Iñaki Ortega Cachón
Iremos siguiendo las reflexiones de Iñaki con interés. MercedesJones
- El FMI ha actualizado las previsiones macroeconómicas para España elevando unas décimas el crecimiento del PIB y dejando a la mitad la inflación. Buenas noticias que han ocultado la mención del organismo a nuestro mercado laboral. Según Georgieva, directora-gerente de la institución, seguiremos este año y el siguiente con una tasa desempleo que no bajará del 12% liderando las cifras de paro en Europa. Triste estadística que comparten los jóvenes españoles y los mayores de 55 años, ya que, en ambos, el paro juvenil y el paro senior, es de los más altos del continente.
A la vez que desde Washington se presentaba este informe, en Valencia la empresa Ford, los sindicatos y los gobiernos autonómico y estatal, daban el visto bueno a prejubilar con 53 años a 1124 trabajadores de la compañía de automoción. Fruto de un pacto tripartito, más de mil trabajadores pasarán los siguientes quince años sin trabajar, pero cobrando de la empresa y de la administración hasta que llegue la pensión pública. O lo que es lo mismo, treinta años por delante de ingresos asegurados sin trabajar. En la mayoría de los casos los trabajadores estarán muchos más años cobrando de lo público que años empleados. El caso de esos mil seniors es sintomático de lo que sucede en España con un colectivo de 6.588.873 personas (población entre 55 y 65 años) en el que apenas 3.600.000 están trabajando.
Esta penosa situación, empero, ayuda a poner foco en el camino que nos queda por recorrer. Por ejemplo, alcanzar las cifras de los suecos en tasa de empleo senior del 85% frente al 65% de los españoles, lo que supondría ganancias medidas por el PIB de entre cinco y diez puntos, conforme a estudios citados por el centro de investigación ageingnomics de la Fundación Mapfre. El discurso del ministro Escrivá de alargar la vida laboral, convertido ahora en papel mojado tras el acuerdo de Ford que él mismo ha defendido, pone de actualidad la apuesta de un grupo de docentes -entre los que me encuentro- por el talento senior. Con una legislación que contemple el retiro como un derecho no como un deber, facilite el trabajo -al menos voluntario- por encima de la edad de jubilación, mejore la fórmula para compatibilizar pensión y trabajo, acerque la edad real de salida del trabajo a la edad legal y penalice las jubilaciones anticipadas y las prejubilaciones.
En una suerte de acuerdo colusorio, la empresa y el sindicato UGT con la bendición del Estado han olvidado que la generación de las canas no se agota con los mil prejubilados de Ford, sino que millones de españoles padecen tener una carrera laboral más corta, hasta ocho años, que los suecos o los alemanes. Menos años trabajando es sinónimo de pobreza en la vejez y una mayor probabilidad de morir por el efecto de la soledad.
Para luchar contra el olvido de las canas urge el establecimiento de un gran pacto de país para el fomento del empleo senior que corte de raíz el derroche de talento de los mayores españoles. Este pacto, cuyo compromiso superaría los cinco años, debería firmarse públicamente por los principales representantes políticos, de trabajadores y empresarios. El acuerdo se incorporaría a los programas de gobierno, planes estratégicos empresariales e institucionales de los firmantes.
El gran reto laboral no es retirar con 53 años a empleados con plenas facultades sino trabajar más años, lo cual es posible en todas aquellas ocupaciones focalizadas en el sector terciario o en la servindustria que no demanden un gran esfuerzo físico.
Al mismo tiempo el trabajo autónomo y el emprendimiento de los seniors ha de fomentarse desde los poderes públicos con atractivas bonificaciones fiscales, ayudas públicas y reducciones de las cuotas de autónomos. Las empresas siguiendo el ejemplo de compañías pioneras de otros lares han de propiciar esta fórmula como vía para alargar la vida laboral de sus antiguos empleados y hacer real “segundas carreras”.
La formación a lo largo de la vida de los trabajadores seniors españoles es una asignatura pendiente que las administraciones, pero también las empresas han de superar. Los datos del Banco de España sobre la distancia de los empleados mayores españoles respecto a sus pares europeos en actividades formativas realizadas, exige una actuación concertada para fomentar con instrumentos públicos nuevos programas de recualificación profesional (reskilling y upskilling)
La prolongación de la actividad exige cambios también culturales. Una nueva mentalidad por parte de todos los actores del mercado laboral para comprender que, en una próxima vida muy cercana a los cien años, la prolongación del trabajo se va a convertir en una necesidad ineludible. En especial los propios mayores han de concienciarse de que por muy atractivo que parezca adelantarse a la edad oficial del retiro, es inviable económicamente y perjudicial para su salud física y emocional, dejar de trabajar con más de treinta años por delante de vida.
Por último, los seniors se han convertido en el más importante grupo en el campo económico (consumo y patrimonio) y político (censo electoral) pero esta realidad no es conocida por la opinión pública. Una suerte de activismo senior en España inspirado en la exitosa asociación americana de retirados (AARP) promovida desde la sociedad civil, no solo visibilizaría el colectivo, sino que haría inviables actuaciones flagrantemente edadistas. Un reciente experimento del Gobierno Vasco lo ha constatado al mandar a reclutadores idénticos currículos de mayores de 50 años y de menores de esas edades y obtenerse la mitad de entrevistas para los seniors. Propiciar la presencia en la opinión pública de españoles que superan los cincuenta años y siguen aportando a la sociedad con su trabajo en campos como la ciencia, el funcionariado, la docencia o el emprendimiento, ayudaría a desterrar esta discriminación.
En definitiva, por mucha giga factoría de baterías que cree Ford y que la acabe inaugurando el presidente del gobierno de turno, es infinitamente más rentable económicamente para el país no olvidar las canas.
NOTA: En el mes de junio comienza el curso PUBLIC AFFAIRS Programa de Relaciones Institucionales e Inteligencia de Contexto que tengo el honor de dirigir en LLYC junto al profesor Joan Navarro
Iñaki es doctor en economía en La Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y LLYC
- Una nueva era (New Age)
https://ageingnomics.fundacionmapfre.org/blog/una-nueva-era-new-age/
- Recuerda el filósofo francés Pascal Bruckner en su libro “Un Instante Eterno” que una persona de 50 años hoy está en la misma situación que un recién nacido en el Renacimiento, la esperanza de vida de ambos es de unos 30 años. Esto es exactamente lo que ocurre en España donde los varones pueden esperar vivir al nacer 81 años y las mujeres algo más de 86. El envejecimiento es imparable y la cohorte entre los 55 y 70 años, representa ya un 19,4% de la población total española frente al 8,8% de los jóvenes de entre 16 y 24 años, esa brecha seguirá aumentando sin freno en las próximas décadas.
- Esta nueva longevidad, al mismo tiempo nos lleva a situaciones inéditas e insostenibles. El intervalo entre la esperanza de vida media -83 años- y la edad legal de jubilación es de 16 años que se convierten prácticamente en 20 años si se tienen en cuenta los años reales de salida del trabajo -63- y en muchos más en el caso de aquellos que se ven sometidos a una prejubilación o salida temprana por diferentes motivos. El abandono del trabajo puede llegar a producirse, en estos últimos casos, a una edad tan anticipada como los cincuenta y pocos años, lo cual alarga el periodo sin trabajar desde entonces hasta el fallecimiento a más de 30 años, un tiempo equivalente o incluso más largo al de toda la actividad a lo largo de una vida.
- Pero además de un complejo reto para cualquier sistema público de pensiones, como recuerda FEDEA en su informe de junio de este año, lo anterior supone una demostración de poca inteligencia ya que las empresas del mercado laboral desprecian la capacidad de producir de millones de personas, solamente en España más de 15 millones de personas mayores de 55 años que representan uno de cada tres españoles. Esto es un sinsentido desde todos los puntos de vista: personal, económico y social. Hoy la mayoría de las personas de entre 50 y 70 años tienen unas condiciones físicas y mentales buenas. Junto a la esperanza de vida, crece la llamada esperanza de vida con buena salud que hace aptas para la actividad a más personas que nunca. El envejecimiento demográfico es en realidad un rejuvenecimiento porque permite a más personas vivir más años en unas condiciones mejores.
- Estos años ganados a la vida no han hecho más que empezar. Y avanzamos hacia una nueva era que nos permitirá vivir más y mejor gracias a la tecnología. Este mes de septiembre el Word Economic Forum (WEF) ha publicado el informe “Diseñando tecnologías de inteligencia artificial para adultos mayores” en el que se afirma que la inteligencia artificial (IA) probablemente sea una de las tecnologías más transformadoras para el ser humano en un futuro próximo. Gracias a la IA, afirman desde el WEF, podremos vivir una vida plena y robusta, aunque seamos adultos mayores. Pero las aplicaciones de la IA no deben circunscribirse a la dependencia o la salud, fruto de una visión paternalista del envejecimiento, sino apoyar que los mayores puedan seguir trabajando o manteniendo un ocio activo. Inteligencia artificial en forma de robots para ayudar en el trabajo, coches autónomos para facilitar la movilidad y luchar contra la soledad o casas inteligentes para no abandonar el hogar, son algunos ejemplos. Rafael Yuste, catedrático español de la Universidad de Columbia defiende que por cada uno de los escenarios distópicos sobre la tecnología que tanto oímos hay diez beneficiosos. Por ejemplo, aplicar la neurotecnología en pacientes con la enfermedad de Parkinson o con depresión a través de estimulación cerebral; en personas sordas con implantes cocleares en el nervio auditivo que incorporan un micrófono que recoge sonidos del exterior y estimulan zonas del cerebro para que puedan oír. Son algunos ejemplos como también que en el futuro se espera que este tipo de tecnología también se aplique a personas ciegas, así como otras con Alzheimer a través del refuerzo de los circuitos neuronales de la memoria. “Va a ser un cambio de la especie humana a mejor” según Yuste.
- A mediados del siglo pasado surgió un movimiento conocido como New Age que consideraba que habíamos entrado en una nueva época de paz, bienestar y armonía mundial. El New Age se extendió a la música, la literatura y hasta surgieron tribus urbanas que seguían ese optimismo. La unión de la madurez de tecnologías disruptivas como la IA junto a la revolución de la longevidad que vivimos desde hace unas décadas, nos lleva a pensar que igual ahora sí es posible el ideal de bienestar del New Age con esta nueva edad que vivirán las personas mayores.
- 21 de febrero de 2018
- Sí a la longevidad, no al envejecimiento.
http://www.inakiortega.com/2018/02/si-la-longevidad-no-al-envejecimiento.html
- (este artículo se publicó originalmente el 20 de febrero de 2018 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)
- La semana pasada se presentó en Madrid la edición en castellano del libro de los profesores Gratton y Scott “La vida de 100 años. Vivir y trabajar en la era de la longevidad”. El ensayo de los docentes de London Business School, editado en 2016, acumula desde entonces premios y excelentes críticas hasta convertirse en un fenómeno a escala global. “The 100-year life” dibuja un futuro cercano en el que viviremos hasta alcanzar la centuria y además no será una maldición sino un regalo. Pero para que esto sea así, los escritores nos sugieren actuar y dejar de procrastinar.
- En los últimos tiempos el debate sobre el envejecimiento de la población ha alcanzado tintes cuasi apocalípticos, en buena parte debido a los mensajes relacionados con la sostenibilidad de nuestro modelo de asistencia social. Esta misma semana a la vez que ese bestseller se presentaba en España, los medios de comunicación se inundaban de alarmistas titulares sobre un escenario de pobreza para los pensionistas. De hecho es realmente muy difícil no encontrar en la agenda diaria de los últimos años un informe de un organismo internacional alertando sobre el negro panorama que se cierne sobre nuestros territorios.
- Por eso, no puedo estar más de acuerdo con los profesores británicos, en que se antoja imprescindible para gestionar los cambios en la pirámide poblacional dejar de hablar sobre los problemas y riesgos para empezar a poner el acento en las soluciones. La salud y el turismo, las finanzas y los seguros, el urbanismo y la vivienda y hasta el mercado laboral son ámbitos que se transformarán en íntima conexión con la tecnología para adaptarse a la irrupción de la longevidad, abriendo todo una ventana de oportunidad para emprendedores e incumbentes además de para los territorios que hagan esa apuesta. Por ello Mapfre y Deusto Business School acuñaron el año pasado el neologismo Ageingnomics para resumir una visión constructiva y abierta a las oportunidades económicas en torno al envejecimiento demográfico.
- La longevidad entendida como el fenómeno de alcanzar edades avanzadas es muy reciente. Existen sólidos indicios de que se originó a principios del siglo XIX en Europa. De hecho la esperanza de vida en el mundo se mantuvo constante en la cifra de 31 años durante 8.000 generaciones. En Suecia en el año 1800 la esperanza de vida al nacer era de 32 años. No obstante en los albores del siglo pasado la mejora en las condiciones de los alumbramientos y las vacunas supusieron el inicio de una reducción drástica de la tasa de mortalidad infantil y por tanto el inicio de la actual longevidad. Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud la esperanza de vida a nivel global ha venido creciendo desde 1950 hasta el año 2000 a un ritmo de más de tres años por cada década. A partir de entonces y hasta el 2015 se ha incrementado en una media de cinco años. Ya se habla sin temor a equivocarse que la mitad de los niños que nacen hoy en España vivirán más de 100 años. Pero, por si acaso el lector ve esto muy lejano, recientes investigaciones nos confirman que uno de cada dos cuarentones europeos viviremos hasta los 95 años.
La longevidad cambiará el mundo tal y como lo conocemos y propiciará la aparición de nuevas industrias vinculadas al ocio y la salud pero también unas nuevas finanzas o un nuevo urbanismo (hoy, dos de cada tres viviendas por ejemplo, no son accesibles) que bien aprovechadas pueden generar importantes oportunidades económicas.
Además surgirá un nuevo orden social que sustituirá al obsoleto de las tres etapas vitales de Modigliani: aprendizaje, trabajo y jubilación. La edad de retiro se fijó hace más de un siglo y sigue en los 65 años. Entonces la supervivencia más allá de los 65 años era de apenas 8 años, hoy en España estamos cerca de 20 años. En apenas diez años, esa supervivencia superará los 30 años es decir casi la vida laboral completa de un millennial. Surgirá, por tanto, una nueva etapa vital entre la jubilación de hoy y el retiro definitivo -que muchos científicos lo sitúan en un umbral dinámico de 15 años antes de la esperanza de vida, es decir hacia los 80 años si es que vivimos en el entorno de los 100. Una etapa en la que compatibilizaremos trabajo y ocio, no solo para mantener unos ingresos sino para seguir siendo y sintiéndonos útiles.
El reto es inmenso y ha de comenzar por poner el foco en esos millones de habitantes del mundo que ya tienen más de 65 años. Según la OCDE en 2050 un grupo de países entre los que están España, Portugal, Japón y Corea, el 40% de la población tendrá más de 65 años. Una tarea para la que estamos llamados todos para superar la perorata de la juventud, que monopoliza las noticias o las campañas de publicidad. Aunque sea por puro pragmatismo, algunos de esos expertos en marketing deberían recordar que hoy el 40% del consumo mundial lo realizan los mayores de 65 años. Hace unos días el gerente de un hospital andaluz recibía por parte de una corporación una generosa propuesta de donación para montar un parque infantil, pero tuvo que rechazar no sin antes recordarle al directivo que la mayoría de sus pacientes son septuagenarios y ninguna empresa se acuerda de ellos.
Un primer paso es empezar a llamar a las cosas por su nombre. Para la Real Academia de la Lengua Española, la palabra longevidad viene del latín longus –largo- y aevum -tiempo- y es la cualidad para vivir mucho tiempo. Envejecimiento, en cambio es la acción de volverse deslucido o estropeado. Tenemos la suerte de vivir en el segundo país del mundo con mayor esperanza de vida al nacer, además nuestro sistema público de salud, ayudado por la cada vez más extendida vida activa y equilibrada dieta, nos permite cumplir años con calidad de vida. No seremos viejos más tiempo, sino jóvenes más años. Por ello, para adaptarnos a esa nueva sociedad con la pirámide poblacional invertida repitan conmigo: sí a la longevidad, no al envejecimiento.