Este es el sombrío panorama que nos describe Zygmunt Bauman, un sociólogo, filósofo y ensayista polaco. Bauman es ahora muy conocido por acuñar el término, y desarrollar el concepto, de la llamada «modernidad líquida». Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman es ganador del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010.

El fallecimiento de Bauman el pasado día 9 de enero a los 91 años, ha vuelto a reavivar el fuego de la polémica sobre sus propuestas demoledoras para la sociedad del futuro inmediato. Por nuestra parte, estamos interesados por la tendencia que marca para el futuro de las tradiciones religiosas.

El último de sus libros traducidos al castellano, la ceguera moral, insiste más aún sobre las consecuencias extremas a la que puede llevar la modernidad líquida: a la pérdida del rumbo moral, a la ausencia de unos principios éticos de validez universal y perenne den cierta solidez al edificio de las sociedades occidentales.

Pero ¿qué lugar puede ocupar la experiencia religiosa en este contexto? Si las religiones suelen ofrecer fortaleza y seguridad, ¿qué se puede esperar en la época de la modernidad líquida? ¿Abre Bauman alguna posibilidad? ¿Hay brotes de un posible retorno de lo religioso (como apuntaba José María Mardones) en un mundo deseoso de certezas?

ZYGMUNT BAUMAN, UN JUDÍO INQUIETO Y PESIMISTA Bauman (Poznań, Polonia, 1925), nació en el seno de una humilde familia judía. Huyendo de los nazis se trasladó a la Unión Soviética para regresar posteriormente a Polonia, donde militó en el Partido Comunista y fue profesor de filosofía y sociología en la Universidad de Varsovia antes de verse obligado a irse de Polonia en 1968 a causa de la política antisemita desarrollada por el gobierno comunista después de los sucesos de marzo de 1968.

Posteriormente a su purga de la universidad de Varsovia, ha enseñado sociología en países como Israel, Estados Unidos y Canadá. Desde 1971 residía en Inglaterra. Ha sido profesor en la Universidad de Leeds. Y, desde 1990, fue profesor emérito. Su obra escrita comienza en los años 50 y se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones tales como las clases sociales, el socialismo, el holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza.

1.1. Itinerario intelectual de Zygmunt Bauman

El itinerario intelectual de Bauman refleja las vicisitudes de sus avatares humanos. Profesor emérito por la Universidad de Leeds, ciudad inglesa en la que vive desde hace más de treinta años, Zygmunt Bauman contemplaba su vida con más pesimismo que nostalgia. Atrás quedó su Polonia natal, de donde huyó con su familia judía del terror nazi de 1939, rumbo a la Unión Soviética. Tras su paso por el ejército polaco en el frente ruso, regresó a Polonia y fue profesor en la Universidad de Varsovia durante años, pero una feroz campaña antisemita le hizo exiliarse de nuevo en 1968. La Universidad de Tel Aviv fue su destino, tampoco definitivo, porque también ha impartido clases en Estados Unidos y Canadá. Tres años más tarde se instaló en Gran Bretaña, donde sigue viviendo, rodeado de libros y recuerdos de una Europa que ya no existe y que sigue resultando, tras un siglo convulso, una “aventura inacabada” (Europa: Una aventura inacabada. Losada. 2006) De eso tratan sus últimos libros publicados en España.

1.2. La experiencia del Holocausto como punto de partida

Su tesis centra, en ese libro era que el Holocausto básicamente no fue un lapso accidental dentro de la barbarie irracional precivilizada, sino una consecuencia lógica (aunque no inevitable) de la civilización moderna y su creencia en la ingeniería social a gran escala.

Las primeras obras de Bauman fueron proyectos basados en la modernidad dentro del diseño de una mejor sociedad. Hacia 1970 y comienzos de la década de 1980 su atención cambió a cuestiones más generales y teóricas en relación con el papel de las ciencias sociales y cómo éstas podrían ayudar a la sociedad.

El mayor cambio en la obra de Bauman se produjo a finales de la década de 1980 con la edición de una trilogía de libros (Legisladores e intérpretes, Modernidad y Holocausto y Modernidad y ambivalencia), en los que criticaba la modernidad y proponía una visión postmoderna distópica de la sociedad. Desde entonces, Bauman ha editado una línea invariable de libros adicionales explorando su nueva perspectiva.

Aunque a Bauman se le considera un pensador ‘postmoderno’, no le cabe el término de postmodernista ya que utiliza los conceptos de modernidad sólida y líquida para caracterizar lo que considera dos caras de la misma moneda.

Bauman causó cierta controversia dentro de la sociología con su aseveración de que el comportamiento humano no puede explicarse primariamente por la determinación social o discusión racional, sino más bien descansa en algún impulso innato, pre-social en los individuos. Desde fines de la década de 1990, Bauman ejerció una considerable influencia sobre el movimiento altermundista. En su libro Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias, Bauman nos habla sobre la producción de ‘residuos humanos’ —más concretamente, de las poblaciones ‘superfluas’ de emigrantes, refugiados y demás parias— como una consecuencia inevitable de la modernización.

LOS RASGOS PESIMISTAS DE LA SOCIEDAD OCCIDENTAL SEGÚN BAUMAN El fallecimiento de Bauman ha reactivado el interés por sus ideas. En un ensayo que nos ha parecido iluminador, 5 ideas de Zygmunt Bauman que retratan a la sociedad moderna, publicado hace muy pocos días, escrito por Mónica Redondo, se apuntan cinco claves para entender lo que está pasando en nuestro mundo.

Quién no ha pensado alguna vez lo diferente que es la forma de pensar de sus padres o abuelos en comparación con la suya. Han estado casi toda la vida con la misma persona, la misma con la que se casaron cuando las fotos eran en blanco y negro. Han tenido el mismo trabajo desde que salieron de la universidad con 23 años. Y conservan el reloj que les regaló su padre cuando cumplieron los 18 años.

La vida líquida de Bauman rompe con las estructuras fijadas en el pasado. La filosofía de vida, los valores y lo que se considera ético y moral ha cambiado radicalmente en los últimos años, a causa de los cambios políticos y sociales ocurridos a partir de la segunda mitad del siglo XX.

En el libro Modernidad líquida, Zygmunt Bauman es capaz de explicar los fenómenos sociales de la era moderna y qué es lo que nos diferencia de las generaciones anteriores. A partir del año 2000, año de publicación de Modernidad líquida, el filósofo polaco publica una serie de obras que resumen sus conceptos sobre la realidad que nos rodea: Amor líquido (2003), Vida líquida (2005) y Tiempos líquidos: vivir una época de incertidumbre (2007).

La realidad líquida de Bauman consiste en una ruptura con las instituciones y las estructuras fijadas. En el pasado, la vida estaba diseñada específicamente para cada persona, quien tenía que seguir los patrones establecidos para tomar decisiones en su vida. En la modernidad, el filósofo polaco afirma que las personas ya han conseguido desprenderse de los patrones y las estructuras, y que cada uno crea su propio molde para determinar sus decisiones y forma de vida. La sociedad actual se basa en el individualismo y en una forma de vida cambiante y efímera. En la vida líquida según Bauman, la sociedad se basa en el individualismo y se ha convertido en algo temporal e inestable que carece de aspectos sólidos. Todo lo que tenemos es cambiante y con fecha de caducidad, en comparación con las estructuras fijas del pasado. Muchas de las cosas que explicó Bauman hace 17 años en su obra Modernidad líquida y las que la siguieron se han convertido en una realidad en nuestros días. El sociólogo logró explicar el funcionamiento de la sociedad actual y determinar la relación de las nuevas generaciones con conceptos como el amor, el trabajo o la educación. El amor líquido en la red social Tinder. Muy poco tienen que ver las relaciones de nuestros abuelos con la nuestra. Miedo al compromiso, rollos de una noche, desengaños amorosos… Para muchos jóvenes (y no tan jóvenes) este puede ser el pan de cada día. Para Zygmunt Bauman, estas relaciones son las que dan nombre a su concepto de amor líquido. Según su patrón, el miedo al compromiso y a las cosas a las que hay que renunciar, como la libertad, son la razón principal por la cual existe este miedo a comprometerse y a darlo todo por una pareja. La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e indoloros finales. Las relaciones amorosas acaban convirtiéndose en breves episodios, en los que priva la búsqueda del beneficio personal. Cuando una pareja deja de ser rentable, se deja de lado y se busca una nueva. Ni más ni menos que la filosofía de Tinder. Historias de amor para siempre han ocurrido gracias a la aplicación de búsqueda de parejas, aunque la mayoría de usuarios desliza rostros en su pantalla hasta encontrar el indicado para pasar la noche. Ciudadanos del mundo. Si hay algo que no queremos, son ataduras, ni el en amor ni en nuestra forma de vida. En la era moderna, es bastante común entre los jóvenes hacer un viaje de varios meses por América Latina o el Sudeste Asiático, con el objetivo de romper con las barreras y ser testigos de realidades distintas a las de su país de origen. La realidad líquida de Bauman describe precisamente este escenario, que invita al movimiento, al flujo y a la búsqueda de nuevas experiencias, pero sin echar raíces en ningún lugar. Son ciudadanos del mundo pero de ningún lugar al mismo tiempo. No más trabajos para toda la vida. Esta filosofía basada en la búsqueda de nuevas experiencias y ser ciudadano de mundo también se ve reflejada en el ámbito laboral dentro de las sociedad líquida. Nuestros abuelos y padres entraron a trabajar en una empresa cuando acabaron la universidad, y se jubilaron en el mismo lugar 40 años después. Las personas no quieren ataduras ni en el amor ni en el trabajo, según Bauman. En la actualidad, no existe el llamado trabajo de nuestra vida. Los empleos son cambiantes y el mercado actual necesita renovaciones dentro de las empresas cada poco tiempo. Por otro lado, Bauman identifica en sus obras la necesidad de cambio en los trabajadores, a los que se les reclama cada día más volatilidad y capacidad de trabajo en diferentes áreas. Las empresas buscan a personas volubles, con capacidad de reinventarse y que puedan viajar a otra ciudad cuando sea necesario. Personas que lo den todo en el trabajo aun sabiendo que pueden ser reemplazadas en cualquier momento si no cumplen con las expectativas.

UN FUTURO POCO ESPERANZADOR: EL RETO DE LA EDUCACIÓN EN UN MUNDO LÍQUIDO Las consecuencias de todo este análisis muestran un futuro poco esperanzador. Escribe: “Aún debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de información. Y también debemos aprender el aún más difícil arte de preparar a las próximas generaciones para vivir en semejante mundo”. En el pensamiento de Bauman, la crisis económica que azotó las instituciones financieras y las economías de medio mundo en 2008 cambió la forma de pensar de muchos jóvenes.

Antes de la crisis, la sociedad estaba convencida de que unos buenos estudios derivarían en buenas oportunidades laborales. Pero a partir del 2008, todo se puso del revés. Los que han conseguido trabajo, tienen que reinventarse cada poco tiempo y afrontar nuevos retos constantemente. Otros muchos graduados están trabajando en puestos por debajo de su formación, y muchos ni siquiera han accedido al mercado laboral.

En el libro Sobre la educación en un mundo líquido, Zygmunt Bauman conversa con el educador Ricardo Mazzeo sobre la pérdida de credibilidad de las bases de la educación tradicional, la cual se perfila como algo anticuado por no proveer a los jóvenes las herramientas necesarias para encontrar un trabajo.

La era del consumismo

Los que se compraron el iPhone 3G hace 10 años, se sintieron los amos del mundo. Tenían en sus manos un producto único en el mercado en ese momento, el cual marcó una diferencia en el uso de los smartphones. En la era del consumismo, – según Bauman – lo importante no es conservar objetos, sino renovarlos constantemente. En la actualidad, el que conserve un iPhone 3G no podrá ni hablar por WhatsApp. Más de 8 modelos han actualizado la primera versión de los teléfonos de Apple.

La era consumista que vivimos en la actualidad se basa en la ferviente necesidad de sacar nuevos productos en el mercado que saciar las ansias de renovación de la sociedad. Los productos duraderos ya no son importantes, en esta era priva lo efímero y lo nuevo para sorprender a los compradores.El consumismo no gira en torno a la satisfacción de deseos, sino a la incitación del deseo de deseos siempre nuevos.

En esta realidad líquida, lo importante no es conservar los objetos, sino renovarlos constantemente para contentar el espíritu consumista. La realidad líquida angustia a las personas porque no carecen de nada fijo y duradero. La consecuencia principal del mundo opuesto a lo sólido crea ansiedad en las personas, según Bauman. La necesidad de reinventarse en el empleo provoca que muchos trabajadores se queden atrás y que no cumplan con los requisitos necesarios en la actualidad.

Además, la necesidad de relacionarse choca frontalmente con la falta de compromiso y el miedo a perder a la libertad. En la sociedad actual, no podemos aferrarnos a nada, porque todo es cambiante y efímero. Todo es líquido, y la posibilidad de perderlo todo es más que probable.

Bauman no ofrece teorías o sistemas definitivos, se limita a describir nuestras contradicciones, las tensiones no sólo sociales sino también existenciales que se generan cuando los humanos nos relacionamos. El profesor Adolfo Vásquez Rocca (Universidad Católica de Valparaíso) es uno de los grandes estudiosos de Bauman en lengua castellana. De sus trabajos hemos recogido muchas de estas ideas.

4. DE LA PELIGROSA EXTRAÑEZA DE “LOS OTROS” A LA SOCIEDAD DE LA INCERTIDUMBRE

Para Bauman, “el otro”, tipificado como extraño por desconocido es un portador innato de incertidumbre, de potencial peligro, siendo, tal vez, su mayor amenaza, el atentar contra la clasificación misma que sostiene el orden del espacio social en el que se inscribe mi mundo (Z. Bauman, Ética posmoderna, 2004, p. 171)

Justamente, los extraños irritan, desagradan, desconciertan porque tienden con su sola presencia a ensombrecer y eclipsar la nitidez de las líneas fronterizas clasificatorias que ordenan el mundo en el que vivo, y de éste modo, cuestionar de manera radical la presunta comprensión recíproca que el “yo” tiene con el “otro”.

El extraño, como cuestionador implacable del orden al que ingresa desde tierras ignotas, ha sido a menudo tipificado con el estigma de ser portador de suciedad, puesto que la suciedad es el caos contaminante que el orden existente pretende expulsar, o bien, portador de ambivalencia, puesto que ésta los hace irregulares e impredecibles en sus reacciones.

Es el caso de los marginados sociales que, como una categoría o tipificación de una clase de extraño contemporáneo, reciben sobre sí los rasgos sobresalientes de la ambivalencia y la suciedad: a ellos se les atribuye la falta de confiabilidad por lo errático de su rumbo, su laxa moralidad y promiscua sexualidad, su deshonestidad comercial, etc. “Dicho de otra manera, los marginados son el punto de reunión de riesgos y temores que acompañan el espacio cognitivo. Son el epítome del caos que el espacio social intenta empeñosamente (…) sustituir por el orden” (Z. Bauman, Modernidad Líquida, 2004).

Para Bauman, la modernidad líquida es un tiempo sin certezas. Sus sujetos, que lucharon durante la Ilustración por poder obtener libertades civiles y deshacerse de la tradición, se encuentran ahora con la obligación de ser libres. Hemos pasado a tener que diseñar nuestra vida como proyecto y performance. Más allá de ello, del proyecto, todo sólo es un espejismo. La cultura laboral de la flexibilidad arruina la previsión de futuro, deshace el sentido de la carrera profesional y de la experiencia acumulada.

Por su parte, la familia nuclear se ha transformado en una “relación pura” donde cada “socio” puede abandonar al otro a la primera dificultad. El amor se hace flotante, sin responsabilidad hacia el otro, siendo su mejor expresión el vínculo sin cara que ofrece la Web.

Las Instituciones no son ya anclas de las existencias personales. En decadencia el Estado de bienestar y sin relatos colectivos que otorguen sentido a la historia y a las vidas individuales, surfeamos en las olas de una sociedad líquida siempre cambiante –incierta– y cada vez más imprevisible.

5. ESTADOS TRANSITORIOS Y LÍQUIDOS DE LOS VÍNCULOS HUMANOS: “DES-VINCULACIÓN”

La incertidumbre en que vivimos se corresponde a transformaciones como el debilitamiento de los sistemas de seguridad que protegían al individuo y la renuncia a la planificación de largo plazo: el olvido y el desarraigo afectivo se presentan como condición del éxito.

Esta nueva (in)sensibilidad exige a los individuos flexibilidad, fragmentación y compartimentación de intereses y afectos, se debe estar siempre bien dispuesto a cambiar de tácticas, a abandonar compromisos y lealtades. Bauman se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y a la fragilidad de los lazos solidarios que parecen depender solamente de los beneficios que generan. Bauman se empeña en mostrar cómo la esfera comercial lo impregna todo, que las relaciones se miden en términos de costo y beneficio – de ”liquidez” en el estricto sentido financiero.

Bauman se vale de conceptos tan provocadores como el de “desechos humanos” para referirse a los desempleados (parados), que hoy son considerados “gente superflua, excluida, fuera de juego”. Hace medio siglo los desempleados formaban parte de una reserva del trabajo activo que aguardaba en la retaguardia del mundo laboral una oportunidad. Ahora, en cambio, “se habla de excedentes, lo que significa que la gente es superflua, innecesaria, porque cuantos menos trabajadores haya, mejor funciona la economía”. Para la economía sería mejor si los desempleados desaparecieran.

Es el Estado del desperdicio, el pacto con el diablo: la decadencia física, la muerte es una certidumbre que azota. Es mejor desvincularse rápido, los sentimientos pueden crear dependencia. Hay que cultivar el arte de truncar las relaciones, de desconectarse, de anticipar la decrepitud, saber cancelar los contratos a tiempo.

6. DECREPITUD: CUERPOS TRANSITORIOS, FRÁGILES Y EFÍMEROS

El amor, y también el cuerpo decaen. El cuerpo no es una entelequia metafísica de nietzscheanos y fenomenólogos. No es la carne de los penitentes ni el objeto de la hipocondría dietética. Es el jazz, el rock, el sudor de las masas. Contra las artes del cuerpo, los custodios de la vida sana hacen del objeto la prueba del delito. La “mercancía”, el objeto malo de Mélanie Klein aplicado a la economía política, es la extensión del cuerpo excesivo. Los placeres objetables se interpretan como muestra de primitivismo y vulgaridad masificada.

¿Quién soy? Esta pregunta sólo puede responderse hoy de un modo delirante, pero no por el extravío de la gente, sino por la divagación infantil de los grandes intelectuales. Para Bauman la identidad en esta sociedad de consumo se recicla. Es ondulante, espumosa, resbaladiza, acuosa, tanto como su monótona metáfora preferida: la liquidez. ¿No sería mejor hablar de una metáfora de lo gaseoso?

Porque lo líquido puede ser más o menos denso, más o menos pesado, pero desde luego no es evanescente. Sería preferible pensar que somos más bien densos – como la imagen de la Espuma que propone Sloterdijk para cerrar su trilogía Esferas, allí con la implosión de las esferas– se intenta dar cuenta del carácter multifocal de la vida moderna, de los movimientos de expansión de los sujetos que se trasladan y aglomeran hasta formar espumas donde se establecen complejas y frágiles interrelaciones, carentes de centro y en constante movilidad expansiva o decreciente.

La imagen de la espuma es funcional para describir el actual estado de cosas, marcado por el pluralismo de las invenciones del mundo, por la multiplicidad de micro-relatos que interactúan de modo agitado, así como para formular una interpretación antropológico-filosófica del individualismo moderno. Con ello “espumas” responde a la pregunta de cuál es la naturaleza del vínculo que reúne a los individuos, formando lo que la tradición sociológica llama “sociedad”, el espacio interrelacional del mundo contemporáneo.

Nuestras comunidades son artificiales, líquidas, frágiles; tan pronto como desaparezca el entusiasmo de sus miembros por mantener la comunidad ésta desaparece con ellos. No es posible evitar los flujos, no se pueden cerrar las fronteras a los inmigrantes, al comercio, a la información, al capital. Hace un año miles de personas en Inglaterra se encontraron repentinamente desempleadas, ya que el servicio de información telefónico había sido trasladado a la India, en donde hablan inglés y cobran una quinta parte del salario.

Las sociedades posmodernas son frías y pragmáticas. Si bien hay expresiones ocasionales de solidaridad estas obedecen a lo que Richard Rorty llamó una “esperanza egoísta común”. Piénsese, por ejemplo, en lo que ha sucedido en España después del terrible atentado en Madrid. La nación solidarizó con las víctimas.

7. DESTERRITORIALIZACIÓN: ADICCIÓN A LA SEGURIDAD Y MIEDO AL MIEDO

La pertenencia a “ningún sitio”, la ausencia de raíces, de anclajes, de territorio sume a nuestra cultura en el desasosiego y el miedo. Todos nos aferramos a seguridades, a plataformas, a espacios que no se mueven, a salvavidas virtuales de la angustia.

Lo “líquido” de la modernidad – volviendo a la concepción de Baumam – se refiere a la conclusión de una etapa de “incrustación” de los individuos en estructuras “sólidas”, como el régimen de producción industrial o las instituciones democráticas, que tenían una fuerte raigambre territorial. Ahora, “el secreto del éxito reside (…) en evitar convertir en habitual todo asiento particular”. La apropiación del territorio ha pasado de ser un recurso a ser un lastre, debido a sus efectos adversos sobre los dominadores: su inmovilización, al ligarlos a las inacabables y engorrosas responsabilidades que inevitablemente entraña la administración de un territorio.

Nuestras ciudades, afirma Bauman, son metrópolis del miedo, lo cual no deja de ser una paradoja, dado que los núcleos urbanos se construyeron rodeados de murallas y fosos para protegerse de los peligros que venían del exterior. Lo que Sloterdijk llamó “la ciudad amurallada” hoy ya no es un refugio, sino la fuente esencial de los peligros.

Nos hemos convertidos en ciudadanos “adictos a la seguridad pero siempre inseguros de ella” (Sloterdijk), lo aceptamos como si fuera lógico, o al menos inevitable, hasta tal punto que, en opinión de Zygmunt Bauman, contribuimos a “normalizar el estado de emergencia”.

El miedo es más temible cuando es difuso, disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin anclas, sin hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la amenaza que deberíamos temer puede ser entrevista en todas partes, pero resulta imposible situarla en un lugar concreto.

“Miedo” es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que no se puede hacer para detenerla o para combatirla (Z. Bauman, Miedo Líquido, 2007).

Los temores son muchos y variados, reales e imaginarios… un ataque terrorista, las plagas, la violencia, el desempleo, terremotos, el hambre, enfermedades, accidentes, el otro… Gentes de muy diferentes clases sociales, sexo y edades, se sienten atrapados por sus miedos, personales, individuales e intransferibles, pero también existen otros globales que nos afectan a todos, como el miedo al miedo…

8. EL MIEDO EN UN MUNDO GLOBALIZADO Y POLICÉNTRICO DONDE NO ESTAMOS SEGUROS

El dominio económico y militar europeo no tuvo rival los cinco últimos siglos, de manera que Europa actuaba como punto de referencia y se permitía premiar o condenar las demás formas de vida humana pasadas y presentes, como una suerte de corte suprema.

Bastaba con ser europeo para sentirse dueño del mundo, pero eso ya no ocurrirá más: pueblos que hace sólo medio siglo se postraban ante Europa muestran una nueva sensación de seguridad y autoestima, así como un crecimiento vertiginoso de la conciencia de su propio valor y una creciente ambición para obtener y conservar un puesto destacado en este nuevo mundo multicultural, globalizado y policéntrico.

Sociólogos especializados en movimientos migratorios y demógrafos prevén que el número de musulmanes que vive en Europa puede duplicarse nuevamente para el año 2015. La Oficina de Análisis Europeos del Departamento de Estado de Estados Unidos calcula que el 20% de Europa será musulmana en el año 2050 10, mientras otros predicen que un cuarto de la población de Francia podría ser musulmana en el año 2025 y que si la tendencia continúa, los musulmanes superarán en número a los no musulmanes en toda Europa occidental a mediados de este siglo, puestas así las cosas, Europa será islámica a finales de este siglo.

El régimen del sabotaje y la lógica del pánico como argumento central de la política en Sloterdijk

Para completar este cuadro que dibuja Bauman, es conveniente acudir a la paleta de colores de Peter Sloterdijk. Como crónica de las relaciones entre teoría y política de Estado, cabe apuntar que cuando Sloterdijk fue convocado por el canciller Schröder para debatir sobre las consecuencias del nuevo escenario mundial en la era del atmo-terrorismo y las guerras de rehenes –Sloterdijk se refirió al binomio miedo y seguridad, en relación con la política exterior estadounidense, que suele presentar Washington bajo la rúbrica “intereses de seguridad”.

Destacó el filósofo cómo “vivimos en una sociedad obsesionada por la seguridad”, por las pólizas de seguros y las políticas de climatización corriendo el riesgo de perder nuestra libertad. Se refirió también al miedo como un elemento clave para el desarrollo del intelecto. “El miedo -señalo Sloterdijk– está al comienzo del intelecto, el miedo de alguna manera hizo al hombre”.

La amenaza fundamentalista, que parecía una amenaza periférica, se ha desplazado hacia el centro, rumbo a una hegemonía que a los ojos de muchos resulta pavorosa. Hoy un grupo, monitoreando artefactos desde las montañas más remotas y más miserables del mundo, es capaz de hacer estallar el icono más importante del poderío económico global, como son las Torres Gemelas.

Frente a esto las reacciones neoliberales contra el terror son siempre inadecuadas, puesto que magnifican el fantasma insustancial de Al Qaeda, ese conglomerado de odio, desempleo y citas del Corán, hasta convertirlo en un totalitarismo con rasgos propios, y algunos, incluso, creen ver en él un “fascismo islámico” que, no se sabe con qué medios imaginarios, amenaza a la totalidad del mundo libre.

9. CONCLUSIÓN: MODERNIDAD LÍQUIDA Y TRADICIONES RELIGIOSAS

¿Qué perspectivas ofrecen las religiones en esta sociedad marcada por la modernidad líquida? No son numerosos los ensayos que se han publicado sobre esta relación. En todo caso, hay referencias a Bauman en trabajos sobre violencia y religión a propósito de las reflexiones de Bauman sobre el Terrorismo en una sociedad de modernidad líquida.

Evidentemente, la modernidad líquida genera una ética líquida, insegura y siempre provisional. Y consecuentemente, no existen valores perdurables ni apelaciones a entidades trascendentes inmutables. Siguiendo a Kolakowski, Bauman identifica la religión con los deseos de llenar los espacios de insatisfacción humana. La vulnerabilidad hace a los humanos necesitados de experiencias de seguridad extranaturales. Por ello, considera que para mucha gente la necesidad de una experiencia religiosa pude ser muy confortante.

Tal vez el más clarificador sea el Three Types of Liquid Religion (C. N. de Groot) [en Implicit Religion, 2008, vol. 11, pp. 277-296] En este artículo el autor, profesor de Teología católica en Holanda, explora diversos caminos para comprender la religión dentro del conjunto de la modernidad líquida. El propio concepto de modernidad líquida abre a perspectivas de formas sociales de religión “nuevas” y “antiguas” que parecen florecen en un medio líquido. Por ello, pretende diseñar modelos de expresión en religiones sólidas y líquidas.

Sistematiza su pensamiento en tres tipos de religiones líquidas: el primer tipo se refiere al fenómeno líquido en la esfera religiosa: fenómenos religiosos, pequeñas comunidades, redes de religiones globales y comunidades virtuales. El segundo tipo, se refiera a los límites entre las religiones y la esfera secular, tal como se muestra en los servicios religiosos en un hospital o en una prisión. El tercer tipo de religión líquida consiste en el encuentro y actividades comunes fuera de las esferas religiosas, tal como se muestra en las esferas políticas y culturales en las que hay importantes dimensiones religiosas.

Son tres caminos a lo largo de los cuales muchas personas pueden encontrar sentido a su propia vida en una sociedad líquida en donde las certezas y las seguridades parecen desvanecerse.

De todas formas, desde hace años los filósofos de la religión reflexionan sobre la función social de la religión en una sociedad secularizada. La pregunta por Dios y sobre todo, sobre el papel de Dios en un mundo laico, continúa siendo una cuestión abierta.


El fallecimiento de Bauman no frena la reflexión sobre ética, modernidad líquida y tradiciones religiosas. Otros autores continúan la reflexión.

Leandro Sequeiros es Catedrático de Paleontología, coeditor de FronterasCTR, y miembro del Consejo de la Cátedra de Ciencia, Tecnología y Religión.

en la modernidad liquida. Barcelona: Paidós. https://www.redalyc.org/pdf/110/11043112014.pdf Eguzki Urteaga. Doctor en Sociología - Université Victor Segalen Bordeaux 2, Francia. Licenciado en Sociología - Université Victor Segalen Bordeaux 2, Francia. Licenciado en Historia especialidad Geografía - Université de Pau et des Pays de l'Adour, Francia. Docente- Universidad del País Vasco, España. Investigador asociado en el Social and Business Research Laboratory, centro de investigación - Universidad Rovira i Virgili, España. “un sociólogo de la vida cotidiana” (Bauman y Donskis, 2015, p. 9) que ha elaborado “una sociología de la imaginación, de los sentimientos, de las relaciones humanas (…) y de la experiencia íntima”



GENERACIONES

SEGUIR EXPLORANDO

categoría, acabada de descubrir y muy apreciada, junto con otra novedad conceptual, la de «ideología» en sus admirables carreras.

Guerra.


LEER EN DETALLE: https://es.wikipedia.org/wiki/Zygmunt_Bauman




SOLEDAD MASIFICADA

--- En la página web de la revista Chronicle of Higher Education (http://chronicle.com) se publicó recientemente el caso de una adolescente que enviaba 3.000 mensajes de texto al mes. Esto significa que enviaba una media de cien mensajes diarios, es decir, uno cada diez minutos de vigilia, «por la mañana, a mediodía y por la noche, en días laborables y fines de semana, en las horas de clase, a la hora de comer, a la hora de hacer los deberes y a la hora de lavarse los dientes». Lo que se desprende es que no estaba sola más de diez minutos; es decir, nunca estaba a solas «consigo misma », con sus pensamientos, sueños, preocupaciones y esperanzas. A estas alturas habrá olvidado, probablemente, cómo se vive —se piensa, se hacen cosas, se ríe o se llora— en compañía de uno mismo, sin la compañía de los demás. Es más, nunca ha tenido la oportunidad de aprender ese arte. Si en algo no es la única es en su incapacidad de practicarlo…

Los dispositivos de bolsillo para enviar y recibir mensajes no son las únicas herramientas que necesitan esa chica y las demás personas que, como ella, sobreviven sin ese arte. El profesor Jonathan Zimmerman, de la Universidad de Nueva York, observa que hasta tres de cada cuatro adolescentes estadounidenses se pasan todos los minutos de su tiempo disponible pegados a los sitios web de Facebook o MySpace: chateando. Sugiere Zimmerman que están enganchados a provocar y recibir ruidos electrónicos o destellos en la pantalla. Los sitios web de chat son, según este autor, nuevas drogas muy potentes a las que son adictos los adolescentes. Son bien conocidos los síndromes de abstinencia que sufre la gente, joven o no tan joven, adicta a otro tipo de drogas; cabe imaginar, por tanto, la agonía por la que pasarán esos adolescentes si algún virus (o sus padres, o sus profesores) les bloquea las conexiones a Internet o les deja los móviles inoperativos.

En este mundo impredecible, siempre sorprendente y obstinadamente desconocido, la posibilidad de quedarse solo puede resultar espantosa; podríamos citar numerosas razones para concebir la soledad como un estado sumamente desagradable, amenazador y terrorífico. Sería tan injusto como estúpido culpar sólo a la electrónica de lo que le sucede a la gente nacida en un mundo entretejido de conectividad por cable o inalámbrica. Los artilugios electrónicos responden a una necesidad que no han creado; lo máximo que pueden haber hecho es agudizar y acentuar una necesidad ya creada previamente, a medida que los medios que inciden sobre ella han pasado a estar tentadoramente al alcance de todos, sin que requieran mayor esfuerzo que pulsar unas teclas. Los inventores y vendedores de los «Walkman», los primeros dispositivos móviles que permitían «oír el mundo» cuando y donde quisiera el usuario, prometían a sus clientes: « ¡Nunca más (volverá a estar) solo!». Evidentemente, eran conscientes de lo que decían, y sabían por qué este eslogan publicitario probablemente iba a aumentar las ventas de los dispositivos, como de hecho ocurrió en incontables millones de casos. Sabían que en las calles había millones de personas que se sentían solas y detestaban la soledad como algo doloroso y aborrecible; personas no sólo privadas de compañía, sino que sufrían a causa de dicha ausencia. A medida que aumentaban los hogares familiares vacíos durante el día, y las chimeneas y los comedores eran sustituidos por los televisores en todas las habitaciones —a medida que el individuo, podríamos decir, «quedaba atrapado en su propio capullo»—, cada vez menos gente podía contar con el animoso y vigorizante calor de la compañía humana; sin ella no sabían cómo llenar sus horas y sus días.

La dependencia del ruido ininterrumpido que emitía el Walkman ahondó el vacío que dejaba la falta de compañía. Y cuanto más se hundían los usuarios en ese vacío, menos capaces eran de utilizar los medios anteriores a la alta tecnología, como los músculos y la imaginación, para escapar de él. Con la llegada de Internet, fue posible olvidar u ocultar ese vacío y, por lo tanto, eliminar su toxicidad; al menos se pudo aliviar el dolor que causaba. Esa anhelada compañía, cada vez más ausente, parecía haber vuelto a través de las pantallas electrónicas más que por las puertas de madera, y en una nueva encarnación analógica o digital, pero virtual en ambos casos: la gente que luchaba por evitar la tortura de la soledad descubrió que esta nueva forma suponía una notable mejora con respecto a la modalidad cara a cara y mano a mano. Con el olvido o la falta de aprendizaje de las habilidades interactivas presenciales, todos los aspectos que podían entenderse como carencias de la «conexión» virtual online fueron acogidos como una ventaja. Lo que ofrecían Facebook, MySpace y otros sitios similares ha sido recibido como lo mejor de ambos mundos. O, al menos, eso les parecía a quienes anhelaban desesperadamente la compañía humana pero se sentían incómodos, ineptos o desafortunados en los encuentros sociales.

Para empezar, ya no es necesario estar solos. En cualquier minuto —veinticuatro horas al día, siete días a la semana— basta con pulsar un botón para que aparezca la compañía, como por arte de magia, de entre una colección de seres solitarios. En ese mundo online, nadie está lejos nunca, todos parecen estar constantemente a nuestra disposición, y aunque alguno se quede dormido en un determinado momento, siempre hay alguien dispuesto a enviar un mensaje, o a parlotear unos segundos, de forma que la ausencia temporal pase desapercibida. En segundo lugar, se puede entablar «contacto» con otras personas sin iniciar necesariamente una interacción que amenace con entregar rehenes al destino, o que siga una trayectoria poco deseable. El «contacto» puede romperse al menor indicio de que la interacción sigue un rumbo inadecuado: por lo tanto, no existe el riesgo, ni tampoco la necesidad de buscar excusas, disculparse o mentir; basta con una sutil pulsación, totalmente indolora y segura. Ya no es necesario temer la soledad, ni exponerse a las exigencias ajenas, a una exigencia de sacrificio o compromiso, de hacer algo que a uno no le apetece sólo porque otros lo desean. Esa reconfortante sensación puede disfrutarse incluso

en medio de una sala abarrotada, o merodeando entre los concurridos vestíbulos de un centro comercial, o paseando por la calle entre multitud de amigos y transeúntes; siempre cabe la posibilidad de «estar espiritualmente ausentes» y «solos», así como de notificar a los demás la voluntad de no estar en contacto, aquí y ahora; es posible apartarse de la multitud tecleando un mensaje dirigido a alguien que se encuentra físicamente ausente y que, por lo tanto, momentáneamente no exige ni se compromete, un «contacto » seguro, o bien ojeando un mensaje que acaba de llegar de una persona así. Con este tipo de dispositivos en la mano, es posible, si se desea, estar solos en medio de un rebaño en estampida; y de forma instantánea, en cuanto la compañía resulta demasiado agobiante y opresiva. No juramos lealtad hasta la muerte, y cabe esperar que siempre haya alguien «disponible» cuando lo necesitemos, sin tener que soportar las desagradables consecuencias de estar constantemente disponibles para los demás…

¿Es el paraíso terrenal? ¿Se cumple, por fin, el sueño? ¿Se ha resuelto la ambivalencia supuestamente inquietante de la interacción humana, reconfortante y estimulante, pero engorrosa y llena de escollos? Las opiniones en este punto están divididas. Lo que parece incuestionable, sin embargo, es que hay que pagar un precio por todo ello, un precio que puede resultar, si se piensa bien, demasiado elevado. Porque cuando uno pasa a estar «siempre conectado», puede que nunca esté total y verdaderamente solo. Y si nunca está solo, entonces (por citar una vez más al profesor Zimmerman), «es menos probable que uno lea un libro por placer, dibuje, se asome a la ventana e imagine mundos distintos de los propios… Es menos probable que uno se comunique con la gente real del entorno inmediato. ¿Quién quiere hablar con sus familiares si tiene a los amigos a un clic de distancia?» (En una fascinante diversidad y en cantidades inagotables; hay, quisiera añadir, quinientos «amigos» o más en Facebook).

Al huir de la soledad, se pierde la oportunidad de disfrutar del aislamiento, ese sublime estado en el que es posible «evocar pensamientos », sopesar, reflexionar, crear y, en definitiva, atribuir sentido y sustancia a la comunicación. Pero entonces, al no haber paladeado su sabor, uno nunca sabrá lo que se ha perdido, la ocasión que ha dejado pasar.

Tomado de "44 cartas desde el mundo liquido" de Zygmunt Bauman. Editorial Paidos. Ed 2011.


EL MIEDO A ESTAR SOLO

La globalización, el poder y la desigualdad han sido los grandes temas sobre los que reflexionó el filósofo Zygmunt Bauman desde que su obra comenzara en 1950 y hasta que falleciera en 2017, con 91 años.

Polaco-británico de origen judío, fue sociólogo, filósofo y ensayista que siempre será recordado por, entre muchos otros logros, su noción de "modernidad líquida". Bajo esta categoría sociológica, Bauman define el estado actual de nuestra sociedad, una figura de cambio constante que depende de factores educativos, culturales y económicos y en la que se hace referencia a la inconsistencia de las relaciones humanas y a la angustia existencial que surge de la ausiencia de sentido cuando se trata de construir, ya que el tiempo y la modernidad impulsarán su desintegración.

Os dejamos con esta entrevista por parte de F. Attwood al sociólogo en su casa de Leeds en el verano de 2014. Publicada en 2018, Attwood comparte: "Me había dicho que tenía problemas de audición y se cansaba con facilidad, así que le envié mis preguntas con anticipación y cuando llegué, estaba claro que se había preparado mucho para responderlas. Fue extremadamente amable, me sirvió fresas con crema y me sirvió té. Nos detuvimos cuando se cansó y me dijo que había hablado 'más esta hora que en toda la semana'".

Así que sí, mi respuesta es que los lazos humanos son cada vez más frágiles e impermanentes. Y fíjate, la investigación muestra que este es el caso. no estoy inventando No estoy fantaseando con eso. Los hechos: en Estados Unidos, que está, como siempre, a la vanguardia del progreso, el 80% de los matrimonios terminan en divorcio, ese es el primer matrimonio y en el segundo y el tercer matrimonio la tasa de divorcio es aún mayor. El primer divorcio es difícil. Levemente. El segundo es más fácil. El tercero llega sin ningún problema. Parece que el 40% de los niños estadounidenses nacen en un hogar sin padre. 40%. Alrededor del 60% de los niños estadounidenses en algún momento de sus vidas viven sin uno de sus padres.

Existe el deseo de una intimidad profunda. Cada momento de unión para ser vivido como un momento de eternidad, que puede durar para siempre. Pero, a la mañana siguiente, la gente se despierta, oh, eso es un horror. Duradero para siempre? ¿Sin la capacidad de tirarlo si tal cosa no funciona correctamente? Eso es lo que hace que la gente sea tan desigual en un momento de felicidad. Es precisamente contradicción. Por un lado, la seguridad. Siempre quiero la opción de optar por no participar. Si no funciona, no estoy comprometido para siempre.

Puedo empezar de nuevo. Siempre existe la posibilidad de una segunda vida, una segunda identidad. Entonces, ese es un lado. Por otro lado, es una experiencia real, muy profunda, muy satisfactoria, muy gratificante de dos identidades que se unen, se complementan, se dan felicidad. Ahora, como conciliar eso? No hay nada que te permita disfrutar de las dos cosas al mismo tiempo. Como dicen los ingleses, to have a cake…

P: Y comerlo.

Bauman: No puedes. Así que siempre, todo el tiempo, en el momento de plena satisfacción sienten una sutil ansiedad de que el otro está en peligro. No puedes tenerlo al mismo tiempo. No estoy condenando; Simplemente les estoy recordando que elijas lo que elijas, siempre das algo y pierdes algo. No hay otra manera. Desafortunadamente, no puedes tenerlo todo. Así que la gente vacila, la gente duda. Las personas están en el vaivén entre dos necesidades abrumadoras igualmente poderosas en nosotros. P: ¿Ves algún cambio positivo en las relaciones y conexiones humanas en los últimos años?

Bauman: Bueno, no sé si es positivo o no. Hay medicamentos sustitutivos. Sustitutos, sin resolver las dificultades, en su mayoría barriéndolos debajo de la alfombra. Quitándolos de la vista. Creando la sensación de que todo está bien. Olvidar que algo no está muy bien socialmente, pero simplemente te liberas de la presión de pensar en ello. ¿Ejemplos? Bueno, mencionamos Facebook. Mencionamos Twitter. Hay un gran, gran invento. ¿Recuerdas el Walkman?

P: Sí, sí.

Bauman: ¿Recuerdas cómo se introdujo el Walkman en el mercado? ¿Cuál era el lema? El lema era 'nunca más solo'. Nunca más solo. Por primera vez, pudimos ir solos al bosque, caminar en un prado en algún lugar lejos de la gente, nadie a tu lado. Y cuando alguien te gritaba, simplemente lo escuchabas. Nunca en la historia de la humanidad había habido algo así. Cuando estaban solos, estaban solos. Punto final. Ahora, cuando estás solo todavía escuchas seres humanos en algún lugar hablándote, dirigiéndote a ti; incluso cantando para ti. Bueno, era un aparato premium porque podías oír pero no podías hablar.

P: Ha argumentado que nos estamos moviendo hacia una situación en la que apreciamos las conexiones en lugar de las relaciones y las 'relaciones virtuales'. Has hablado sobre la forma en que la tecnología permitió que las conexiones se hicieran "más frecuentes y más superficiales, más intensas y más breves". Esto fue antes de la creación de Facebook en 2004 y Twitter en 2006. ¿Cómo crees que han impactado los desarrollos tecnológicos en nuestras relaciones desde que escribiste Liquid Love?

Bauman: Bueno, Facebook creó algo diferente. Puedes hablar. Puedes dirigirte. Puedes conversar con un ser humano, incluso si este otro ser humano está a cientos de miles de kilómetros de distancia. Puede estar seguro de que las 24 horas del día, los 7 días de la semana, siempre hay alguien en algún lugar que está listo para recibir e incluso responder a su mensaje. Hay personas que se enorgullecen de decir que hacen 500 amigos en un día. No hice 500 amigos en mi vida y ya he vivido casi 90 años. Así que hay una diferencia, ya sabes.

No significa necesariamente que ya no estén solos. Realmente, en la vida real, están amenazados por la posición social que se ganaron a base de trabajo, que puede desaparecer simplemente porque la empresa a la que dedicaron su vida desaparezca. Puede ser devorado por una empresa más grande. Puedes perderlo todo. Entonces, el miedo a ser abandonado, excluido o desalojado es bastante real. No es imaginario. Es la realidad que tienes que vivir solo. Ahora el más joven entra en la vida adulta; un tipo diferente de vida. No tienen futuro, ni carrera ni suerte, ni perspectivas. El miedo a perder, al abandono es bastante real. No es imaginario. Pero cuando te sientas frente a tu computadora, es posible que te olvides de ella. Debido a la comunidad. No es un lazo social, pero es una conexión.

Pero la desconexión con la gente también es una dificultad. Según las últimas investigaciones, la persona promedio pasa siete horas y media -la mitad del día despierto- frente a una pantalla, no frente a otros seres humanos, sino frente a una pantalla. Todo tipo de pantallas; computadora portátil, computadora de escritorio, iPhone, iPod. Nunca nos separamos de las pantallas. Llevas pantallas contigo, vayas donde vayas. Si lo olvidas, sientes que te olvidaste los pantalones o la falda. Entonces, la ilusión es que, después de todo, no estamos solos. Sí, olvídalo, porque la presión de estar constantemente pegado a cientos de personas solo lo ahoga por el momento. P: Dijiste que la gente tiene la ilusión o la impresión de estar conectada. ¿Crees que la tecnología se convierte en una forma de relacionarnos realmente, o son solo ilusiones? ¿Es una ilusión de comunicación y conexión?

Bauman: En línea y fuera de línea tienen diferentes reglas para trabajar. Y por ejemplo, la gente sufre. Hay un gran problema hoy en día: la gran migración de grandes masas de personas. De repente, todo el entorno en el que vives cambia, su carácter cambia; personas con diferentes idiomas, diferentes hábitos, diferentes formas de vida. Entonces, debido a que perdería sus expectativas familiares aprendidas, que hacían que su vida al menos pareciera segura y cierta, desea que sus vecinos le resulten más o menos familiares. Aprendes de su comportamiento qué esperar de ellos; para qué sirven, para qué sirven mal. De repente, hay masas de extraños que son muy difíciles de leer, por así decirlo. También están viviendo ahora en un mundo multicéntrico, donde ya no existe una unión o jerarquía estable y estable, o valores o preferencias. Estás expuesto a puntos de vista contradictorios. Un lado alaba, el otro condena. Por cada tesis, hay una antítesis.

El ambiente es de gran pérdida. Incertidumbre, contingente a la incertidumbre. No sabes cómo comportarte. Y cada vez que sales de tu casa, vas a dar un paseo por la calle, o cuando llegas a tu lugar de trabajo, o a la Universidad o a la escuela donde estás estudiando, estás en este mundo offline expuesto precisamente a eso, a este tremendo variedad. La variedad de mensajes, que eventualmente recae en ti personalmente, para reconciliar eso, para encontrar tu camino entre señales contradictorias. Y para tomar decisiones y construir responsabilidades a partir de sus elecciones. Y cada vez que sales de tu casa, vas a dar un paseo por la calle, o cuando llegas a tu lugar de trabajo, o a la Universidad o a la escuela donde estás estudiando, estás en este mundo offline expuesto precisamente a eso, a este tremendo variedad. La variedad de mensajes, que eventualmente recae en ti personalmente, para reconciliar eso, para encontrar tu camino entre señales contradictorias.

Entonces llegas a tu mundo en línea. Estás en reposo. Finalmente encuentras un refugio de todo este caos, ya sabes, el caos. En Internet, en el mundo en línea, a diferencia del mundo fuera de línea, puedes evitar todo lo que crea tu ansiedad en el mundo fuera de línea. Simplemente puedes omitirlo. Además de los puntos de vista e ideas que le gustan, que le reconfortan, etc., hay puntos de vista e intenciones con los que no está de acuerdo; que realmente te hacen sentir incómodo de que existan. En línea, puedes eliminarlos. Si vuelves a una web, que transmite ideas que te generan malestar, simplemente le das a 'borrar', y te encuentras con otro sector de la realidad online donde solo hay gente que piensa como tú, que te aplaude, que refuerza tus ideas. Solo ellos pueden hablar. Estás en una zona de confort. Puedes creer en ello, pero es imposible. Como te he dicho, cuando regresas a la oficina, ves gente de todos los colores, de todas las ideas sentadas, tienes que entablar un diálogo con ellos. Ellos negocian. Se pelean… tratando de llegar a algún tipo de acuerdo. Todo eso se lo quitan. Los dejas de lado cuando estás en el mundo en línea. La investigación muestra que las personas que están en línea tienen la esperanza de que la World Wide Web amplíe nuestros horizontes. Tenemos acceso a todo lo que sucede en todas partes, a todos los países, a todos los temas, a todas las ideologías. Todo está a nuestro alcance. No tengo que esforzarme para alcanzarlo. Está todo ahí. Por lo tanto, desaparecerían los motivos de sospecha mutua, el miedo a la diversidad. El resultado es en realidad lo contrario. Porque la mayoría de los usuarios de Internet crean lo que se puede llamar cámaras de eco en las que todos los sonidos que escuchas son ecos.

Es un lugar muy cómodo. Pero, si pasas tanto tiempo en este mundo en línea y regresas al mundo fuera de línea, estás doblemente ansioso. Vivir con diferencias requiere estrategia y muy a menudo es bastante aterrador. Puedes escapar de la necesidad de vivir con las diferencias cara a cara. Pero cuando regresas a otros seres humanos, enfrentándolos, entonces estás en problemas porque has olvidado las habilidades de cómo lidiar con ellos. Así que en lugar de unir a la gente, al contrario, te impide escuchar otras voces. Es simplemente barajar la voz de estar solo, y por lo tanto dejas de luchar contra la sensación de soledad, porque tienes esa ilusión que viene de internet de que no estás solo.

Ese es un proceso allí. El otro proceso es la comercialización. La fragilidad de los lazos humanos de la que ya hemos hablado nos hace sentir culpables. Como sea que lo tratemos o lo representemos, nos sentimos culpables. Los padres se divorcian, sus hijos no pertenecen ni aquí ni allá. Amamos a nuestros hijos, ¿verdad? Queremos lo mejor. Si no nos comportamos como debemos, como debe decirnos nuestro amor, tenemos una conciencia culpable. Puedes comprar tranquilizantes. Vas a una tienda, compras un regalo para tu hijo. Es como un tranquilizante, creo.

En Navidad, tienes un regalo para tus seres queridos y tienes un año de conciencia tranquila. Por supuesto, no es un reemplazo para estar juntos, para sacrificar su propio tiempo, sus propias preferencias, para informes sobre los altibajos de experiencias o de trabajo, o quién estaba acosando a su hijo en la escuela. Y qué difícil es la tarea que ambos hacéis, los dos juntos. Eso es lo que debes hacer. Deberías simplemente, ya sabes, ofrecer tu propio bienestar para satisfacer las necesidades de tu amado. Pero no puedes hacerlo. La vida no es así. Es diferente y desorganizado. Entonces, ¿Qué haces? Quieres reemplazarlos con muestras de tu amor. Cuanto más caros son, cuanto más dinero gasta, mayor es el valor moral de la misma. Este es otro tipo de sustitutos. Está mediando entre usted y su conciencia. Este es el servicio que se ofrece en el mercado. De nuevo, el efecto es ambiguo porque nos dan la tranquilidad que tanto necesitamos. Encubrir la situación real. Por otro lado, exacerban nuestra incapacidad para hacer lo real. P: Uno de los cambios más dramáticos en la sociedad occidental en los últimos años se refiere a la igualdad de lesbianas y gays. Por ejemplo, hace muy poco tiempo se ha hecho posible que las parejas del mismo sexo se casen en el Reino Unido por primera vez. ¿Cómo ve e interpreta estos cambios?

Bauman: Cuando era niño, entendí que te casaste de una vez y para siempre. No hay salida. Puedes estar fuera, pero serías condenado hasta que murieras. No hay duda de eso. Esa fue la idea. Ahora el matrimonio, la boda, la pareja casada, el hogar es muy parecido a un motel. Puedes ir y venir, y en esta interpretación, ¿por qué no personas del mismo sexo? Incluso pueden tener hijos. Puedes adoptar o cosas así. Entonces todo es posible. ¿Por qué no, por lo tanto, permitir que la gente juegue en familia? Eso es un derecho humano universal. Y creo que poco a poco se está aceptando. Ya no es un tema candente. Cada vez son más los países que aceptan esta posibilidad.

Tarde o temprano, creo, en nuestra área cultural de todos modos, es muy, muy probable que finalmente sea universal. Por supuesto, hay países islámicos donde es muy, muy poco probable. La posición de la mujer es lo más importante. No puedes saltar etapas. Quizás – quién sabe, no soy profeta – quizás llegue hasta ahí, la idea del matrimonio entre personas del mismo sexo, pero hay muchas etapas que son universales por las que hay que pasar y sobre todo, la igualdad de la mujer.


EnciclopediaRelacionalDinamica: ZygmuntBauman (última edición 2024-01-12 18:44:30 efectuada por MercedesJones)