Slow Medicine


Tiempo: la toma de decisiones consciente y compartida mejorará cuando los médicos puedan dedicar tiempo a sus pacientes.

Atención individualizada y personalizada: el punto de vista del paciente debe ser el centro de la atención. Es decir, no hay que tratar enfermedades sino personas. Como decía William Osler: “Es mucho más importante saber qué tipo de paciente tiene una enfermedad que qué clase de enfermedad tiene un paciente”.

Autonomía y autogestión de la salud, en la que además se debe integrar el contexto social y familiar del paciente. Es decir, los aspectos comunitarios no se deben olvidar. A menudo, hay pacientes que se informan y quieren tomar decisiones sobre su propia salud. A veces esto entra en conflicto con los profesionales de la salud, que no siempre aceptan bien el cambio del rol de los pacientes. Por otro lado, si se va a intervenir en el estilo de vida, es fundamental explorar el contexto sociofamiliar y laboral.

Salud positiva, centrada en la resiliencia: el énfasis se debe poner sobre la salud, no sobre la enfermedad. Esto es fundamental para las medidas preventivas y de cambios en hábitos y estilo de vida. Lo ideal sería que el paciente no llegue ni a ser paciente y que necesite del médico lo menos posible. Hay muchísimos otros profesionales de la salud que son fundamentales en servir de guía para las personas para mantener la salud.

Prevención: es una gran olvidada en el modelo farmacocentrista de la medicina actual. La Slow Food, la comida sana, es la medicina básica para una vida saludable. Ya lo decía Hipócrates. Además, el ejercicio físico y el pensamiento positivo son aspectos fundamentales. Comentamos aquí un libro reciente de un autor español, Growth Mindset, de Eber Dosil, que puede ser muy útil para aplicar las enseñanzas de la mentalidad de crecimiento en el autocuidado de la salud. En definitiva, lo ideal sería ejercer actividades de prevención para evitar llegar a la enfermedad.

Calidad de vida: a veces no hacer nada es un arte y más difícil que hacer algo. No siempre hacer más intervenciones diagnósticas o farmacológicas es mejor. Muchas veces “hacer menos” es mejor para el paciente. El sobrediagnóstico y el exceso de pruebas complementarias no significa que la atención sea mejor.

Medicina integral: no se debería hablar de la salud y la enfermedad en términos de guerra y lucha, sino más bien como recuperación del equilibrio. En este punto recordamos que medicina solo hay una, la que funciona. La plausibilidad biológica, la evidencia científica y el primum non nocere deben guiar la atención al paciente, más que los protocolos no siempre actualizados que no permiten la individualización en el tratamiento del paciente o que no incorporan conocimientos como los que nos brinda la microbiómica. Los pacientes no se constriñen a pautas rígidas que no tienen en cuenta su individualidad o que no incorporan las intervenciones en el estilo de vida. La medicina que funciona va mucho más allá de las intervenciones farmacológicas.

Seguridad primero: primero no hacer daño (de nuevo, primum non nocere) y si hay duda, muchas veces puede ser mejor abstenerse. Se deben evitar aquellas intervenciones que pueden ser más dañinas que beneficiosas.

Pasión y compasión: la pasión en una atención compasiva al paciente debería ser nuestra guía. El paciente o su familiar es una persona que sufre y su experiencia subjetiva es más importante que los resultados de unas pruebas complementarias. Lo primero es la persona: la clínica manda y la empatía es una herramienta fundamental. La Medicina no es solo una profesión, es una vocación verdadera. El movimiento Slow Medicine busca también ayudar a los profesionales a recuperar esta pasión. Iniciativas como la de Nirakara, de la UCM, ayuda a mejorar la atención centrada en la compasión.

La tecnología debe estar centrada en el ser humano, no al revés. Las pruebas son complementarias, y no sustituyen a la historia clínica, conocer los antecedentes personales o familiares y el estilo de vida de la persona. Todos estamos agobiados en nuestra sociedad y vivimos con un ritmo rápido. Esto en medicina hace que se desplace el foco de la historia clínica a la realización indiscriminada de muchas pruebas complementarias que a menudo no aportan soluciones reales a los pacientes. Esto no significa que la tecnología no sea importante o útil: la microbiómica, la metabolómica, la epigenética, la nutrigenómica… son tecnologías que nos permiten ayudar mejor a los pacientes.

EnciclopediaRelacionalDinamica: SlowMedicine (última edición 2023-07-21 09:48:41 efectuada por MercedesJones)