Marta Oyhanarte ee.jpg Marta Oyhanarte es abogada recibida con Diploma de Honor en la Universidad de Buenos Aires. Mediadora, Registro Número 32, Ministerio de Justicia de la Nación.

Fue Subsecretaria para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación (2003-2009) y Directora Nacional del Proyecto PNUD ARG04/007: “Auditoría Ciudadana: Calidad de las Prácticas Democráticas en Municipios” (2003-2009) (www.auditoriaciudadana.com.ar) Legisladora de la Ciudad de Buenos Aires (1997-2000 y 2000-2003), Directora del Centro para la Participación y el Control Ciudadano del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (1996-1997) y cofundadora y presidente de Poder Ciudadano (1989-1995).

Entre los años 2009 a 20018 integró el Comité de Expertos en Administración Pública (CEPA) del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (2009-2013) y Consultora asociada de GLOCAL, organización dedicada al diseño e implementación de procesos participativos y de gestión y transferencia del conocimiento.

Ha publicado varios libros y artículos sobre los temas de referencia.

Lo que no dice el currículum es que Marta es una persona muy buena gente. Es de quellas personas que yo llamo de "alta gama". Generosa, activa y comprometida con la causa de la democracia y las instituciones democráticas. Aplica su inteligencia, curiosidad y creatividad a variedad de tópicos, dentro de los cuales incluyo la familia, amigos, deporte, cultura (la música es todo un tema), viajes y el buen vivir en general. Admiro profundamente su honestidad y capacidad de disfrute y de compartir aquello en lo que cree. Me alegra cuando lo escribe. Sobre todo, insisto, me encanta su capacidad creativa y literaria. MercedesJones


ALGUNAS MUESTRAS DE LA CREATIVIDAD LITERARIA DE MARTA

MARTA ESCRIBIÓ SOBRE QUINO A RAÍZ DE SU MUERTE PUBLICADO EN INFOBAE https://www.infobae.com/opinion/2020/10/05/quino/

Falleció el 30 de septiembre de 2020

Quino

Naciste Joaquin Salvador Lavado. Creciste lavado de malicia, lavado de arrogancia, lavado de hipocresía, lavado de soberbia.

Y fuiste salvador cuando nos aburríamos, salvador cuando buscábamos la palabra justa para nuestra insolencia, salvador cuando nos tirabas un hilo de esperanza, salvador cuando nos arrancabas una carcajada.

Salvadores, lavados de toda mugre fueron tus hijos Mafalda, Guille, Felipe, Libertad, Manolito, Miguelito, Susanita y qué decir, esos entrañables y sobrepasados padres que tanto nos hacían reir con sus gestos de desconcierto.

De Mafalda aprendimos la rebeldía contestataria en tiempos de oscuridad y de tus otros hijos, que fueron nuestros hermanos, las variopinta pero nobles naturalezas humanas.

Con todos en algún momento nos identificamos, con todos nos conmovimos y con todos nos regocijamos.

Naciste Joaquín Salvador Lavado. El Joaquín se achicó para que todos te recordemos como Quino, ese niño grande que tanto vamos a extrañar.


HOMENAJE A CARMELO ANGULO

4 de Diciembre de 2022


Marta Oyhanarte-CO

https://www.zendalibros.com/harrison-bergeron-cuento-kurt-vonnegut/

Marta Oyhanarte CUENTA CUENTOS Podemos poner algo aquí del Mundial de Escritura con link a la página: https://www.mundialdeescritura.com/Historia.aspx

Describan el lugar en el que se imaginan que estarán viviendo dentro de diez, veinte o treinta años. Pueden escribir un texto realista o llevarlo más por el lado de la ciencia ficción o literatura fantástica.

¿Por dónde ir al futuro?

Las pestes fueron mencionadas en el comienzo de la Ilíada como el castigo que el Dios Apolo enviaba desde el cielo en forma de lluvia de flechas. Los siglos posteriores sufrieron la peste negra, la peste bubónica, el cólera, la gripe española y muchas otras. Tan diferentes y tan parecidas al coronavirus que hoy nos invade, atemoriza y arroja a un mañana que, de tan incierto, nos hace pensar que moriremos todos si no construimos pronto una moderna arca de Noé. Tomamos conciencia de que el sistema global es frágil. Que los años 2020 y 2021 tienen muchos años “adentro”. Que la tierra, quizá sea un sistema autoregulado y, si seguimos utilizándolo sin respeto a la naturaleza, puede declararnos a nosotros, poderosos humanos, prescindibles. Que lo imposible puede ocurrir rápido. Que tenemos que hacer algo ya.

Las pandemias no impidieron el Renacimiento, la Ilustración, la Revolución Francesa, la Revolución Industrial ni impedirá la Era Exponencial que ya estamos transitando. Lo cuenta la historia, que también nos interpela para que, una vez más y como nunca antes, aprendamos a experimentar, a adaptar y a aprender a crear espacios reales y virtuales dedicados a la innovación y desarrollo de nuevas ideas para este tiempo de incertidumbres que se nos presenta volátil, incierto, complejo y ambiguo A transformarnos para transformar. A redescubrir que hay en los seres humanos más cosas dignas de admiración que de desprecio. A soñar un futuro mejor para todos, y luego vivir ese sueño intensamente.

Soy el futuro de mis bisabuelos. De los que vinieron del Piamonte, tierra de montañas, de valles amplios y pintorescos. De los que llegaron de los Pirineos franceses, de esa ciudad amurallada que alguna vez arrasaron sus vecinos españoles. De la que galopó libre, con corona de plumas invadiendo fortines. Todos ellos fueron, a su vez, el futuro de quienes los precedieron. ¿Cómo llegaron acá? ¿De quién escapaban? ¿A qué temían? Pusieron el alma en proa y marcharon a construir un porvenir mejor.

Mis hijos y sus hijos, y los hijos de los hijos son mi futuro. Con ellos podemos generar nuevas memorias, y transformarnos para transformar. Desde el futuro hacia el presente. Desde el desasosiego hacia la certeza de que lo que vendrá pertenece a quienes pueden imaginarlo, diseñarlo y ejecutarlo. Sueño futuros, porque es allí donde he de pasar el resto de mi vida. Me acompañan íntimos talismanes, mi universo. Y los libros, que leo y me leen. Los que me hablan de historia y prehistoria. Los que me cuentan lo que pasó y los que me ayudan a imaginar lo que vendrá. Los que me narran eras, revoluciones, etapas y pestes. Los que me acercan a quienes fueron mis ancestros y los de aquel y de aquel otro. El tiempo nos atraviesa y sigue su curso. Tiempo que vuela o tiempo que permanece ¿Por dónde ir al futuro? Preguntemos al ayer, interpretemos el hoy. Porque hoy es mañana. Saltemos al después con nuestros sueños al hombro. Apuremos el paso porque “no hay más tiempo, salvo para ser felíz”, lo dijo Camus.

Posen el dedo sobre un punto cualquiera de un mapa con los ojos cerrados y escriban un texto sobre el lugar que les tocó. Pueden hacerlo investigándolo o imaginándolo.

Un país inteligente Juego con un globo terráqueo mientras escucho una sonata de Mozart. ¡Se ve tan chico el mundo entre mis manos! Imagino lo que pueda estar ocurriendo en cada uno de los países que acaricio. En una ciudad. En una casa. En una habitación. ¿En cuántos lugares, en este momento, se estará disfrutando de una maravilla similar? ¿En cuántos lugares la muerte, el odio, el desprecio estarán ultrajando la condición humana? Todo lo bueno y lo malo contenido en esa pequeña pelota dibujada con formas familiares o extrañas que hago rodar. Cierro los ojos., giro el planeta al compás de la música. El piano se detiene, mis manos también. Mi dedo índice quedó apoyado en medio de dos pequeñas islas. Leo: Nueva Zelanda. He leído algunas cosas sobre ese país, Voy a investigar un poco más. La computadora, unas enciclopedias, algunos libros de historia van desplegando ante mí lo que decido llamar: Un país inteligente.

¿Se puede medir la inteligencia de un país? Sí. ¿Es la suma de la inteligencia de sus habitantes? No. Un país es inteligente cuando quienes lo pueblan han sabido organizar su vida pública, es decir, han sabido desarrollar capital institucional. Los datos que recopilo, las imágenes, van deslumbrándome. Dos islas situadas entre las latitudes de Rosario y Comodoro Rivadavia que suman 270.000 Km cuadrados (10% del tamaño de Argentina) y se extienden, principalmente, entre cerros y montañas albergando 3,8 millones de habitantes (también el 10% de Argentina) de los cuales el 75% es de origen europeo, 15% maorí, 5% asiático y 5% de otros pueblos polinesios. El 85 % de la población vive en áreas urbanas. Los índices más significativos del país son: 40.000 dólares PBI per cápita, 3% de inflación, 4,5 % de desempleo y 0 de pobreza extrema.. De acuerdo al índice de percepción de la corrupción de Transparency International, es el país del mundo con menos corrupción. Los conceptos de inclusión social, equidad, justicia, reconocimiento de minorías, educación óptima y respeto por los derechos humanos son parte de los valores compartidos por el conjunto de la sociedad.

¿Nueva Zelandia gozó siempre de esta calidad? No. Sufrió una notoria decadencia desde el fin de la segunda guerra mundial hasta su recuperación. Cuando Gran Bretaña ingresó en 1973 a la Comunidad Europea, los neozelandeses comprendieron que debían fijar la mirada en quienes son sus vecinos más próximos, los países del Asia-Pacífico. Pocos años después, la crisis internacional del petróleo sumó una nueva inquietud, pero Nueva Zelandia demoró las innovaciones hasta 1984 cuando, en medio de una crisis financiera y en coincidencia con elecciones generales, su clase dirigente imprimió un giro drástico a la organización sociopolítica del país: realizó una profunda reestructuración y apertura económica, modificó el antiguo sistema electoral de mayoría relativa -el ganador se lleva todo-, que había sido usado por más de un siglo, a favor de la representación proporcional mixta similar a la practicada en Alemania y apresuró el reconocimiento de los reclamos históricos del pueblo maorí a través de una Corte especial, The Waitangi Tribunal. A partir de allí, en un par de décadas, Nueva Zelandia abrazó otro destino. Las reformas fueron sostenidas y profundizadas por los distintos partidos y alianzas en el gobierno en el marco de un enorme impulso a la modernización del Estado que permitió ordenar la vida pública y hacer ágiles, transparentes y previsibles a sus instituciones. La ciudadanía, a su vez, se acopló al cambio y respeta las reglas de juego impositivas, laborales, ambientales, de tránsito.

Actualmente, esta monarquía constitucional con sistema parlamentario de gobierno, que integra la Mancomunidad Británica de Naciones desde 1840, es uno de los países más pequeños y nuevos de la región Asia-Pacífico. Hace una generación atrás Nueva Zelandia no se veía a sí misma como parte de esa región, hoy, con orgullo, se siente parte de ella. Sus relaciones más fuertes están allí. Y su futuro, también. El Informe Mundial de Competitividad de 2018 del Foro Económico Mundial, Davos, la calificó como la décimo octava economía más competitiva de los 140 países que se analizan y tercera en calidad de gobierno. Los neozelandeses, intuitivos y pragmáticos, explican que el resultado puede parecer milagroso pero el procedimiento utilizado para alcanzarlo poco tiene que ver con los milagros y mucho con el trabajo, el compromiso, la confianza, la disciplina y el cumplimiento de las normas.

Nueva Zelandia y Argentina son países compañeros en el hemisferio sur, se caracterizan por ser economías basadas en productos primarios y fuerte capacidad exportadora, tienen grandes sectores de servicios asentados en poblaciones urbanizadas, poseen una importante capacidad de manufactura, y una buena infraestructura en ciencias, tecnología y educación. Tienen el privilegio de gozar de bellos y variados paisajes y de estar habitados por gran cantidad de personas nobles y creativas. Sin embargo, los exponentes que hacen a la calidad de vida, difieren profundamente. Aún sabiendo que es imprescindible evitar la ingenuidad de creer que experiencias exitosas en un país pueden ser automáticamente replicables en otros, ¿qué misterio marca tanta distancia? La clave oculta es el capital institucional de ese país tan pequeño en término real y tan grande en inteligencia colectiva. Suena el Requiem. Me enjugo una lágrima.


Itaca Como el Quijote, esta mañana, por una puerta falsa salí al campo. En el escape, pudo más mi locura que otra razón. El rocío daba un brillo especial a cada hoja de pasto; más allá la escarcha derritiéndose por la tibieza de un sol tenue mutaba su blancura en destellos de rojo, naranja, amarillo, verde, añil, azul, violeta… y un arco iris se iba armando a la distancia. Dicen que en cada extremo hay enterrado un tesoro. Iré a buscarlo!

¿Hacia la derecha? ¿Hacia la izquierda? Dudo. Decido correr hacia la izquierda. Resbalo. Caigo. Me levanto. Sigo corriendo. Las franjas de colores comienzan a diluirse, a mezclarse. Todo el cielo muta a una paleta de tonalidad nueva, nunca vista. Se esfuman los extremos del arco. Y ahora… ¿qué dirección tomar? A lo lejos, como marcando el horizonte, una sombra gris va tomando la forma de un molino de viento, después otro, y otro. Se disuelve el pasto, el suelo ahora es tierra seca y rugosa. Sigo corriendo hacia los molinos que, de pronto, desaparecen detrás de una nube baja. Trepo a un montículo de tierra que va convirtiéndose en pantano. Logro salir. Me quito la ropa embarrada. Vuelven a verse los molinos. Reaparece el arco iris y me doy cuenta de que he llegado a ese punto exacto que me puede conducir al tesoro.

Giro movida por una fuerza extraña, perforo la superficie con mi cuerpo -que ya no pesa- y voy descendiendo, descendiendo. Desfilo por espacios que se angostan, se ensanchan, cambian de temperatura, de forma. Rozo superficies de texturas suaves algunas, ásperas otras. Brisas acariciantes, vientos huracanados y después, total oscuridad. Floto. Me bamboleo. Vuelve a aclarar. Una niebla pegajosa me envuelve. Fatigada, cierro los ojos y cuando los abro advierto que estoy sobre una nube. Miro hacia abajo.

Veo formaciones rocosas, amarronadas, que contrastan con un maravilloso mar azul y transparente que las rodea. Me siento liviana y privilegiada por esa visión. Este no puede ser sino el lugar del tesoro oculto. Son islas que imagino surgidas del sol y del fuego, como Apolo. Se escuchan cantos de enorme dulzura y musicalidad, deben ser sirenas, las que hechizaron a Ulises. Me acerco a la playa, y levanto un trozo de roca en la que creo adivinar la forma de una cara. ¿Cuándo se formó? ¿La habrá visto Cervantes cuando pasó por acá camino a Lepanto? La piedra lo vio porque esos ojos modelados por los siglos parecen guardar los secretos de todos los tiempos.

Abrazo la piedra y la llevo conmigo. Vuelvo a la nube. No muy lejos se divisa una isla montañosa. Su belleza me encandila. ¿Itaca? Me atrae la posibilidad de llegar allí. Salto de nube en nube. No tengo miedo a que aparezcan seres coléricos en el camino.

Me acerco pero recuerdo al poeta (*) que dijo que al emprender el viaje hacia ese lugar cuidemos que sea largo; recorramos antes puertos nunca vistos, vivamos incontables aventuras y aprendamos, aprendamos de los sabios. Me repliego, vuelvo a la nube y en ella al campo desde donde inicié mi búsqueda esta mañana. Llevo la maravillosa visión de Itaca en mi mente y la piedra en mis brazos. Trataré de que mi viaje dure muchos años. Cuando regrese acá depositaré la piedra en la costa para que siga acumulando secretos.


MUNDIAL DE ESCRITURA 3- NOVIEMBRE 2022 MUNDIAL DE ESCRITURA 3. Dia 1

CONSIGNA: La consigna: un texto donde cuentes algo con animales, reales o imaginarios, tu vínculo con tu mascota...La leí esta mañana y me agarré la cabeza. A mí con animales! con mi mascota!... Bueno, ..anoche vi en el Colón Pescadores de Perlas...y me salió esto.

Creo que lo oigo otra vez. ¡Oh recuerdo encantador! Aún resuenan en mi cuerpo estremecido los acordes y la letra que Bizet nos entrega en Los Pescadores de Perlas.(ESCUCHAR EN: https://www.youtube.com/watch?v=zJ_Nsm-Y7RU O SI PREFIEREN ESTE DUETO: https://www.youtube.com/watch?v=p2MwnHpLV48) Reflexionando sobre esta obra maravillosa que acabo de ver y escuchar llego a mi casa. Pienso en las grandes óperas que aún escenificadas en clave de actualidad, mantienen en sus melodías la exuberancia de climas musicales que, se trate de drama, romance o humor nos remiten a la esencia del alma humana, así tengan cien, doscientos o más años… Abro la puerta y me recibe Yopa, saltarín y contento; lo abrazo, mueve la cola. Todo está oscuro; qué extraño, creí haber dejado alguna luz encendida. Un tenue haz de claridad se filtra por la ventana. Presiono un par de perillas y nada, sigue la penumbra. Miro a Yopa con gesto de resignación y él me devuelve una mirada tierna. Camino a tientas.

De repente, un relámpago. Yopa se sobresalta. Otro relámpago me permite distinguir que el lugar está vacío. ¿Dónde están mis muebles, dónde están mis cosas? Un estruendo y un rayo me paralizan. Una espiral de colores se alza desde el piso y va ascendiendo. Una figura familiar parece enredada en ese arcoíris. Extiendo mis brazos para tratar de tocarla. Me parece entrever que me mira y sonríe. Se desvanece y, en su lugar, un polvo grisáceo flota, son cenizas que se esparcen y caen livianas.

Yopa tiembla, yo lo acaricio. Un destello claro atraviesa el espacio. Una sombra fantasmal copia a Bizet y canta: -Sigue soñando, velo por ti! Alcanzo a distinguir una mirada triste en esta sombra; detrás de ella diviso un abismo. Caen más cenizas. Hurgo en la oscuridad. Suena un trueno estremecedor. Ahora tiemblo yo, Yopa ladra. Un resplandor, una sombra bailarina y cenizas. Un destello, una sombra desafiante y cenizas. Y otro, y otra…y más cenizas que siguen cayendo. Muchas sombras fantasmales se saludan, se abrazan, se entremezclan.

Un nuevo fulgor me permite ver que ha quedado en pie el gran espejo que cubre la pared del fondo de la habitación. Me acerco, con Yopa a mi lado; ve su imagen reflejada y salta contento. Las figuras fantasmales no aparecen. El espejo no las ve. Creo entender: ¡están muertos¡ Son muertos. Un nuevo fulgor y cenizas que caen forman montículos al lado de Yopa, que ladra y ladra mientras una niebla espesa va cubriendo el lugar. Sigo temblando.

Suena el despertador. El sobresalto de mi cuerpo sirve para liberar la tensión de la noche. Fue un sueño nomás, pienso. Me desperezo. Yopa entra y se acurruca a mi lado. Nos mimamos. Salgo de la cama. Estiro brazos y piernas. Canturreo: -Creo que lo oigo otra vez. ¡Oh recuerdo encantador!…me acerco al espejo, Yopa conmigo…su imagen me enternece, busco la mía; abro bien los ojos, hago una mueca, resoplo con fuerza, muevo los brazos…no aparezco, el espejo no me ve… enciendo más luces…abro la ventana… el espejo no me ve! Un fucilazo brama en silencio. Se forman chispas, espirales y volutas de humo. Escucho a lo lejos alguien que canta: -Sigue soñando, velo por ti! Sigue soñando, velo por ti! Comienzan a caer cenizas que forman un montículo gris. Yopa se acuesta sobre ellas y llora.


MUNDIAL DE ESCRITURA 3. Dia 2 Sabiduría, Esperanza y Paz

Mi hija Paz invitó a Sofiya y a Nadya a pasar el día en nuestra casa. Sofiya es ucraniana. Nadya es rusa. Ambas escaparon de la guerra con sus respectivas familias y están viviendo desde hace pocas semanas en Argentina. Ingresaron a la misma escuela del barrio a la que concurre Paz. Las tres están en cuarto grado.

Mientras organizo mi trabajo del día las veo jugar. Tienen dificultades con el idioma, pero se entienden. Les acerco una laptop y le explico a Paz cómo usar un programa que las ayude en la traducción. El ruso y el ucraniano son idiomas muy parecidos, con uno u otro y el español van a poder dialogar. Creo que entendieron las tres. Les gusta la idea.

Se acomodan en el piso sentándose sobre unos almohadones. Con un gesto les digo que si necesitan ayuda me llamen. Sigo redactando un artículo sobre la guerra: “Nunca es sencillo ponerse en el lugar de los que sufren algo que uno no sufre. Tratemos de imaginar, por un momento, que nosotros, nuestras familias, amigos y vecinos, debamos abandonar nuestras casas, escondernos en túneles del subterráneo, correr hacia algún lugar que quizá nos libre de ser carne de misiles y bombas, sentir que abrazamos a un ser querido por última vez, tener hambre, asco, miedo. Matar para que no nos maten.”

Escucho a Paz decir mientras escribe: -Me regusta que vengas a jugar a mi casa -Ah, me digo, ¿cómo traducirá el “regusta”? Paz les muestra: Мне нравится, что ты приходишь играть в мой дом Sofiya y Nadya aplauden. En mi computadora compruebo que el traductor entendió bien: -me gusta que estés en mi casa y podamos jugar.

Vuelvo al artículo: “Y no hablamos sólo del actual escenario en Ucrania, lo mismo puede decirse de las numerosas tragedias causadas por la guerra en tantos y diversos países del planeta como Irak, Siria, Afganistán, Sudán, Etiopía o Yemén, por solo citaralgunos de los lugares donde millones de personas intentan sobrevivir, mientras padecen lo indecible. La humanidad ha sufrido estos enfrentamientos por miles de años y, lamentablemente, no ha logrado aún aprender a impedirlos”. Paz sin signos de puntuación escribe: -Tengo muchos juguetes que podemos compartir de princesas rompecabezas libros y todas esas cosas.

Les muestra el resultado: У меня есть много игрушек, которыми мы можем поделиться, от пазлов про принцесс до книг и тому подобного. Sofiya y Nadya aplauden. Siguen: -Tenés juguetes en tu casa de Rusia? -Есть ли у вас в русском доме игрушки? Tenés juguetes en la casa de ucrania? Чи є у вас в українській хаті іграшки?

Nadya, aferrrada a un osito de peluche al que también trajo a “pasar el día” escribe: У меня было много игрушек, но мне пришлось отдать их, чтобы прийти сюда. Я остался наедине с этим плюшевым мишкой, который живет со мной.

Paz lee: -Tenía muchos juguetes pero los tuve que regalar para venir acá me quedé solo con este osito de peluche que vive conmigo.

Sofiya, llorando, escribe: Да, но они все сломались, когда бомба упала на мойдом. Мой щенок тоже умер. Папа, мама и я крепко обнялись и смогли выбраться через дыру, проделанную в стене. у меня нет игрушек

Paz lee con dificultad la traducción y también llora: -Si, pero se rompieron todos cuando cayó la bomba sobre mi casa también se murió mi perrito papá, mamá y yo nos abrazamos fuerte y pudimos salir por un agujero que se había hecho en la pared. No tengo juguetes.

“Los ciudadanos, hoy más que nunca planetarios, hoy más que nunca obligados a ser sensatos ¿qué podemos hacer? La sensación inicial es de impotencia, de estar sometidos a las decisiones -a menudo irresponsables e incluso delirantes- de quienes ejercen poder.

Sin embargo, hoy contamos con herramientas que nos permiten formas de participación y reclamo poderosas. Las comunicaciones modernas facilitan la expresión de la voluntad coincidente de millones y millones de personas que quieren, en su amplísima mayoría vivir en paz y mejorar sus vidas en un contexto más justo.”

Paz escribe: mi nombre quiere decir paz мое имя означает мир devuelve el traductor. Sofiya y Nadya hacen un gesto de asombro.

Busco en mi computadora el significado del nombre Sofiya en ucraniano: Мудрость Sabiduría. El de Nadya en ruso, Надеяться: Esperanza. Redacto el final del artículo: “Con sólo respirar un ser produce modificaciones en el universo. Imaginemos cuánto más podemos lograr miles, millones de seres pensantes y hablantes que nos sabemos capaces de soñar un mundo mejor y que estamos dispuestos a vivir ese sueño”.

Me acerco a ellas, con lágrimas en los ojos abrazo a las tres. Sabiduría, Esperanza y Paz. Pilares para un mundo mejor.

Los párrafos entrecomillados son parte de un artículo “Ante el horror de la guerra” escrito en coautoría con Alejandro Drucaroff, publicado en Infobae el 7/3/2022


MUNDIAL DE ESCRITURA 3. Dia 3 Consigna: Elegir un cuento clásico y cambiarlo, actualizarlo o reescribirlo. La idea es que se note que es un clásico pero con un cambio de punto de vista o los roles de los personajes, o un cambio de escenario, narración, tono, ritmo, o formato, todo lo que quieras. Jugar con lo conocido, darlo vuelta.

CAPERUCITA URBANA

Alborotados los alumnos de quinto grado vuelven a clase después del último recreo de la semana. La maestra les pide que respiren hondo, se relajen y vayan a sus lugares.

-Ahora vamos a hablar de cuentos.

-Qué bueno! eso no es para estudiar, le susurra Laura a Francisco.

-Ustedes me van diciendo nombres de cuentos que recuerden; yo los escribo en el pizarrón y después elegimos entre todos aquel sobre el que vamos a trabajar.

-¿Cómo es un cuento para trabajar seño?; los cuentos son para leer o escuchar –dice Melina y sus compañeros asienten.

-Después les voy a explicar cómo vamos a trabajar sobre un cuento y qué hay que estudiar.

- Viste que era para estudiar, le dice Francisco a Laura.

-Uh, sí y también para trabajar…responde Laura.

-Vayan nombrando los que recuerden, yo los anoto…

Les divierte la idea y van gritando entusiasmados –¡La Cenicienta! ¡Los Tres Chanchitos! ¡El Patito Feo! ¡Rapunzel! ¡El Gato con Botas! ¡Caperucita Roja! ¡Pinocho! ¡Blancanieves!

-¡El Principito! que mi abuela siempre me dice que es hermoso, sugiere Nina.

-¡Algunos de superhéroes seño! grita Mauro desde el fondo.

Y sigue la lista…Lina va anotando en el pizarrón. -Ahora elijamos, entre todos, uno.

-¿Uno sólo?, pregunta Marisa.

-Entonces alguno que sepamos todos, seño.

Lo conversan en pequeños grupos, discuten, ríen…finalmente, acuerdan que sea Caperucita Roja.

-Si seño, es refácil. Y unos y otros van mencionando los aspectos más relevantes del cuento: que la nena buena, la abuelita que vive en el bosque, la mamá que le da a Caperucita una cesta con una torta para que le lleve a la abuela, que tenga cuidado al cruzar el bosque, que aparece el lobo que engaña a las dos y se las come…

-No! ¡Se come sólo a la abuela! grita Leo

- ¡Y el cazador que las salva! agrega Nicolás…

- Bueno, bueno, dice Lina. –Ya veo que lo saben todos. -Lo que tienen que hacer este fin de semana es lo siguiente: averiguar quién fue el autor, o los autores, en qué época se conoció el cuento, qué es lo que nos enseña, si les gustaría cambiar alguna parte…Busquen en internet, conversen con mamá o papá, busquen el libro en su casa si lo tienen o vayan a una biblioteca…hablen con los abuelos y abuelas y pregúntenles si a ellos también se lo contaban cuando eran chicos…

El lunes entraron al aula hablando sobre Caperucita.

-¡Buenos días! saludó Lina. -¡Buen día seño! Estudiamos y trabajamos un montón dijeron a dúo Laura y Francisco.

Y, sin esperar las indicaciones de Lina superponen sus voces para demostrar todo lo que han investigado: Que es un cuento que tiene como mil años, que no se sabe quién lo inventó porque se lo contaban unos a otros, que después dos señores lo escribieron, igual pero distinto. Los señores eran Perró y Grim (Lina escribe en el pizarrón Charles Perrault y hermanos Grimm), que Perró dice que el lobo se mete en la cama de la abuela y Caperucita también, que el lobo se come a las dos y que ningún cazador las salva. Grim es más bueno dice que el lobo se come a la abuela pero un leñador le abre la panza al lobo y saca viva a la abuela y que a Caperucita no le pasa nada pero se asustó mucho y eso enseña que hay que hacerle caso a la madre que le había dicho que tuviera cuidado al cruzar el bosque…

-¡Muy bien, muy bien! ¿Ustedes cambiarían algo o lo dejarían así? –pregunta Lina.

Y afloran ideas de cambios:

-Le cambiaría la ropa a Caperucita, porque eso que ella usaba, ya no va.

-En vez de canasta para llevar a la abuela, la mamá tendría que darle una bolsa del super.

-Y en el bosque no puede ser, mejor en una ciudad, ¿quién vive en un bosque ahora? Casi todos vivimos en ciudades y las ciudades son peligrosas como los bosques.

- ¿Y el lobo? Quién se lo cree? Tendría que ser un hombre malo con revolver.

-¿Todos de acuerdo? Pregunta Lina.

- Siiii, contestan al unísono los veintiocho alumnos.

-¡Y el hombre las mata a las dos!

-¡No! ¡No! Cuando el hombre las está por matar un policía las salva!

Sobre este punto discuten, gritan y no se ponen de acuerdo.

Lina les recuerda que el cuento lo van a escribir entre todos y debe tener un único final.

-Seño, ¡votemos!, dice Celeste

- Hagamos dos equipos completa Leandro: el equipo Perró y el equipo Grim.

-¡Si, ¡si! Si gana Perró, el hombre mata a las dos. Si gana Grim un policía las salva, se entusiasma Pedro.

Lina organiza la votación. Resultado: Perró 16, Grim 12

En la segunda hora de clase redactan entre todos la versión moderna de Caperucita Roja con final Perró.

Al finalizar la jornada Lina vuelve a su hogar, cansada pero felíz por su tarea docente.

Se deja caer sobre un sillón y enciende el televisor, en pantalla aparece: ULTIMAS NOTICIAS. DEPRAVADO ABUSA DE UNA NIÑA Y MATA A SU ABUELA. EL HOMICIDA ESCAPÓ. LA POLICIA NO PUEDE ENCONTRARLO.


MUNDIAL DE ESCRITURA 3. DIA 4 Consigna: Inspirada en la obra de Cildo Meireles, Desvío para o vermelho se nos propone escribir a partir del color. La idea es imaginar una habitación monocromática, en la que todos los muebles y objetos sean del mismo color, el que quieran. En ella va a entrar un personaje a tono con el espacio: a partir de ahí empieza la escena.

EL LOCO ARCOIRIS

Casildo era un niño distinto. Generoso, imaginativo, tranquilo. Cumplidor con las tareas escolares. Quería a sus compañeros y ellos a él a pesar de que muchas veces lo burlaban por llamarse Casildo. Lo que más le gustaba a Casildo era estar en su casa, con sus juguetes, sus libros. En la adolescencia comenzó a interesarse por la historia del país y por la política. Llevaba sus inquietudes a la escuela, sus compañeros y profesores, a veces, lo escuchaban con atención.

Tenemos un hermoso país, la democracia nos necesita a todos, hay que mejorar la política…eran sus muletillas. En su juventud estudió un tiempo Ciencias Sociales, algo de Arte, un poco de Historia…pero lo que más le gustaba era permanecer en su casa, leyendo o escuchando música, también viajar, pero no mucho.

Hace algunos años visitó Brasil por unos pocos días. Casi por casualidad entró a un museo. Quedó prendado por la instalación “Desvío para o Vermelho” de Cildo Meireles. Sintió algo inexplicable en su cuerpo al recorrer esa habitación roja, de piso rojo, muebles, libros y otros objetos; todos de ese color, hasta un enorme corazón colgado en la pared, por supuesto, rojo. Al salir supo que lo único que le interesaba era saber más sobre ese hombre.

Investigó y se enteró que se trata de un artista conceptual de reputación internacional -él no lo sabía-, que crea objetos e instalaciones que conducen directamente al espectador en una experiencia sensorial completa -lo que le había pasado a él en esa habitación!- que cuestionó, a través de su obra, a la dictadura militar, que tiene un fuerte compromiso político…Para Casildo fue una revelación. Supo que al volver a la Argentina se dedicaría de lleno a imitar -y a superar- a Cildo en sus expresiones artísticas y compromiso social. Cildo-Casildo, ya en el nombre, aún parecido, sentía que lo aventajaba. Casildo sonaba mejor.

Al llegar a su casa lo primero que hizo fue recorrer los distintos ambientes: hall de entrada, living, comedor, escritorio, dormitorio, baño, cocina. Cildo había montado su instalación en un único espacio y a un solo color. Él tenía siete espacios para trabajar, no le pareció casual el número. Lo suyo sería el arcoíris! Después de algunas semanas de intenso trabajo obtuvo lo que deseaba. Ya podría compartir con todas las visitas que pasaran por ese lugar, su arte y su compromiso social. Había investigado que los colores ejercen influencia en el individuo, ya que provocan una reacción cerebral según el color de que se trate.

Por eso, al hall de entrada lo “desvió” para el naranja porque este color ayuda transmitir energía positiva, prosperidad, vitalidad, entusiasmo y alegría. Sería una buena manera de recibir a los invitados. El living, amarillo, porque expresa alegría, felicidad, fortuna, despierta inspiración y creatividad. Aquí hablaría de la importancia de la política como instrumento necesario para vivir en una sociedad mejor.

Al ingresar al comedor, totalmente índigo, les hablaría de los valores de una sociedad democrática porque es un color que comunica sinceridad, respeto, individualidad; también, simboliza las fantasías y los sueños. En el escritorio, azul, los invitaría a hojear libros -todos forrados en azul- porque representa la tranquilidad, calma, armonía y paz espiritual; asimismo, es un color que está asociado a la monotonía y la depresión. Si notara algo de eso, les acercaría alguna publicación sobre autoayuda.

En el dormitorio, rojo, -que podría transmitirles sentimientos de agresividad -les hablaría de la importancia de distinguir entre políticos y politiqueros -estos simuladores y repudiables- y los políticos genuinos, necesarios para una democracia verdadera vivida con pasión.

Al baño, violeta, los haría pasar de a uno por si quisieran hacer uso de sus instalaciones porque es un color que proporciona la purificación del cuerpo y de la mente y permite que nos conectemos con la paz y la búsqueda del equilibrio interior. Por último, en la cocina, verde, les hablaría de la necesidad de tomar conciencia sobre el cambio climático porque es un color que simboliza la naturaleza y está ligado a la salud, la esperanza, la renovación y la plenitud.

Felíz con su proyecto compró unas cuantas mantas y pantuflas de los colores del arcoíris. Dispuso una y una al ingreso de cada habitación y comenzó a usarlas él mismo cambiándoselas cada vez que pasaba de un ambiente a otro. Hizo una lista inicial de aquellos a los que invitaría. Primero, sus compañeros de escuela y sus antiguos profesores. Les envió una nota con el día y hora programados para recibirlos y una explicación somera donde destacaba que, según había aprendido, la casa se ha convertido en uno de los temas elegidos por los artistas para expresar las relaciones entre el mundo público y el privado. Es una fuente de inspiración, desde una perspectiva psicológica y poética, a través de experiencias personales. Y terminaba escribiendo: Esta obra me representa cabalmente. Los espero! Casildo.

Y llegó el día tan esperado. Aparecieron la mayoría de sus compañeros de colegio y varios maestros y profesores. Todos expresaban alegría y curiosidad por el encuentro. Les explicó el uso de las mantas y de las pantuflas y comenzaron el recorrido.

Miradas perplejas, asombro, escucha atenta. Casildo, exultante, terminó su presentación en la cocina donde, sobre una mesada, había dispuesto jarras verdes con un licuado de espinaca, pepinos, kale y brócoli que él mismo había preparado y servía a los visitantes en vasos, por supuesto, verdes.

Los encuentros se multiplicaron. Otros amigos, amigos de amigos, curiosos, turistas. Algunos querían pagarle pero él rechazaba los billetes que le ofrecían y sugería -como alguna vez se hizo en Chile, agregaba- que en cada uno de los billetes que pensaban entregarle escribieran una consigna en contra de la mala política o a favor de la democracia.

Llegó a hacerse famoso. Se dice que Cildo Meireles,en uno de sus viajes a la Argentina, pasó a visitarlo. Hace algunos días, en algunos medios pudo leerse: Murió Casildo, el Loco del Arcoíris.


Mundial de escritura 3. Día 5 Consigna: a la manera de Brainard, en el día de hoy la propuesta es dar el puntapié a la escritura con la expresión “me acuerdo”. A partir de los recuerdos, intenten relatar un hecho personal, movilizante, trágico; y además, probar ir contándolo de a poco.

ME ACUERDO

Me acuerdo de su mirada triste y su cuerpo flaco. Me llevaba todas las tardes a comprar caramelos en el almacén de la esquina. Era en un pueblo de provincia, de calles tranquilas, de casas bajas, de árboles para treparse. Era mi abuelo. Era “el” abuelo. Era mi infancia.

Me acuerdo que vivíamos en una casa modesta pero cómoda: el abuelo, mi madre, la hermana de mi madre con su hijo -de mi misma edad-, mi hermano -unos años mayor- y yo. El abuelo era viudo. Mi madre y mi tía, viudas también. Era una convivencia tranquila. Sin grandes alegrías. Sin grandes pesares.

Me acuerdo que el abuelo trabajaba en el Correo como repartidor de cartas y encomiendas. Jugando en la vereda con mis amigos, lo veía pasar varias veces por día en su carro tirado por un caballo viejo. Me enorgullecían su porte y su gracia, aunque algunas veces el caballo tiraba fuerte y se le hacía difícil controlarlo. Mi hermano y mi primo se reían. Yo me enojaba con ellos.

Me acuerdo que el abuelo era callado o -probablemente- llegaba cansando de su trabajo y no tenía ganas de hablar. Como sus hijas también trabajaban, el abuelo era quien se encargaba de cocinar. Polenta o puchero. Me tenía en brazos mientras revolvía, con una cuchara de madera, la polenta. Los globos de la harina de maíz al hervir eran un programa muy divertido para mí.

Me acuerdo que el abuelo usaba marlos para encender la cocina económica. Siempre. El abuelo compraba marlos -que venían en bolsas de arpillera- y los guardaba en el galpón que había en el fondo del patio. Hoy, setenta años después leo que se ha “descubierto” que el marlo -eso que queda del choclo después de comer los granos- es el mejor sustituto ecológico del carbón.

Me acuerdo que el abuelo escuchaba “la radio”. Muchos días, al atardecer nos sentábamos alrededor de ese mueble pesado, se encendían algunas luces en su interior y, como por arte de magia surgían de ese objeto voces, también música. Si alguien de la casa tenía dudas sobre algo de lo que pasaba en el país o en el mundo, el abuelo mandaba a callar y mencionaba su fuente: ¡lo dijo la radio!

Me acuerdo que al abuelo le interesaba la guerra de Corea. Nos hablaba de Corea del Norte y Corea del sur. Nos decía que las guerras eran muy tristes. Que “más adelante” los “amarillos” serían los que dominarían el mundo. Cuando veo hoy el crecimiento de China y su importancia en el mundo global; cuando veo en indumentaria, en alimentos, en dispositivos tecnológicos y tantos más, la etiqueta que dice “made in China”, pienso en el abuelo.

Me acuerdo que el abuelo me cuidaba y yo sentía que lo cuidaba a él. Fue enorme la congoja que me invadió cuando mi madre me dijo que ella, mi hermano y yo nos iríamos a vivir a la Capital. No había explicación que pudiera aplacar mi desconsuelo. ¿Cómo haría para ir a otra escuela sin mis amigos? ¿Quién me iba a cuidar? ¿Quién iba a cuidar al abuelo?

Me acuerdo que en la nueva casa de “la capital” no había noche que no llorara pidiendo volver a ver al abuelo. Los 300 km que nos separaban del pueblo eran una distancia imposible de recorrer con frecuencia. La casa de la capital tenía teléfono, nuestra casa del pueblo, no. Mi madre me decía que íbamos a ir durante las vacaciones. Faltaban ocho meses para el fin de las clases. ¡Era una eternidad!

Me acuerdo que una noche de junio mi llanto se tornó imparable. Después supe que comenzó alrededor de las diez y mis gritos de ¡quiero ver al abuelo! ¡quiero ver al abuelo! sólo se acallaron cuando mi madre, con tal que me durmiera, dijo bueno, tranquila, te prometo que pronto vamos a ir a ver al abuelo. Al día siguiente, temprano, sonó el teléfono. Una vecina del pueblo le avisaba a mi madre que el abuelo había muerto, a las diez de la noche.

Me acuerdo que viajamos mi madre y yo. Al llegar a lo que había sido mi hogar nos recibieron varias personas. Mi tía hizo un gesto como para que me llevaran a la casa de una vecina porque allí estaba mi primo, a quien le habían dicho que “el abuelo se fue al cielo”. Me aferré a la pollera de mi madre y entré con ella. En lo que era el comedor, había un cajón de forma alargada; por mi estatura, no llegaba a ver lo que había adentro, pero lo imaginé. Miré a mi madre y ella comprendió mi gesto ¡quiero ver al abuelo! Me alzó y, en ese instante, comprendí lo que era la muerte.

Me acuerdo que insistí para ir al cementerio. Quería ver qué hacían ahí. Fuimos en un carro -tirado por un caballo-, parecido al de mi abuelo, pero negro. Había muchas personas grandes, yo era la única menor. Casi todas lloraban, yo no podía llorar. Caminamos hasta donde había un pozo con tierra alrededor. Alguien dijo algunas cosas que no entendí y luego unos hombres metieron ahí el cajón donde estaba el abuelo.

Me acuerdo que en el trayecto de regreso a la casa yo pensaba que no iba a poder decirle a mi primo que “el abuelo se fue al cielo”.


ALGO MÁS SOBRE EL MUNDIAL DE ESCRITURA Y SANTIAGO LLACH Mundial de Escritura


26.08.2024

Buena parte de las conversaciones cotidianas son distraídas y rutinarias. Se arrojan palabras al vacío para llenar el tiempo y conjurar la incomodidad. Nos educan para temer el silencio como algo hostil, pero lo esquivamos con torpeza. Seríamos personas distintas si los encuentros que decidieron el rumbo de nuestra vida hubieran sido menos mudos y superficiales, si de verdad hubiéramos intercambiado pensamientos. Quizás este mundo hechizado por la exuberancia de información empieza a añorar el placer —y el poder— de la conversación. Como dijo Luis Buñuel: “Yo adoro la soledad a cambio de que un amigo venga a hablarme de ella”.

En su Historia íntima de la humanidad, Theodore Zeldin recuerda dos momentos decisivos en la crónica de los hallazgos parlantes de nuestra especie. La primera de esas etapas estelares tuvo lugar cuando la filosofía griega descubrió el diálogo. Hasta entonces, el modelo de aprendizaje era el monólogo: el hombre sabio o el dios hablaban, y los demás escuchaban. Los tempranos filósofos helenos proclamaron que los individuos no podían ser inteligentes por separado, sino que necesitaban el acicate de otras mentes. Sócrates fue el primero en sostener audazmente que dos personas pueden aprender interrogándose mutuamente y examinando las ideas heredadas hasta detectar sus fallos, sin atacarse ni insultarse. Sócrates admitía con humor que, siendo extraordinariamente feo, luchó por demostrar que todo el mundo puede resultar hermoso por su forma de hablar.

Aquel caudal revolucionario y parlanchín desembocó en Roma. Cicerón, líder político y pensador, heredó la misma fascinación por las palabras entretejidas en común. Afirmó que “quien entabla una conversación no debe impedir entrar a los demás, como si fuera una propiedad particular suya; debe pensar que, como en todo lo demás, también en la conversación general es justo que haya turnos”. Sus escritos no eran ensayos concluyentes, sino diálogos a varias voces en los cuales él desempeñaba solo un pequeño papel y que terminaban sin un claro vencedor. Cicerón, gran conocedor de los entresijos del poder y a la vez enamorado de la filosofía, se adiestraba en el debate de ideas, que nos ayuda a encontrar archipiélagos de concordancia entre los océanos del desacuerdo. Tras los hallazgos antiguos, el Renacimiento alumbró un nuevo escenario de pasión parlante, protagonizado ahora por mujeres. En los círculos intelectuales, las damas se cansaron de la conducta tosca y ostentosa de los cortesanos, que se pavoneaban como gallos de pelea. El movimiento brotó en las principales ciudades italianas, se extendió por Francia e Inglaterra y finalmente por el resto de Europa y América. Frente a la arrogancia, nacía otro ideal: cortesía, delicadeza, tacto y cultura. El modelo más imitado fue el de Madame de Rambouillet, que inventó a principios del siglo XVII la orquesta de cámara de la conversación. Enseñó a sus contemporáneos a filtrar sus ideas a través de mentes ajenas. Sus reuniones dieron vida a epigramas, versos, máximas, retratos, panegíricos, música y juegos. Sobre todo, derribaron el modelo de debate orientado a aplastar a los demás: acordaron que la seriedad sería liviana, que la razón escucharía a la emoción, que practicarían la cortesía sin asfixiar la sinceridad. Aunque ese baremo del gusto y el refinamiento fue privilegio de círculos aristócratas, aquellos salones —casi siempre liderados por sabias anfitrionas— dieron cobijo a las ideas ilustradas. En ocasiones, el diálogo se volvió vanidoso y pedante, encantado de su propio lustre, hasta derivar en manierismos impostados, pero aquella costumbre dejó un valioso legado: la cultura de la conversación. Según la ensayista Benedetta Craveri, lo extraordinario de aquellas charlas de salón fue que aspiraban a la claridad, la mesura, la elegancia, y el respeto por el amor propio ajeno.

Estas sendas humanistas ofrecen rutas para los retos de hoy. Aún debemos aprender el arte de hablarnos con respeto, incluso entre desconocidos, conscientes del impacto de nuestras palabras sobre el equilibrio, a veces frágil, del ánimo de los demás. En el siglo pasado, filósofos como Martin Buber o Emmanuel Levinas pensaron que, en esencia, somos seres de encuentros: el yo emerge del diálogo con un tú, el otro, el diferente. La conversación real entre dos personas que se escuchan es la mejor herramienta para derribar barreras en un mundo tan desigual como enfrentado, donde la ausencia de comunicación se está convirtiendo en un gran problema sumergido en el silencio. El aislamiento prolongado daña la salud y, si perdura en el tiempo, el sufrimiento de no poder hablar libremente, sin máscaras ni miedo a la incomprensión, puede derivar en estados de angustia. Un número creciente de jóvenes empieza a confesar que sufren soledad no deseada, cuando solía ser la franja de edad menos amenazada. Se extiende la sensación de distancia, de frustración, presión y falta de calidez en los encuentros con otras personas. De ver pasar los días y la vida desde una prisión de cristal o tras la trinchera de una pantalla, donde nadie puede llegar hasta ti. Una clave esencial para entender los estallidos y los aullidos de nuestro tiempo es esa ira que se puede mitigar con escucha o, al contrario, azuzar en una espiral de agresividad. Toda auténtica colaboración precisa conversación, esos diálogos donde, mientras jugamos —sin juzgarnos— con las ideas, forjamos alianzas. La acción colectiva gana fuerza cuando somos capaces de verbalizar nuestras debilidades y complejidades. Sin miedo, asumiendo el peligro, ya que al escuchar corremos el riesgo de que nos convenzan. De hecho, “conversar” proviene del latín versare, “girar”. Se refiere a convivir, converger, pero también cambiar, darse la vuelta en compañía. De alguna forma, con-versar es una actividad de calado político y poético —tejer versos con otras personas—. En lugar de trenzar palabras vivas, nos agazapamos tras nuestras caras pantallas para no hablar cara a cara. Los teléfonos nos silencian más a menudo que nosotros a ellos. Mientras nuestros dedos escriben hipnotizados a un rostro lejano, no miramos a quienes nos rodean: estamos desperdiciando experiencias, protagonizando huidas fallidas. El inconveniente de esta edad de oro de la comunicación y la información es que todavía no hemos aprendido a hablarnos. Humanizamos y amamos a nuestros aparatos, mientras somos cada vez más maquinales con otras personas. El error fue creer que la tecnología nos enseñaría a conversar. Para el algoritmo, una persona queda reducida tan solo a un mero “cliente”, “seguidor” o “usuario”. Cuando la red digital nos atrapa en nichos de mercado, y el griterío político nos enclaustra en bandos enfrentados, la antigua invitación al diálogo mantiene viva la esperanza de abrir jaulas, serenar estridencias y construir encuentros. Tal vez más que nunca, de la conversación depende la conservación de la comunidad

EnciclopediaRelacionalDinamica: MartaOyhanarte (última edición 2024-08-26 17:24:05 efectuada por MercedesJones)