–Usted hace una genealogía del concepto de territorio a partir de la mirada de una serie de ornitólogos varones a comienzos del siglo XX. Y cuestiona el concepto de "territorio" como "propiedad exclusiva de la que uno se apodera". A lo largo del libro también mencionará otros cuestionamientos en torno a este concepto. Por ejemplo, el territorio como zona estanca de competencia y agresión, la supremacía del pájaro más fuerte, y sobre todo la propiedad que se obtiene de una vez y para siempre. ¿De qué manera fue desarmando estas ideas establecidas?

–De hecho, estas ideas establecidas no están todas establecidas de la misma manera. Pocos ornitólogos consideran seriamente el territorio como una propiedad exclusiva, pocos tienen esa concepción “burguesa” de la propiedad. Encontraré esas ideas más bien en los divulgadores. Por ejemplo, en The territorial imperative de Robert Ardrey, o cuando el filósofo Michel Serres busca el origen del sentimiento de propiedad en el mundo animal. Es cierto que subrayo que los científicos formados en biología consideran a menudo (no siempre) que el régimen “por defecto” sería el de una intensa competencia en torno a los recursos, evidentemente con la agresión que la acompaña, y que el altruismo o la cooperación deberían ser explicados entonces como una especie de anomalía. Pero en lo que respecta a los ornitólogos, no tuve necesidad de desarmar esas ideas establecidas porque algunos científicos ya lo habían hecho: Warder Clyde Allee y sus colegas ecologistas de Chicago, por ejemplo, que se interesarán mucho en las relaciones de proto-cooperación. O también algunos etólogos que pensarán que la competencia está sobredeterminada con frecuencia por las condiciones de investigación, o más frecuentemente por condiciones de investigaciones en cautiverio; o los ornitólogos que señalan que los combates no son verdaderos combates, etcétera.

–¿Por qué indica usted que estas ideas no son inocentes?

–Esas ideas de competencia, así como de propiedades privadas, no son inocentes ya que nos conducen a pensar que el mundo es “naturalmente” así, sin preocuparnos por el hecho de que no es cualquier mundo el que se describe de este modo, y que extrañamente se parece bastante al mundo de la economía liberal y del capitalismo triunfante. Lo que entonces se amputa seriamente es nuestra capacidad de imaginar el mundo de otro modo. –Esa imaginación es dinámica, no se cristaliza en una imagen única sino que plantea la indagación de universos particulares, singulares en cada caso, ¿verdad?

–Creo que al seguir a los científicos que hacen cosas apasionantes, aprendemos justamente que las generalizaciones son con frecuencia demasiado rápidas, y que lo que es demasiado rápido es a menudo empobrecedor y de mal gusto. Hay una estética de los saberes donde algunas cosas son de buen gusto y otras no te tocan si no es para irritarte. La atención a los detalles, la atención a lo que cuenta para tal o cual ser al que se quiere conocer, produce saberes tan interesantes, saberes que nos tocan o nos maravillan tanto, que la cuestión de las generalizaciones aparece siempre como algo prematuro.

–¿Esto lo aprendió junto a investigadoras feministas?

–Sí, también junto a ellas. Creo que las ambiciones de generalización son a menudo la consecuencia de una voluntad de teorizar todo, de obtener un relato bien unificado, y finalmente no están tan alejadas de la voluntad de control –y las feministas me han enseñado a desconfiar de eso–. No rechazo las generalizaciones en nombre de un principio (que sería forzosamente general, lo cual no carecería de ironía), sino porque lo que sucede en la experiencia de saber antes de la etapa de generalización es tan apasionante, tan importante, porque tenemos el sentimiento de que hay todavía tantas cosas que demandan una atención precisa y sostenida, que la mayor parte del tiempo me quedo simplemente intentando describir lo mejor que puedo.

–Incluso se permite digresiones de una belleza impresionante, como una cita de Ursula K Le Guin que cuestiona las maneras canónicas de escribir ficción. ¿Cuál es la importancia de lo digresivo en su obra?

–Creo que no te sorprenderá demasiado cuando te diga que no hay digresión en mi trabajo. Son simplemente caminos que me parecen más interesantes de recorrer, y una vez que los he emprendido, se me imponen. De allí mi sentimiento de que jamás me corro realmente del tema. En cambio, el uso de contrapuntos me permite salir del camino que estoy siguiendo para aportar otra iluminación, para explicar o fabricar herramientas que voy a necesitar para lo que sigue.

–Usted afirma que si de lo que se trata es de pensar nuevas formas de habitar la Tierra y nuevos vínculos con sus seres, pensar en los pájaros como pequeños burgueses interesados en la propiedad privada es un mal comienzo. Le confieso que empecé a reírme al leer esto. Nunca pensé que se podía hacer un cuestionamiento del capitalismo desde una presencia tan diminuta como la de un pájaro. ¿Cómo es posible cuestionar ideas muy arraigadas desde existencias particulares, provisorias?

–Para mí, la urgencia es cultivar la imaginación. He aprendido de los antropólogos que lo que nos parece evidente, lo que parece que no puede ser de otro modo que el que es, puede ser cuestionado por el encuentro con seres muy diferentes. Es uno de los temas de la buena ciencia ficción, ya que mencionás a Ursula K Le Guin: desfamiliarizarnos con las evidencias. No pensaba en el inicio que la etología pudiera jugar ese rol, porque sentía que con mucha frecuencia, en lugar de buscar maximizar las diferencias, se buscaban más bien las semejanzas (como cuando los investigadores buscan de manera obstinada la jerarquía en los grupos sociales animales, o cuando los sociobiólogos quieren encontrar determinantes comunes a todas las conductas y a todos los vivientes). Ahora bien, encontré en ciertos ornitólogos un verdadero antídoto contra esta búsqueda de semejanzas, muchos están extremadamente atentos a la singularidad de los seres que estudian.

–Bueno, pero de allí a repensar la cuestión del territorio a través de los pájaros hay un trecho bien osado…

–La cuestión del territorio, que puede convertirse en la cuestión política más estúpida si uno se conforma con pegar nuestros esquemas sobre las maneras en que los pájaros se organizan, apareció al contrario como una cuestión que exhibía la enorme inventiva para organizarse, para hacer “en casa”, para entrar en relación con otros… En pocas palabras, una verdadera experimentación sobre nuestras maneras de imaginar a partir de estas cuestiones.

–También cuestiona la idea de que todo comportamiento debe ser útil. Una vez más, defiende la particularidad de una pluma, de unos pasos labrados sobre la tierra, de un canto peculiar. ¿Por qué focaliza su interés allí?

–Creo que la fuerza de la poesía consiste en captar y hacer sentir como excepcional todo lo que percibimos como banal. Es todo el tiempo del orden del acontecimiento, como pequeños milagros inscritos en el cuerpo del mundo. No es entonces casual que cuando oigo a muchos de los científicos que me gustan, tenga la impresión de que hablan en poesía. Por ejemplo, cuando el ornitólogo Thierry Aubien me dice que le hicieron falta diez años de investigación para comprender que lo que importaba en el canto de las alondras era el silencio. Y si leés el cuento del mirlo en la novela Palomar de Ítalo Calvino, comprendés que una escucha muy atenta de los seres del mundo, cuando estos reinventan momentos de belleza, transforma tanto a un escritor como a un ornitólogo en poeta.





En el contexto de la exposición "Simbiología. Prácticas artísticas en un planeta en emergencia", presentamos la segunda entrega del ciclo "Conversaciones indisciplinadas" en la que teóricxs y artistas contemporánexs reflexionan en torno a la relación de reciprocidad entre el modelo económico vigente, voraz y predatorio, y la consecuente crisis ambiental.

En esta oportunidad, la filósofa Vinciane Despret y Pablo Méndez, curador del Programa con Públicxs de la muestra, dialogan sobre el saber y la experiencia afectiva que lo constituye. Teórica en los campos de la etología, filosofía y psicología, sus investigaciones sacuden los paradigmas vigentes. De esta manera, la fascinación por el fenómeno del baile en ciertos pájaros, o el vínculo sensible entre el peón y el animal, nos permiten repensar el devenir de la mirada y el pensamiento crítico. "A la salud de los muertos", recientemente traducido al español, indaga las formas en la que lxs muertxs y lxs vivxs siguen en contacto, y cómo prolongamos su existencia.

Para más información: https://cck.gob.ar/conversaciones-ind..



EnciclopediaRelacionalDinamica: VincianeDespret (última edición 2025-05-18 13:30:12 efectuada por MercedesJones)