- Rodolfo Terragno
https://www.clarin.com/opinion/defensa-inteligencia-artificial_0_JMGDjO3gLd.html
- Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo (si no el que más) firmó semanas atrás, junto con unas 1.000 personalidades, una “carta abierta” para demandar que se ponga freno al desarrollo de la inteligencia artificial (IA). El documento dice que hay una “carrera fuera de control” para crear “mentes digitales”, lo cual acarrea “profundos riesgos para la humanidad”.
- Es curioso que Musk haya llegado a esa conclusión después de haber hecho su fortuna (196.500 millones de dólares) sobre la base de la inteligencia artificial. Sin ella habría sido imposible alcanzar estos logros;
SPACE X tiene 3.271 satélites en órbita, ni habría llevado astronautas a la Estación Espacial Internacional.
TESLA, líder absoluto en la fabricación de autos eléctricos, necesita la IA para su proyecto de fabricar un robot-chofer.
NEURALINK trabaja en una interfaz que conecte al cerebro humano con una computadora, experimento ya probado con éxito en un cerdo.
HYPERLOO está dedicada a crear un “tren” que alcanzará una velocidad de 1.200 kilómetros por hora.
OpenAI (de la cual Musk se desvinculó en 2018) ha creado el ya famoso ChatGPT, un “chatbot”, que mantiene conversaciones con humanos. Según la revista Time, es “el más poderoso sistema de inteligencia artificial jamás creado”. Es esta creación de OpenAI la que ha provocado los reacción de Musk y los 1.000 firmantes de la “carta abierta” X.AL es la empresa que ha fundado el propio Musk para competir con OpenAI. Se apresta a lanzar su propio “chatbot”, que se denominará TruthGPT.
Todo invento puede servir al bien o al mal.
Los aviones, que transportan diariamente seis millones de personas en el mundo, son usados (en Ucrania como en todas las guerras contemporáneas) para destruir ciudades y sembrar muertes.
La fisión del átomo le proporcionó a la medicina instrumentos, impensables como las gammagrafías y el PET, para obtener diagnósticos harto precisos; o la radioterapia y los radiofármacos, para curar enfermedades antes incurables.
Pero también sirvió para que la inteligencia (o la perversidad) humana matase 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki.
Es cierto que la IA podría igualar y aun superar esa capacidad de destruir ciudades y extinguir vidas. Pero para analizar las capacidades y los límites de la IA es necesario tener en cuenta lo siguiente.
1. No hay modo de detener el desarrollo tecnológico. Las regulaciones legales tendrán efectos mínimos y serán, en definitiva. inoperantes.
2. Las consecuencias nocivas de la IA sólo podrán neutralizarse con más IA. La inteligencia humana se valdrá de la propia IA para crear sistemas capaces de detectar, modificar o suprimir esos efectos.
3. La inteligencia artificial fue creada por la inteligencia humana. Es ilógico pensar que, a partir de ahora, la artificial seguirá creciendo y la humana permanecerá estancada.
4. El temor a la IA es similar al que diversos avances tecnológicos —que finalmente mejoraron la vida— provocaron inicialmente en el pasado.
5. Durante la Revolución Industrial se usaron hachas, mazas y martillos para destruir máquinas a vapor y telares. Se temía que que la mecánica condujera a la sustitución del hombre por la máquina.
6. En el siglo 20 se multiplicaron los temores: la robótica, la automatización, las calculadoras, el cine, la radio, la televisión, la biotecnología, Internet … se consideraron (y hay aún quienes consideran) elementos que, por ir sustituyendo funciones humanas, terminará sometiendo la humanidad al monstruo que creó ella misma.
Todos esos temidos avances se convirtieron en asistentes, no en sustitutos, de los humanos. Hoy el mundo se sirve sin cesar de aplicaciones que dependen de la IA. Sin IA no habría smartphones, ni Google, ni Word, ni e-mails, ni WhatsApp, ni YouTube, ni Facebook, ni Instagram, ni Tik Tok, ni Amazon, ni GPS, ni traductores simultáneos, ni Siri, ni Alexa… Nadie siente que esas aplicaciones sean etapas de una destrucción progresiva de la inteligencia humana.
Bill Gates, que algo sabe de cibernética (fue él quien, a través de Microsoft, permitió el acceso masivo a Internet) y es respetado por su capacidad de prospectiva (predijo la pandemia del coronavirus cinco años antes) sabe que los humanos no seremos impotentes ante IA. Conviene repasar sus convicciones.
Sobre la calidad de vida: “Esta nueva tecnología puede ayudar a las personas a mejorar sus condiciones de vida, cualquiera sea el lugar del mundo donde vivan o cuánto dinero tengan”.
Sobre lo que otros temen: “La IA permitirá crear máquinas capaces de razonar, aprender y resolver problemas. Esto acelerará iniciativas, proyectos y políticas. Las máquinas harán todo lo que podríamos hacer los humanos, pero sin límites de memoria o de velocidad.
Sobre la inequidad y el rol del Estado: “Las fuerzas del mercado no producirán bienes y servicios de IA que ayuden a los más pobres. Con financiamiento confiable y las políticas correctas, los gobiernos y la filantropía pueden garantizar que las IA se utilicen para reducir la inequidad”.
Sobre la función social de la IA : “La IA puede reducir algunas de las peores desigualdades del mundo. A nivel mundial, la peor inequidad está en la salud. Un ejemplo son los 5 millones de niños menores de 5 años que mueren cada año. Casi todos estos niños nacieron en países pobres y mueren por causas prevenibles como diarrea o malaria.
Sobre la tecnología por venir: “Solo estamos al comienzo de lo que la IA puede lograr. Cualesquiera que sean las limitaciones que la IA tenga hoy, desaparecerán antes de que nos demos cuenta”.
Despotricar contra la IA, sin prepararse para neutralizar sus peligros, podría ser una profecía autocumplida. El temor vuelve pasivo al que teme. Lo paraliza.
Rodolfo Terragno es político, diplomático y periodista.
- Rodolfo Terragno
- 10.11.2024
https://www.analisisdigital.com.ar/opinion/2024/11/10/el-riesgo-de-las-democracias-fingidas
- Las necesidades y los anhelos de los gobernados no tienen fin. Los recursos de los gobernantes tienen límites. En las democracias, donde la gente elige a quienes los gobiernan, esa dicotomía puede llevar a la decepción, al descreimiento y al rencor colectivo.
- La mayoría cae en una obsesión compulsiva y termina buscando líderes capaces de hacerla poderosa. Sus odios se extienden y hacen renegar de la democracia plena: el sistema que ha hecho verdaderamente poderosas a las potencias de Occidente.
Las redes sociales potencian y multiplican esos sentimientos. Lo hacen extremando las críticas y aun difundiendo falsas noticias (las FakeNews).
- Los oficialismos han perdido las últimas elecciones en Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España. A veces, ni los buenos índices económicos disipan la desilusión. España tiene una inflación de 1,8% anual, un PIB per cápita de 52.779 dólares (más que Japón) y en 2023 creció 2,7% (más que Alemania, el Reino Unido, Francia o Italia). En la visión de muchos españoles, sin embargo esas cifras macroeconómicas enmascaran la inequidad en el reparto de la riqueza.
- El descontento puede tener su origen en hechos de los cuales los gobernantes están lejos de ser responsables. El Covid -una enfermedad desconocida por la ciencia y masivamente letal- obligó a los gobiernos a improvisar medidas contra el contagio, crear servicios y gastar lo que no tenían. La prioridad era prevenir muertes y eso llevó a establecer confinamientos. Entre las críticas post-pandemia, en todas partes se ha dicho que las cuarentenas eran maniobras autoritarias y mutilaban derechos humanos.
- Lluvias torrenciales, desborde de ríos y vientos huracanados acaban de provocar, en la región valenciana de España, inundaciones que convirtieron casas en escombros, revolearon y apilaron autos, dejaron familias absolutamente sin nada y más de dos centenares de cadáveres.
- Pese a la fuerte polarización que existe en España —a punto de que la oposición pide la renuncia de Pedro Sánchez— el gobierno nacional (socialista) y el regional (conservador) se unieron desde el primer momento para afrontar la catástrofe, que afectó a 79 municipios. En la región actúan 17.000 militares, guardias civiles y policías nacionales, con camiones, excavadoras y maquinaria pesada, y el gobierno nacional ha destinado 10.600 millones de euros a ayudas sociales.
- Sin embargo, una damnificada dijo a la BBC -expresando un sentimiento generalizado entre muchas víctimas- que los gobiernos “no están haciendo nada”. Y la semana pasada, en uno de los pueblos siniestrados, al grito de “¡Asesinos!” arrojaron barro al rey y la reina, así como a los presidentes nacional y regional, que habían ido a expresar solidaridad con las víctimas.
- El descreimiento en los gobernantes democráticos, algunas veces oculta una porción de responsabilidad colectiva. Hace unos años el dibujante catalán Perich le hizo decir a un personaje: “Los políticos no lo haremos muy bien… pero los que nos votan tampoco son una maravilla”.
- A menudo, el voto de hastío se vuelve un castigo a los gobiernos previos y unge a un representante de la anti-política. Ocurrió esta semana (otra vez) con Donald Trump. Los Estados Unidos, que se consideraban invulnerables, han soportado este siglo varios desafíos a su seguridad y a su economía:
- En 2001 padecieron el dramático ataque terrorista que borró del mapa las majestuosas Torres Gemelas de Nueva York.
- Continuos flujos de inmigrantes ilegales, provenientes de América latina, ya suman diez millones y medio de habitantes indocumentados.
- El mercado ha sido invadido por productos chinos y europeos.
- Trump apareció como un nacionalista decidido a proteger al país (“America first”), evitando protagonizar conflictos internacionales, levantando muros para detener el alud de inmigrantes ilegales, y poniendo aranceles para frenar las importaciones y proteger a las industrias norteamericanas.
- A sus votantes no les importó (ni antes ni ahora) que tuviera deudas con la justicia, que trasmitiera odios, que incurriera en exabruptos, que reiterara acusaciones inciertas o que cayera en contradicciones. Al contrario, todo eso es, para sus partidarios, motivo de admiración: ven a un Trump patriota, convencido, auténtico, sincero, honesto, decidido, valiente: la contracara de los políticos tradicionales, a quienes atribuyen hipocresía, egoísmo, tibieza intereses espurios.
- La imagen de Trump es la de un hombre convencido y arrollador. Y en política se hace cierto que “una imagen vale más que mil palabras”. En el debate con el actual presidente —si se lee una transcripción de lo que dijo cada uno— se torna evidente que ganó Joe Biden. Pero se lo dio unánimemente perdedor por su apariencia somnolienta y falta total de energía, frente a un Trump que lucía alerta e impetuoso.
- Durante el primer mandato de Trump, el Congreso puso límites a muchas de sus intenciones y finalmente le hizo perder el poder. Sin ese límite, podrá ahora presidir una autocracia electa y —pese a no quererlo—demostrar que la sustitución de la democracia representativa hace más mal que bien.
- Las ideas y decisiones de una sola persona, rodeada de acólitos, carecen de las virtudes del pluralismo; porque las sociedades son un enjambre de intereses y es la conciliación de intereses la rueda que las mueve.
- Los dictadores netos legislan, discriminan, ignoran el disenso, reprimen y se perpetúan. Hay fuerzas políticas que -dejando de lado la represión y la perpetuidad- postulan gobiernos que emulen facultades dictatoriales.
- Si los gobernantes electos legislan, inducen divisiones sociales y evitan los consensos, hay sólo una ficción democrática.
- Casi la mitad de los norteamericanos teme estar en las vísperas de una democracia fingida.
- (*) Rodolfo Terragno es político, diplomático y periodista. Esta columna de Opinión fue publicada originalmente en el diario Clarín.
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