemonía. Se da cuenta de que debe inventar una tecnología nueva que asegure la irrigación de todo el cuerpo social de los efectos de poder llegando hasta sus más ínfimos resquicios. Y en esto precisamente la burguesía ha hecho no sólo una revolución política sino que también ha sabido implantar una hegemonía social que desde entonces conserva. Esta es la razón por la que todas estas invenciones han sido tan importantes y han hecho de Bentham uno de los inventores más ejemplares de la tecnología de poder.
J.-P. B.: No obstante, no se sabe a quién beneficia el espacio organizado tal como Bentham preconiza, si a los que habitan la torre central o a los que vienen a visitarla. Se tiene la sensación de estar ante un mundo infernal del que no escapa nadie, ni los que son observados ni los que observan.
Foucault: Esto es sin duda lo que hay de diabólico en esta idea como en todas las aplicaciones a que ha dado lugar. No existe en ella un poder que radicaría totalmente en alguien y que ese alguien ejercería él solo y de forma absoluta sobre los demás; es una máquina en la que todo el mundo está aprisionado, tanto los que ejercen el poder como aquellos sobre los que el poder se ejerce. Pienso que esto es lo característico de las sociedades que se instauran en el siglo XIX. El poder ya no se identifica sustancialmente con un individuo que lo ejercería o lo poseería en virtud de su nacimiento, se convierte en una maquinaria de la que nadie es titular. Sin duda, en esta máquina nadie ocupa el mismo puesto, sin duda ciertos puestos son preponderantes y permiten la producción de efectos de supremacía. De esta forma, estos puestos pueden asegurar una dominación de clase en la misma medida en que disocian el poder de la potestad individual.
M. P.: El funcionamiento del panóptico es, desde este punto de vista, un tanto contradictorio. Está el inspector principal que desde la torre central vigila a los prisioneros. Pero, al mismo tiempo, vigila a sus subalternos, es decir, al personal; este inspector central no tiene ninguna confianza en los vigilantes, e incluso se refiere a ellos de un modo un tanto despectivo pese a que, en principio, están destinados a serle próximos. ¡Pensamiento, pues, aristocrático!
Pero, al mismo tiempo, quisiera hacer esta observación en lo que se refiere al personal subalterno: ha constituido un problema para la sociedad industrial. No ha sido cómodo para los patronos encontrar capataces, ingenieros capaces de dirigir y de vigilar las fábricas.
Foucault: Es un problema considerable que se plantea en el siglo XVIII. Se puede constatar claramente en el caso del ejército, cuando fue necesario fabricar "suboficiales" que tuviesen conocimientos auténticos para organizar eficazmente las tropas en caso de maniobras tácticas, con frecuencia difíciles, tanto más difíciles cuanto que el fusil acababa de ser perfeccionado. Los movimientos, los desplazamientos, las filas, las marchas exigían este personal disciplinario. Más tarde los talleres vuelven a plantear a su modo el mismo problema; también la escuela con sus maestros, sus ayudantes, sus vigilantes. La iglesia era entonces uno de los raros cuerpos sociales en el que existían pequeños cuadros competentes. El religioso, ni muy alfabetizado ni totalmente ignorante, el cura, el vicario entraron en lid cuando se necesitó escolarizar a centenas de millares de niños. El Estado no se dotó con pequeños cuadros similares hasta mucho más tarde. Igual sucedió con los hospitales. No hace aún mucho que el personal subalterno hospitalario continuaba estando constituido en su mayoría por religiosas.
M. P.: Estas mismas religiosas han desempeñado un papel considerable en la aplicación de las mujeres al trabajo: aquí se sitúan los famosos internados del siglo XIX en los que vivía y trabajaba un personal femenino bajo el control de religiosas formadas especialmente para ejercer la disciplina de las fábricas. El Panóptico está lejos de estar exento de estas preocupaciones ya que se puede constatar la existencia de esta vigilancia del inspector principal sobre el personal subalterno, y esta vigilancia sobre todos, a través de las ventanas de la torre, sucesión ininterrumpida de miradas que hace pensar en "cada camarada se convierte en un vigilante", hasta el punto de que se tiene la impresión, un poco vertiginosa, de estar en presencia de una invención que en alguna medida se va de las manos de su creador. Bentham, en un principio, quiere confiar en un poder único: el poder central. Pero, leyéndolo uno se pregunta, ¿a quién mete Bentham en la torre? ¿Al ojo de Dios? Sin embargo Dios está poco presente en su texto; la religión no desempeña sino un papel de utilidad. Entonces, ¿a quién? En definitiva es preciso decir que el mismo Bentham no ve muy claro a quien confiar el poder.
Foucault: Bentham no puede confiar en nadie en la medida en que nadie debe ser lo que era el rey en el antiguo sistema, es decir, la fuente del poder y de la justicia. La teoría de la monarquía lo suponía. Era preciso confiar en el rey. Por su propia existencia, querida por Dios, él era la fuente de la justicia, de la ley, del poder.El poder que radicaba en su persona no podía sino ser bueno; un mal rey equivalía a un accidente de la historia o a un castigo del soberano absolutamente perfecto, Dios. Por el contrario, no se puede confiar en nadie cuando el poder está organizado como una máquina que funciona según engranajes complejos, en la que lo que es determinante es el puesto de cada uno, no su naturaleza. Si la máquina fuese tal que alguien estuviese fuera de ella, o que tuviese él solo la responsabilidad de su gestión, el poder se identificaría a un hombre y estaríamos de nuevo en un poder de tipo monárquico. En el Panóptico, cada uno, según su puesto, está vigilado por todos lo demás, o al menos por alguno de ellos; se está en presencia de un aparato de desconfianza total y circulante porque carece de un punto absoluto. La perfección de la vigilancia es una suma de insidias. J.-P. B.: Una maquinaria diabólica, como has dicho, que no perdona a nadie. La imagen quizá del poder de hoy. Pero, ¿cómo crees que se ha llegado hasta aquí? ¿Por voluntad de quién y con qué objeto?
Foucault: La cuestión del poder se simplifica cuando se plantea únicamente en términos de legislación o de Constitución; o en términos de Estado o de aparato de Estado. El poder es sin duda más complicado, o de otro modo, más espeso y difuso que un conjunto de leyes o un aparato de Estado. No se puede comprender el desarrollo de las fuerzas productivas propias del capitalismo, ni imaginar su desarrollo tecnológico, si no se conocen al mismo tiempo los aparatos de poder. En el caso, por ejemplo, de la división de trabajo en los grandes talleres del siglo XVIII, ¿cómo se habría llegado a este reparto de tareas si no hubiese existido una nueva distribución del poder al propio nivel del remodelamiento de las fuerzas productivas? Lo mismo sucede con el ejército moderno: no basta con que exista otro tipo de armamento, ni otra forma de reclutamiento, fue necesario que se produjera a la vez esta nueva distribución de poder que se llama disciplina, con sus jerarquías, sus cuadros, sus inspecciones, sus ejercicios, sus condicionamientos y domes-ticaciones. Sin esto, el ejército tal como ha funcionado desde el siglo XVIII no hubiera sido posible.
J.-P. B.: De todos modos, ¿existe alguien o algunos que impulsan el todo?
Foucault: Se impone una distinción. Está claro que en un dispositivo como el ejército, el taller o cualquier tipo de institución, la red del poder adopta una forma piramidal. Existe pues una cúspide. Sin embargo incluso en un caso así de simple, esta "cúspide" no es la "fuente" o el "principio" de donde se derivaría todo el poder como de un centro luminoso (esta es la imagen según la cual se representa a la monarquía). La cúspide y los elementos inferiores de la jerarquía están en una relación de sostén y de condicionamiento recíprocos; se "sostienen" (el poder como "chantaje" mutuo e indefinido). Pero si lo que me preguntas es si esta nueva tecnología de poder tiene históricamente su origen en un individuo o en un grupo de individuos determinados, que habrían decidido aplicarla para servir sus propios intereses y utilizar así, en su beneficio, el cuerpo social, te responderé: no. Estas tácticas han sido inventadas, organizadas, a partir de condiciones locales y de urgencias concretas. Se han perfilado palmo a palmo antes de que una estrategia de clase las solidifique en amplios conjuntos coherentes. Hay que señalar además que estos conjuntos no consisten en una homoge-neización sino más bien en un juego complejo de apoyos que adoptan los diferentes mecanismos de poder unos sobre otros permaneciendo sin embargo en su especificidad. Así, actualmente, la interrelación entre medicina, psiquiatría, psicoanálisis, escuela, justicia, familia, en lo que se refiere a los niños, no homogeneiza estas distintas instancias sino que establece entre ellas conexiones, reenvíos, complementariedades, delimitaciones, lo que supone que cada una conserva hasta cierto punto las modalidades que le son propias.
M. P.: Ud. rechaza la idea de un poder que sería una super-estructura, pero no la idea de un poder que es, en cierto modo, consustancial al desarrollo de las fuerzas productivas, que forma parte de él.
Foucault: Por supuesto. Y el poder se transforma continuamente con estas fuerzas. El Panóptico era una utopía-programa. Pero ya en la época de Bentham el tema de un poder espacializante, vigilante, inmovilizante, en una palabra, disciplinario, estaba desbordado por mecanismos mucho más sutiles que permitían la regulación de los fenómenos de población, el control de sus oscilaciones, la compensación de sus irregularidades. Bentham es "arcaizante" por la importancia que da a la mirada, es muy actual por la importancia que concede a las técnicas de poder en general.
M. P.: No existe un Estado global, existen micro-sociedades, microcosmos que se instauran. J.-P. B.: ¿Es preciso entonces, frente al despliegue del panóptico, poner en cuestión la sociedad industrial? ¿ O conviene hacer responsable a la sociedad capitalista?
Foucault: ¿Sociedad industrial o sociedad capitalista? No sabría responder si no es diciendo que estas formas de poder se encuentran también en las sociedades socialistas: la transferencia ha sido inmediata. Pero, sobre este punto, preferiría que intervenga la historiadora.
M. P.: Es cierto que la acumulación de capital surge por una tecnología industrial y por la puesta en marcha de todo un aparato de poder. Pero no es menos cierto que un proceso semejante aparece de nuevo en la sociedad socialista soviética. El estalinismo, en cierto modo, corresponde también a un período de acumulación de capital y de instauración de un poder fuerte.
J.-P. B.: De nuevo encontramos, como de pasada, la noción de beneficio; en este sentido, la máquina inhumana de Bentham se muestra como algo muy valioso, al menos para algunos.
Foucault: ¡Evidentemente! Habría que tener el optimismo un poco ingenuo de los "dandys" del siglo XIX para imaginarse que la burguesía es tonta. Por el contrario, conviene tener en cuenta sus golpes de genio. Y, entre ellos justamente, está el hecho de que ha sido capaz de construir máquinas de poder que posibilitan circuitos de beneficios los cuales, a su vez, refuerzan y modifican los dispositivos de poder, y esto de forma dinámica y circular. El poder feudal, funcionando por deducciones y gasto, se minaba a sí mismo. El de la burguesía se mantiene no por la conservación sino mediante transformaciones sucesivas. De aquí se deriva que la posibilidad de su caída y de la Revolución formen parte de su historia prácticamente desde sus comienzos.
M. P.: Se puede señalar que Bentham concede una enorme importancia al trabajo, al que se refiere una y otra vez.
Foucault: Ello responde al hecho de que las técnicas de poder se han inventado para responder a las exigencias de la producción. Me refiero a la producción en un sentido amplio (puede tratarse de "producir" una destrucción, como en el caso del ejército).
J.-P. B.: Cuando, dicho sea de paso, empleas el término "trabajo" en tus libros, raramente lo haces en relación al trabajo productivo.
Foucault: Porque se da el caso de que me he ocupado de gentes que estaban situadas fuera de los circuitos del trabajo productivo: los locos, los enfermos, los prisioneros, y actualmente los niños. El trabajo para ellos, tal como deben realizarlo, tiene un valor predominante disciplinario.
J.-P.B.: El trabajo como forma de domesticación. ¿No se da siempre?
Foucault: Por supuesto. Siempre se ha hablado de la triple función del trabajo: función productiva, función simbólica y función de domesticación o disciplinaria. La función productiva es sensiblemente igual a cero para las categorías de las que me ocupo, mientras que las funciones simbólica y disciplinaria son muy importantes. Pero, lo más frecuente, es que coexisten los tres componentes.
M.P.: Bentham, en todo caso, me parece muy seguro de sí, muy confiado en el poder penetrante de la mirada. Se tiene incluso la sensación de que no calibra muy bien el grado de opacidad y de resistencia del material que ha de corregir, que ha de integrar en la sociedad -los famosos prisioneros-. Además, ¿no es el panóptico de Bentham, en cierto modo, la ilusión del poder?
Foucault: Es la ilusión de casi todos los reformadores del siglo XVIII que han concedido a la opinión un poder considerable. Puesto que la opinión necesariamente era buena por ser la conciencia inmediata de cuerpo social entero, los reformadores creyeron que las gentes se harían virtuosas por el hecho de ser observadas. La opinión era para ellos como la reactualización espontánea del contrato. Desconocían las condiciones reales de la opinión, los "media", una materialidad que está aprisionada en los mecanismos de la economía y del poder bajo la forma de la prensa, de la edición, y más tarde del cine y de la televisión.
M. P.: Cuando dices que han desconocido los "media", quieres decir que no se han dado cuenta de que les haría falta utilizarlos.
Foucault: Y que esos media estarían necesariamente dirigidos por intereses económicos-políticos. No percibieron los componentes materiales y económicos de la opinión. Creyeron que la opinión sería justa por naturaleza, que se extendería por sí misma, y que sería una especie de vigilancia democrática. En el fondo, es el periodismo -innovación capital del siglo XIX- el que ha puesto de manifiesto el carácter utópico de toda esta política de la mirada.
M. P.: En general los pensadores desconocen las dificultades que van a encontrar para hacer "prender" su sistema. Ignoran que siempre habrá escapatorias y que las resistencias jugarán su papel. En el terreno de las cárceles, los detenidos no han sido gente pasiva; es Bentham quien nos hace pensar lo contrario. El discurso penitenciario se despliega como si no existiese nadie frente a él, como si no existiese más que una "Tábula rasa", gente que hay que reformar para arrojar luego al circuito de la producción. En realidad hay un material -los detenidos- que resiste de un modo formidable. Lo mismo se podría decir del taylorismo, sistema que constituye una extraordinaria invención de un ingeniero que quiere luchar contra la gandulería, contra todo lo que hace más lento el ritmo de producción. Pero en última instancia, se puede uno preguntar:¿ha funcionado realmente alguna vez el taylorismo? Foucault: En efecto, otro de los elementos que sitúa también a Bentham en lo irreal es la resistencia efectiva de las gentes. Cosas que Vd., Michelle Perrot, ha estudiado. ¿Cómo se ha opuesto la gente en los talleres, en las ciudades, al sistema de vigilancia, de pesquisas continuas? ¿ Tenían conciencia del carácter coactivo, de sometimiento insoportable de esta vigilancia? ¿O lo aceptaban como algo natural? En suma, ¿han existido insurrecciones contra la mirada?
M. P.: Sí, han existido insurrecciones contra la mirada. La repugnancia de los trabajadores a habitar las ciudades obreras es un hecho patente. Las ciudades obreras, durante mucho tiempo, han sido un fracaso. Lo mismo sucede con la distribución del tiempo tan presente en el Panóptico. La fábrica y sus horarios han suscitado durante largo tiempo una resistencia pasiva que se traducía en el hecho de que, simplemente, no se iba. Es la prodigiosa historia del San Lunes en el siglo XIX, día que los obreros habían inventado para "tomar aire" cada semana. Han existido múltiples formas de resistencia al sistema industrial obligando a los patrones a dar marcha atrás en el primer momento. Otro ejemplo: los sistemas de micro-poderes no se han instaurado de forma inmediata. Este tipo de vigilancia y de encuadramiento se ha desarrollado, en un primer tiempo, en los sectores mecanizados que contaban mayoritariamente con mujeres o niños, es decir, con personas habituadas a obedecer: la mujer a su marido, el niño a su familia. Pero en los sectores digamos viriles, como la metalurgia, se observa una situación muy distinta. La patronal no llega a implantar inmediatamente su sistema de vigilancia, y debe, durante la primera mitad del siglo XIX, delegar sus poderes. Establece un contrato con el equipo de obreros a través de su jefe que es generalmente el obrero más anciano o más cualificado. Se ejerce un verdadero contra-poder por parte de los obreros profesionales, contra-poder que comporta algunas veces dos facetas:una contra la patronal en defensa de la comunidad obrera, la otra, a veces, contra los mismos obreros ya que el jefecillo oprime a sus aprendices o a sus camaradas. En realidad, estas formas de contra-poder obrero existieron hasta el momento en que la patronal supo mecanizar las funciones que se le escapaban, pudiendo abolir así el poder del obrero profesional. Existen numerosos ejemplos: en el caso de los laminadores, el jefe de taller tuvo los medios para resistir al patrón hasta el momento en que entraron en escena máquinas casi automáticas. El golpe de ojo del laminador -de nuevo aquí la mirada- que juzgaba si la materia estaba a punto será sustituido por el control térmico; basta la lectura de un termómetro.
Foucault: Sabido esto, hay que analizar el conjunto de las resistencias al panóptico en términos de táctica y de estrategia, pensando que cada ofensiva que se produce en un lado sirve de apoyo a una contra-ofensiva del otro. El análisis de los mecanismos de poder no tiene como finalidad mostrar que el poder es anónimo y a la vez victorioso siempre. Se trata, por el contrario, de señalar las posiciones y los modos de acción de cada uno, las posibilidades de resistencia y de contra-ataque de unos y otros.
J.-P. B.: Batallas, acciones, reacciones, ofensivas y contraofensivas, hablas como un estratega. Las resistencias al poder, ¿tendrían características esencialmente físicas? ¿Qué pasa con el contenido de las luchas y las aspiraciones que se manifiestan en ellas?
Foucault: En efecto, esa es una cuestión teórica y de método importante. Me sorprende una cosa: se utiliza mucho, en determinados discursos políticos el vocabulario de las relaciones de fuerza; el término "lucha" es uno de los que aparecen con más frecuencia. Ahora bien, me parece que se duda a la hora de sacar consecuencias, e incluso, a la de plantear el problema que subyace a este vocabulario. Quiero decir: ¿Hay que analizar estas "luchas" en tanto que peripecias de una guerra? ¿Hay que descifrarlas a partir de un código que sería el de la estrategia y de la táctica? ¿La relación de fuerzas en el orden de la política es una relación de guerra? Personalmente no me siento de momento preparado para responder sí o no de una forma definitiva. Pienso solamente que la pura y simple afirmación de una "lucha" no puede servir de explicación primera y última en los análisis de las relaciones de poder. Este tema de la lucha no es operativo más que si se establece concretamente, y respecto a cada caso: quién está en la lucha, en qué lugar, con qué instrumentos y con qué racionalidad. En otros términos, si se toma en serio la afirmación de que la lucha está en el corazón de las relaciones de poder, hay que tener presente que la brava y vieja "lógica" de la contradicción no basta, ni con mucho, para desembrollar los procesos reales.
M. P.: Dicho de otro modo, y para volver al panóptico, Bentham no proyecta sólo una sociedad utópica, describe también una sociedad existente.
Foucault: Describe en la utopía un sistema general de mecanismos concretos que existen realmente.
M. P.: Y, para los prisioneros, ¿tiene sentido tomar la torre central? Foucault: Sí, con la condición de que éste no sea el sentido final de la operación. Los prisioneros haciendo funcionar el panóptico y asentándose en la torre, ¿cree Ud. que entonces sería mucho mejor que con los vigilantes?
NOTAS
(1) Michel Foucault describe así El Panóptico y a Jeremías Bentham en su obra Vigilar y castigar. Siglo XXI, México, 1976. (2) John Howard publica los resultados de su encuesta en su libro: The State of the Prisions in England and Wales, with Preliminary Observations and an Account of some Foreign Prisions and Hospitals (1777).
* "El ojo del poder", Entrevista con Michel Foucault, en Bentham, Jeremías: "El Panóptico", Ed. La Piqueta, Barcelona, 1980. Traducción de Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría
5. http://www.rebelion.org/plancolombia/040509pan.htm Colombia: Estado panóptico César Jérez Rebelión Los panópticos son edificios construidos de tal forma que toda su parte interior se pueda divisar desde un solo lugar, desde una garita. Así se le denominaba antes a las cárceles en Colombia.
Hablar sobre panópticos es importante en nuestro país, porque históricamente allí han ido a parar los opositores y disidentes que milagrosamente se han salvado de los asesinatos de la guerra sucia. 6. http://aafi.filosofia.net/ALFA/alfa5/ALFA5D.HTM Asociación Andaluza de Filosofía MICHEL FOUCAULT Y LA VISIÓN ANDROCÉNTRICA DEL PANÓPTICO: LA FAMILIA MODERNA Rosalía Romero. En el presente artículo analizamos algunos aspectos de la formación de la familia moderna a partir de la concepción foucaultiana de la sociedad disciplinaria. Si bien el análisis de Foucault de las nuevas relaciones de poder que entran en juego en la sociedad moderna son de una gran importancia, en el estudio de su obra detectamos una perspectiva androcéntrica al no ver la separación de lo público y lo privado en la formación de la familia nuclear. En La Gaya Ciencia(1)Nietzsche denuncia la ausencia de una reflexión filosófica acerca de todo lo que ha dado color a la existencia, preguntando acerca de cuestiones tales -entre otras- como si hay una filosofía de la nutrición, si se ha expuesto la dialéctica del matrimonio y de la amistad, y advierte que queda mucho por pensar en estas materias. Foucault adoptó en su segundo período el método genealógico; además de asumir un método de análisis brindado por la filosofía de Nietzsche, ha sido considerado el más consecuente nietzscheano, sobre todo, porque continuó con "aquellas vías de investigación" señaladas por el autor de La Genealogía de la Moral(2). Las cárceles, los manicomios o los cuarteles apenas habían aparecido en el pensamiento filosófico; aún había pasado más desapercibida "la inscripción disciplinaria que sufre el cuerpo en la sociedad moderna, en nombre de una racionalidad organizativa"(3). Ciertamente sobre cárceles, manicomios o cuarteles se había hablado, hasta Foucault, muy poco en filosofía; sin embargo, la ausencia de una reflexión sobre "el matrimonio" permanece intacta en la obra foucaultiana. El autor de Vigilar y Castigar realiza un análisis pormenorizado de las instituciones disciplinarias y denuncia las relaciones de poder que entran en juego a partir del nacimiento de la prisión a principios del siglo XIX, relaciones de poder en las que la vigilancia desempeña un papel clave y que se extienden a otras instituciones modernas como el manicomio, el hospital, la fábrica y la escuela. En el estudio que Foucault hizo de los problemas de la penalidad observó que todos los proyectos de reforma de las prisiones, en la primera mitad del siglo XIX, se referían casi siempre al invento de Bentham: el panóptico(4). El Panóptico de Jeremías Bentham es una obra editada a finales del siglo XVIII en la que su autor hace una descripción de la estructura arquitéctonica de la prisión moderna. El principio era: "En la periferia, una construcción en forma de anillo; en el centro, una torre, ésta, con anchas ventanas que se abren en la cara interior del anillo. La construcción está dividida en celdas, cada una de las cuales atraviesa toda la anchura de la construcción. Tienen dos ventanas, una que da al interior, correspondiente a las ventanas de la torre, y la otra, que da al exterior, permite que la luz atraviese la celda de una parte a otra. (...) Por el efecto de la contraluz, se pueden percibir desde la torre, recortándose perfectamente sobre la luz, las pequeñas siluetas cautivas en las celdas de la periferia(5)". Esta construcción arquitectónica permite que el individuo que esté encerrado en la celda pueda ser observado, de manera permanente, sin que él pueda ver al vigilante. El aislamiento es total: no sólo está incapacitado para ver a quien lo vigila sino que tampoco puede ver al resto de los vigilados. La propia estructura del Panóptico impone la imposibilidad de cualquier comunicación. De este modo, se evita cualquier "conspiración colectiva", cualquier complot; se imposibilita cualquier proyecto en común que pudiera surgir entre los individuos objetos del encierro. El esquema del Panóptico es presentado por Bentham como una institución específica, la prisión. Foucault, sin embargo, lo presenta como un modelo general de funcionamiento de las instituciones de la sociedad disciplinaria. "El Panóptico debe ser comprendido como un modelo generalizable de funcionamiento; una manera de definir las relaciones del poder con la vida cotidiana de los hombres(6)". El Panóptico es un modelo de relación de poder generalizado en una anatomía política nueva(7). Esta relación de poder se caracteriza por la forma en que es construida la jerarquización, a través de la cual se insertan los cuerpos en espacios previamente distribuidos y se ejercita la vigilancia. La distribución de los cuerpos de los vigilados en espacios sometidos a control genera un estado de "autovigilancia" en el detenido u observado, permitiendo que el efecto de la mirada del otro sea permanente, aun siendo ésta discontinua en su acción(8). En este análisis Foucault observa que no importa quién esté en el espacio del vigilante para hacer funcionar una relación de poder; incluso puede ser un individuo elegido al azar. El que está sometido a un campo de visibilidad "se convierte en el principio de su propio sometimiento"(9). La relación entre el vigilante y el vigilado es ficticia, pero lo que importa es que genera una sujeción real en el vigilado. Todo individuo, o grupo de individuos, que están sometidos a un campo de visibilidad son objetos de este ejercicio del poder. El esquema panóptico se extiende a los hospitales, los talleres, las escuelas, las prisiones(10). Foucault afirma que "-bajo reserva de las modificaciones necesarias-" es aplicable a todos los establecimientos en los que el espacio no es muy amplio y hay que vigilar a un cierto número de personas(11). La extensión de su aplicación perfecciona el ejercicio del poder: disminuye "el número de los que lo ejercen, a la vez que multiplica el número de aquellos sobre quienes se ejerce"(12). El análisis foucaultiano de la sociedad disciplinaria centra su atención en las instituciones de la esfera pública. La afirmación de Foucault que sostiene que "el panoptismo es el principio general de una nueva anatomía política" ¿es aplicable, sin embargo, a la esfera privada de la sociedad, a la familia moderna? Para responder a esta cuestión planteamos las siguientes preguntas sobre algunas de las tesis derivadas del análisis del Panoptismo. 1. "El Panóptico debe ser comprendido como un modelo generalizable de funcionamiento; una manera de definir las relaciones de poder con la vida cotidiana de los hombres". Cuestión: ¿Se puede hablar en los mismos términos de las relaciones de poder que se ejercen en la vida cotidiana de los hombres y de las mujeres en la formación de la familia moderna? 2. "El efecto mayor del Panóptico es inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder. Hacer que la vigilancia sea permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción. Este aparato arquitectónico es una máquina de crear y de sostener una relación de poder independiente de aquel que lo ejerce"(13). Cuestión: ¿En las relaciones de poder que se inscriben en la familia moderna se puede afirmar que "la relación de poder es independiente de aquel que lo ejerce? 3. En la aplicación del esquema Panóptico de poder "se puede reducir el número de los que lo ejercen, a la vez que se multiplica el número de aquellos sobre quienes se ejerce". Cuestión: ¿En la instauración progresiva de la "familia moderna" se puede afirmar que hay una reducción del número de individuos que ejercen el poder? Foucault sostiene la tesis de que en el siglo XVIII hay un cambio en el ejercicio del poder: se pasa de un poder que se ejerce como "derecho de muerte" a un "poder sobre la vida"(14). "El sexo entrará dentro de un biopoder o administración de la vida. El poder ya no será poder puramente negativo, poder de dar la muerte sino poder de administrar la vida". Esta administración de la vida requiere un conocimiento de la población; para ello se realizan estudios sobre la tasa de natalidad, la edad en que habitualmente se contrae matrimonio, los nacimientos legítimos e ilegítimos, la precocidad y frecuencia de las relaciones sexuales, los métodos anticonceptivos, la influencia de los tabúes sexuales sobre la natalidad, etc.(15). En el siglo XVIII se fomentó considerablemente una política natalista a través de dispositivos que ejercían un poder sobre la vida. En este siglo la gente estaba convencida de que había una disminución del índice de natalidad, hecho que posteriormente los historiadores han puesto de manifiesto que era falso. Foucault se remite a Flandrin(16) y explica que en este siglo las mujeres eran inducidas a la contracepción por una política natalista. Puede parecer paradójico pero no lo es: el fin era que las mujeres criaran a sus hijos y no los dejaran al cuidado de las nodrizas, por los daños que podían sufrir: "algunas nodrizas alcanzaron el récord de 19 niños muertos sobre 20 que se les habían confiado". La contracepción se practicaba para que los infantes, una vez nacidos, pudieran vivir, no para que no hubiera más nacimientos(17). Hasta esta época la tradición médica y popular creía que una mujer cuando estuviera criando no debía tener relaciones sexuales pues el tenerlas podía producir que la leche no estuviera en las condiciones óptimas. Las mujeres ricas, entonces, llevaban a sus hijos a una nodriza para que ésta los criara. Foucault interpreta que lo hacían "para poder volver a tener relaciones sexuales y conservar a sus maridos". Las mujeres pobres lo hacían para ganar dinero; existían "verdaderas empresas" en la industria de la lactancia: incluso están los intermediarios entre los padres y las nodrizas. El crecimiento demográfico del Occidente europeo durante el siglo XVIII hace aparecer la población no sólo como problema teórico sino como objeto de vigilancia y de intervención. La política natalista incita al matrimonio y entre las implicaciones de la nosopolítica de este siglo Foucault señala el privilegio de la infancia y la medicalización de la familia(18). Como la investigación del historiador francés Philippe Ariés había mostrado, la infancia no es considerada como una fase específica y dotada de finalidad hasta el siglo XVIII(19). Es, por tanto, en esta época cuando se plantea que esta edad de la vida ha de gestionarse convenientemente. En este momento la familia, dice Foucault, tiene que convertirse en un medio físico que mantenga y favorezca el cuerpo del infante. La relación conyugal prolonga dos ramas familiares y, por tanto, se establece para producir descendencia, pero Foucault señala que la nueva conyugalidad se establece "para organizar lo que servirá de matriz al individuo adulto". Desde finales del siglo XVIII constituyen algunas de las leyes morales de la familia la salud -en primer lugar la salud de los infantes-, el cuerpo sano, limpio, útil, el espacio limpio, la distribución médicamente óptima de los individuos, de los espacios de las camas, el juego entre el cuidador y el cuidado(20). Este hecho que Foucault pone de relieve nos sugiere que en la política médico-familiar podría venir engendrada la ética del cuidado, que conlleva una prescripción moral para las mujeres. He aquí la respuesta a la primera cuestión que hemos formulado: en la realidad social sobre la que se asienta la política médico-familiar en el siglo XVIII se inducía a las mujeres a que fueran ellas quienes se ocuparan de sus hijos. Foucault ha señalado que era para restablecer un poco el orden y así paliar las insuficiencias que presentaban las nodrizas con el alto número de mortalidad infantil. Pero realmente ¿por qué son las madres las que se ven abocadas al cuidado de sus hijos? El encierro de Madelaine Chapé, futura madre biológica, en la primera mitad del siglo XVIII (1.728), podría ser ilustrativo de las distintas prescripciones morales existentes en función de los sexos. No se puede hablar, por tanto, en los mismos términos de las relaciones de poder que se ejercen en la vida cotidiana de los hombres y de las mujeres. El abuelo y la abuela de Madeleine Chapé, de veintiún años de edad y huérfana de padre y de madre, solicitan el encierro de su nieta por la mala inclinación y el libertinaje de ésta, estando embarazada del séptimo mes; por este motivo piden que Madeleine sea encerrada en un hospital con objeto de parar el curso de su libertinaje. El escrito dice así: "François Saffard y Madeleine Belot su mujer, abuelo y abuela de Madeleine Chapé de más de veintiún años de edad y huérfana de padre y madre, exponen muy respetuosamente a V.I., que a pesar de la buena educación que le han dado, ha querido seguir siempre su mala inclinación y su libertinaje, de modo que hoy está embarazada del séptimo mes, por lo que os suplicamos muy respetuosamente, Señor, que tenga a bien concedernos la gracia de recluir en el hospital a la mencionada Madeleine Chapé para parar el curso de su libertinaje que deshonra a los solicitantes quienes estarán muy agradecidos y rogarán a Dios por la salvación de V.I. Safard(21)". El escrito de los abuelos de Madeleine Chapé es acompañado de otro, realizado por una persona que testifica conocer el caso y que da prueba de la veracidad de los hechos expuestos por los solicitantes. La muchacha fue recluida en el hospital de la Salpêtrière durante dos años y medio hasta que los abuelos solicitaran la puesta en libertad. Hacia mediados del siglo XVIII aparecieron asociaciones filantrópicas, cuyo objetivo era extraer de las cárceles a los padres que estaban dentro por no pagar el sueldo a las nodrizas que cuidaban a sus hijos. La asociación los liberaba pagando todos los débitos atrasados. Pero en vista de que tales acciones no paliaban la problemática porque la falta de pago a las nodrizas se repetía, se crearon a finales del siglo sociedades de caridad materna. Estas sociedades se propusieron como objetivo ayudar a las madres pobres a condición de que éstas se comprometieran a amamantar ellas mismas a sus hijos, o, como mínimo, a hacerlos criar cerca de ellas(22). Del mismo modo los discursos de la época prescribían las responsabilidades de la mujer-madre. Peuchet, autor de la Encyclopédie méthodique, en el año 1.785 lo expresaba así: "La mujer, a la que su estado de madre, de nodriza, de protectora, prescribe deberes que no conocen los hombres, tiene, pues, un mayor derecho a la obediencia. Si la madre tiene un derecho más real a la sumisión de sus hijos, es porque tiene una mayor necesidad de él(23)". Desde finales del siglo XVIII, numerosas asociaciones filantrópicas y religiosas encaminaron su trabajo a moralizar los comportamientos de las clases pobres y facilitar su educación. Las sociedades de patronato se ocuparán de restaurar progresivamente el matrimonio. Para ello se encargarán de hacer todos los trámites burocráticos y de pagar todos los gastos para que, al final, el futuro marido y padre de familia tuviera solamente que firmar en el registro. Las mujeres pobres no podían aportar la dote que tradicionalmente era proporcionada por la familia, las municipalidades o los cuerpos de oficio. Como vemos, restablecer una vida familiar en la clase obrera era una tarea ardua y lenta. Las mujeres estaban trabajando en la industria con empleos no cualificados y mal pagados, lo que les impedía sacar adelante solas a sus hijos. Las mujeres de las clases populares se veían obligadas a contrarrestar la carencia de la dote con el trabajo doméstico. Así pues, el matrimonio para las mujeres significa, o la reclusión total en la familia o cargar con la responsabilidad de la doble jornada laboral. A las mujeres madres de familia y esposas se les exigirá que la familia sea un espacio de intimidad. Será a ellas a quienes se culpe de que los hijos/as prefieran la calle y los maridos el bar antes que la propia casa. La comunidad en la que esté inserta la familia se constituirá en órgano censor de cada mujer en particular. Así, la mujer, siempre expuesta a la vigilancia de los demás, internalizará la mirada externa y se entregará paulatinamente a su propia familia. El valor de la "esposa y madre" se medirá en función de si la familia constituye o no un lugar cerrado. Bajo el Antiguo Régimen la familia constituía la mínima organización política, explícitamente reconocida. El jefe de familia ejercía su poder sobre un amplio colectivo, constituyente de la organización familiar. En su interior no sólo eran objetos de poder la mujer y los niños, sino también las personas asociadas -parientes, domésticos, aprendices,...-, es decir, el poder se ejercía sobre individuos con quienes el padre de familia no tenía, necesariamente, un lazo de parentesco sanguíneo. Las niñas y los niños no eran en multitud de casos hijos biológicos, sino intercambiados con otras familias, de tal forma que los hijos biológicos salían del cerco de sus padres pocos años después de haber nacido. Con estas apreciaciones queremos señalar que, si bien la familia medieval o pre-moderna estaba compuesta por un conjunto de individuos que, fundamentalmente, constituían una unidad de producción, la familia nuclear se organiza fundamentalmente como una unidad de reproducción en la que los lazos biológicos están institucionalizados y revalorizados de una manera considerable. En esta institucionalización de la importancia del lazo biológico de parentesco, prima el lazo biológico del niño/a con la madre. Cuando el Código de Napoleón en su art. 312 dispuso:"L'enfant conçu pendant le mariage a pour pére le mari (el hijo nacido durante el matrimonio tiene por padre al marido)"(24), en el intento de instaurar la monogamia, la importancia del reconocimiento del lazo biológico del padre con el niño no era, precisamente, el blanco prioritario de la intervención organizativa, pues, subrepticiamente, se estaba disponiendo que el infante que naciera sin que su madre conviviera con el progenitor, debería quedarse con ella. La aparición del "sentimiento del hogar" como afinamiento del "sentimiento familiar" que se había forjado con la época moderna, se limitó durante mucho tiempo a los grupos sociales pudientes, a las clases burguesas y nobles del Antiguo Régimen. A principios del siglo XIX, gran parte de la población, la más pobre y numerosa, todavía no había sido objeto de la reestructuración de las relaciones familiares que tras la Revolución Francesa se prescribe. En el año 1.805 el Código Napoleónico, adoptado por un sinnúmero de países, no sólo europeos, sino también americanos, pasaba a considerar a las mujeres propiedad privada del marido, desde el punto de vista político, económico y social. En virtud de que este códice sostenía como fundamental que debía existir una familia fuerte para que el estado también lo fuera, trajo consigo un acrecentamiento del poder marital y una definición de la vida de las mujeres que conllevaba la revalorización social de sus funciones maternales y familiares. "La figura social femenina, ritualizada en el Código, es la de la campesina o el ama de casa, esposa del militar de carrera o del propietario burgués; en todo caso se proclama: "el marido debe poder decir a su mujer: señora, me pertenecéis en cuerpo y alma;... señora, no saldréis, no iréis al teatro, no podéis ver a tal o cual persona..."(25). Como muestran estos datos históricos, la segunda cuestión que hemos planteado al análisis del Panoptismo como modelo del ejercicio del poder en la sociedad moderna no es aplicable a la familia. La relación de poder en el seno de esta institución no es independiente de quien lo ejerce. Las macroestructuras sociales otorgan el ejercicio del poder a los padres, a los varones. De esta segunda respuesta se puede desprender la tercera, es decir, no hay una reducción del número de individuos que ejercen poder, sino muy al contrario, los sujetos de éste, con la formación de la familia moderna, se multiplican de una forma directamente proporcional a la efectividad de la instauración de la nueva estructura familiar. El concepto de "lo privado" cobra sentido en el marco de la dicotomía privado/público. Ambos conceptos están presentes en una muy temprana época de la cultura occidental con las mismas connotaciones de dominio que presentan en la época contemporánea. George Duby(26) ha rastreado en los textos clásicos latinos, con el sorprendente descubrimiento de la analogía semántica que presentan en los escritos de Cicerón las definiciones de los términos "privatum" y "publicus" y las realizadas por Littré en el siglo XIX. Este historiador francés explica cómo el término «"privado" afirma su permanencia a través de los tiempos en una firme estructura del lenguaje». Los mundos privados escapan jurídicamente a un poder cuya naturaleza se especifica mediante el término "público". Pero ello no significa que lo privado esté exento de poder, sino que existen dos clases de poder diferentes. Es más, Duby ha expresado al respecto que el poder privado "no es menos exigente y que, a semejanza del otro, no tolera las insumisiones del individualismo" y, además, la naturaleza del poder del padre de familia refleja su magnitud no sólo en el espacio acotado físicamente, sino también en la adhesión que se mantiene cuando el grupo adherido en el interior sale al exterior(27). En el siglo XIX, bajo la égida del Código napoleónico, cuando la noción de vida privada alcanzaba su pleno vigor, el verbo "priver" se define como amaestrar y domesticar, y el adjetivo "privado" hace referencia a la familia, a la casa y al interior. "Lo público" se opondrá por una parte a lo propio, a lo que pertenece a éste o a aquél, y por otra parte a oculto y a secreto(28). Así, "lo privado", "lo familiar" se constituye en la propiedad de un particular, de un individuo que, como miembro del espacio público, tiene derecho a estar en el reparto de propiedad y de poder. Cada padre de familia se convierte así en el "embajador" del mundo público en la familia. Pero, al transformarse lo familiar en un mundo privado, cada vez más alejado de "lo social", la familia viene a ser una embajada del mundo público pero sin corresponsalía: el embajador -el padre- ejerce las funciones y dispone de la autoridad, que como "padre de familia", le otorga el mundo público, pero al mundo público no llegará información de lo que ocurra en el interior de la familia, pues, por definición, la familia ha de ser un lugar cerrado. El sentimiento de la familia nuclear se extiende en círculos concéntricos a todas las clases sociales, y al proletariado a finales del siglo XIX(29). Michelle Perrot ha analizado cómo a lo largo del siglo XIX el discurso de los obreros franceses elogiaba al ama de casa y confinaba a las mujeres al ámbito familiar(30). Cèlia Amorós, remitiéndose al análisis que Heidi Hartmann(31) hace de la implantación del salario familiar, a finales del siglo XIX, a través de un pacto interclasista entre los varones, obreros de los sindicatos y capitalistas, define el patriarcado de la siguiente manera: "...el patriarcado es (así) un sistema de implantación de espacios cada vez más amplios de iguales, en cuanto cabezas de familia, es decir, en cuanto controlan en su conjunto a las mujeres, a la vez que de desiguales jerarquizados en tanto que para ejercer tal control dependen los unos de los otros(32)".
- Doctora en Filosofía y profesora de E. S.
NOTAS: 1. NIETZSCHE, F. La gaya ciencia. Trad. cast. de Pedro González Blanco. Madrid, ed. Sarpe, 1.984, pág. 38. 2. Cfr. SAVATER, F. Ética como amor propio. Madrid, ed. Mondadori, 1.988, pág. 247. 3. Ibidem. Desde el Feminismo se han hecho observaciones muy pertinentes acerca del estudio que Foucault ha realizado de la disciplina que se ejerce sobre el cuerpo en las sociedades modernas. Alicia Puleo, remitiéndose a los trabajos antropológicos de Paola Tabet, recuerda que "las técnicas disciplinarias de dominación de los cuerpos, en especial los de las mujeres, también han existido en las sociedades primitivas y anteriores a la Modernidad", cfr. Alicia Puleo, Conceptualizaciones de la sexualidad e identidad femenina: voces de mujeres en la Comunidad Autónoma de Madrid. Madrid, ed. Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid, 1.994, pág. 37. Cfr. también Paola Tabet, "Fertilité naturelle, réproduction forcée", en Nicole-Claude Mathieu (comp.) L'arraisonnement des femmes. Essais en anthropologie des sexes, Paris, ed. de l'École des Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1.985, págs. 61-131. Por otra parte, Sandra Lee Bartky valora de forma muy positiva la descripción que nuestro autor hace en Vigilar y Castigar de las prácticas modernas de disciplina que producen "cuerpos dóciles"; a pesar de ello, Bartky critica a Foucault que reproduzca el androcentrismo que es "endémico a toda la teoría política occidental", presuponiendo que las experiencias corporales de los hombres y de las mujeres son las mismas y no teniendo en cuenta que las relaciones que las mujeres tienen con "las instituciones características de la era moderna" difieren de las relaciones que mantienen los varones, cfr. Sandra Lee Bartky, "Foucault, Femininity, and the Modernization of Patriarchal Power" in Irene Diamond and Lee Quinby (ed.) Feminism & Foucault Reflections on Resistance. Boston, NorthEastern University Press, 1.988.; hay trad. cast. de Elena Larrauri en Mujeres, Derecho penal y criminología, Madrid, ed. Siglo Veintiuno, 1.994, págs. 63-92. 4. FOUCAULT, M. "El ojo del poder" (entrevista) en BENTHAM, J. El panóptico. Trad. cast. de Julia Varela y Fernando Alvárez-Uría. Madrid, ed. La Piqueta, 1.989, págs. 9-10. 5. FOUCAULT, M. Vigilar y castigar, Trad. cast. de Aurelio Garzón del Camino. Madrid, ed. Siglo XXI, 1.988, pág. 203. Foucault afirma que uno de los primeros modelos de esta visibilidad aislante había sido puesto en práctica en la Escuela militar de París en 1.755 en lo referente a los dormitorios. "Cada uno de los alumnos debía disponer de una celda con cristalera a través de la cual podía ser visto toda la noche sin tener ningún contacto con sus condiscípulos, ni siquiera con los criados"; cfr. "El ojo del poder", op. cit., pág. 10. 6. Idem., pág. 208. 7. Idem., pág. 212. 8. Idem., pág. 204. 9. Idem., pág. 206. 10. Idem., pág. 209. 11. Ibidem. 12. Ibidem. 13. Idem., pág. 204. 14. FOUCAULT, M. Historia de la sexualidad. T. I. La voluntad de saber. Trad. cast. de Ulises Guiñazú. Madrid, ed. Siglo XXI, 1.984, págs. 163-194. 15. FOUCAULT, M. "El juego de Michel Foucault" en Saber y verdad.Trad. cast. de Julia Varela y Fernando Alvárez-Uría. Madrid, ed. La Piqueta, 1.985, págs.159 y ss. 16. Cfr. FLANDRIN, J. L. Los orígenes de la familia moderna. Trad. cast. de Marco Aurelio Galmarini. Barcelona, ed. Crítica, 1.979. Para un análisis de las convergencias entre Foucault y los historiadores véase Francisco Vázquez García, Foucault y los historiadores, Universidad de Cádiz, 1.987. 17. FOUCAULT, M. "El juego de Michel Foucault" en Saber y verdad, op. cit., pág. 161. 18. FOUCAULT, M. "La política de la salud en el siglo XVIII" en Saber y verdad, op. cit., págs. 95-96. 19. Cfr. ARIÉS, P. El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen. Trad. Cast. de Naty García Guadilla. Madrid, ed. Taurus, 1.987. 20. Ibidem. 21. FARGE, A. et FOUCAULT, M. (Prés.). Le désordre des familles. Lettres de cachet des Archives de la Bastille. París, ed. Gallimard/Julliard, 1.982, pág. 212. La traducción es nuestra; hemos traducido V.I. de la expresión "Votre Grandeur". 22. DONZELOT, J. La policía de las familias. Trad. cast. de José Vázquez Larraceleta. Valencia, ed. Pre-textos, 1.990, pág. 69. 23. Citado en Jacques Donzelot, La policía de las familias, op. cit., pág. 24. 24. ENGELS, F. El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Trad. cotejada y revisada por Horacio García Prieto. La Habana. ed. de CC. Sociales, 1.986, pág. 61. 25. Citado en SÁEZ, C. Mujer, locura y feminismo. Madrid, ed. Dédalo, 1.979, pág. 28. 26. ÀRIES, P. Y DUBY, G. Historia de la vida privada. Poder privado y poder público en la Europa feudal. T. III. Trad. cast. de Francisco Pérez Gutiérrez. Madrid, ed. Taurus, 1.991, págs. 19-20. 27. Idem., pág. 24. 28. Idem., pág. 20. 29. Atendiendo, en la actualidad, a la comparación de países europeos concretos, la diversidad de las estructuras familiares es evidente. Pero, a pesar de ello, si se considera a toda Europa en conjunto existe un modelo familiar dominante, un matrimonio con hijos/as solteros, la familia nuclear, cfr. SOLSONA, M. y TREVIÑO, R. Estructuras familiares en España. Madrid, ed. Ministerio de Asuntos Sociales, Instituto de la Mujer, 1.990, pág.19. 30. Cfr. Michelle Perrot. "El elogio del ama de casa en el discurso de los obreros franceses del siglo XIX" en James S. Amelang y Mary Nash (ed.) Historia y género: Las Mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea. Trad. cast. de Eugenio y Marta Portela. Valencia, ed. Alfons el Magnànim, 1.990. 31. Cfr. HARTMANN, H. "Un matrimonio mal avenido: hacia una unión más progresiva entre marxismo y feminismo". Trad. cast. de Fini Rubio, en Zona Abierta, 24 (1.980). 32. AMORÓS, C. "Notas para una teoría nominalista del patriarcado" en Asparkía, nº 1, 1.992, pág. 43 7. http://www.boulesis.com/boule/nota/198_0_1_8_C
El nuevo panóptico ¿Es internet el ojo que todo lo ve? • Internet Foucault estudió, entre otras muchas cosas, la evolución de los mecanismos de castigo y vigilancia de la sociedad a lo largo de los siglos, con un especial enfásis en la capacidad productiva del poder. En Vigilar y castigar aborda también el concepto de panóptico de Jeremy Bentham. La idea era bien sencilla: se trataba de economizar recursos en las tareas de vigilancia dentro de las prisiones y aumentar la eficiencia. Lo que, aparentemente, pueda resultar paradójico, encontró una sencilla solución: vigilar sin ser visto. Bentham ideó todo un complejó arquitectónico desde el que poder ejercer las labores de vigilancia sin que el preso sepa que está siendo vigilado. Para economizar medios, bastaba con organizar una prisión circular con una gran torre central, desde la que se pudiera observar a todos los presos con el mínimo personal. Los modelos carcelarios han evolucionado bastante desde entonces, y los sistemas de vigilancia y de castigo también se han modificado. Hoy en día, ya no sólo se vigila a los presos, sino que cada uno de nosotros es objeto de las más insospechadas técnicas de control. Las empresas quieren vigilar a los consumidores, conocer sus gustos, de la misma forma que los partidos políticos aspiran a conocer qué deben ofrecer en sus programas para volver a ser elegidos. La información vuela en todas las direcciones y, entre todo ello, cada uno de nosotros aparece en listas a las que nunca quiso apuntarse.
La propaganda y la publicidad, las campañas de captación y las grandes ofertas de nuestra vida se nos plantean ante algo tan sencillo como un pequeño formulario, donde preguntan cosas en principio intrascendentes. Esto lo vemos en internet a diario. Por si esto fuera poco, lo servidores almacenan todas las páginas que visitamos y nuestros correos se someten a un sistema de filtrado, por no hablar de lo que pueden hacer con las llamadas realizadas desde nuestros teléfonos. Muchos de nosotros realizamos actividades a través de la red pensando que es un medio seguro. Sus deficiencias, sin embargo, han aparecido en múltpiles ocasiones: no hay red sin agujero. ¿Se ha convertido internet, y todas las campañas que nos rodean en el panóptico del siglo XXI? ¿Qué podríamos saber cada uno de nosotros de tí, si introdujéramos tu nombre en cualquier buscador? ¿Qué sabe de nosotros el estado? ¿Y las empresas que nos bombardean con su publicidad? Vigilar sin ser visto. Ser vigilado sin detectarlo. Puede que sea una de las consecuencias de este mundo virtual... 8. http://www.arqa.com/informacion.cfm/n.4148.cfm La Casa Encantada: La visualidad en la cultura global, Nicholas Mirzoeff Estracto sacado del texto de Nicholas Mirzoeff Ruinas Los críticos vienen notando desde hace algunos años que el panóptico ya no trabaja apropiadamente. Lo que Foucault llamara la “máquina maravillosa” se encuentra claramente fuera de servicio. Gilles Deleuze ha señalado que esto se debe simplemente a que la disciplina de la era álgida del panóptico se había relajado y se había convertido en lo que él llamó “sociedad de control” durante aquellos años ‘70 que Foucault pudo analizar en primer lugar. Desde ese momento han habido más cambios en la paradoja del panopticismo indiferente. Por “panopticismo indiferente” quiero resaltar la paradoja emergente de una vigilancia siempre en aumento junto a la indiferencia de sus sujetos resultante de esa vigilancia. Hay cámaras en todos lados: en los bancos, en las tiendas, en las clases, en los centros de cuidado diurnos, en las avenidas, autopistas, estadios de deportes; en resumen, lo que se solía llamar la esfera pública podría llamarse ahora el on-camera world [mundo de cámara encendida]. Pero al mismo tiempo, nadie está mirando, tanto literal como metafóricamente. La cámara del cajero automático puede grabar un robo pero no tiene intención de prevenirlo o de alertar a la policía mientras está ocurriendo. Las cámaras de circuitos cerrados en el aeropuerto de Boston grabaron a Mohammed Atta abordando su vuelo el 11 de Septiembre de 2001, pero, aunque era un conocido sospechoso de terrorismo y estaba en las listas de vigilados del FBI, se le permitió volar y liderar el desastre del World Trade Center. En los Estados Unidos, con una población carcelaria cada vez más grande, estimada ahora en dos millones de personas, no existen expectativas de que la prisión reforme o discipline a sus internos, tan sólo el deseo de castigarlos, encarnado en el “tres golpes y estás fuera” de la ley. El sujeto visual se encuentra constantemente bajo vigilancia, pero nadie está mirando en el centro invisible del panóptico. Más que sentirnos liberados, nos sentimos perdidos. Por sujeto visual me refiero a una persona que se constituye al mismo tiempo como agente de la visión (sin importar su capacidad biológica de ver) y como efecto de una serie de categorías de subjetividad visual. El sujeto visual precede a la representación como sustento de posibilidad, su agente y su objeto. El sujeto visual es el que anima la visualidad. Durante el período moderno, la sociedad disciplinaria predicaba un sujeto visual doble. Ese sujeto que agrega a la definición moderna de Descartes del ser –“pienso, por lo tanto existo”- un nuevo mantra de la subjetividad visual: “Soy visto y veo que soy visto”. Este sentido de ser un sujeto de la vigilancia ha generado un rango muy amplio de formas de resistencia que fueron, sin embargo, como dijera Foucault, predichas por las operaciones del poder. Para dar un ejemplo, el ciego se convirtió en el objeto de la preocupación del estado al comienzo de la era del panóptico, lo que llevó al establecimiento de instituciones estatales para ciegos y a la invención de Luis Braille de un lenguaje táctil en 1826, desde el Instituto de París para el Ciego. El panopticismo transformó al ciego en un objetivo “natural” de preocupación social y estatal, precisamente porque ver y ser visto era la preocupación del estado-nación disciplinario. Si en esta instancia y en cierto sentido el panopticismo se estaba fortaleciendo, estaba en muchos más controlando o reprimiendo, especialmente en la cuestión de la “raza”, la red visual en la que una persona es designada como diferente de otra debido a sus características físicas o heredadas. En el comienzo del siglo XX, W.E.B. Dubois distinguía lo que llamó “la línea de color”, una división arbitraria de la gente en tipos raciales que tomaba al estatus como hecho social (Dubois, 1903). En una animación temprana de Vitagraph de 1901, Jim Blackton representaba la línea de color en su cartoon “Cohen and Coon”. Derivado de su acto de vaudeville de pizarrón, mostraba el nombre Cohen convirtiéndose en Coon a través de estereotipos raciales. Los judíos y los afro-americanos eran lo mismo porque estaban del mismo lado de la línea de color, no por un parecido simplista. Era tan poderosa esta manera de ver que Ralph Ellison anunciaba a un Estados Unidos segregado en 1952, que el afro-americano era un “hombre invisible”. La línea de color se había vuelto impermeable. El panopticismo, por lo tanto, era una forma deseable de mirar en la que negarse a ver ciertos objetos o gente era constitutivo de su éxito como percepción de uno mismo o de los otros. Esta doble sensación de ver y ser visto fue retrabajada en un contexto psicoanalítico por Jacques Lacan. En su famosa fórmula de la observación como un proceso en el que “me veo a mí mismo mirándome a mí mismo”, Lacan internalizó el proceso de vigilancia bajo la orden de un sentido de la vergüenza. Esta vergüenza disciplinaba la mirada. Lacan convirtió a la vigilancia en autovigilancia, haciendo de cada sujeto visual el lugar para un drama panóptico de identidad. Sin embargo, en la era de la vigilancia indiferente, este sentido de ser visto ya no puede ser corroborado. En 1982, el año de publicación del libro de Barhtes sobre fotografía, dos eventos marcaron un nuevo momento. Primero, Lucasfilms proclamó en una conferencia de prensa que “la fotografía yo no constituía evidencia de nada”, a lo que siguió con sus exitosos esfuerzos de manipulación digital de la imagen fotográfica. Aunque muchos dudarían en tomar a Lucasfilms como una autoridad, es cierto, sin embargo que la fotografía ha sido desplazada como paradigma de la verdad histórica. En el juicio de homicidio de O.J.Simpson, una fotografía del astro del fútbol americano llevando los poco comunes zapatos Bruno Magli que se sabía que habían sido usados por el asesino, fue fácilmente dispuesta por los abogados de la defensa como imagen falsificada. Incluso cuando se suministraron cerca de treinta imágenes, hubo base suficiente para la existencia de “dudas razonables” en las mentes del jurado que le quitó a Simpson los cargos criminales. Más recientemente, a la luz del 11 de Septiembre, el gobierno de los Estados Unidos distribuyó un video de Osama bin Laden discutiendo los ataques, que fue desechado en el mundo árabe y musulmán por fraude. Mientras que cada día se continúa aceptando a las fotografías como hacedoras de experiencia, en muchos otros casos son sujeto de cuestionamientos. Una fotografía de pasaporte autenticada por el estado, por ejemplo, tiene menos posibilidades que antes de ser aceptada sin cuestionamientos, especialmente si el país que emite el pasaporte está desplazado del corazón del mundo “occidental”. Sin embargo, si bien la fotografía ha asesinado a la pintura, los medios digitales no han tomado todavía la medida de lo real. Por su propia naturaleza, los medios digitales pueden ser cambiados y alterados para suplir las necesidades y deseos del momento. En 1982, el filme Bladerunner, dirigido por Ridley Scott, anticipaba y marcaba ese momento. En este ahora filme clásico, las apariencias son siempre decepcionantes, ver raramente es creer y la memoria no es algo confiable. Los humanos artificiales llamados replicantes que son el centro del film no están, en algunos casos, al tanto de que no son humanos. Tienen implantados recuerdos digitales que son “autenticados” por un tiro de cámara, fotografías vernáculas del tipo precisamente en que la gente confía hoy en día. Aún así, el proyecto es falso por entero, con la versión del filme cortada por el director que incluso sugiere que el Bladerunner (el cazador de replicantes) puesto en el centro de la acción, es también él mismo un replicante. Mientras más y más gente alrededor del mundo tiene acceso a la simple manipulación de la información y de la imagen gracias a la tecnología digital, la manipulación de la imagen se ha vuelto parte de la vida cotidiana. La película manifiesto de Dogma 95, originado en Dinamarca por el director Lars von Trier, repudiaba todas las formas de efectos especiales. Precisamente a ese cambio que parecía tan radical hace sólo veinte años le debe su sentido de vitalidad y de desafío al establishment. En un sentido, la imagen virtual nunca muere porque siempre puede ser reconfigurada. Una pintura al óleo es, en ciertos casos, un objeto orgánico que necesita guardarse a ciertas temperaturas y con niveles apropiados de humedad para sobrevivir. La fotografía es química inorgánica, muerta pero capaz de ser reproducida una y otra vez. Siempre que haya electricidad disponible, la imagen virtual puede ser alterada en formas indetectables. Pero no está menos encantada por no estar muerta. La “casa encantada” del panopticismo que Freud llamara uncanny [sobrenatural] (famosamente diseccionada por Anthony Vidler en su clásico The Architectural Uncanny) ha mutado a una serie de locaciones encantadas virtuales y cinemáticas. No es la existencia del fantasma sino la del sujeto visual lo que está en riesgo en este encanto global: ¿puedo estar seguro de que existo si nadie me está mirando? Este nuevo momento restaura el presente a la imagen con la forma de virtualidad, un volver eterno que nunca se detiene. Ahora es posible volver a sentir el aire fresco de la historia de Walter Benjamin soplando a través de un campo visual, aunque es un viento peligroso. Observado por el crítico cultural australiano John Docker, una explicación del 11 de Septiembre llegó en la forma de un eslogan citado por un simpatizante de al-Qaida: “Recuerden Andalucía”. Eso es lo mismo que decir: recuerden la expulsión de los musulmanes y de los judíos de España en 1492, contemporáneo al encuentro de Europa con América, que Docker ha llamado un “desastre histórico mundial”. Como los vientos históricos comienzan a soplar con determinación, tintinean y golpetean las casas encantadas de la aldea global. Dentro de ellas observamos nuestras pantallas y nos preguntamos si somos efectos digitales, para el divertimento de los muertos.
9. http://www.zip.com.au/~athornto/thesis3.htm Ver artículo completo y comentarios en dirección copiada arriba Control Panopticon school A significant issue is presented by the Internet's potential as a tool for surveillance, control and disinformation, areas that attracts increasing interest and paranoia as the Internet grows in importance. Paul Wallich comments that the information superhighway is more like a "19th-century railroad that passes through the badlands of the Old West", whose travellers are "easy marks for sharpers". He points out that most things on the Internet are based on trust (Wallich, 1995: 186). For example, emails can be read by others than their intended recipients; email and other communications can be forged tracelessly, so that an impersonator can slander or solicit criminal acts in someone else's name; they can pretend to be a trusted friend to get information; emails can be coded so that the recipient's computer will allow access to its files. Michel Foucault, in Discipline and Punish, said: "Just as the ability to read and write and freely communicate gives power to citizens that protects them from the powers of the state, the ability to surveil, to invade the citizens' privacy, gives the state the power to confuse, coerce and control citizens. Uneducated populations cannot rule themselves, but tyrannies can control even educated populations, given sophisticated means of surveillance" (Foucault, 1979: 290). The fear is that government controls will diminish the ability of the Internet to support democracy effectively. 10. http://www.fundacion.telefonica.com/at/sundaram.html RAVI SUNDARAM es miembro del Centro para el Estudio de los Paises en Desarrollo, en Delhi, India (CSDS). Areas de interés: futuros alternativos, estudios de cultura transnacional. Sus publicaciones se dirigen a temas como la tempralidad, nacionalismo y modernidad. Su próximo libro es "Time, Modernity and the Modern World-System, Cultural Responses in India and Germany" (Nueva York y Nueva Delhi, 1996). Antes de unirse al CSDS estuve en el Departamento de Sociología de la Universidad de Binghamton, en Nueva York, EEUU. "Tras el Panóptico Nacionalista: La experiencia de las ciberrepúblicas en la India" Esta ponencia examina la aparición de múltiples públicos que se superponen. Nuestra intención al realizar dicho examen es re-pensar nociones de velocidad (Virilio), marginalidad y cibertiempo desde la experiencia de una sociedad del Tercer Mundo. El ciberespacio sólo ha aparecido de un modo significativo en el discurso público de la India hace poco tiempo y ha sido incorporado al cambiante imaginario nacional(ista). El imaginario tecnológico del nacionalismo indio en el período post-colonial se derivó esencialmente del desarrollo centrado en el Estado-Panóptico, la sociedad considerada como una tabula rasa. La cibercultura presentó un problema para el modelo del Panóptico y el resultado han sido tres ciberrepúblicas diferentes: la del estado, la de la élite transnacional y la de los movimientos activistas. El estado sigue monopolizando la conexión internacional: el control sobre una "frontera" imaginaria sigue siendo importante para el discurso nacionalista centrado en el estado. La ciberrepública del estado es un intento de establecer un ciber-Panóptico. El imaginario aquí sería el de una nueva virtualidad con cada distrito y cada centro de poder enganchados a centros nacionales. Este siempre fue el gran sueño modernista del nacionalismo de la India: pero sin embargo nosotros consideramos que la ciberrepública del estado ya está distanciándose de los antiguos modelos tipo Panóptico. La segunda ciberrepública es la de la élite transnacional. Aquí el ciberespacio está unido al imaginario del consumo y al acceso acelerado a occidente. La idea de tiempo "simultáneo" es central en este caso, lo que supone una considerable diferencia respecto a las viejas distinciones nacionalistas. La auto-representación de esta ciberrepública consiste en presentar la virtualidad como una importante solución al subdesarrollo. La tercera ciberrepública es la de activistas y miembros de nuevos movimientos sociales. Esta ciberrepública, que crece a gran velocidad, incluye a los ecologistas, grupos defensores de los derechos de la mujer y de los derechos del trabajador. La importancia de este público reside en que en la India estos movimientos eran mayoritariamente hostiles a la tecnología occidental, que veían como sustentadora del proyecto Panopticista del nacionalismo. La cibercultura es la primera irrupción importante de la tecnocultura entre estos movimientos. Nosotros argumentamos que las nuevas ciberrepúblicas dan lugar a importantes modificaciones del viejo imaginario nacionalista. Al surgir en la periferia de la economía mundial, la experiencia de las ciberrepúblicas indias nos permite además reflexionar sobre nociones de cibermarginalidad. Las discusiones sobre ciberdiscurso global han sido por lo general bastante hagiográficas, dejando de lado las experiencias de las ciber-comunidades en el Tercer Mundo. Nosotros consideramos que el análisis de la experiencia india daría una major complejidad a los debates sobre "Terceros Mundos" digitales. ENLACES: @ RAVI SUNDARAM búsqueda en el web @ Versión en inglés de la ponencia de Ravi SUNDARAM @ Una entrevista con Ravi SUNDARAM por Geert LOVINK (versión en inglés)
12. http://www.universes-in-universe.de/columna/col66/ Ver artículo completo. La Universidad de Los Andes publicó el libro Papaver Somniferum, que reúne el trabajo reciente del artista Juan Fernando Herrán. Este texto reflexiona sobre la retórica de la vigilancia en el trabajo de Juan Fernando Herrán. J. Roca. José Roca: El Panóptico observado: notas sobre la obra de Juan Fernando Herrán [1] En 1785 el filósofo y reformador social Jeremy Bentham desarrolló el modelo del Panóptico, un edificio circular cuyo diseño permitía el control, desde un núcleo central, de una serie de celdas localizadas de forma radial en el perímetro. De acuerdo con Michel Foucault, el logro principal de Bentham fue el haber concebido "una máquina para disociar la dupla ver/ser visto" [2]. El poder de este modelo consistía en la relación asimétrica entre quien mira y quien es mirado, entre la certeza de ser visto y la incertidumbre de cuando. El esquema de Bentham podía ser aplicado a una multitud de usos: en la lista figuraban prisiones, reformatorios y manicomios, pero también fábricas y escuelas, es decir que el modelo no era concebido como una forma de racionalizar el castigo sino que era aplicable a cualquier programa en el cual se quisieran maximizar las posibilidades de control de un determinado grupo humano [3]. Bentham no solo conceptualizó el modelo desde el punto de vista organizacional, sus beneficios y sus posibles aplicaciones, sino que también produjo un diseño detallado de su disposición formal. Puede afirmarse que su legado no está en la aplicación directa de sus principios -y menos aún en términos de tipologías arquitectónicas. Su alcance llega más lejos, y puede situarse en la conciencia contemporánea de la presencia del Estado a través de los sistemas de vigilancia que forman parte de la vida cotidiana: desde modelos "pasivos" de Benthamismo (la manipulación de la información en los medios escritos y audiovisuales) a instancias activas como la vigilancia pública y privada, las imágenes de satélite, los radares, las cámaras de video, el análisis de la información personal y el monitoreo electrónico de las transacciones y movimientos en las sociedades urbanas. El desarrollo de las tecnologías de captura de imágenes en tiempo real permitió, hacia el final del siglo XX, ejercer un control total del espacio público, control apenas intuído medio siglo antes por Orwell y que logra una extensión hacia el espacio privado a través del internet [4]. Las relaciones de poder entre el individuo y el Estado son la instancia primaria en la cual se ejerce este intercambio asimétrico de información, pero a un nivel más amplio, las relaciones transnacionales de poder se rigen por estructuras similares. Es interesante constatar cómo hay una simetría entre el modelo arquitectónico de Bentham -con su centro omnisciente y sus periferias observadas y subalternas- y las organizaciones contemporáneas de poder. En el actual contexto geopolítico, las discusiones sobre centro y periferia dejan de ser abstractas y se refieren claramente a hegemonías políticas y económicas, y a relaciones entre territorios y economías precisas. Llegué a página 5 referencia número 46 del listado de 10 páginas de resultados 13. http://es.geocities.com/paginatransversal/pensamiento/panopticodeherte.html 14.
EL POSTPANOTISMO
https://resonancias.uchile.cl/index.php/RSN/article/view/52497
https://resonancias.uchile.cl/index.php/RSN/article/view/52497
LA PENA-EL PENSAMIENTO PENALhttps://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2018/08/doctrina46884.pdf
BANÓPTICO
- El Banopticon (a veces escrito como Ban-opticon ) es un término acuñado por el académico de la Escuela de París Didier Bigo que se utiliza dentro de un enfoque de sociología política internacional para los estudios de seguridad para describir una situación en la que se utilizan tecnologías de creación de perfiles para determinar a quién poner bajo vigilancia. [1] El término, que es un acrónimo que consiste en prohibición y panóptico , toma su nombre de la noción de panóptico de Michel Foucault utilizada en Vigilar y castigar y la noción de prohibición de las relaciones internacionales [2]para describir una situación en la que se utiliza la observación como herramienta disciplinaria, es decir, mediante la creación de perfiles de personas y el uso de bases de datos para determinar si se debe o no otorgar a una persona el derecho a circular libremente. [3] Según Bigo, se dice que el banóptico contribuyó a la securitización de la migración en Europa.