Ver en Youtube un programa interesantísmo para adultos mayores http://www.youtube.com/user/Ramirocine Promovido por la Asociación Civil Cine en Movimiento http://www.cineenmovimiento.com.ar/ y PAMI http://www.cuatromedios.com.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=2374&Itemid=121 Lo escuché en Radio UBA
También entré en http://www.siruner.uner.edu.ar/
Mario Kaplún, MarioKaplun, prestigioso especialista en comunicación popular latinoamericano, afirma que “un material audiovisual es válido, si moviliza interiormente a quienes lo reciben, si problematiza, si genera diálogo y participación, si alimenta un proceso de creciente toma de conciencia”. Esto sería una verdadera práctica de comunicación popular, que es nada mas ni nada menos que darles la palabra a los y las silenciadas, construir otros discursos, alejados de las construcciones hegemónicas discursivas de esta realidad actual. UNLaM
Es una verdad contundente que los medios de comunicación inciden en la construcción del imaginario social. Si queremos transformar el paradigma de vejez existente es indudable que la dimensión de la comunicación masiva será fundamental. Copio una nota de Mónica Roque con quien tengo que organizar una reunión urgente.
Medios y vejez
Por MonicaRoque
Página 12, Miércoles, 3 de octubre de 2012
Mónica Roqué debate sobre el tratamiento que los medios dan a los adultos mayores y hace propuestas para romper las barreras de sentido para que los viejos puedan ser actores protagónicos. Por Mónica Roqué * Pensar el cambio social vinculado con los adultos mayores es una compleja labor donde intervienen múltiples actores. En nuestro país partimos desde una perspectiva de derechos que busca posicionar al adulto mayor no como un sujeto de la asistencia, sino como un titular de derechos. Este enfoque de empoderamiento permite a los mayores reconocer sus capacidades, incrementar los niveles de autonomía y generar reivindicaciones de derechos personales y colectivos.
Modificar el modo en que comunicamos la vejez no es menor para lograr esto. Un nuevo lenguaje surge como reflejo de representaciones sociales más positivas y donde cada palabra se convierte en un instrumento de cambio social. Es aquí donde los medios y periodistas juegan un papel importante en esta transformación social y cultural.
¿De qué modo los medios relatan hoy la vejez y cómo construyen vejeces diferenciadas? ¿En qué medida los marcos actuales de representación mediática propician identidades y roles adecuados a los adultos mayores de hoy?
Para encontrar respuestas podemos analizar algunas cuestiones vinculadas con el envejecimiento en los medios de comunicación. El ocultamiento es una de ellas: la falta de representatividad funciona como un velo porque se habla y muestra menos adultos mayores que otras edades. Sin embargo, un 14,3 por ciento de adultos mayores, casi seis millones de personas, son definidos como grandes consumidores de medios.
Los roles estereotipados es otra gran traba: cuando se habla de los adultos mayores las notas siempre refieren a unos pocos roles esperables (abuelos o jubilados, enfermos o limitados), invisibilizando otros muy valiosos como las nuevas ocupaciones y preocupaciones, tan amplias como en otras edades. Llamarlos abuelos o jubilados resulta reduccionista y despersonalizado. Las personas mayores tienen múltiples roles: esposos, amantes, profesionales, militantes políticos o sociales, dirigentes, algunos padres, algunas madres, algunos abuelos o abuelas, pero todos personas sujetos de derechos. Imaginemos: si nos encontramos con Estela de Carlotto o Hebe de Bonafini, ¿las llamaríamos abuelas o abuelitas?
Por otro lado, existe un cierto concierto de imágenes que apelan a la vejez para hablar en términos negativos, asociados al padecer, a la enfermedad o a la molestia para otros.
La falta de centralidad es otra variable que aparece en el análisis de los adultos mayores en los medios: es casi excepcional encontrarlos como protagonistas de una serie o telenovela.
Este enfoque sobre los mayores en los medios aparece como parte de una mirada prejuiciosa hacia la vejez, a la que el psiquiatra R. Butler denominó ageism, y que fue muy bien traducido a nuestra realidad local como viejismo por el profesor Salvarezza. Este concepto fue definido como una alteración en los sentimientos, creencias o comportamiento en respuesta a la edad cronológica percibida de un individuo o grupo.
A diferencia de otros prejuicios, donde los victimarios y las víctimas suelen reconocerse claramente, y donde el repudio es claro, el viejismo, o prejuicio hacia las personas mayores, puede operar sin ser advertido. No existen grupos que repudien explícitamente a las personas mayores, sin embargo tenemos cotidianamente actitudes que dan cuenta de este sutil rechazo y condena hacia la vejez.
En este contexto, la ausencia de un odio explícito hacia los viejos, por un lado, y una amplia aceptación de sentimientos y creencias negativas, por el otro, produce que el debate sobre esta temática se vuelva particularmente fructífero, ya que el prejuicio puede encontrarse en niveles no descubiertos de uno mismo y por ello poco controlables.
Fortalecer las imágenes positivas de la vejez no implica no dar cuenta de los factores negativos que puede tener el proceso de envejecimiento, sino equilibrar una balanza que se inclinó durante mucho tiempo sobre los aspectos negativos.
Es indudable que hoy los medios de comunicación tienen una mirada más positiva, pero es necesario pensar la reconstrucción de los espacios de representación, tal como sucedió con las mujeres u otros grupos, para poder cuestionar el modo en que percibimos la vejez: romper las barreras del sentido común para que los viejos puedan ser actores protagónicos y no sólo convidados eventuales a una fiesta que no es para ellos.
Este fue uno de los objetivos que nos motivó a iniciar, en este mes de octubre, la Campaña Nacional de Buen Trato hacia las Personas Mayores: modificar prejuicios y estimular una nueva vinculación de la sociedad con sus “mayores” integrantes.
* Directora nacional de Políticas para Adultos Mayores. Secretaria nacional Niñez, Adolescencia y Familia, Ministerio de Desarrollo Social
La otra cara de la vejez
Kléver Paredes Columnista invitado
La otra cara de la vejez
Kléver Paredes Columnista invitado
Poco tiempo atrás recibí una llamada de una periodista un poco sorprendida de que en Ecuador existiera un “medio” para los adultos mayores (www.palabramayor.ec). Su principal preocupación era lograr un contacto con un “abuelito” o “abuelita” que sean extraordinarios, que realicen algo fuera de lo común para un programa de televisión que está próximo a estrenarse, con un enfoque de aventura.
Ante mi desubicación, me puso un ejemplo. Puede ser una “abuelita” que a sus 70 años se lance en paracaídas. Mi inquietud fue: ¿por qué no cambian el enfoque de lo “sensacional” por el verdadero valor de las personas adultas mayores? Luego de una pausa, contó que ella creció y vive con su abuela; lo que soy ahora se lo debo a ella, enfatizó. ¿Acaso su abuela es paracaidista?, dije. La conversación terminó.
Esta anécdota viene al caso cuando hace pocos días se celebró el Día Nacional y luego Internacional del Adulto Mayor. El tema pasó desapercibido -en su mayoría- para los medios de comunicación, públicos y privados. Los temas que coparon los noticieros y los espacios de entrevistas en esos días fueron: las elecciones en Venezuela y el cobro del SRI al millonario Álvaro Noboa.
¿De qué modo los medios relatan hoy la vejez y cómo construyen vejeces diferenciadas? ¿En qué medida los marcos actuales de representación mediática propician identidades y roles adecuados a los adultos mayores de hoy? Son temas que debemos analizar quienes hacemos comunicación y quienes somos receptores como ciudadanía de esos mensajes.
Bien lo señala Mónica Roque, directora nacional de Políticas para Adultos Mayores de Argentina, en un artículo que recomendamos leer (http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-204753-2012-10-03.html) cuando habla de un cambio social vinculado con los adultos mayores, como titulares de derechos y no sujetos de asistencia. “Un nuevo lenguaje surge como reflejo de representaciones sociales más positivas y donde cada palabra se convierte en un instrumento de cambio social. Es aquí donde los medios y periodistas juegan un papel importante en esta transformación social y cultural”.
En esta construcción colectiva desde la palabra como un instrumento de cambio social habrá que preguntarse para nuestros adentros, ¿en qué medida se aporta a transformar la realidad adversa, prejuiciosa y cómplice en la que convivimos a diario? Para los medios de comunicación, a no dudarlo, es otra deuda pendiente que -en este caso- también nos corresponde como individuos, familia y sociedad. De esta realidad no está liberado el poder político: su reto es replantear su discurso y acción.
Muy bien que en este Gobierno se destaque la presencia de la mujer en los diferentes ministerios, la equidad de género, la meritocracia, la juventud… Falta resaltar el trabajo y la experiencia de quienes en su etapa de adultos mayores también aportan y se juegan por este proceso.
La dignidad, la solidaridad, la justicia, la equidad, el trabajo, la fe de un cambio, son valores heredados justamente de nuestros padres y nuestros abuelos, aquellos que también soñaron con un país diferente para sus hijos
Poco tiempo atrás recibí una llamada de una periodista un poco sorprendida de que en Ecuador existiera un “medio” para los adultos mayores (www.palabramayor.ec). Su principal preocupación era lograr un contacto con un “abuelito” o “abuelita” que sean extraordinarios, que realicen algo fuera de lo común para un programa de televisión que está próximo a estrenarse, con un enfoque de aventura.
Ante mi desubicación, me puso un ejemplo. Puede ser una “abuelita” que a sus 70 años se lance en paracaídas. Mi inquietud fue: ¿por qué no cambian el enfoque de lo “sensacional” por el verdadero valor de las personas adultas mayores? Luego de una pausa, contó que ella creció y vive con su abuela; lo que soy ahora se lo debo a ella, enfatizó. ¿Acaso su abuela es paracaidista?, dije. La conversación terminó.
Esta anécdota viene al caso cuando hace pocos días se celebró el Día Nacional y luego Internacional del Adulto Mayor. El tema pasó desapercibido -en su mayoría- para los medios de comunicación, públicos y privados. Los temas que coparon los noticieros y los espacios de entrevistas en esos días fueron: las elecciones en Venezuela y el cobro del SRI al millonario Álvaro Noboa.
¿De qué modo los medios relatan hoy la vejez y cómo construyen vejeces diferenciadas? ¿En qué medida los marcos actuales de representación mediática propician identidades y roles adecuados a los adultos mayores de hoy? Son temas que debemos analizar quienes hacemos comunicación y quienes somos receptores como ciudadanía de esos mensajes.
Bien lo señala Mónica Roque, directora nacional de Políticas para Adultos Mayores de Argentina, en un artículo que recomendamos leer (http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-204753-2012-10-03.html) cuando habla de un cambio social vinculado con los adultos mayores, como titulares de derechos y no sujetos de asistencia. “Un nuevo lenguaje surge como reflejo de representaciones sociales más positivas y donde cada palabra se convierte en un instrumento de cambio social. Es aquí donde los medios y periodistas juegan un papel importante en esta transformación social y cultural”.
En esta construcción colectiva desde la palabra como un instrumento de cambio social habrá que preguntarse para nuestros adentros, ¿en qué medida se aporta a transformar la realidad adversa, prejuiciosa y cómplice en la que convivimos a diario? Para los medios de comunicación, a no dudarlo, es otra deuda pendiente que -en este caso- también nos corresponde como individuos, familia y sociedad. De esta realidad no está liberado el poder político: su reto es replantear su discurso y acción.
Muy bien que en este Gobierno se destaque la presencia de la mujer en los diferentes ministerios, la equidad de género, la meritocracia, la juventud… Falta resaltar el trabajo y la experiencia de quienes en su etapa de adultos mayores también aportan y se juegan por este proceso.
La dignidad, la solidaridad, la justicia, la equidad, el trabajo, la fe de un cambio, son valores heredados justamente de nuestros padres y nuestros abuelos, aquellos que también soñaron con un país diferente para sus hijos
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