JORGE LAPEÑA
- ING. JORGE LAPEÑA- presidente del Instituto Argentino de la Energía (IAE)
- Desempeñó el cargo de Secretario de Energía de la Nación y Subsecretario de Planificación Energética durante el Gobierno del Dr. Raúl Alfonsín. Fue Presidente del directorio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), Presidente y miembro del Directorio de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Director de Energía Argentina S.A. (ENARSA) y Director de Transener S.A.
- Ha sido galardonado con la Mención de Honor “Domingo Faustino Sarmiento” otorgada por el Honorable Senado de la Nación por su contribución a la mejora de la calidad de vida de sus semejantes, de las instituciones y de sus comunidades.
- Es consultor especializado en temas energéticos en organismos provinciales, nacionales y multilaterales, docente invitado de grado y posgrado en diversas Universidades Nacionales, y participa habitualmente como orador y expositor en seminarios, congresos y foros de debate sobre energía. Es autor de libros, artículos académicos y artículos periodísticos en su especialidad.
Twitter: @LapenaJorge
- Jorge Lapeña, del Instituto Argentino de Energía: “El sistema no puede satisfacer la demanda máxima” El experto comparó la política actual con enseñarle a un burro a no comer, hasta que se muere. El cable que no se reemplaza en julio se corta en diciembre o enero. Sin inversión, afirmó, dentro de un año ocurrirá lo mismo 15 de Enero de 2022
- El presidente del Instituto Argentino de Energía General Mosconi, Jorge Lapeña, dijo que el sistema de energía de la Argentina, en particular el eléctrico “no está normal, y si no se toman soluciones de fondo, el año que viene sea parecido a este”.
- Entrevistado por radio Mitre, Lapeña, quien fue secretario de Energía durante el gobierno de Raúl Alfonsin, que en 1989 atravesó una crisis energética similar, con cortes de electricidad programados y asuetos administrativos, dijo que la actual crisis “demostró que el sistema no puede satisfacer la demanda máxima, de verano y de invierno”. El propio gobierno, señaló, lo reconoció al declarar el asueto al empleo público.
- “Ayer el 6% de la población del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), unos 300.000 usuarios, quedaron sin servicio. Y por la misma causa: no es un problema localizado, que se deba a un aspecto particular de un barrio o zona. Esto es generalizado. El sistema no puede abastecer la demanda máxima requerida por los usuarios. Sí puede satisfacer la demanda media”, explicó Lapeña.
- Un buen sistema dijo el experto, que también integra el grupo de exsecretarios de Energía que ya durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner empezó a advertir sobre los problemas energéticos, “tiene que estar diseñado y mantenido para abastecer la demanda máxima, porque la energía no es acumulable: lo que no se pudo consumir en un momento no se recupera. Cuando en un día de perros al 6% de la población de un conglomerado urbano como el AMBA le cortan la electricidad, estamos ante un gran problema técnico y también político para resolverlo”.
- Consultado sobre si el origen problema es el congelamiento y atraso de las tarifas de energía, Lapeña recordó “el viejo dicho del burro, al que el dueño le enseñó a que no coma; era barato, hasta que se murió”.
- La “solución” de congelar tarifas, enfatizó, “es errónea; para exigir un sistema de calidad, hay que tener empresas que funcionen bajo ciertos cánones de tarifas e inversión: queremos un Fórmula-1, pero lo tratamos como si fuera un burro”.
- El actual esquema, describió, es que al sistema se le suministran recursos para generar la energía que las distribuidoras compran para sus usuarios, pero no para la inversión y el mantenimiento necesarios. “En la media que no se hacen los cambios preventivos y correctivos, vienen los problemas: si no se cambia un cable que debe cambiarse en julio, el cable se corta en diciembre o enero”.
“Ignorancia extraordinaria” IMPERICIA, DEJADEZ O FALTA DE PERSPECTIVA DE LARGO PLAZO.
- Es una política, dijo, “de una ignorancia extraordinaria: desde el ENRE (Ente Nacional Regulador de Electricidad) hasta el presidente de la Nación. Creen que las tarifas deben congelarse porque es beneficioso para ellos y no tiene costos políticos”. Las consecuencias del congelamiento de tarifas son mucho más graves en un país de alta inflación como la Argentina
- Según Lapeña, las consecuencias del congelamiento son mucho más graves en un país como la Argentina. “Si se congela la tarifa en España no es tanto problema, pero en la Argentina, que tiene una de las inflaciones más altas del mundo, tenemos las tarifas congeladas desde abril de 2019 y se termina retribuyendo la energía a la mitad de su valor”.
- ¿Los aumentos de la época de Macri no fueron excesivos? le preguntaron. A lo que Lapeña respondió que si un aumento no se explica y no tiene en cuenta al consumidor, la respuesta política e incluso legal puede impedir que se implemente con rapidez. “No se puede hacer todo de golpe: si un médico quiere que su paciente baje de peso no lo puede mandar a correr una maratón el día siguiente, porque se muere”, dijo el titular del IAE, aunque aclaró que “es un error pensar que en la época de Macri no aumentó la calidad: el aumento redundó en una mejora de la calidad del servicio de 2016 a 2018″,
Por otra parte, subrayó, el congelamiento empezó en abril de 2019, cuando Macri era presidente. “Estamos hablando de un problema de raíz política y quizás también de ambos lados de la grieta. Hay que tenerlo en cuenta si uno aspira a tener un servicio que no se corte”.
Jorge Lapeña: “YPF tambalea y tiñe a todo el sector energético”
- Para el ex secretario de Energía urge cambiar la gestión de los recursos energéticos a partir de la revisión del rol central dado a Vaca Muerta por los distintos gobiernos. Asegura que esa apuesta a todo o nada llevó al país a contar con petróleo y gas caros, obligó a recurrir a subsidios de un Estado exhausto y endeudó a la principal empresa de la industria por varias veces su valor.
- 27 Febrero de 2021 09.00
- La gestión de los recursos energéticos en la Argentina generó en lo que va del siglo muchos más problemas que soluciones, al punto de condicionar a toda la macroeconomía sin distinguir gobiernos. Insumo básico de cualquier proceso de desarrollo productivo y social, una buena plataforma energética debe incluir seguridad de abastecimiento, costos competitivos, energías limpias y sustentables acordes con la lucha contra el cambio climático y una economía sectorial sana. Se podría decir que todos esos aspectos están cuestionados en el país.
- A la luz de los resultados de un 2020 que cerró con una caída del 5,5% de producción de petróleo y de 8,9% de gas natural, el peso de tarifas congeladas por casi dos años que atacan las finanzas de las empresa y el agobio de los subsidios por casi US$ 6.000 millones, el ex secretario de Energía Jorge Lapeña y presidente del Instituto Argentino de la Energía (IAE) plantea la urgencia de “un cambio de rumbo que atienda los problemas no resueltos en los últimos 20 años y que vienen ahora recargados” por las consecuencias de la pandemia.
- Presidente de la petrolera YPF durante la gestión de Raúl Afonsín, Lapeña cuestiona el rumbo de la compañía de los últimos años, los riesgos de su alto endeudamiento, pero sobre todo el rol que dejó vacante en la industria de los hidrocarburos, con una crítica mirada sobre los efectos que generó la apuesta a todo o nada en la esperanza de Vaca Muerta, valor indiscutido de este y los dos últimos gobiernos.
- “Hay una visión negativa de la marcha de los negocios energéticos en un momento del sector del que no se puede decir otra cosa que está muy comprometido. Desde el punto de vista de los hidrocarburos, la Argentina erró la estrategia hace mucho tiempo al concentrar la producción de petróleo y gas proveniente de Vaca Muerta”, afirma uno de los mayores referentes independientes de la industria.
- ¿Por qué una visión tan crítica de un recurso que, si bien está pendiente de su desarrollo masivo, tiene el reconocimiento global?
- Vaca Muerta, como los yacimientos no convencionales, es requirente de altos costos de inversión, de sofisticadas técnicas de perforación y de alto costo de explotación. Esto generó dos efectos. Por un lado, la elevación de los precios de la energía en el mercado interno argentino con precios que exceden los de la competencia para esos mismos productos en el mercado internacional. Es decir, hoy Argentina es un país que produce petróleo y gas caros.
- Pero, por otro lado, debemos preguntarnos cuán caros. Podríamos decir que el precio internacional del mercado del gas es el Henry Hub de los Estados Unidos y que oscila en torno a los US$ 2,5 el millón de BTU, y para poder vender a ese precio debe producir a US$ 1,5. Bueno, Argentina casi duplica ese valor, y por lo tanto es caro en el mercado interno y no es comercializable en el mercado internacional, ni tiene infraestructura para sacarlo ni costos competitivos para participar en el mundo. Por lo que se convierte en una desventaja comparativa.
- ¿Y en el caso del petróleo ocurre lo mismo? Ocurre lo mismo. Para explotar Vaca Muerta es necesario endeudarse en dólares y requiere una corriente de inversión que tiene que venir del exterior, pero que después hay que repagar. Y en este momento endeudarse con el exterior para un país que tiene el desequilibrio macroeconómico de la Argentina es realmente oneroso y complicado.
- Este fenómeno también tiene el macro efecto de haber generado la crítica situación de YPF, la empresa más importante de la Argentina, columna vertebral del sistema energético que produce el 60% de naftas y de gasoil, el mayor productor de gas y petróleo, que está sobreendeudada en el orden de los US$ 8.000 millones cuando tiene un valor de mercado que no supera los US$ 1.500 millones por el valor de sus acciones.
- Pero esta es una situación muy complicada no solo para la empresa sino que tiñe a todo el sector. El hecho de ver tambalear a la principal empresa argentina es preocupante para el sector que está conmovido y expectante por cómo se soluciona el problema.
- ¿Esa deuda que se está reestructurando con éxito no es un buen punto de partida?
- Desde el punto de vista político, el Gobierno actúa como un principiante. Queda claro que asumió sin un plan para YPF y complica el funcionamiento del mercado porque obliga al sector a afrontar estos altos costos y se le superpone el grave desequilibrio económico.
- El Gobierno declaró una emergencia general en la cual incluyó la educativa económica energética y otras, a diez días de haber asumido, e intervino los entes reguladores, pero no tenía idea de fondo para aplicar en el sector energético. Cambió dos secretarios de Energía que no se expresaron públicamente, y habla de una carencia de ideas, a lo que suma una situación complicada con el relevo del presidente de YPF que no tenía experiencia energética y va a ser reemplazado por otra persona que tampoco tiene expertise ni antecedentes el sector.
- Pero es cierto que todo esto está emparentado con el desmanejo del siglo XXI en una saga de desaciertos tremendos como lo fue la venta primero a Repsol, luego a los Eskenazi, la nacionalización intempestiva de 2012 y la equivocación estratégica de haber concentrado a YPF en yacimientos de alto costo sin la experiencia y los capitales necesarios.
Vaca Muerta es la estrella energética de este primer año de Gobierno, pero también de los últimos dos, casi sin diferenciar ideologías.
- ¿El error fue no haber aprovechado lo que aún ofrecía el convencional que es de costos más bajos?
- Efectivamente, YPF fue sacada desde hace 25 años de su rol histórico de explorar, descubrir yacimientos, nuevas cuencas, incorporar nuevas reservas de bajo costo para reemplazar las viejas. Este es el corazón de la actividad petrolera, que es descubrir petróleo para poner en producción y fue algo que la principal empresa abandonó completamente a partir de la privatización de los 90, cuando se extranjerizó y sus socios eran fondos extranjeros que buscaban invertir para reproducir su dinero.
- Pero esto fue compartido no solo por el Justicialismo y sus diversos gobiernos sino también por la administración de Cambiemos, que apostó a Vaca Muerta como también lo hizo el Gobierno de Neuquén. Fue un error histórico de la argentina petrolera que se está pagando carísimo, muy posiblemente con el peligro de la desaparición de la empresa o de hacer un salvataje impensado.
- Como no todo es gas y petróleo, ¿qué ocurre en el sector eléctrico?
- En el sector eléctrico veo un problema similar porque se acerca a la bancarrota a partir de esta idea de tener petróleo y gas caro. Teniendo en cuenta que la electricidad se genera con hidrocarburos en un 60%, ofrece una energía cara que la población no puede pagar. Hoy estamos pagando la mitad de lo que cuesta generarla. Lo que estamos haciendo los consumidores de energía eléctrica, que somos el 95,5% de la población, es pagar la mitad de lo que cuesta la electricidad, y esto provoca un déficit del orden de los US$ 4.000 millones por año, que para que las generadoras no quiebren es compensado por transferencias de un Estado exhausto.
- Esta inyección de fondos de magnitud exhorbitante lo único que hacen es ahondar ese equilibrio macroeconómico incluyendo la emisión inflacionaria. El sector energético es un sector globalmente considerado fuera de punto en lo económico y financiero, y que sin la ayuda del Estado nacional iría a la quiebra
- La economía ingresó ahora en el desafío de avanzar en el descongelamiento de tarifas. ¿Cómo se va a salir de esa situación a priori tan compleja?
- No se va a salir porque el Estado no tiene capacidad de financiar nada que no sea con emisión monetaria. Lo que está haciendo es generar mas inflación, devaluar el peso y así demandar más gasto. En la medida en que se siga por esta vía, el tema no se resuelve.
- Lo peor es que no hay idea innovadora ni la va a haber si se mantiene el error estratégico que cometieron dos administraciones y que podrán cometer los próximos tres o cuatro gobiernos de seguir con la idea de que Argentina se salva por Vaca Muerta, que hay que poner plata en ese yacimiento con más subsidios, que no se pueden aumentar tarifas y que entonces hay que congelar y compensar con mas subsidios.
- El Gobierno esto no lo ve o cree que va a zafar, y en esa medida va a profundizar el error. Pero ninguna economía puede avanzar sin un sector energético que no funcione porque es el insumo básico del proceso de desarrollo económico y social. Estamos postergando el problema y la solución política.
- ¿Entonces la solución del problema energético es más política que económica y de disponibilidad y gestión de los recursos?
- El Presidente debería explicar que tiene un problema serio, explicar el tema sin disimularlo, sin seguir viejas recetas y buscar apoyos en la clase política, sobre todo las de representación parlamentaria, para encarar un plan a medio y largo plazo. Pero esto es como tener una enfermedad y engañar el enfermo, en lugar de transparentar el problema, tener un enfermo informado y encarar entre todos la solución.
- El Poder Ejecutivo tendría que convocar a una solución política como se hicieron las grandes cosas de este país y validar ese apoyo en las fuerzas empresarias, la academia, para llegar a una meta acordada y terminar con muchos terraplanistas en la Argentina que creen en las soluciones mágicas.
- En una coyuntura de crisis y sin esa mirada de largo plazo, ¿cómo se inserta la visión de la transición energética y el futuro de las nuevas energías?
- La transición energética es una realidad. A los que creían que iban a zafar porque estaba Donald Trump en la cima del poder, bueno... La democracia más antigua y sólida del mundo resolvió el problema. Entonces, ahora hay que referenciarse en lo que hace Joe Biden, y la lucha contra el cambio climático tiene que ocupar un rol central, lo que implica una transición desde una energía carbonosa y la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) hacia una energía que no produzca gases de efecto invernadero.
- En la Argentina solo tenemos el 40% de energías que no producen gases de efecto invernadero, pero los automóviles son 100% carbonosos, entonces la transición debe llegar al 2050 a una emisión neutra. Para eso hay que tener un plan energético que la Argentina no tiene.
- El Gobierno anterior se dedicó cuatro años a hacer escenarios que son simulaciones de lo que puede pasar en el futuro, cuando lo que hay que hacer son pronósticos y actuar con políticas y obras.
- En la medida en que digamos que Vaca Muerta es la única salvación de la Argentina, evidentemente seguimos pensando que no es necesaria esta transición. Argentina tiene que modificar esto, y el Presidente tiene que aprender de Biden que al segundo día de estar gobernando cambió la dirección de su antecesor en este tema. Argentina no puede seguir sin plan energético; el Mosconi viene insistiendo con esto y los gobiernos fracasan desde Alfonsín por no tener plan energético, algunos porque no querían y otros porque no sabían.
Tribuna
- El sector energético necesita realismo y efectividad- Jorge Lapeña 01/06/2022 19:33 Clarín.com
- La pregunta que se hace con más frecuencia a los especialistas energéticos en nuestro país es: “Dada la coyuntura internacional que incluye la guerra entre Rusia y Ucrania, ¿cree Ud. que Argentina podría aprovechar esta situación con la exportación masiva de hidrocarburos de Vaca Muerta? La segunda pregunta es: ¿cree Ud. que los subsidios energéticos disminuirán en 2022, según lo pactado con el FMI?
- La respuesta a las mismas requiere indagar en el primer caso en la geología, en la dotación real de recursos energéticos y en la factibilidad física económica y comercial de cumplir el cometido.
- En el segundo caso, en cambio, la respuesta requiere analizar la real voluntad política de la administración para reducir los subsidios. La respuesta entonces deberá provenir de la técnica; pero también de política.
- Una respuesta positiva a ambas preguntas estaría indicando que Argentina se encamina en una senda de superación de sus problemas económicos crónicos: la inflación doméstica y la limitación al acceso de divisas. En cambio, la respuesta por la negativa llevará a muchos en la desesperanza de la cruda realidad.
- Me propongo en este artículo contestar ambas preguntas. En lo relativo a los subsidios energéticos de 2022 es imposible que los subsidios disminuyan respecto a los 11.000 millones de US$ de 2021. El crecimiento de los mismos en el primer trimestre del año de 190% respecto al año anterior nos dice que el gobierno no controla esta variable.
- Este año habrá una fuerte alza que se funda en dos cuestiones: 1) la suba de los precios de las importaciones de gas para este año que cuadruplican los vigentes en el año 2020; y 2) el retraso con disputas irresueltas de la actualización tarifaria programada.
- El Presidente de la Nación en su gira europea de mayo hizo declaraciones que contestarían la primera pregunta. Ante el presidente del Gobierno de España – afirmó según un cable Télam del 10 de mayo - que existe la posibilidad de que “Argentina se convierta en proveedora estable y segura de alimentos y energía” para con el mundo en el contexto de la guerra; y en términos similares se expresó ante el canciller alemán Olaf Sholz, el 11 de mayo, según el medio Redaktions Netzwerk Deustchland (RND).
- La guerra es un hecho del presente en pleno desarrollo que podría generar una demanda de petróleo y gas natural hacia terceros países si es que se reconfigurara el suministro energético europeo. En esta hipótesis, debería quedar claro que Argentina no podría abastecer en lo inmediato ningún suministro gasífero (por carecer de volúmenes de producción; infraestructura de transporte, instalaciones de liquefacción y puertos para exportar GNL) como para substituir -aunque sea mínimamente- el suministro ruso a Europa, que al inicio de la guerra, era el 40 % del consumo europeo.
- Es necesario asumir que Argentina no es exportador de gas en la actualidad; sino que importa alrededor del 25 % del total de gas que consumimos. Lo obvio es entonces que no somos, ni seremos, un oferente serio de gas para Europa ni ahora ni en los próximos 5 años por lo menos. La conclusión es que si Rusia fuera reemplazado como principal suministrador de gas europeo, Argentina no juega en el primer tiempo.
- Respecto al petróleo, cuya exportación no tiene las complejidades del gas natural, debemos puntualizar que nuestro país tiene un modesto excedente exportable que se estima con datos de 2021 en unos 65.000 barriles por día. Esta cifra disponible en lo inmediato apenas representa el 2 % de las importaciones europeas de petróleo ruso; una cifra realmente insignificante.
- De las afirmaciones anteriores se deduce que no es realista afirmar, como lo hizo nuestro presidente, que Argentina pueda ser proveedor estable y seguro de Energía para Europa. No debería ponerse en duda que Argentina es efectivamente un proveedor estable y seguro en alimentos.
- Las afirmaciones presidenciales erradas, nos dan pie para replantear un interrogante sin respuesta: ¿qué debería hacer la Argentina para generar una oferta –de magnitud suficiente- para substituir una parte de los hidrocarburos europeo que actualmente es suministrado por Rusia, en el caso de una reconfiguración de los suministros?
- Contestar esta pregunta por la positiva requiere de un cambio copernicano en la política energética argentina con respecto a muchas de las políticas, ideas y cursos de acción utilizados en el presente siglo.
- La propuesta debería incluir como mínimo un conjunto de acciones inmediatas que deberían ser impulsadas con un “acuerdo político” que supere la actual grieta paralizante. Esas acciones incluyen la “certificación de reservas comprobadas” de las actuales concesiones de hidrocarburos de Vaca Muerta; incluyendo la declaración de comercialidad de esas reservas por parte de los actuales concesionarios. Y la contabilización de las mismas por parte de la autoridad de aplicación de la ley 17319. El acuerdo político debe incluir la eliminación de todos los subsidios a la oferta y fijará precios internos de los hidrocarburos alineados con la paridad de exportación.
- Sería necesario que las empresas concesionarias y el gobierno nacional articularan un “programa-compromiso auditable” de producción decenal para el periodo 2023-2030, que incluya las exportaciones para dar previsibilidad a los actores del mercado y a las provincias concedentes a todos sus efectos. Sobre esto todavía no se ha hablado en serio en el país.
- Jorge Lapeña es ex secretario de Energía, presidente del IAE “General Mosconi”
Debate
- +* La energía en Argentina, atrapada entre dos fuegos
El buen político sabe que tener energía de calidad no gana elecciones; pero no tenerla hacer perder elecciones y gobiernos. Es bien sabido que la energía es un insumo básico del desarrollo económico y social de un país. Sin un sector energético ordenado, eficiente y competitivo el país no funciona. Sin energía de calidad no puede haber ni economía nacional robusta, ni sociedad vivible. Sin energía solo hay caos económico y social; y por ende caos político. El buen político sabe que tener energía de calidad no gana elecciones; pero no tenerla hace perder elecciones y gobiernos. El mal político cree en cambio que regalar la energía suma votos, pero no comprende que el corte y el mal servicio hacen perder elecciones. Nuestro sistema energético está acorralado y sufre hoy los efectos de dos factores concurrentes: la guerra en Europa y los compromisos asumidos con el FMI que focalizaron en la Energía el ajuste de una macroeconomía desquiciada. La guerra entre Rusia y Ucrania genera escasez de gas en Europa; y la escasez de gas en Europa provocó una suba de los precios del gas natural licuado (GNL) en el mundo, que multiplicó por 5 los precios del GNL en el periodo de paz. Algo similar ocurre con el crudo. Esto afecta en forma directa a nuestro país porque, contrariamente a lo que se cree, Argentina es altamente deficitaria en gas natural y necesita importarlo en cantidades crecientes desde que perdió en 2011 su condición de país autoabastecido y excedentario. El gas natural es el combustible más utilizado, es la columna vertebral de nuestro sistema energético y mal que nos pese el 25% de ese gas es importado y esa importación que en invierno alcanza al 40 % de los suministros proviene de la zona afectada por el teatro de operaciones de la guerra. En este punto conviene puntualizar lo que los gobiernos se resisten a informar con trasparencia: el gas natural nacional viene recorriendo los 22 años de este siglo con una performance decadente prolijamente ocultada: la producción en 2021 es la misma que la del año 2000; y es 13 % inferior al máximo registrado en 2004. Las reservas comprobadas de gas –el corazón del negocio- descendieron en los últimos 22 años en un 40%, sin que se registren nuevos descubrimientos significativos. Para este año se estima que las importaciones de gas natural que el año pasado representaron 2050 millones de U$S podrían elevarse este año a unos 5000 millones de U$S. Los dólares escasean y esto hace pensar como mínimo en un invierno con posibilidades de restricciones de suministro; que según como sean administrados, podría alterar la economía o bien el funcionamiento social en el caso de que los cortes sean soportados por la población residencial. Por otro lado, la cuenta de subsidios energéticos y su evolución en el año y en los años subsiguientes van a ser un indicador del cumplimiento de las metas pactadas con el FMI. El año 2021 el sector energético recibió 11.943 millones de U$S; una cifra de alta resiliencia si se tiene en cuenta que en 2011 el sector recibió 11.804 millones de US$ por ese concepto y unos 133.000 millones en la década. Esa cifra anual representa 2,6 % puntos del PBI y debe ser reducida de acuerdo a los compromisos asumidos en 0.6% del PBI este año. Eso implica reducirlos a una cifra no mayor de 10.000 millones de US$ en este año cuando todo indica que aumentarán en forma significativa. En resumen, el sector energético argentino está en el plano táctico del día a día atrapado por una pinza que lo restringe en sus decisiones: por un lado, le complicará la adquisición del gas natural que será mucho más caro por falta de dólares; y por otro será presionado a reducir los subsidios respecto a los del año pasado. Un comentario aparte merece el extraordinario optimismo de la dirigencia política y empresarial argentina y también de parte del periodismo sobre las posibilidades hasta ahora no confirmadas de nuestro potencial gasífero. Es frecuente oír en conferencias técnicas; artículos de opinión; discursos de funcionarios energéticos que Argentina poseería la “2° Reserva de gas no convencional el mundo”; lo que alimenta la idea a ambos lados de la grieta acerca de que Argentina podría aprovechar la coyuntura de los altos precios del gas derivados de la guerra para realizar exportaciones gasíferas sin precedentes. Se trata de un optimismo infundado que debe ser corregido. En materia de Reservas Comprobadas, Argentina solo tiene contabilizado oficialmente 214.714 millones de m3 de gas no convencional en Vaca Muerta. Es una cantidad exigua que solo alcanzaría para sostener solo 4 años de consumo Argentina. Esta cifra oficial de reservas constituye un limitante para la firma de cualquier contrato de largo plazo de exportación que Argentina intente firmar de ahora en más. Por otro lado, la necesidad de construir infraestructura del Transporte, liquefacción y puertos impide considerar esta cuestión con seriedad. La certificación de reservas entonces es prioritaria y urgente. Finalmente, en esta posición desesperada en que se encuentra Argentina de “atrapado sin salida” es conveniente no incrementar los errores cometidos al decidir sin estudios completos obras complejas de infraestructura inútiles: Argentina tiene una pésima performance en la construcción de gasoductos en el último cuarto de siglo. Ningún gasoducto realizado ha recuperado la inversión realizada y algunos ni siquiera han sido terminados: son ejemplos GNEA; el Gasoducto Mesopotámico; y los gasoductos a Chile. La causa no es otra que el haber sido realizados con estudios deficientes y fuera del contexto de una consistente Estrategia Energética nacional.
Jorge Lapeña: “Nos tenemos que preparar para un invierno con importantes faltas de gas” 01-04-2022 El ex secretario de energía y presidente del Instituto Argentino de Energía “General Mosconi” advirtió sobre una escasez de gas si el gobierno no cierra con los barcos metaneros y de gas licuado. En diálogo con Jorge Fontevechia para Radio Perfil, Jorge Lapeña presidente del Instituto Argentino de Energía “General Mosconi” y ex secretario de energía, expresó no estar de acuerdo con lo comunicado por la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti y alertó de una posible “falta de gas para este invierno”. Asimismo, destacó que todo dependerá de cómo se resuelva el conflicto Rusia-Ucrania y de cómo se reorganice el mapa del flujo energético. JF: La portavoz, Gabriela Cerruti, dijo que no iba a haber escasez de gas, ¿ considera esto factible? JL: La Argentina tiene que importar una cantidad significativa de gas en invierno. La producción argentina no alcanza a abastecer la demanda. Esto se cubre con importaciones de Bolivia, que están en descenso, ya que tienen insuficiencias para proveer las cantidades contractuales y entonces la alternativa complementaria es la importación por gas de barcos metaneros y gas natural licuado, que este año se calcula que van a ser unos 50 o 60 barcos que van a ser necesarios en los puertos de Escobar y Bahía Blanca. Esos cargamentos no están comprados todavía. Es un tema que no está cerrado, ya que no están aseguradas las cantidades. Pondría en duda la afirmación de la portavoz. JF: ¿Esto quiere decir que si estuvieran los dólares suficientes para importar no habría problemas y la cuestión es simplemente financiera, o aunque esté el dinero, por la escasez mundial, podría ni siquiera contarse con el flujo suficiente? JL: Esta segunda alternativa que usted plantea me parece que es la más probable teniendo en cuenta que el suministro de gas está afectado profundamente por la guerra. Como nosotros no sabemos cómo deriva esto y cómo el conflicto escala o se resuelve. Hay incógnitas sobre las cantidades físicas que tienen que venir. Yo diría que nos tenemos que preparar para un invierno con importantes faltas de gas tanto para el consumo residencial como para la generación de energía eléctrica. JF: Partiendo de una hipótesis de que el conflicto en Ucrania encuentre una solución diplomática ¿Usted cree que en los precios de las commodities energéticas van a descender al mismo precio de antes del comienzo de guerra o se van a establecer en un escalón superior permanente? JL: Depende de cómo se resuelva el problema de la guerra, porque una cosa sería el alto el fuego. Hay que ver si esto lleva a una paz realmente es duradera y cooperativa o si lleva a una situación de paz ficticia como sería una guerra fría. Pero si continúa ese concepto de guerra fría con bloques enfrentados de Oriente y Occidente, puede haber cambios significativos en lo que es la forma de prestar los servicios energéticos en el mundo. No hay que olvidarse que Rusia es el mayor poseedor de reservas mundiales de gas y qué abastecen la mitad del consumo de Europa. Se podría cambiar el mapa mundial de la energía. JF: ¿No cree que resulte probable que los precios puedan estacionarse por arriba del promedio anterior, independientemente de la solución de la guerra? JL: Es posible porque esta modificación de los flujos y por las sanciones a Rusia. Por ejemplo, evitar las compras rusas puede llevar a estrangulamientos en la oferta y va a tener derivaciones en los precios al alza. JF: ¿Se puede suponer que también vaya a haber un encarecimiento nominal simplemente por la inflación y que va a costar más porque todo va a aumentar? JL: Una inflación mundial tiene esos efectos. Se conoció una decisión del presidente Joe Biden de liberar petróleo de las reservas estratégicas que posee Estados Unidos en una cantidad significativa: un millón de barriles por día, lo que sería una forma de morigerar los incrementos de los combustibles por lo menos en el mercado de los Estados Unidos. JF: En ese sentido ¿no hay una gran oportunidad para el gobierno que asuma en diciembre del año próximo de convertir al país de importador a autosuficiente y exportador de energía, y generar un incremento en la incorporación de divisa que has sido siempre el problema de la Argentina? JL: Eso sería un objetivo muy interesante, que la Argentina pudiera movilizar recursos petroleros y gasíferos, y venderlos y obtener los dólares que les faltan. Para esto hay que comprobar esas reservas de hidrocarburos, que sean monetizables, y para eso tienen que estar bien definidas las cantidades de forma precisa. Es necesario interpelar a los grandes actores de la actividad petrolera y gasífera y ver en qué medida estamos en la condición de abastecer mercados importantes a largo plazo. Si nosotros dijéramos que podemos abastecer el 10% del consumo de Europa o Brasil por 20 años y comprometernos con un contrato con los precios internacionales o estamos abajo de esto. Esto es una pregunta que la Argentina no ha contestado y el gobierno no se ha preocupado por hacerla contestar. La pregunta que se tiene que hacer el gobierno a los que están en Vaca Muerta es ¿cuántos gas se puede sacar?, ¿a qué precio? en el supuesto de hacer un contrato a largo plazo con un gran comprador como puede ser un conjunto de países europeos. Mientras el gobierno no cuantifique las reservas de petróleo y de gas vamos a seguir en el plano de los deseos, pero no de la realidad.