PRINCIPALES OBSTÁCULOS


En lo que respecta al lugar de trabajo los estudios realizados indican que la discriminación por edad percibida reduce el compromiso tanto de las personas jóvenes como de los colaboradores senior. Muchas de estas miradas, erróneas en la mayoría de los casos, se focalizan en la poca posibilidad de reconversión y adaptación, el compromiso y la convivencia.

Los sesgos etarios hoy atentan contra la posibilidad de construir culturas laborales más inclusivas que fortalezcan la convivencia intergeneracional.

La edad del candidato en varios casos genera dudas desde el imaginario del otro: “¿podrá hacerlo?, ¿asumirá riesgos?, quizás ya se encuentra en una etapa de cierre de su carrera”, un ruido que se sigue escuchando en lo cotidiano y desde una mirada muy subjetiva que no analiza el todo.

Estamos en un momento espacial para poder evitar la crisis de talento si no tenemos una buena lectura o no entendemos las necesidades de nuestros colaboradores, actuales y potenciales, para crear espacios inclusivos, que aporten crecimiento del negocio.

Es momento de poner atención entonces, a todos esos prejuicios cognitivos y analizar los sesgos que llevan a que saquemos conclusiones demasiado rápidas, que llevan a aplicar rótulos no válidos. Los sesgos son procesos de pensamiento automáticos que influyen en la toma de decisiones, a veces inconsciente, al analizar un candidato con potencial. Esto genera una tendencia a generalizar nuestra impresión general de un postulante a todas sus aptitudes, aunque nos las hayamos evaluado específicamente.

De ahí la importancia de analizar cómo lograr una cultura de trabajo saludable e inclusiva como un proceso continuo que requiere compromiso, comprensión y políticas específicas por parte de las empresas. Siguen resultando necesarias políticas sinceras y efectivas que integren prácticas de convivencia con liderazgos inspiradores, que puedan conciliar estilos y miradas diferentes.

Cuando se ignoran las habilidades y el potencial de una persona debido a sesgos impuestos se está perdiendo la oportunidad de fomentar la diversidad de pensamiento y la innovación, la pluralidad conceptual e ideas de impacto.

Ante estas barreras invisibles, no manifiestas, se pierde obviamente la posibilidad de nutrir culturas saludables y de bienestar con distintos saberes y visiones.

Siguen sonando frases que los postulantes traen de sus procesos de búsqueda, de posibles promociones o entrevistas, tales como:

“Cumplo con todos los requisitos de la búsqueda hasta que se dieron cuenta que tengo 53 años”

“Me comentan que califico pero estoy superando la edad solicitada respecto a lo que solicita la empresa?

“Soy joven profesional y no cuento con experiencia notable en ese sector?

“Creen que no me adaptaré a esa cultura”

“Tengo poca experiencia, no me da la edad para ese puesto”

“No precisan a un perfil tan calificado”

“Les gustó mucho mi perfil pero necesitan un perfil para formarlo luego”

Y podríamos detallar seguramente un listado más extenso!

La edad no aparece como determinante de manera manifiesta, aunque el filtro en muchas ocasiones se encuentra presente. ¿Hay un descarte silencioso respecto a la edad del profesional cuando el talento, en verdad, es una aptitud sin fecha de caducidad?

¿Interpretamos la linealidad cuando la riqueza hoy, en muchos casos, se encuentra en la diversidad de proyectos gestionados? ¿qué sesgos surgen en el entrevistador?

Los prejuicios son modelos muchas veces subconscientes pero absolutos.

Y aquí juegan el rol significativo de los líderes, quienes también deben replantearse el concepto de “talento” desde una dimensión amplia, enfocándose en personas con mentalidad de crecimiento, que aporten habilidades únicas al equipo, que aporten coraje y energía al proyecto, que sumen valor desde la experiencia y la actitud, lo que llevará a poner en práctica un verdadero liderazgo multigeneracional.

La experiencia y la red de contactos de cada generación sumada a la energía y despliegue emprendedor y de adaptación al choque tecnológico, siempre generará un buen resultado colectivo.

Líderes que puedan acompañar la convivencia con bienestar, desde su propia plasticidad reconversión, logrando también la adaptabilidad de otros.

Los prejuicios de edad solo están limitando el potencial que puede aportar cada colaborador en su lugar de trabajo. Gran parte de la tarea de eliminar estos prejuicios en el plano laboral recae sobre los líderes conscientes, quienes pueden ofrecer una nueva visión y perspectiva, ayudando a construir organizaciones inclusivas, con rostro humano.

También, en ciertas ocasiones, existe la desconfianza en cuanto a la competencia de los jóvenes, donde se les atribuyen estereotipos negativos, como la creencia de que son inexpertos o inmaduros, o no tienen compromiso o quizás se quedarán poco tiempo en la compañía, o no generan pertenencia, etc. Esto puede llevar a subestimar sus habilidades y a excluir oportunidades de desarrollo y progresión en sus carreras, dejando de lado la posibilidad de fortalecer y oxigenar cultura con miradas más disruptivas

Se trata de potenciar miradas, estilos e interpretar nuevos códigos de convivencia.

Hoy las organizaciones que desarrollan liderazgos inclusivos y que apuestan a la integración de generaciones se posicionan mejor en las prácticas para atraer y retener talento.

Es importante resaltar entonces, que el edadismo como tal, no sólo reduce las oportunidades para los colaboradores más senior, sino que también limita la capacidad de las empresas para beneficiarse de la gran diversidad de conocimientos y perspectivas que estos empleados pueden aportar al negocio. ¿Por qué entonces excluir a estos profesionales experimentados de los entornos empresariales o proyectos claves? Es una pregunta complicada de responder, pero una realidad de hoy en muchos países.

Los profesionales más senior, con su amplia experiencia y capacidad de adaptación, tienen mucho que ofrecer. La clave está en reconocer y potenciar sus habilidades a través de la formación continua, el desarrollo de habilidades ante el impacto tecnológico y el apoyo personalizado. Y todo ello promoviendo el upskilling y reskilling para asegurar que ese universo en su conjunto, sin importar su edad, se mantenga atractivo en un mercado laboral en constante evolución y por momentos altamente selectivo.

Incorporar la perspectiva de edad significa no solo contratar y retener personas 45+, + 50, sino asegurar que todas las generaciones se sientan plenas teniendo acceso a las mismas oportunidades de desarrollo, exposición, aprendizaje, proyección y crecimiento a lo largo de todos sus itinerarios laborales.

La riqueza intergeneracional surge cuando las perspectivas, ideas y capacidades de personas de diferentes edades se cruzan y se potencian, pudiendo construir con mayor capacidad de resolución de desafíos y amplitud de visión.

La edad no es un factor determinante para realizar una tarea. La edad es un dato más sobre una persona y se conjuga con otros factores, habilidades y capacidades, atravesando el acto de aprender y desaprender.

Es ayudar a poner en debate creencias, ideas y conocimientos previos que nos impiden comprender y aceptar otra realidad.

La invitación es entonces a no usar la edad como un criterio de exclusión, sino como uno de integración positiva, que cuando implique una diferencia real ésta puede ser usada para enriquecer al colaborador y al equipo. Es reconocer la mejor versión y propuesta de valor que trae el profesional y que sume a la necesidad a cubrir o gestionar.

La creación de vínculos intergeneracionales promueve un futuro equitativo, inclusivo y sostenible.

Sigue siendo una deuda pendiente quizás para varias empresas encontrar este valor.

El talento no tiene edad, la experiencia no tiene edad, la pasión no tiene edad, el mapa que construimos no está condicionado con una edad.


EnciclopediaRelacionalDinamica: SociologiaDelTalento (última edición 2024-11-07 22:01:21 efectuada por MercedesJones)