Sociologia De La Felicidad Marzo


Bergman le regaló a su amigo, yo creo que en retribución por tal amistad, uno de los momentos más mágicos del cine. Está en Fanny y Alexander y se lo conoce como La Parábola del Tío Izak. Josephson es Izak, un tío postizo de Alexander y Fanny, una especie de ángel de la guarda que los rescata de su horrible padrastro. La escena ha sido relatada muchas veces: para calmar a los aterrados niños, Izak les dice que va a leerles un cuento, y abre el Talmud u otro libro sagrado que tiene en la mano. “Mi lectura no será muy fluida porque tengo que ir traduciendo sobre la marcha”, dice. Pero, a poco de empezar, alza la vista de las páginas del libro y ya no volverá a posarla allí hasta el fin del relato: el cuento habita en él. La historia es sobre un chico que va por un camino, con muchas otras personas, nada crece alrededor, hay viento, hay sol, no hay nada de sombra, a veces se pregunta adónde vamos, pero no lo sabe bien, o por qué partimos y de dónde, pero ya no lo recuerda. Un día se desvía de la manada y siente que está frente a algo diferente. Pero sus oídos están tan entumecidos por el sol, sus ojos tan cegados, su lengua y su piel tan agrietadas, que no puede sentir el agua que corre, el reflejo de la luz sobre las hojas, el color verde. El chico retrocede y encuentra a los demás, porque es fácil seguir a la manada. A la noche, oye a un viejo junto al fuego hablar del bosque y el manantial. De dónde viene esa agua, le preguntan. De una montaña cuya cumbre está siempre cubierta por una nube enorme, dice el viejo. Desde hace miles de años los hombres le hablan a su dios o le gritan al vacío sus temores y anhelos, todos esos clamores suben al cielo y se acumulan a lo largo de los años hasta hacer una nube enorme sobre la cumbre de una montaña que un día empieza a caer en forma de lluvia y corre por las laderas y crea el manantial y el verde. Todos han oído de eso, dice el viejo. ¿Y por qué no lo buscamos, entonces?, le preguntan. Porque nadie lo recuerda, dice el viejo: “Yo mismo creo haber estado una vez frente a él, hace muchos años. Pero no sabía aún que existía”. Existe. Es el Pabellón de los Helechos Arborescentes. Es el jardín verde que se ve cuando se bebe vinho verde. Es lo que salvó a Ingmar Bergman y Erland Josephson en la adolescencia y los acompañó hasta ese estudio de la televisión sueca. Es la compañía que nos hace nuestra curiosidad.


A fines de enero (2025) estaba sentada en un banco del Jardín Botánico, de la ciudad de Buenos Aires, con mi nieto Lucas que tiene 12 años. Él leía Harry Potter y yo leía a Séneca. Su libro Como morir. Cartas a su querido Lucilio sobre la vejez y la muerte. La luz de una mañana ya avanzada se filtraba entre los árboles y el sonido de los autos y colectivos de la Avda Las Heras sonaban distantes. Sentía que estaba viviendo un momento de plena felicidad. El verdor, la luz del sol en movimiento emtre las hojas, Lucas atento a su lectura y yo disfrutando y deteniéndome en una frase se SENECA:

EnciclopediaRelacionalDinamica: SociologiaDeLaFelicidadMarzo (última edición 2025-02-05 15:40:55 efectuada por MercedesJones)