Me gustaría reflexionar sobre el temor desde un plano que podría llamarse psico- social e inclusive sociológico. En una sociedad que acepta ser nombrada como "la sociedad del riesgo" parecería coherente que la emoción del temor sea extendida y recurrente. Algunos autores hablan de la construcción del temor como una figura social que no sólo disgrega sino que condiciona las prácticas y los discursos de los actores.
Aristóteles afirma que un exceso de temor convierte a una persona en cobarde, “y si de todo huye” nada soportará mientras que por defecto la persona valiente puede terminar convirtiéndose en una insensata y perder la vida. Sólo la medida justa (virtud) puede conservar la compostura del individuo y llevarlo a la felicidad (Aristóteles, Ética, II, v. II, p. 19). Existen tres cosas en cuanto a lo que los seres humanos prefieren, lo bueno, lo útil y lo placentero. En consecuencia, rechazan otras tres ubicadas en oposición a las primeras, lo malo, lo nocivo y lo desagradable. Desde su niñez y a lo largo de su vida, las personas intentarán acercarse al placer separándose más y más del dolor. Pero, ¿qué pasa con el temor?