Relevamiento Servicios Personas Mayores 2 de mayo 2023
- Estudio UCA
- A partir de las estimaciones formuladas por el estudio World Jewish Population (Della
Pergola, 2019), se asumió que la población judía en la Argentina estaría conformada por alrededor de 250.000 personas, que residiría en al menos 88.490 hogares. Este criterio se apoyó en las estimaciones del Observatorio de la Deuda Social Argentina Universidad Católica Argentina (P.16)
- Según el mencionado estudio, los hogares de los centros urbanos que concentran mayor población judía en la Argentina están en: Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Conurbano Bonaerense, Córdoba, Rosario, Tucumán y Mar del Plata.
- el Área Metropolitana de Buenos Aires concentra al 80% de los hogares y
al 82% de la población, mientras que el resto de las áreas urbanas del país reúne al 20% de los hogares, con el 18% de la población. En este marco, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sería el área urbana con mayor concentración absoluta y relativa de población que reconoce un progenitor judío (44% de los hogares y de la población). Según esto, el AMBA en su conjunto reuniría en términos absolutos a 205.000 personas de origen judío, con algo más de 70.000 hogares; dentro de la cual, la CABA concentraría aproximadamente 110.000 personas, en más de 39.000 hogares.
- En segundo lugar, el análisis de la estructura demográfica de la comunidad judía argentina permite dar cuenta
de signos de envejecimiento poblacional.
- anticipando un proceso de decreciente proporción de población en edad de trabajar, junto a un
aumento relativo inverso de la población de personas con edades mayores, potencialmente inactivas y en situación de dependencia. El envejecimiento poblacional conlleva mayores vulnerabilidades para la población judía, ya que, como se mostrará más adelante, las clases más bajas tienen una mayor participación de personas mayores que las clases más altas, convirtiéndolas, aún más, en poblaciones fuertemente demandantes de asistencia social.
- Los hogares de personas mayores, en su mayoría jubiladas, centran las estrategias en la combinación de los
ingresos provenientes de la jubilación mínima y de ingresos o ayudas no laborales de familiares, de la asistencia pública o de organizaciones de la comunidad. Esto coexiste con estados anímicos marcados por la incertidumbre, donde la sensación de no llegar a fin de mes y solicitar ayuda a los familiares es vivenciada como un peso. Los hijos, parientes o las instituciones de la comunidad, son instancias eventuales o potenciales para el pedido y recepción de asistencia.P,12
- A diferencia del promedio del total urbano de la Argentina, la comunidad judía presenta una pirámide poblacional más adulta y envejecida, y concentra, a su vez, una mayor participación de clases medias profesionales y tradicionales, lo que sesga la estructura socioeconómica hacia arriba. Además, junto con la segmentación por ciclo vital, se observa que la distribución conjunta de hogares arroja como resultado una fuerte
concentración de la población judía en hogares con niños en edad escolar y con hijos mayores de clase media tradicional y de clase baja integrada.
- En líneas generales, la población judía argentina registra un menor nivel de vulnerabilidad social que el total
urbano de Argentina. La tasa de pobreza del promedio del período 2017-2021, alcanza al 13,7% de los hogares de la comunidad judía argentina, mientras que llega al 29,4% en el total urbano del país
- Metodología: Las dimensiones relevadas constituyen un acercamiento a las características socioeconómicas de los segmentos de la población judía, los modos de
vinculación con los servicios sociales comunitarios, las expectativas a futuro y las perspectivas de migración de las personas de la comunidad. El análisis adopta una perspectiva comparativa, a partir de la cual se reconstruyen los ejes de análisis desde las miradas, complementarias, de referentes institucionales y familias. Este abordaje en espejo, permite conocer puntos de encuentro, consensos, aspectos comunes y también visibilizar problemáticas particulares y específicas.
- Participación. En los casos en los cuales, actualmente, no se evidencia vinculación con instituciones religiosas y/o socio-deportivas de la comunidad, se asocian diversos motivos: matrimonios mixtos, circunstancia que obstaculiza la
participación, el desinterés o falta de motivación por participar de determinados espacios, la distancia respecto de sus lugares de residencia, entre otros. (p.58)
- Los hogares compuestos por personas mayores han visto reducida su calidad de vida, ya que si bien
no han visto un descenso marcado de sus ingresos (dada la compensación que trata de mantenerse en las jubilaciones), los montos mínimos determinan que las personas mayores se apoyen en la ayuda familiar y comunitaria.
- Si bien existe conocimiento de las acciones/iniciativas llevadas a cabo por la red, se observan
dificultades para participar entre quienes no residen cerca de los espacios donde se tienden a centralizar la mayoría de las ofertas y oportunidades brindadas por las instituciones religiosas, recreativas y de ayuda social. A partir de lo cual, sería relevante considerar iniciativas que consideren las características y el mapa institucional de los territorios locales para fortalecer la llegada de estos sectores.
- La distancia geográfica con las sedes de las organizaciones, la baja identificación con la práctica
religiosa y con la práctica institucional activa, así como las percepciones negativas respecto a volver a solicitar ayuda por haber recibido prestaciones sociales en el pasado, son factores que pueden incidir en la débil participación y en la negativa a solicitar prestaciones sociales. Identificamos que estos aspectos simbólicos y subjetivos se presentan en los distintos sectores socioeconómicos. • Es valioso que las instituciones de la comunidad continúen trabajando para disminuir las “brechas” de participación a partir de acciones de sensibilización, transmisión y socialización de las diversas intervenciones. Puede ser un camino para seguir profundizando.(p.68)
- En base a los resultados observados, la política asistencial debe estar racionalmente coordinada
con la coyuntura económica y focalizada en las subpoblaciones más necesitadas. Es recomendable expandir la asistencia social durante contextos adversos económicamente, fundamentalmente focalizando en los sectores de clases bajas marginales e integradas, que cuentan con menores recursos para poder hacer frente a la situación. Las clases más altas resultan ser casi insensibles ante las caídas en la economía. (p.79)