Pascual Albanese


Un interesante trabajo realizado en 65 países por el Pew Research Center, un centro de estudios de Washington, titulado El futuro de las religiones del mundo: proyecciones del crecimiento poblacional 2010-2050, vaticina que para mediados de este siglo esa religiosidad será mayor que en la actualidad, con un notable incremento de la población musulmana y una incógnita sobre lo que sucederá en China, convertida en el mayor “mercado de almas” del planeta.

El relevamiento consigna que el 63 % de la población mundial se considera religiosa. El porcentaje más elevado se concentra en África y Medio Oriente, aunque la nación más religiosa es Tailandia, donde se asume como tal el 94 % de su población, mientras que en el extremo opuesto está China, donde el 61 % se considera ateo.

Ese porcentaje de la población mundial que se autodefine como religioso presenta variantes. Entre los menores de 34 años, ese promedio del 63 % aumenta al 66 % y en la franja de menores ingresos y menor nivel educativo trepa al 80 %. A la inversa, la religiosidad desciende entre los sectores con mayores niveles de ingresos. Los valores religiosos están más arraigados entre los más jóvenes y los más pobres.

Una encuesta realizada en Cuba por una firma privada estadounidense arrojó que el 97% de la población considera beneficiosa la normalización de relaciones. Se trata de uno de los niveles de consenso más elevados que puede alcanzar un acontecimiento político en el mundo de hoy. Pero la muestra reveló otros resultados sorprendentes. Después de 56 años de “¡Cuba sí , yanquis no!”, Obama tiene una imagen positiva del 80% contra el 47% (y 48% negativa) de Raúl Castro y el 44% (y 50% negativa) de su hermano Fidel. Extraña paradoja: Obama tiene más popularidad en Cuba que en Estados Unidos.