SUSAN SONTAG

EL TEMA DE LA VEJEZ SUSAN SONTAG: la doble vara de la vejez entre los varones y las mujeres. Los hombres maduran, la mujer enveje. El hombre maduro es atractivo la mujer vieja no. Esta situación requiere un transformación radical. Tenemos que sentir orgullo de envejecer y es es la próxima revolución para la inclusión social.

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25/10/2018 // Infobae.com - Home

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Sexismo, mandato y discriminación: el doble estándar del envejecimiento Aunque las mujeres tienden a ser consideradas “viejas” más tarde que en los años 70, la presión para preservar la apariencia joven pesa aún muy fuertemente en ellas y en menor medida en los hombres. En esta entrevista con Infobae, la socióloga francesa Juliette Rennes reflexiona sobre el tema

Hinde Pomeraniec Juliette Rennes es una socióloga francesa, docente de la prestigiosa École des Hautes Études en Sciences Sociales de París y especialista en temas de género. Desde hace varios años sus investigaciones se centran en la Historia y la sociología del género, del trabajo y de las discriminaciones. Por estos días Rennes está en Buenos Aires: llegó invitada por el Centro Franco Argentino (Universidad de Buenos Aires/ Embajada de Francia en Argentina) para dictar un seminario de posgrado sobre la sociología de las movilizaciones y del discurso contestatario, junto con las profesoras Ana Natalucci y María Soledad Montero de la UBA. Infobae Cultura pudo entrevistar a Rennes, quien entre sus focos de estudio ha dedicado diversos artículos a una forma particular de discriminación contra las mujeres: la edad.

-¿Por qué el feminismo demoró en tomar el tema del envejecimiento de las mujeres como objeto de análisis?

-Las luchas feministas de los años 1970-1980 fueron en gran parte organizadas tras los pasos de las movilizaciones estudiantiles y los movimientos juveniles, con una identidad generacional muy fuerte. Hay numerosos testimonios de feministas que, porque en esa época eran mayores que el promedio, no se sentían bienvenidas en esos colectivos y tenían la impresión de que su vejez podía generar rechazo en los otros militantes. En términos de reivindicaciones, los movimientos feministas apuntaron siempre a destacar los problemas de las mujeres "en general". Pero el retrato de mujer tipo que perfilaron, y que aún perfilan, es el de una mujer asalariada en doble o triple jornada de trabajo parental y doméstico, que lucha contra el techo de cristal y contra el acoso sexual en el trabajo, que aborta clandestinamente o toma anticonceptivos, por lo que se sitúa, teniendo en cuenta el conjunto de estas prácticas, en una cierta franja etaria: la edad de procrear, de trabajar, de tener hijos pequeños. Sin embargo, el feminismo no es la única causa militante que ha integrado débilmente las cuestiones vinculadas al avance de la edad. Cualquiera sea la causa defendida, muchos movimientos valoran sistemáticamente la juventud como fuerza de transformación social y reproducen, sin cuestionarlo, el discurso dominante que descalifica la vejez. En ciertos casos, el hecho de estar entre jóvenes de la misma edad facilita la elaboración de un discurso de acción común. Pero construir colectivos militantes que se apoyan sistemáticamente sobre un clivaje entre "jóvenes" y "viejos" debilita las luchas y no tiene mucho sentido: los clivajes fundados sobre opiniones y opciones políticas concretas son mucho más pertinentes que las diferencias vinculadas a la fecha de nacimiento. Muchos movimientos valoran sistemáticamente la juventud como fuerza de transformación social y reproducen, sin cuestionarlo, el discurso dominante que descalifica la vejez

-¿Cuáles son las características de "doble estándar del envejecimiento", como lo llamaba Susan Sontag?

-Susan Sontag escribió sobre el envejecimiento en 1972, una época justamente muy marcada por los movimientos juveniles. Ella fue una de las pioneras, al igual que Simone de Beauvoir, en pensar en conjunto sexismo y discriminación por edad. Ella demostró, sobre todo, que en nuestras representaciones culturales hay al menos dos modelos de belleza masculina, la del hombre joven y la del hombre maduro, un modelo en el cual el avance de la edad puede ser en sí mismo un elemento de seducción. En el caso de las mujeres, por el contrario, solo la juventud sirve como patrón de belleza, al punto de que habitualmente se dice de una mujer mayor que "seguramente ha sido bella", como si fuera imposible pensar al mismo tiempo la belleza y el avance de la edad. En comparación con la época en que Sontag publicó su trabajo, la mirada social ha evolucionado un poco: las mujeres tienden a ser consideradas "viejas" más tarde en 2018 que en los años 70, pero el mandato de preservar la apariencia joven pesa todavía muy fuertemente en las mujeres y en menor medida en los hombres. Este mandato es fuertemente sostenido y renovado sin cesar por las industrias que viven de la venta de productos farmacéuticos y cosméticos "anti-age" o los promotores de la cirugía estética.

Habitualmente se dice de una mujer mayor que “seguramente ha sido bella”, como si fuera imposible pensar al mismo tiempo en la belleza y el avance de la edad.

-¿Una mujer mayor entonces sufre mayor discriminación que un hombre mayor?

Las discriminaciones vinculadas al avance de la edad afectan también a los hombres pero adquieren formas diferentes según el sexo. En los oficios en los cuales la apariencia corporal es considerada central, las mujeres son mucho más frecuentemente víctimas de la discriminación por edad que los hombres: actrices, modelos, presentadoras de TV o responsables de comunicación generalmente tienen carreras más cortas que los hombres porque son consideradas demasiado viejas antes que ellos. Pero la discriminación por edad no tiene que ver solamente con la apariencia corporal: en un mundo del trabajo focalizado en la competencia por la innovación y la aceleración de los cambios tecnológicos, los trabajadores mayores de cualquier sexo son devaluados y percibidos incluso como inadaptados u obsoletos. Su experiencia, sus hábitos de trabajo, sus conocimientos son considerados caducos cada vez más rápidamente. En ciertos sectores profesionales muy masculinos vinculados con las nuevas tecnologías es un lugar común decir que hace falta "sangre joven" para estar a la cabeza de la competencia globalizada.

-¿Las mujeres mienten con su edad desde siempre o es algo relativamente nuevo en términos históricos?

-Para que alguien mienta sobre la edad es necesario que tenga conciencia de su edad. Así de extraño como puede parecer, hasta hace dos siglos la mayoría de las personas no sabían su edad con precisión; la fecha de nacimiento de la gente no estaba registrada ni se utilizaba como ahora para organizar el conjunto de la vida social y administrar el flujo de las poblaciones: regular el ingreso en el sistema escolar o en el mercado de trabajo, el acceso a la mayoría de edad en términos cívicos, políticos, penales, sexuales, el derecho a la jubilación, etc. A partir del momento en que la edad adquiere tal importancia, las estrategias para disimular la edad y parecer más joven o más viejo se convierten en algo inevitable. El hecho de que las mujeres busquen más que los hombres parecer más jóvenes de lo que son en realidad obedece a que el juicio social sobre su envejecimiento es mucho más severo. Pero no habría que ver el hecho de aspirar a ser más joven como una práctica social inevitable, que estaría traduciendo un miedo "natural" al envejecimiento. En las sociedades de tradición gerontocrática, estudiadas por muchos antropólogos, los adultos de ambos sexos tienen tendencia a "envejecerse" para ser beneficiados con los privilegios que se les otorgan a los mayores. El hecho de que este caso en concreto sea tan infrecuente en nuestras sociedades es revelador de la descalificación que hace la modernidad de la vejez.

-¿Cree que los diferentes movimientos en los países, desde el Ni una Menos en Argentina al #MeToo en Hollywood o el #BalanceTonPorc en Francia son hitos en el camino de la igualdad entre hombres y mujeres? ¿Vivimos el momento histórico de mayor igualdad entre los géneros?

-Las denuncias recientes de violencias sexuales en Francia, en Argentina o en Estados Unidos son, en mi opinión, un vínculo directo con la aspiración a la igualdad que caracteriza la historia de las luchas feministas. Esas denuncias se focalizan en particular en la inequidad entre mujeres y hombres en la esfera íntima y en la erotización de la dominación masculina. Para un hombre en una posición de poder, imponer relaciones sexuales o un "ambiente sexual" a mujeres más jóvenes era tradicionalmente percibido como una marca de virilidad. Es este género de representación de la sexualidad masculina lo que cuestionan los movimientos feministas recientes al descalificar formas de la virilidad que hasta ahora eran valoradas. En Francia, el activismo feminista en favor de compartir las actividades domésticas y parentales tuvo un proceso comparable en parte: las luchas feministas han podido poco a poco contribuir a que un hombre que no hace nada en su casa se sienta avergonzado. Antes, para preservar su virilidad un hombre debía evitar "entrometerse" en los asuntos domésticos. Es en parte así como progresan los movimientos de igualdad: descalificando prácticas antes aceptadas, incluso valoradas, y transformando las normas de lo que hay que hacer o hay que decir.

-¿Siente que en los movimientos feministas que siempre buscaron justicia y equidad hay en estos momentos un mayor sentimiento de revancha?

-Desde mi punto de vista, los movimientos feministas como #MeToo, Ni una menos o #BalanceTonPorc se inscriben plenamente en la continuidad de las luchas anteriores por la equidad y la justicia, en particular las luchas por una igual libertad para disponer de su propio cuerpo. Su consigna no es por ejemplo hacerles padecer a los hombres violaciones, agresiones sexuales o acoso callejero, que es lo que uno podría imaginar cuando se habla de "revancha". Cuando, a principios del siglo XX, las feministas reclamaban en Estados Unidos y Europa el acceso a las universidades, las profesiones y los derechos políticos, sus adversarios las acusaban de buscar dominar a los hombres, de querer tomar su lugar en el espacio público y de someterlos a las tareas domésticas y parentales en el espacio privado. Los caricaturistas difundieron largamente este género de representación al mostrar a las feministas como dominadoras, violentas y animadas por un espíritu de revancha. Hoy en día las reivindicaciones feministas de hace 120 años nos parecen elementos básicos en materia de igualdad entre los sexos. Pero las luchas por la igualdad que se han jugado en las calles, a través de la Justicia, de los medios, de las redes sociales o en el espacio parlamentario no avanzan por un camino encantador y bucólico. Esas reivindicaciones encuentran fuertes resistencias de parte de quienes se aferran a las jerarquías entre los sexos y los conflictos vuelven a comenzar con cada nuevo avance hacia la equidad: si algún día el día en que el feminismo no incomode a nadie, es que habrá dejado de ser necesario…

http://openaccess.uoc.edu/webapps/o2/bitstream/10609/15164/6/mgonzalezgarciaTFC0612memoria.pdf La pérdida vinculada al plano físico, más presente en mujeres que en hombres, queda patente en las siguientes palabras de Lourdes Ventura: “Pero mientras los hombres aceptan en un momento dado su edad y prefieren prestigiar sus logros en los terrenos profesionales, las mujeres viven siempre con la espada de Damocles de la decadencia física, por miedo a ser desvalorizadas afectiva y socialmente” (Ventura, 2000: 125).

mundo, disminuyendo su capacidad de ser consideradas atractivas y sexualmente elegibles: ellas son tan solo un cuerpo. Los hombres, por el contrario, aprovechando su mayor tolerancia social, continúan disfrutando de la edad, la belleza y las posibilidades de encontrar una relación afectiva y sexual., ya que su seducción reside en sus éxitos económicos y laborales que acostumbran a ocurrir pasada la juventud. (Sontag 1979).

obligada, más que los hombres, a ocultar su edad. A partir de “cierta edad”, nos dice Sontag, preguntar la edad a una mujer significa estar ignorando un tabú y, posiblemente, ser grosero y hostil. Anna Freixas sostiene que la edad en las mujeres: “Significa algo importante y limitador: una fuente de enmascaramiento y mentira que afecta al físico y al psíquico” (Freixas en Maquieira, 2002: 255). Las resistencias a aceptar y vivir el propio ciclo evolutivo llevan a muchas mujeres a jugarse la vida en los quirófanos. Hemos entrado, como dice Naomi Wolf, en la Era Quirúrgica: “La cirugía plástica procesa el cuerpo de mujeres hechas por mujeres, la vasta mayoría de su sumisa clientela, convirtiéndolas en mujeres hechas por hombres” (Wolf, 1991: 282).

androcéntrica se acompaña del juvenalismo, es decir, de la exigencia permanente de que las mujeres sean eternamente jóvenes o lo parezcan: “La sociedad patriarcal elige a las jóvenes y descarga mecanismos de exclusión para quienes no lo son. Hoy es una virtud femenina ser siempre joven y es un deber ser exigido a las adultas y a las viejas” (Lagarde, 2000: 112).

Women (pp. 462-478), San Diego, CA: Academic Press. https://archive.org/details/the-double-standard-of-aging/page/n1/mode/2up


SUSAN SONTAG Y LA FOTOGRAFÍA


En 1979 la ensayista norteamericana Susan Sontag escribía su artículo sobre el doble estándar de envejecimiento en el que mientras los hombres maduran, las mujeres envejecen. La autora nos dice que el envejecimiento es el destino del hombre, algo inevitable en el ser humano. En cambio, para una mujer no es sólo su destino es también su vulnerabilidad. ¿Por qué? El hombre es sobre todo ser y hacer en lugar de aparecer como las mujeres. Las normas de apariencia son menos exigentes en cuanto a los estándares de lo que es atractivo en un hombre, se ajustan a lo que es posible “lo natural”, en cambio las normas destinadas a las mujeres van en contra de la naturaleza. Como se juzga con criterios diferentes, se considera que las mujeres son “viejas” antes que los hombres: las canas hacen interesante al hombre mientras que en la mujer envejecen. Y, en el umbral del siglo XXI y de acuerdo con lo expuesto en la presente investigación podemos afirmar que continuamos por el mismo camino. Vivimos en un una sociedad juvenilista y androcéntrica orientada hacia los jóvenes, en la que las mujeres tienen que luchar contra una doble discriminación: por ser mujer y La articulación entre género y edad, estrechamente relacionados en la vida social, ha contribuido, ineludiblemente, a la comprensión de la idea de un envejecimiento asimétrico: el devenir evolutivo de hombres y mujeres se ha construido de manera muy por hacerse mayor. . El diseño patriarcal de la aceptación social de las mujeres incluye la juventud como requisito fundamental, la hiperdelgadez y la belleza. Exigencias que siguen marcadas por patrones de belleza de los que no ha logrado librarse la mujer después de cien años de conquista en casi todos los terrenos. La articulación entre género y edad, estrechamente relacionados en la vida social, ha contribuido, ineludiblemente, a la comprensión de la idea de un envejecimiento asimétrico: el devenir evolutivo de hombres y mujeres se ha construido de manera muy Estudio sobre los prejuicios de género en el proceso evolutivo de la mujer entre 40 y 50 años 48 diferente en perjuicio de las mujeres. Existe un doble rasero que los mide y los determina. Los argumentos básicos que sustentan esta afirmación se basan en la información que hemos obtenido en las entrevistas y en los resultados del análisis de los mensajes publicitarios. Las voces de la experiencia corroboran que socialmente los hombres ganan atractivo con la edad, están en la cima de su éxito social, mientras que y las mujeres pierden, han agotado su función social y su atractivo sexual. El cuerpo se convierte para las mujeres en un elemento clave de identidad y significación social y personal. Las cualidades físicas definen el mito de la belleza femenina mientras que las cualidades mentales, el triunfo o el poder, independientemente del aspecto físico, alimentan el mito del hombre interesante. La publicidad transmite unos valores que repercuten en nuestra construcción social de la realidad, en la forma de percibir nuestro entorno y de ajustar nuestra conducta a pautas preestablecidas, que tienen que ver mucho con el género. Es la encargada de transmitir y nutrir estereotipos de género.

EnciclopediaRelacionalDinamica: SusanSontag (última edición 2023-06-05 15:12:38 efectuada por MercedesJones)