Santiago Kovadloff

inscripto? Repito: no se trata de renunciar a los fecundos abordajes clínicos con que ya contamos ni a aquéllos con los que, eventualmente, podríamos llegar a contar. Se trata, en cambio, de operar con ellos en un marco de comprensión filosófica más amplio. Dentro de un horizonte imaginativo más rico que el ofrecido por las políticas que reducen lo posible a lo paliativo. Se trata de aliviar el dolor a fin de vivir y no de vivir a fin de aliviar el dolor. Este paso innovador solicita que nos abramos al estatuto metafísico de la vejez.

en lo que nos ocurre.

hacerlo, en cambio, si dejamos de entenderlo como duración para empezar a reconocerlo como intensidad.

saberse sujeto ¿Es que acaso no advertimos que nos deshumanizamos y deshumanizamos la vejez al convertir al anciano en mero objeto de cuidados y a nosotros en “expertos” en problemas de ancianidad? La formación, la capacitación del viejo, su derecho a aprender y crecer hacia una mejor comprensión de su experiencia propia, nada pueden importar donde tanto se teme el paso del tiempo y lo que el desconsuelo del anciano tiene de justificado ante lo irremediable. A lo sumo, nos consagramos a entretenerlo y a hacer lo posible para que olvide lo que de veras le sucede. No se lo quiere como protagonista de su vida. Por lo demás ni sus vivencias ni sus ideas, en el caso de que pudiera y supiera comunicarlas, cuentan ya con la posibilidad de incidir de algún modo sobre la orientación del saber circulante. Huérfano de toda significación positiva, el viejo tiene hoy función residual. COMENTARIOS


Como si fuera poco, los adultos los perciben inevitablemente demasiado cerca de la muerte, y los jóvenes los ven como su antítesis ontológica. Aunque el libro sea del año 92, el anterior análisis de Víctor Alba seguirá siendo válido para el siglo XXI.

Los ancianos al poder o gerontocracia


Alba comienza el libro de Víctor Alba subrayando una «obviedad» que pocos se han atrevido a pensar críticamente: «se equipara juventud con lo deseable y vejez con lo indeseable. Ser joven es bueno y ser viejo es malo» (pag.11). Pero ¿Por qué ser viejo ha llegado a ser tan mal valorado?

¿Por qué ser viejo ha llegado a ser tan mal valorado? Victor Alba contesta, citando a Edgar Morin, que vivimos en la época de la «devaluación universal de la vejez» (pág. 168). Una era a favor del culto a la juventud. El sistema educativo del siglo XX (y aún en el siglo XXI) no preparó a los jóvenes ni siquiera para imaginar que tal vez llegarían a viejos, por el contrario, reforzó la esperanza e ilusión en la eterna juventud.

El sistema ha arrinconado al viejo, lo ha segregado, lo ha desplazado. En tanto trabajador lo ha separado de la producción y ha limitado su capacidad de consumo. No obstante, el capitalismo es salvaje y recursivo y en el siglo XXI está creando un nuevo y poderoso nicho de mercado en torno de las personas mayores. ¿Pero qué personas mayores están incluidas o excluidas del mercado del bienestar de la tercera edad?

En muchos casos el viejo o el anciano, obligado a jubilarse entra en una crisis de sentido cuando se «retira»: cuando por fin tiene tiempo libre, la jubilación, si la tiene, le otorga una remuneración económica mucho inferior de lo que, trabajando, le permitía pagar (consumir) los gastos de su vida cotidiana; además, cuando goza del tiempo para explorar la vida por fuera del trabajo asalariado, en muchos casos su salud no le permite sino estar en casa, en una residencia o un ancianato.

Como si fuera poco, los adultos los perciben inevitablemente demasiado cerca de la muerte, y los jóvenes los ven como su antítesis ontológica. Aunque el libro sea del año 92, el anterior análisis de Víctor Alba seguirá siendo válido para el siglo XXI.

los más jóvenes trabajan la tierra, los más viejos transmiten el conocimiento. Y así ha sido siempre

Cabe aclarar que la jubilación fue un triunfo de las reivindicaciones sindicalistas obreras en Europa a finales de siglo XIX. Por lo tanto la jubilación es un derecho. Pero ha tenido diversos usos y connotaciones. (Ver más sobre el origen de la jubilación)

El libro Historia social de la vejez es un aproximamiento «free style» al tema del envejecimiento, porque el autor no se encasilla en ninguna escuela académica, y contiene tantas notas y pensamientos interesantes que es muy difícil reseñarlo y estar satisfecho con la reseña. A continuación algunos de los temas más importantes en el libro y que a su vez lo ordenan:

Edad biológica y Edad Social Victor Alba afirma que el cerebro «crece» toda la vida, que su actividad puede sobrepasar el natural decaimiento del restos de los órganos, por lo cual, afirma, la vida está dividida en dos edades distintas: una en la que predomina el organismo y otra en la que predomina la actividad intelectual.

Es una buena forma de sugerir la división del trabajo en función de la edad: los más jóvenes trabajan la tierra, los más viejos transmiten el conocimiento. Y así ha sido siempre, sugiere el autor.

Consecuentemente Alba propone el concepto de «Edad Social«, con el cual valora el lugar del ser humano no solo por su edad biológica, sino en relación a sus funciones, trabajo, actividades y posición en la familia y la sociedad. La infravaloración de la vejez en la sociedad industrial es un punto que este autor critica fuertemente.

Portada del libro de Victor Alba sobre la historia de la vejez

Los ancianos al poder o gerontocracia B* El autor se pregunta en qué momentos y bajo cuáles modelos organizativos los ancianos han estado en el poder. Parece ser que cuando los ancianos fueron más escasos, menos comunes, fueron mejor valorados. En comunidades tradicionales, en las sociedades campesinas y en las religiones, el poder ha llegado a estar en manos de los ancianos (en los ancianos de la élite en muchos casos). El respeto por los antepasados en diversos pueblos africanos, por ejemplo los pueblos Bantú, ha favorecido la gerontocracia en algunas sociedades.

EnciclopediaRelacionalDinamica: SantiagoKovadloff (última edición 2022-10-23 10:11:37 efectuada por MercedesJones)