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  • Zygmunt Bauman. 2009. Múltiples culturas, una sola humanidad, Buenos Aires. Katz Editores.

+ "Si perdemos la esperanza será el fin, pero Dios nos libre de perder la esperanza"

  • "Muchas culturas: ésa es la realidad. Una sola humanidad es un destino, un propósito. Existe un tercer elemento entre la multiplicidad de culturas y la humanidad única: la frontera. Estamos obsesionados por las fronteras, a causa de la desesperanza de nuestras esperanzas, de nuestros intentos desesperados de dar con soluciones locales para problemas globales. Tales soluciones no existen. En nuestro mundo cada vez más globalizado hay política local sin poder, y poder global sin política. Sufrimos la incertidumbre, los miedos y las pesadillas que emanan de procesos sobre los que carecemos de control, de los que sólo tenemos un conocimiento muy parcial y que somos demasiado débiles para dominar."
  • Bauman, Zygmunt. 2014. ¿Para qué sirve realmente...? un sociólogo. España: Paidós, 160p. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-81102017000200133

  • Desde lo personal me intriga saber ¿Por qué seguiste sociología? Pero, además junto con Zygmunt Bauman te pregunto hoy ¿Qué puede conseguir la sociología?
  • COMENTARIOS DE FELIPE SANTELICE *(*Sociólogo, Universidad de La Frontera (Chile). Maestro en Estudios Políticos y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus áreas de interés son las siguientes: epistemología, sociología de la cultura y la educación.
  • El último capítulo del libro se titula: ¿Qué puede conseguir la sociología? Este apartado se propone dialogar sobre el malestar social, que en un primer momento se concentró en las condiciones de existencia del proletariado, y que ahora pasa a reflejar las del precariado. Se trata de una guía para la construcción de lo público y una reorientación del poder y de lo político, entendiendo este último como “(...) la habilidad de decidir qué cosas han de hacerse y cuáles no” (Bauman, 2014: 146) para enfrentar dicho malestar.

  • En el primer capítulo titulado ¿Qué es la sociología?, Bauman aborda tres cuestiones: 1) el estatuto epistemológico de la sociología y los “códigos genéticos” que le dan identidad y diferenciación frente a otras ciencias, como las nomológicas, con las que muchas veces ha tratado de compararse y a las que ha tratado de imitar; esto se echa de ver en la pretensión de generar grados de similitud con las “ciencias duras” apropiándose de modelos de análisis propios de las mismas. 2) la necesidad de generar y potenciar el conocimiento de la sociedad a través de la imaginación sociológica, como ya proponía en su tiempo el sociólogo estadounidense Wright Mills; 3) el problema de la relación que se debe establecer frente al “otro”, a ese “otro” desconocido y múltiple.
  • Sobre este último punto, la sociología debe adoptar, según Bauman, un razonamiento que se ajuste a las narrativas y a la historia de los sujetos, con el fin de comprender y promover los encuentros con el “otro”. Tiene también como tarea desplazar las naturalizaciones sociales, es decir, los elementos que conforman el sentido común. En palabras de Bauman, “la sociología es una actividad crítica, en la medida en que lleva a cabo una continua deconstrucción derridiana de la percepción de la realidad social (...)” (Bauman, 2014: 41).
  • En el segundo capítulo, ¿Por qué ser sociólogo?, Bauman aporta su experiencia personal sobre el desarrollo de su propio programa de investigación. Según el autor, sus inicios se sitúan en la discusión de los trabajos de Karl Marx y E. P. Thompson respecto a la clase obrera y su papel como precursora de la emancipación; pero luego se fue conformando en su obra la idea de que la política se rige por la dinámica procedimental del voto, más que por un interés real de acción social. De modo específico, Bauman pone de manifiesto que la política -bajo el supuesto de ordenar las demandas y de apoyar la acción de los individuos para su desarrollo en sociedad-, ha sido secuestrada por la lógica del voto, en lugar de orientarse por la comprensión y la gestión de la realidad. Por eso, aunque en la esfera política se tiene un conocimiento relativo de los mecanismos que dificultan el desenvolvimiento de los sujetos, no por ello se toman las medidas o acciones necesarias para neutralizarlos.
  • Para profundizar lo expuesto, el autor encabeza su tercer capítulo con la pregunta: ¿Cómo hacer sociología? Uniendo cabos respecto al conocimiento de las experiencias de los sujetos, Bauman propone explorar las instancias y canales de decisión, de los que los agentes sociales disponen, para concertar nuevos caminos de acción y de razonamiento, con el fin de enfrentar los diversos malestares que los aquejan. No se trata de asignar a la sociología un papel de mesianismo o guía, sino simplemente de una propuesta o disposición a denunciar el cómo funcionan las cosas; de cuestionar el orden establecido y de promover un autoconocimiento y la responsabilidad por parte del sujeto. En sus propias palabras:
  • Una vez que los seres humanos, además de ser los objetos de nuestro estudio, se convierten también en parte de nuestro diálogo, que es un diálogo pensado para servir a sus necesidades y responder a sus dilemas, los sociólogos pierden el lujo del que disfrutan las ciencias de lo no humano: el privilegio de ignorar cualquier opinión que tengan sus objetos de estudio, ejerciendo una plena, indivisible e inalienable soberanía profesional, a la hora de crear sentido y a la hora de decidir lo que es verdad y lo que no lo es (Bauman, 2014: 119).
  • El último capítulo del libro se titula: ¿Qué puede conseguir la sociología? Este apartado se propone dialogar sobre el malestar social, que en un primer momento se concentró en las condiciones de existencia del proletariado, y que ahora pasa a reflejar las del precariado. Se trata de una guía para la construcción de lo público y una reorientación del poder y de lo político, entendiendo este último como “(...) la habilidad de decidir qué cosas han de hacerse y cuáles no” (Bauman, 2014: 146) para enfrentar dicho malestar.
  • Siguiendo esta misma línea, el autor aboga por la entrega de información para que cada sujeto observe su posición en la sociedad y dimensione las estructuras sociales que la moldean. A este respecto, podríamos hacer un paralelo con la propuesta del sociólogo francés Pierre Bourdieu (Bourdieu, 2006) respecto al socioanálisis, esa fórmula por la que analizamos nuestros “códigos genéticos sociales” con el fin de conocer nuestro posicionamiento y formación dentro del espacio social.
  • En términos generales, ¿Para qué sirve realmente un sociólogo? es un libro que permite entrever los engranajes que articulan el pensamiento de Bauman, y así comprender mejor sus reflexiones teórico-metodológicas; es también un libro que explicita los fundamentos de la sociología y sus implicaciones para el debate sobre la intervención en la sociedad y la construcción de la misma. En el texto se puede apreciar también trasversalmente el cuestionamiento del autor a los investigadores que apelan a una supuesta neutralidad de la sociología en el análisis de lo social, invocando el axioma epistemológico de la neutralidad axiológica.
  • Por todo lo expuesto, podemos afirmar que el presente texto permite un acceso a lo más íntimo del pensamiento de Bauman, y un recorrido grosso modo de sus planteamientos y de su posición como investigador comprometido con lo social, de donde derivan esa agudeza y responsabilidad (política) del que tendrían que hacer gala todos los científicos sociales.
  • CEGUERA MORAL La ceguera moral de la modernidad líquida podría arrinconar a las tradiciones religiosas: Z. Bauman 25 enero, 2017 por catedractr@comillas.edu https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/?p=676

  • (Por Leandro Lequeiros) El pasado día 9 de enero falleció en su casa de Inglaterra el sociólogo de origen polaco Zygmunt Bauman a los 91 años de edad. Desde su punto de vista, la modernidad líquida –como categoría sociológica– es una figura del cambio y de la transitoriedad, de la desregulación y liberalización de los mercados. La metáfora de la liquidez –propuesta por Bauman– intenta también dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones y por unos principios éticos inciertos. El amor se hace flotante, sin responsabilidad hacia el otro, y se reduce al vínculo sin rostro que ofrece la realidad virtual. Surfeamos en las olas de una sociedad líquida que puede licuar incluso a las religiones
  • Tal como han apuntado los comentaristas, la modernidad líquida es un tiempo sin certezas, donde los hombres que lucharon durante la Ilustración por poder obtener libertades civiles y deshacerse de la tradición, se encuentran ahora con la obligación de ser libres asumiendo los miedos y angustias existenciales que tal libertad comporta; la cultura laboral de la flexibilidad arruina la previsión de futuro.

Este es el sombrío panorama que nos describe Zygmunt Bauman, un sociólogo, filósofo y ensayista polaco. Bauman es ahora muy conocido por acuñar el término, y desarrollar el concepto, de la llamada «modernidad líquida». Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman es ganador del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010.

El fallecimiento de Bauman el pasado día 9 de enero a los 91 años, ha vuelto a reavivar el fuego de la polémica sobre sus propuestas demoledoras para la sociedad del futuro inmediato. Por nuestra parte, estamos interesados por la tendencia que marca para el futuro de las tradiciones religiosas.

El último de sus libros traducidos al castellano, la ceguera moral, insiste más aún sobre las consecuencias extremas a la que puede llevar la modernidad líquida: a la pérdida del rumbo moral, a la ausencia de unos principios éticos de validez universal y perenne den cierta solidez al edificio de las sociedades occidentales.

Pero ¿qué lugar puede ocupar la experiencia religiosa en este contexto? Si las religiones suelen ofrecer fortaleza y seguridad, ¿qué se puede esperar en la época de la modernidad líquida? ¿Abre Bauman alguna posibilidad? ¿Hay brotes de un posible retorno de lo religioso (como apuntaba José María Mardones) en un mundo deseoso de certezas?

ZYGMUNT BAUMAN, UN JUDÍO INQUIETO Y PESIMISTA Bauman (Poznań, Polonia, 1925), nació en el seno de una humilde familia judía. Huyendo de los nazis se trasladó a la Unión Soviética para regresar posteriormente a Polonia, donde militó en el Partido Comunista y fue profesor de filosofía y sociología en la Universidad de Varsovia antes de verse obligado a irse de Polonia en 1968 a causa de la política antisemita desarrollada por el gobierno comunista después de los sucesos de marzo de 1968.

Posteriormente a su purga de la universidad de Varsovia, ha enseñado sociología en países como Israel, Estados Unidos y Canadá. Desde 1971 residía en Inglaterra. Ha sido profesor en la Universidad de Leeds. Y, desde 1990, fue profesor emérito. Su obra escrita comienza en los años 50 y se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones tales como las clases sociales, el socialismo, el holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza.

1.1. Itinerario intelectual de Zygmunt Bauman

El itinerario intelectual de Bauman refleja las vicisitudes de sus avatares humanos. Profesor emérito por la Universidad de Leeds, ciudad inglesa en la que vive desde hace más de treinta años, Zygmunt Bauman contemplaba su vida con más pesimismo que nostalgia. Atrás quedó su Polonia natal, de donde huyó con su familia judía del terror nazi de 1939, rumbo a la Unión Soviética. Tras su paso por el ejército polaco en el frente ruso, regresó a Polonia y fue profesor en la Universidad de Varsovia durante años, pero una feroz campaña antisemita le hizo exiliarse de nuevo en 1968. La Universidad de Tel Aviv fue su destino, tampoco definitivo, porque también ha impartido clases en Estados Unidos y Canadá. Tres años más tarde se instaló en Gran Bretaña, donde sigue viviendo, rodeado de libros y recuerdos de una Europa que ya no existe y que sigue resultando, tras un siglo convulso, una “aventura inacabada” (Europa: Una aventura inacabada. Losada. 2006) De eso tratan sus últimos libros publicados en España.

1.2. La experiencia del Holocausto como punto de partida

Su tesis centra, en ese libro era que el Holocausto básicamente no fue un lapso accidental dentro de la barbarie irracional precivilizada, sino una consecuencia lógica (aunque no inevitable) de la civilización moderna y su creencia en la ingeniería social a gran escala.

Las primeras obras de Bauman fueron proyectos basados en la modernidad dentro del diseño de una mejor sociedad. Hacia 1970 y comienzos de la década de 1980 su atención cambió a cuestiones más generales y teóricas en relación con el papel de las ciencias sociales y cómo éstas podrían ayudar a la sociedad.

El mayor cambio en la obra de Bauman se produjo a finales de la década de 1980 con la edición de una trilogía de libros (Legisladores e intérpretes, Modernidad y Holocausto y Modernidad y ambivalencia), en los que criticaba la modernidad y proponía una visión postmoderna distópica de la sociedad. Desde entonces, Bauman ha editado una línea invariable de libros adicionales explorando su nueva perspectiva.

Aunque a Bauman se le considera un pensador ‘postmoderno’, no le cabe el término de postmodernista ya que utiliza los conceptos de modernidad sólida y líquida para caracterizar lo que considera dos caras de la misma moneda.

Bauman causó cierta controversia dentro de la sociología con su aseveración de que el comportamiento humano no puede explicarse primariamente por la determinación social o discusión racional, sino más bien descansa en algún impulso innato, pre-social en los individuos. Desde fines de la década de 1990, Bauman ejerció una considerable influencia sobre el movimiento altermundista. En su libro Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias, Bauman nos habla sobre la producción de ‘residuos humanos’ —más concretamente, de las poblaciones ‘superfluas’ de emigrantes, refugiados y demás parias— como una consecuencia inevitable de la modernización.

LOS RASGOS PESIMISTAS DE LA SOCIEDAD OCCIDENTAL SEGÚN BAUMAN El fallecimiento de Bauman ha reactivado el interés por sus ideas. En un ensayo que nos ha parecido iluminador, 5 ideas de Zygmunt Bauman que retratan a la sociedad moderna, publicado hace muy pocos días, escrito por Mónica Redondo, se apuntan cinco claves para entender lo que está pasando en nuestro mundo.

Quién no ha pensado alguna vez lo diferente que es la forma de pensar de sus padres o abuelos en comparación con la suya. Han estado casi toda la vida con la misma persona, la misma con la que se casaron cuando las fotos eran en blanco y negro. Han tenido el mismo trabajo desde que salieron de la universidad con 23 años. Y conservan el reloj que les regaló su padre cuando cumplieron los 18 años.

La vida líquida de Bauman rompe con las estructuras fijadas en el pasado. La filosofía de vida, los valores y lo que se considera ético y moral ha cambiado radicalmente en los últimos años, a causa de los cambios políticos y sociales ocurridos a partir de la segunda mitad del siglo XX.

En el libro Modernidad líquida, Zygmunt Bauman es capaz de explicar los fenómenos sociales de la era moderna y qué es lo que nos diferencia de las generaciones anteriores. A partir del año 2000, año de publicación de Modernidad líquida, el filósofo polaco publica una serie de obras que resumen sus conceptos sobre la realidad que nos rodea: Amor líquido (2003), Vida líquida (2005) y Tiempos líquidos: vivir una época de incertidumbre (2007).

La realidad líquida de Bauman consiste en una ruptura con las instituciones y las estructuras fijadas. En el pasado, la vida estaba diseñada específicamente para cada persona, quien tenía que seguir los patrones establecidos para tomar decisiones en su vida. En la modernidad, el filósofo polaco afirma que las personas ya han conseguido desprenderse de los patrones y las estructuras, y que cada uno crea su propio molde para determinar sus decisiones y forma de vida. La sociedad actual se basa en el individualismo y en una forma de vida cambiante y efímera. En la vida líquida según Bauman, la sociedad se basa en el individualismo y se ha convertido en algo temporal e inestable que carece de aspectos sólidos. Todo lo que tenemos es cambiante y con fecha de caducidad, en comparación con las estructuras fijas del pasado. Muchas de las cosas que explicó Bauman hace 17 años en su obra Modernidad líquida y las que la siguieron se han convertido en una realidad en nuestros días. El sociólogo logró explicar el funcionamiento de la sociedad actual y determinar la relación de las nuevas generaciones con conceptos como el amor, el trabajo o la educación. El amor líquido en la red social Tinder. Muy poco tienen que ver las relaciones de nuestros abuelos con la nuestra. Miedo al compromiso, rollos de una noche, desengaños amorosos… Para muchos jóvenes (y no tan jóvenes) este puede ser el pan de cada día. Para Zygmunt Bauman, estas relaciones son las que dan nombre a su concepto de amor líquido. Según su patrón, el miedo al compromiso y a las cosas a las que hay que renunciar, como la libertad, son la razón principal por la cual existe este miedo a comprometerse y a darlo todo por una pareja. La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e indoloros finales. Las relaciones amorosas acaban convirtiéndose en breves episodios, en los que priva la búsqueda del beneficio personal. Cuando una pareja deja de ser rentable, se deja de lado y se busca una nueva. Ni más ni menos que la filosofía de Tinder. Historias de amor para siempre han ocurrido gracias a la aplicación de búsqueda de parejas, aunque la mayoría de usuarios desliza rostros en su pantalla hasta encontrar el indicado para pasar la noche. Ciudadanos del mundo. Si hay algo que no queremos, son ataduras, ni el en amor ni en nuestra forma de vida. En la era moderna, es bastante común entre los jóvenes hacer un viaje de varios meses por América Latina o el Sudeste Asiático, con el objetivo de romper con las barreras y ser testigos de realidades distintas a las de su país de origen. La realidad líquida de Bauman describe precisamente este escenario, que invita al movimiento, al flujo y a la búsqueda de nuevas experiencias, pero sin echar raíces en ningún lugar. Son ciudadanos del mundo pero de ningún lugar al mismo tiempo. No más trabajos para toda la vida. Esta filosofía basada en la búsqueda de nuevas experiencias y ser ciudadano de mundo también se ve reflejada en el ámbito laboral dentro de las sociedad líquida. Nuestros abuelos y padres entraron a trabajar en una empresa cuando acabaron la universidad, y se jubilaron en el mismo lugar 40 años después. Las personas no quieren ataduras ni en el amor ni en el trabajo, según Bauman. En la actualidad, no existe el llamado trabajo de nuestra vida. Los empleos son cambiantes y el mercado actual necesita renovaciones dentro de las empresas cada poco tiempo. Por otro lado, Bauman identifica en sus obras la necesidad de cambio en los trabajadores, a los que se les reclama cada día más volatilidad y capacidad de trabajo en diferentes áreas. Las empresas buscan a personas volubles, con capacidad de reinventarse y que puedan viajar a otra ciudad cuando sea necesario. Personas que lo den todo en el trabajo aun sabiendo que pueden ser reemplazadas en cualquier momento si no cumplen con las expectativas.

UN FUTURO POCO ESPERANZADOR: EL RETO DE LA EDUCACIÓN EN UN MUNDO LÍQUIDO Las consecuencias de todo este análisis muestran un futuro poco esperanzador. Escribe: “Aún debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de información. Y también debemos aprender el aún más difícil arte de preparar a las próximas generaciones para vivir en semejante mundo”. En el pensamiento de Bauman, la crisis económica que azotó las instituciones financieras y las economías de medio mundo en 2008 cambió la forma de pensar de muchos jóvenes.

Antes de la crisis, la sociedad estaba convencida de que unos buenos estudios derivarían en buenas oportunidades laborales. Pero a partir del 2008, todo se puso del revés. Los que han conseguido trabajo, tienen que reinventarse cada poco tiempo y afrontar nuevos retos constantemente. Otros muchos graduados están trabajando en puestos por debajo de su formación, y muchos ni siquiera han accedido al mercado laboral.

En el libro Sobre la educación en un mundo líquido, Zygmunt Bauman conversa con el educador Ricardo Mazzeo sobre la pérdida de credibilidad de las bases de la educación tradicional, la cual se perfila como algo anticuado por no proveer a los jóvenes las herramientas necesarias para encontrar un trabajo.

La era del consumismo

Los que se compraron el iPhone 3G hace 10 años, se sintieron los amos del mundo. Tenían en sus manos un producto único en el mercado en ese momento, el cual marcó una diferencia en el uso de los smartphones. En la era del consumismo, – según Bauman – lo importante no es conservar objetos, sino renovarlos constantemente. En la actualidad, el que conserve un iPhone 3G no podrá ni hablar por WhatsApp. Más de 8 modelos han actualizado la primera versión de los teléfonos de Apple.

La era consumista que vivimos en la actualidad se basa en la ferviente necesidad de sacar nuevos productos en el mercado que saciar las ansias de renovación de la sociedad. Los productos duraderos ya no son importantes, en esta era priva lo efímero y lo nuevo para sorprender a los compradores.El consumismo no gira en torno a la satisfacción de deseos, sino a la incitación del deseo de deseos siempre nuevos.

En esta realidad líquida, lo importante no es conservar los objetos, sino renovarlos constantemente para contentar el espíritu consumista. La realidad líquida angustia a las personas porque no carecen de nada fijo y duradero. La consecuencia principal del mundo opuesto a lo sólido crea ansiedad en las personas, según Bauman. La necesidad de reinventarse en el empleo provoca que muchos trabajadores se queden atrás y que no cumplan con los requisitos necesarios en la actualidad.

Además, la necesidad de relacionarse choca frontalmente con la falta de compromiso y el miedo a perder a la libertad. En la sociedad actual, no podemos aferrarnos a nada, porque todo es cambiante y efímero. Todo es líquido, y la posibilidad de perderlo todo es más que probable.

Bauman no ofrece teorías o sistemas definitivos, se limita a describir nuestras contradicciones, las tensiones no sólo sociales sino también existenciales que se generan cuando los humanos nos relacionamos. El profesor Adolfo Vásquez Rocca (Universidad Católica de Valparaíso) es uno de los grandes estudiosos de Bauman en lengua castellana. De sus trabajos hemos recogido muchas de estas ideas.

4. DE LA PELIGROSA EXTRAÑEZA DE “LOS OTROS” A LA SOCIEDAD DE LA INCERTIDUMBRE

Para Bauman, “el otro”, tipificado como extraño por desconocido es un portador innato de incertidumbre, de potencial peligro, siendo, tal vez, su mayor amenaza, el atentar contra la clasificación misma que sostiene el orden del espacio social en el que se inscribe mi mundo (Z. Bauman, Ética posmoderna, 2004, p. 171)

Justamente, los extraños irritan, desagradan, desconciertan porque tienden con su sola presencia a ensombrecer y eclipsar la nitidez de las líneas fronterizas clasificatorias que ordenan el mundo en el que vivo, y de éste modo, cuestionar de manera radical la presunta comprensión recíproca que el “yo” tiene con el “otro”.

El extraño, como cuestionador implacable del orden al que ingresa desde tierras ignotas, ha sido a menudo tipificado con el estigma de ser portador de suciedad, puesto que la suciedad es el caos contaminante que el orden existente pretende expulsar, o bien, portador de ambivalencia, puesto que ésta los hace irregulares e impredecibles en sus reacciones.

Es el caso de los marginados sociales que, como una categoría o tipificación de una clase de extraño contemporáneo, reciben sobre sí los rasgos sobresalientes de la ambivalencia y la suciedad: a ellos se les atribuye la falta de confiabilidad por lo errático de su rumbo, su laxa moralidad y promiscua sexualidad, su deshonestidad comercial, etc. “Dicho de otra manera, los marginados son el punto de reunión de riesgos y temores que acompañan el espacio cognitivo. Son el epítome del caos que el espacio social intenta empeñosamente (…) sustituir por el orden” (Z. Bauman, Modernidad Líquida, 2004).

Para Bauman, la modernidad líquida es un tiempo sin certezas. Sus sujetos, que lucharon durante la Ilustración por poder obtener libertades civiles y deshacerse de la tradición, se encuentran ahora con la obligación de ser libres. Hemos pasado a tener que diseñar nuestra vida como proyecto y performance. Más allá de ello, del proyecto, todo sólo es un espejismo. La cultura laboral de la flexibilidad arruina la previsión de futuro, deshace el sentido de la carrera profesional y de la experiencia acumulada.

Por su parte, la familia nuclear se ha transformado en una “relación pura” donde cada “socio” puede abandonar al otro a la primera dificultad. El amor se hace flotante, sin responsabilidad hacia el otro, siendo su mejor expresión el vínculo sin cara que ofrece la Web.

Las Instituciones no son ya anclas de las existencias personales. En decadencia el Estado de bienestar y sin relatos colectivos que otorguen sentido a la historia y a las vidas individuales, surfeamos en las olas de una sociedad líquida siempre cambiante –incierta– y cada vez más imprevisible.

5. ESTADOS TRANSITORIOS Y LÍQUIDOS DE LOS VÍNCULOS HUMANOS: “DES-VINCULACIÓN”

La incertidumbre en que vivimos se corresponde a transformaciones como el debilitamiento de los sistemas de seguridad que protegían al individuo y la renuncia a la planificación de largo plazo: el olvido y el desarraigo afectivo se presentan como condición del éxito.

Esta nueva (in)sensibilidad exige a los individuos flexibilidad, fragmentación y compartimentación de intereses y afectos, se debe estar siempre bien dispuesto a cambiar de tácticas, a abandonar compromisos y lealtades. Bauman se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y a la fragilidad de los lazos solidarios que parecen depender solamente de los beneficios que generan. Bauman se empeña en mostrar cómo la esfera comercial lo impregna todo, que las relaciones se miden en términos de costo y beneficio – de ”liquidez” en el estricto sentido financiero.

Bauman se vale de conceptos tan provocadores como el de “desechos humanos” para referirse a los desempleados (parados), que hoy son considerados “gente superflua, excluida, fuera de juego”. Hace medio siglo los desempleados formaban parte de una reserva del trabajo activo que aguardaba en la retaguardia del mundo laboral una oportunidad. Ahora, en cambio, “se habla de excedentes, lo que significa que la gente es superflua, innecesaria, porque cuantos menos trabajadores haya, mejor funciona la economía”. Para la economía sería mejor si los desempleados desaparecieran.

Es el Estado del desperdicio, el pacto con el diablo: la decadencia física, la muerte es una certidumbre que azota. Es mejor desvincularse rápido, los sentimientos pueden crear dependencia. Hay que cultivar el arte de truncar las relaciones, de desconectarse, de anticipar la decrepitud, saber cancelar los contratos a tiempo.

6. DECREPITUD: CUERPOS TRANSITORIOS, FRÁGILES Y EFÍMEROS

El amor, y también el cuerpo decaen. El cuerpo no es una entelequia metafísica de nietzscheanos y fenomenólogos. No es la carne de los penitentes ni el objeto de la hipocondría dietética. Es el jazz, el rock, el sudor de las masas. Contra las artes del cuerpo, los custodios de la vida sana hacen del objeto la prueba del delito. La “mercancía”, el objeto malo de Mélanie Klein aplicado a la economía política, es la extensión del cuerpo excesivo. Los placeres objetables se interpretan como muestra de primitivismo y vulgaridad masificada.

¿Quién soy? Esta pregunta sólo puede responderse hoy de un modo delirante, pero no por el extravío de la gente, sino por la divagación infantil de los grandes intelectuales. Para Bauman la identidad en esta sociedad de consumo se recicla. Es ondulante, espumosa, resbaladiza, acuosa, tanto como su monótona metáfora preferida: la liquidez. ¿No sería mejor hablar de una metáfora de lo gaseoso?

Porque lo líquido puede ser más o menos denso, más o menos pesado, pero desde luego no es evanescente. Sería preferible pensar que somos más bien densos – como la imagen de la Espuma que propone Sloterdijk para cerrar su trilogía Esferas, allí con la implosión de las esferas– se intenta dar cuenta del carácter multifocal de la vida moderna, de los movimientos de expansión de los sujetos que se trasladan y aglomeran hasta formar espumas donde se establecen complejas y frágiles interrelaciones, carentes de centro y en constante movilidad expansiva o decreciente.

La imagen de la espuma es funcional para describir el actual estado de cosas, marcado por el pluralismo de las invenciones del mundo, por la multiplicidad de micro-relatos que interactúan de modo agitado, así como para formular una interpretación antropológico-filosófica del individualismo moderno. Con ello “espumas” responde a la pregunta de cuál es la naturaleza del vínculo que reúne a los individuos, formando lo que la tradición sociológica llama “sociedad”, el espacio interrelacional del mundo contemporáneo.

Nuestras comunidades son artificiales, líquidas, frágiles; tan pronto como desaparezca el entusiasmo de sus miembros por mantener la comunidad ésta desaparece con ellos. No es posible evitar los flujos, no se pueden cerrar las fronteras a los inmigrantes, al comercio, a la información, al capital. Hace un año miles de personas en Inglaterra se encontraron repentinamente desempleadas, ya que el servicio de información telefónico había sido trasladado a la India, en donde hablan inglés y cobran una quinta parte del salario.

Las sociedades posmodernas son frías y pragmáticas. Si bien hay expresiones ocasionales de solidaridad estas obedecen a lo que Richard Rorty llamó una “esperanza egoísta común”. Piénsese, por ejemplo, en lo que ha sucedido en España después del terrible atentado en Madrid. La nación solidarizó con las víctimas.

7. DESTERRITORIALIZACIÓN: ADICCIÓN A LA SEGURIDAD Y MIEDO AL MIEDO

La pertenencia a “ningún sitio”, la ausencia de raíces, de anclajes, de territorio sume a nuestra cultura en el desasosiego y el miedo. Todos nos aferramos a seguridades, a plataformas, a espacios que no se mueven, a salvavidas virtuales de la angustia.

Lo “líquido” de la modernidad – volviendo a la concepción de Baumam – se refiere a la conclusión de una etapa de “incrustación” de los individuos en estructuras “sólidas”, como el régimen de producción industrial o las instituciones democráticas, que tenían una fuerte raigambre territorial. Ahora, “el secreto del éxito reside (…) en evitar convertir en habitual todo asiento particular”. La apropiación del territorio ha pasado de ser un recurso a ser un lastre, debido a sus efectos adversos sobre los dominadores: su inmovilización, al ligarlos a las inacabables y engorrosas responsabilidades que inevitablemente entraña la administración de un territorio.

Nuestras ciudades, afirma Bauman, son metrópolis del miedo, lo cual no deja de ser una paradoja, dado que los núcleos urbanos se construyeron rodeados de murallas y fosos para protegerse de los peligros que venían del exterior. Lo que Sloterdijk llamó “la ciudad amurallada” hoy ya no es un refugio, sino la fuente esencial de los peligros.

Nos hemos convertidos en ciudadanos “adictos a la seguridad pero siempre inseguros de ella” (Sloterdijk), lo aceptamos como si fuera lógico, o al menos inevitable, hasta tal punto que, en opinión de Zygmunt Bauman, contribuimos a “normalizar el estado de emergencia”.

El miedo es más temible cuando es difuso, disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin anclas, sin hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la amenaza que deberíamos temer puede ser entrevista en todas partes, pero resulta imposible situarla en un lugar concreto.

“Miedo” es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que no se puede hacer para detenerla o para combatirla (Z. Bauman, Miedo Líquido, 2007).

Los temores son muchos y variados, reales e imaginarios… un ataque terrorista, las plagas, la violencia, el desempleo, terremotos, el hambre, enfermedades, accidentes, el otro… Gentes de muy diferentes clases sociales, sexo y edades, se sienten atrapados por sus miedos, personales, individuales e intransferibles, pero también existen otros globales que nos afectan a todos, como el miedo al miedo…

8. EL MIEDO EN UN MUNDO GLOBALIZADO Y POLICÉNTRICO DONDE NO ESTAMOS SEGUROS

El dominio económico y militar europeo no tuvo rival los cinco últimos siglos, de manera que Europa actuaba como punto de referencia y se permitía premiar o condenar las demás formas de vida humana pasadas y presentes, como una suerte de corte suprema.

Bastaba con ser europeo para sentirse dueño del mundo, pero eso ya no ocurrirá más: pueblos que hace sólo medio siglo se postraban ante Europa muestran una nueva sensación de seguridad y autoestima, así como un crecimiento vertiginoso de la conciencia de su propio valor y una creciente ambición para obtener y conservar un puesto destacado en este nuevo mundo multicultural, globalizado y policéntrico.

Sociólogos especializados en movimientos migratorios y demógrafos prevén que el número de musulmanes que vive en Europa puede duplicarse nuevamente para el año 2015. La Oficina de Análisis Europeos del Departamento de Estado de Estados Unidos calcula que el 20% de Europa será musulmana en el año 2050 10, mientras otros predicen que un cuarto de la población de Francia podría ser musulmana en el año 2025 y que si la tendencia continúa, los musulmanes superarán en número a los no musulmanes en toda Europa occidental a mediados de este siglo, puestas así las cosas, Europa será islámica a finales de este siglo.

El régimen del sabotaje y la lógica del pánico como argumento central de la política en Sloterdijk

Para completar este cuadro que dibuja Bauman, es conveniente acudir a la paleta de colores de Peter Sloterdijk. Como crónica de las relaciones entre teoría y política de Estado, cabe apuntar que cuando Sloterdijk fue convocado por el canciller Schröder para debatir sobre las consecuencias del nuevo escenario mundial en la era del atmo-terrorismo y las guerras de rehenes –Sloterdijk se refirió al binomio miedo y seguridad, en relación con la política exterior estadounidense, que suele presentar Washington bajo la rúbrica “intereses de seguridad”.

Destacó el filósofo cómo “vivimos en una sociedad obsesionada por la seguridad”, por las pólizas de seguros y las políticas de climatización corriendo el riesgo de perder nuestra libertad. Se refirió también al miedo como un elemento clave para el desarrollo del intelecto. “El miedo -señalo Sloterdijk– está al comienzo del intelecto, el miedo de alguna manera hizo al hombre”.

La amenaza fundamentalista, que parecía una amenaza periférica, se ha desplazado hacia el centro, rumbo a una hegemonía que a los ojos de muchos resulta pavorosa. Hoy un grupo, monitoreando artefactos desde las montañas más remotas y más miserables del mundo, es capaz de hacer estallar el icono más importante del poderío económico global, como son las Torres Gemelas.

Frente a esto las reacciones neoliberales contra el terror son siempre inadecuadas, puesto que magnifican el fantasma insustancial de Al Qaeda, ese conglomerado de odio, desempleo y citas del Corán, hasta convertirlo en un totalitarismo con rasgos propios, y algunos, incluso, creen ver en él un “fascismo islámico” que, no se sabe con qué medios imaginarios, amenaza a la totalidad del mundo libre.

9. CONCLUSIÓN: MODERNIDAD LÍQUIDA Y TRADICIONES RELIGIOSAS

¿Qué perspectivas ofrecen las religiones en esta sociedad marcada por la modernidad líquida? No son numerosos los ensayos que se han publicado sobre esta relación. En todo caso, hay referencias a Bauman en trabajos sobre violencia y religión a propósito de las reflexiones de Bauman sobre el Terrorismo en una sociedad de modernidad líquida.

Evidentemente, la modernidad líquida genera una ética líquida, insegura y siempre provisional. Y consecuentemente, no existen valores perdurables ni apelaciones a entidades trascendentes inmutables. Siguiendo a Kolakowski, Bauman identifica la religión con los deseos de llenar los espacios de insatisfacción humana. La vulnerabilidad hace a los humanos necesitados de experiencias de seguridad extranaturales. Por ello, considera que para mucha gente la necesidad de una experiencia religiosa pude ser muy confortante.

Tal vez el más clarificador sea el Three Types of Liquid Religion (C. N. de Groot) [en Implicit Religion, 2008, vol. 11, pp. 277-296] En este artículo el autor, profesor de Teología católica en Holanda, explora diversos caminos para comprender la religión dentro del conjunto de la modernidad líquida. El propio concepto de modernidad líquida abre a perspectivas de formas sociales de religión “nuevas” y “antiguas” que parecen florecen en un medio líquido. Por ello, pretende diseñar modelos de expresión en religiones sólidas y líquidas.

Sistematiza su pensamiento en tres tipos de religiones líquidas: el primer tipo se refiere al fenómeno líquido en la esfera religiosa: fenómenos religiosos, pequeñas comunidades, redes de religiones globales y comunidades virtuales. El segundo tipo, se refiera a los límites entre las religiones y la esfera secular, tal como se muestra en los servicios religiosos en un hospital o en una prisión. El tercer tipo de religión líquida consiste en el encuentro y actividades comunes fuera de las esferas religiosas, tal como se muestra en las esferas políticas y culturales en las que hay importantes dimensiones religiosas.

Son tres caminos a lo largo de los cuales muchas personas pueden encontrar sentido a su propia vida en una sociedad líquida en donde las certezas y las seguridades parecen desvanecerse.

De todas formas, desde hace años los filósofos de la religión reflexionan sobre la función social de la religión en una sociedad secularizada. La pregunta por Dios y sobre todo, sobre el papel de Dios en un mundo laico, continúa siendo una cuestión abierta.


El fallecimiento de Bauman no frena la reflexión sobre ética, modernidad líquida y tradiciones religiosas. Otros autores continúan la reflexión.

Leandro Sequeiros es Catedrático de Paleontología, coeditor de FronterasCTR, y miembro del Consejo de la Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.

  • Reseña: Bauman, Z. y Donskis, L. (2015). Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad

en la modernidad liquida. Barcelona: Paidós. https://www.redalyc.org/pdf/110/11043112014.pdf Eguzki Urteaga. Doctor en Sociología - Université Victor Segalen Bordeaux 2, Francia. Licenciado en Sociología - Université Victor Segalen Bordeaux 2, Francia. Licenciado en Historia especialidad Geografía - Université de Pau et des Pays de l'Adour, Francia. Docente- Universidad del País Vasco, España. Investigador asociado en el Social and Business Research Laboratory, centro de investigación - Universidad Rovira i Virgili, España. “un sociólogo de la vida cotidiana” (Bauman y Donskis, 2015, p. 9) que ha elaborado “una sociología de la imaginación, de los sentimientos, de las relaciones humanas (…) y de la experiencia íntima”

  • Las dos principales manifestaciones contemporáneas del mal son la insensibilidad antes el sufrimiento humano y la colonización de la privacidad.


  • SEGUIR EXPLORANDO TEORÍA DE LAS GENERACIONES + BAUMAN
  • BAUMAN ZIGMUNT 2007 ENTRE GENERACIONES
  • generación liquida transformaciones en la 3.0


GENERACIONES http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/viure-entrenosotros-01.pdf

  • Foucault nos pregunta: «Si una lámpara o una casa pueden ser obras de arte, ¿Por qué no puede serlo la vida humana?»2 Supongo que tanto los «nuevos jóvenes» como las «generaciones pasadas» con las que Swida-Ziemba los comparaba habrían estado absolutamente de acuerdo con la afirmación de Foucault. Pero también supongo que los individuos de ambas cohortes debían imaginarse cosas diferentes cuando pensaban en «obras de arte»
  • Yo pertenezco al grupo de las «generaciones pasadas». Como joven, igual que la mayoría de mis contemporáneos, leí con atención las instrucciones que daba Jean-Paul Sartre en referencia a la elección de un «proyecto de vida», una elección que tenía que ser la «decisión de las decisiones», la metadecisión que determinaría de manera única, de principio a fin, todas las otras elecciones (subordinadas, derivadas, ejecutorias). Para cada proyecto –según aprendimos al leer las instrucciones de Sartre– habría un mapa de carreteras adjunto y una descripción detallada del itinerario. No teníamos dificultades para comprender el mensaje de Sartre y hallábamos que coincidía con lo que el mundo que nos rodeaba parecía anunciar o implicar.
  • En el mundo de Sartre, igual que en el mundo que compartíamos los de mi generación, los mapas quedaban desfasados muy lentamente, si es que lo quedaban (algunos hasta aseguraban que eran «definitivos»), las carreteras que se habían creado podían volver a asfaltarse de cuando en cuando para que fueran aptas para circular por ellas a mayor velocidad, pero prometían llevarnos al mismo lugar cada vez que las recorriésemos, mientras que las palabras pintadas en los cruces se repintaban una vez y otra, pero nunca se cambiaba el mensaje.
  • Para la idea de las generaciones, según expone Ortega y Gasset en su ensayo sobre el método de generación en la historia, es decisivo no que se sucedan, sino que se superpongan en el tiempo; es decir, la coincidencia parcial de sus vidas. Ésta es, ciertamente, la circunstancia que define el papel que tienen las generaciones a lo largo de la historia.
  • Las ideas generales concentran la atención en las diferencias intergeneracionales que derivan del intervalo de tiempo que separa las generaciones: igual que las ideas propias del tiempo de Ortega y Gasset, también se deben corregir.
  • Hagamos ahora la siguiente reflexión: ¿Cuáles son las consecuencias más destacadas y fundamentales de la «coincidencia» y «superposición»; es decir, de la convivencia parcial entre generaciones, que subraya Ortega y Gasset? ¿Qué revela y qué augura esta presencia simultánea? Pues que las fronteras que separan a las generaciones no están ni pueden estar claramente definidas, que no pueden dejar de ser ambiguas y que no pueden pasarse por alto y, aún menos, ignorarse. Es necesario dibujarlas y respetarlas, argumentarlas y probar su legitimidad.
  • Igual que los conceptos de «nación» o «clase», el término «generación» es «performativo» (expresiones que crean una entidad por el hecho de nombrarlas): una convocatoria o un grito de guerra que se eleva a la condición de una comunidad imaginada o postulada de manera más precisa. El término pide una solidaridad de actitudes e intenciones que transforma un amplio agregado de individuos en una comunidad de pensamientos y actos, y eleva la comunión sugerida de destino a la condición de «destino común» (o, con el vocabulario que Max Weber legó a los sociólogos, a la transformación de una categoría en un grupo).
  • Al menos la asunción, a veces explícitamente declarada pero muy a menudo implícita, de la cual depende el significado del término, es que compartir el rasgo reconocido como el rasgo distintivo y constitutivo de la pertenencia a una generación –es decir, la característica de haber nacido en un período de tiempo concreto– determina la identidad de la situación, los retos, las oportunidades, las amenazas y las tareas y que, por esta razón, quien comparte esta característica tiene la necesidad y la obligación de tener como referencia a los compañeros de su misma edad al escoger los modelos de conducta adecuados, o los criterios para separar el bien del mal, lo que es correcto de lo que es incorrecto y, de manera más general, aquello que es loable de aquello que es condenable.
  • El concepto de «generación» no es una excepción. De manera similar a las nociones de «nación» o «clase», presenta un reto permanente a las realidades sociales, desconcertadamente cortas como las del significado que tendrían que haber asignado a las distinciones generacionales y del respeto que deberían mostrarles.
  • El flujo de tiempo siempre combina la continuidad y la discontinuidad
  • No fue una simple contingencia que la categoría de «generación» (en el sentido de una totalidad que destaca por los rasgos comunes de todas las unidades que la forman y que no se pueden encontrar en ningún otro lugar) naciese y se fijase en el discurso científico y social, y también público, posterior a la Gran Guerra (fijémonos con el calificativo de «gran» sólo se conoce a la primera de las guerras mundiales del siglo xx, aunque después fuese superada por la segunda guerra mundial en alcance territorial, crudeza y gravedad de las consecuencias). Fue entonces cuando el estudio fundamental de la comunicación y los desacuerdos intergeneracionales fueron abordados por Ortega y Gasset. Y no mucho tiempo después Karl Mannheim fijó esta

categoría, acabada de descubrir y muy apreciada, junto con otra novedad conceptual, la de «ideología» en sus admirables carreras.

  • Se podría decir que el descubrimiento de la «generación» en el sentido que propuso Ortega y Gasset y que canonizó después Mannheim (a saber, el de «sujeto colectivo» con una visión del mundo particular, «capaz de» o «inclinado a» actuar por su cuenta y sus propios intereses particulares) fue por sí mismo un triunfo generacional: el de la generación de la Gran Guerra.
  • No es fácil reconstruir el hilo de los pensamientos que hicieron que Ortega y Gasset y Mannheim concentrasen su atención y la de sus lectores en el papel que desarrollan las generaciones en la historia. No obstante, podemos plantear la hipótesis de que llegar a este punto habría sido mucho más difícil para los dos si no hubiese sido por las revelaciones de la Gran

Guerra.

  • Paul Ricoeur dividía el fenómeno de la «identidad» en dos: la ipséité (distinción continua de los otros seres humanos) y la mêmeté (semblanza continua con uno mismo). Fue esta segunda parte de la identidad lo que aniquiló la Gran Guerra. El «yo» de antes de la Gran Guerra, el «yo» de después y el «yo» que + se extiende entre el «antes» y el «después» hablaban lenguas diferentes.
  • A los tres les costaba establecer fácilmente la comunicación con los otros dos. ¿Aquellos que salieron vivos de la matanza, podrían entender completamente, por no decir explicar, el entusiasmo con el que iban al matadero? ¿Podrían transmitirnos sus tristes conocimientos a nosotros, animados y bailando en plazas públicas el día de la movilización? ¿Podrían comprender porqué lo que saben ahora no podían ni habérselo imaginado y, que si se les hubiese advertido de lo que pasaría, habrían desestimado el aviso pensando que era un rumor malicioso?
  • El concepto de generaciones..,Se diría que se han asentado tanto en el léxico culto como en el común y que permanecerán en ellos durante muchos años. A pesar de lo cual es más que evidente –y continua siendo una cuestión abierta– si en el estado actual de una revolución genuinamente permanente, originada por una modernización compulsiva y obsesiva de todos los aspectos de la existencia humana y el intercambio de los papeles suscritos a la fugacidad y a la duración (o inmediatez y largo plazo) en la jerarquía de valores característica de la fase «líquida» de la época moderna, las nociones en discusión no han perdido parte de la su utilidad y sirven, igual que antes, para describir y entender la condición humana actual. Podría argumentarse que su presencia continua en nuestra visión del mundo puede entenderse mejor como en el caso de los (vivos en el lenguaje)
  • Para poder reconocerlo como «revolución» un cambio debe contener una «reevaluación de valores» al por mayor, estar comprimido en el tiempo y provocar una redisposición sustancial de la jerarquía de valores. Las reglas, las normas y los patrones que hasta hace poco se percibían como adecuados, efectivos y loables ahora se consideran erróneos, inútiles y condenables.
  • A causa de este vuelco de los valores, el pasado como conjunto, y sobre todo la parte del pasado aún fresca en la memoria pública, se denigra y se censura. Cada uno de los elementos que presenta es sospechoso y se considera culpable hasta que se prueba la inocencia (a pesar de que la inocencia casi nunca se prueba más allá de la duda razonable, la exoneración nunca es completa y la suspicacia nunca descansa de manera irrevocable). La sentencia, en el mejor de los casos, queda en suspenso, como pasa con los veredictos pronunciados en el pasado como definitivos.


LEER EN DETALLE: https://es.wikipedia.org/wiki/Zygmunt_Bauman


EnciclopediaRelacionalDinamica: ZygmuntBauman (última edición 2024-01-12 18:44:30 efectuada por MercedesJones)