Javier Milei


—Soy anarcocapitalista de largo plazo y minarquista de corto

Es noviembre de 2018 y las ideas de Javier Milei, y sobre todo su jerga, suenan tan exóticas como el personaje que las pronuncia. El economista, que se haría conocido por su tono enérgico, mezcla ideas de la Escuela Austriaca con un léxico “políticamente incorrecto”. El entrevistador repite los dos términos -“minarquista” y “anarcocapitalista”- y le pide que los “traduzca”.

—La idea es minimizar el Estado, y el cero es parte del conjunto de la solución. Minarquista es que el Estado solo se ocupe de seguridad y justicia. Y anarcocapitalista que, cuando la tecnología lo permita, se lo elimine. Incluso en temas como seguridad y justicia. Todo sería de dominio privado.



-Reducir ministerios para tener un gobierno con sólo ocho (Economía, Justicia, Interior, Seguridad, Defensa, Relaciones Exteriores, Infraestructura y Capital Humano).

-Eliminar las jefaturas de gabinete y equipos de análisis de políticas públicas de todas las áreas, privilegios como seguridad y choferes, y poner en funcionamiento el sector de control de gastos, entre otras medidas de ajuste.

-Avanzar con el cierre o privatización de todas las empresas públicas, Telam, TV Pública, Incaa e Inadi, entre otros organismos. -Reducción del gasto público: “Aspiramos a reducir gastos por 15% del PBI”, afirma el plan de gobierno.

-Reducción de impuestos: la propuesta de la Libertad Avanza señala que, una vez reducido el gasto público, buscarán eliminar el 90% de los impuestos actuales.

-Modernización laboral: busca implementar el sistema implementado por la UOCRA, con un esquema de seguros de desempleo. “Este modelo permitirá que los 8 millones de argentinos que se encuentran fuera del sistema puedan incorporar al mismo con todos los beneficios que ello implica”, sostiene el plan de gobierno. -Reforma monetaria: asegura que avanzará con su plan para “eliminar el Banco Central para terminar con la inflación para siempre”.

-Dentro de esas reformas económicas no menciona la palabra “dolarización”, una de las más repetidas durante las intervenciones mediáticas de Javier Milei. Se trata de una propuesta que, según detalló el candidato libertario, tiene varias alternativas de aplicación y no se llevaría a cabo en la primera etapa de su gobierno.

-Reforma de los ministerios de Salud, Desarrollo Social, Trabajo y Educación en un solo ministerio de Capital Humano.

-Devolverles a las fuerzas de seguridad el apoyo político que necesitan para cumplir la función esencial que establece la Constitución.

-Detener la ocupación de tierras y asegurar el libre tránsito.

-Crear un instrumento militar ágil, moderno y tecnológicamente avanzado que reemplace las actuales estructuras.

-Reorganización de la Cancillería Argentina para promover el comercio de Argentina con el mundo y la alineación en materia de Relaciones Exteriores con todas las causas democráticas de mundo.

-Eliminación total de la Obra Pública estatal, reemplazándola por un esquema de iniciativa privada similar al que se aplica en Chile, Perú y Suiza.

El perfil de Javier Milei Javier Milei nació el 22 de octubre de 1970 en la Ciudad de Buenos Aires. En su página web se presenta como “hijo de padres de clase trabajadora, mi padre fue colectivero y mi madre ama de casa”.

Con pasado como arquero en las inferiores de Chacarita y con alguna incursión en el mundo de la música, asegura que decidió estudiar economía luego de la hiperinflación de 1989.

Se recibió en la Universidad de Belgrano en 1993 y luego hizo un posgrado de Teoría Económica en el Instituto de Desarrollo Económico y Social y un posgrado en Economía en la Universidad Torcuato Di Tella.

Tras su fuerte irrupción mediática, donde llamó la atención por su particular forma de comunicar ideas libertarias en materia económica, debutó en política como candidato a diputado por la Ciudad de Buenos Aires en 2021 por La Libertad Avanza.

La lista encabezada por Milei cosechó más del 17% de los votos y consiguió dos bancas en la Cámara Baja.


CARLOS PAGNI, Para La Nación.

El flamante presidente dijo que sólo cabe encarar un shock, “porque todos los planes gradualistas fracasaron”. Fue una definición previsible, pero también curiosa. Luis “Toto” Caputo y los demás integrantes de su equipo fueron los titulares del experimento gradualista de Macri. Integraban el gabinete de Alfonso Prat-Gay. Es verdad, ahora se sumaron. Entendieron.

Milei hizo una afirmación de alcance indefinido. “No hay plata”. ¿Es una fórmula de marketing? ¿O es una noticia financiera? ¿Anunció, en rigor, que no habrá financiamiento externo? Entre los profesionales de la economía se dudaba mucho de que el Fondo Monetario Internacional aportara recursos adicionales. En Washington entienden que eso sólo será posible cuando, más adelante, se negocie un nuevo programa. ¿Qué pasó, entonces, con las fuentes alternativas? ¿Hay noticias de Qatar o de algún otro Eldorado? Son dudas que se potencian por otra declaración intrigante del nuevo presidente: “El rollover de la deuda es por demás desafiante”. Desde la escalinata del Congreso relampagueó una reestructuración. No es un dato aislado. Caputo y su superior directo, Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, tomaron ya contacto con Andrés de la Cruz, el abogado del estudio Cleary Gottlieb que sigue la agenda argentina en Nueva York a través de sucesivas administraciones, como si fuera parte de “la casta”. Además, en el equipo económico es una idea muy extendida, y justificada, que el Fondo deberá hacerse cargo de su responsabilidad en el desastre que deja Sergio Massa. Quien lo expuso en los términos más duros fue Nicolás Dujovne en LA NACION: “La Argentina alcanzó una inflación del 140% cumpliendo las metas establecidas”. Con el Fondo también se intentará una renegociación total.

Milei no pudo ser más explícito ayer en la promesa de un reordenamiento doloroso. Lo justificó pintando el oscuro cuadro de la herencia recibida. Dijo que la emisión fue tan pavorosa que dejará una onda expansiva de 24 meses de inflación. Al comienzo del programa, alertó, se estará peor. Pero al final la economía tendrá una relanzamiento promisorio. La multitud gritaba “motosierra”. El nuevo presidente habrá corroborado con ese canto lo que le dicen las encuestas: “Yo tengo 60% de imagen positiva, pero el ajuste tiene 70%”.

La contundencia del planteo de Milei no despejó las dudas. ¿Cómo se realiza esa reconversión de la macroeconomía? Él reiteró que no habrá más emisión. Es posible. ¿Pero habrá algo parecido? ¿Es verdad que el Tesoro tomará los pesos que las entidades financieras tienen atesorados en el Banco Central, a través de un nuevo bono que será susceptible de ser negociado en Wall Street? El déficit ya no se financiaría con emisión, pero sí con los ahorros de los depositantes. O de ciertos depositantes: empresas con grandes tenencias de pesos.

Con todos sus interlocutores Milei repite la misma idea. Va a reducir el desequilibrio fiscal congelando el gasto. ¿Habrá contemplado el frente judicial? Porque por lo menos el 60% de las erogaciones del Estado está afectado por cláusulas de indexación. Un desafío para un funcionario estratégico del nuevo gabinete: Rodolfo Barra, encargado de discutir con el fuero Contencioso-Administrativo, que él conoce como pocos. A propósito de este frente, conviene tomar nota de un gesto de la Corte. Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti permanecieron en el recinto de Diputados para escuchar desde allí el discurso inaugural del Presidente. “Estamos”, fue el mensaje.


INFOBAE - 11 DICIEMBRE El ajuste y devaluación serán ejes centrales. Se esperan anuncios económicos, pero en medio de cierta incertidumbre, todo indica que se demorarán algunos días Javier Milei ya es el presidente de todos los argentinos. Juró e, inmediatamente, prendió la tan mentada motosierra. Si el plan que viene será extremadamente brutal, como prometió el libertario en los discursos de buena parte de la campaña, o si tendrá como protagonista –para seguir con la metáfora leñadora– una correa menos dentada y algo más lenta, como pareció después del balotaje, lo comenzaremos a saber en las primeras horas de la mañana del lunes. Habrá recortes, devaluación, medidas para intentar calmar a los mercados y más. Con todo, los anuncios concretos de ajuste podrían demorarse algunos días por temas de “firmas y designaciones”, argumentaron ayer a última hora dirigentes de La Libertad Avanza. No queda claro aún hasta dónde llegará el impacto real de la motosierra. El propio Milei habló de que no hay alternativa al ajuste y al shock y pidió supremos esfuerzos y dolorosos sacrificios. “Será duro”, resumió. También prometió el fin del colectivismo y que habrá “luz al final del camino”. Todo lo pagará el Estado y no los privados, juró. La casta, pero cuál de todas. No ahondó en detalles por el momento. Ayer temprano, en el Congreso, hubo miembros del nuevo Gobierno que aseguraron que hoy iban a hablar Milei y Luis Toto Caputo, el flamante ministro de Economía que casi nadie vio jurar el domingo por la tarde, al igual que al resto del Gabinete. No hubo transmisión de la jura ni de la gala en el Teatro Colón. Esa conferencia de prensa no ocurrirá. Hablará el vocero Manuel Adorni y se esperaban definiciones económicas. Probablemente no lleguen esta vez en la voz del ganador del último Martín Fierro Digital en la terna Mejor Twittero. Temas de firmas y designaciones –¿y algunas dudas con la letra fina y la autoría del Plan Motosierra– habrían pospuesto la palabra de Caputo para el martes. “O miércoles…”, dudó anoche un funcionario que aún juró y que no tiene en claro cuándo lo hará. Lo que vendrá Ayer, además de prometer ajuste y shock, el Presidente dijo que recibió la peor herencia de la historia. La economía ocupó dos tercios de su discurso en los que detalló lo que le deja Alberto Fernández. Milei mencionó el inevitable e inminente impacto negativo de su plan en el nivel actividad, el empleo, los salarios reales y la cantidad de pobres e indigentes. Reiteró que habrá estanflación y que en los últimos 12 años el PBI per cápita se derrumbó 15% en medio de una acumulación de 5.000% de inflación. Reiteró que va a “limpiar” los pasivos remunerados del BCRA. Es una idea algo técnica para el discurso de inauguración, pero sobre la cual se habló largo y tendido desde que ganó la Presidencia. Resolver las Leliqs y pasivos remunerados para frenar la emisión y la inflación. Si sale, se extenderá en el tiempo y no será sencillo. Dólar Otra devaluación es inminente. ¿Será hoy y la anunciará Adorni? Sería raro. Podría hacerlo el BCRA al arranque de la rueda. También, raro. Lo cierto es que un nuevo salto cambiario sin plan anunciado con claridad terminará muy parecido, por lo menos, a lo que ocurrió luego de las PASO. Podría ser bastante peor. En ese momento, el “beneficio” del salto cambiario se evaporó muy rápido y toda la suba se trasladó a los precios. Y a todos los dólares. ¿De cuánto sería esa devaluación? Se habla de un salto de hasta 800 pesos, tal como reflejó Infobae. Sería un ajuste cambiario de al menos 80%, para arrancar la gestión con una menor brecha cambiaria, inferior al 40 por ciento. “¿Cómo tiene que devaluar Milei? Devaluando. Hoy hay muchas cotizaciones, pero dólares comerciales hay dos. Uno de exportación, de unos $650, que es 50% del dólar oficial; y el resto contado con liqui. Hay que llevarlo a ese nivel, tener un único dólar comercial y lo demás que vaya por el canal financiero, incluso los pagos de deudas privadas y los servicios de exportación e importación (hay que ver el tema de los fletes, para no complicar costos). Claro, esto tiene que llegar con el detalle de cómo se va a hacer el recorte fiscal”, detalló Ricardo Delgado, de Analytica. Devaluación con medidas y credibilidad. ¿Será el caso? “En el plano cambiario, la brecha oscila entre el 150 y 200%, niveles también similares a los que teníamos en el Rodrigazo. A su vez, la deuda con importadores supera los 30.000 millones de dólares y las utilidades retenidas a las empresas extranjeras alcanzan los 10.000 millones de dólares. La deuda del Banco Central e YPF suman 25.000 millones de dólares y la deuda del Tesoro pendiente suma unos 35.000 millones de dólares adicionales. Esto es, la bomba en términos de deuda asciende a 100.000 millones de dólares que habrá que sumar a los cerca de 420.000 millones de dólares de deuda ya existente”, enumeró ayer Milei en la escalinata del Congreso, debajo del fuerte sol de diciembre. Los que miran el dólar cripto, el único que se mueve en el fin de semana, como síntoma de lo que podría pasar, deberán tomar nota de que casi no se movió y fluctuó ayer en torno a los 1.000 pesos, poco más de 4 por ciento con respecto al jueves, última ronda del gobierno de Fernández. Ajuste Milei también prometió, sin que le temblara el pulso, “un duro ajuste fiscal inmediato” que apuntará a cerrar la canilla de emisión monetaria del Banco Central. Para terminar con los déficits gemelos que, dijo, son del 17% del PBI hará un ajuste fiscal en el sector público del 5% del PBI que “a diferencia de antes, va a caer casi totalmente sobre el estado y no sobre el sector privado”, arengó”. Resta saber cómo quedará compuesta la estructura definitiva del Estado nacional y qué pasará con los planes sociales. El día que ganó el balotaje, el Presidente prometió no olvidarse de “los caídos”. Precios “La inflación hoy ya viaja a un ritmo de 20 y 40% entre diciembre y febrero, nos dejaron plantada una hiperinflación. Vamos a hacer todos los esfuerzos para evitar esta catástrofe que llevaría a la pobreza al 90% y a la indigencia al 50%”, afirmó Milei. Habrá poda de subsidios, lo que llevará a una suba de las tarifas de servicios públicos como luz, gas y transporte. Chau también a Precios Justos, Ahora 12 y similares. El flamante Presidente también advirtió que la política monetaria actúa con rezago de entre 18 y 24 meses. O sea, inflación alta por mucho tiempo. “Aún cuando hoy dejemos de emitir, seguiremos pagando los costos del desborde monetario. Haber emitido 20% del PBI no es gratis, lo vamos a pagar en inflación”, remarcó. La economía real mostró su dientes más afilados en las últimas horas de la semana pasada: los alimentos básicos saltaron hasta 50% y las colas en los supermercados de consumidores tratando de cubrirse de una devaluación inminente. El salto de la nafta de hasta 30% del viernes parece apenas una muestra de lo que podría pasar en los próximos días. “Muchos se enteraron al llegar al surtidor, y cuando se dan cuenta ponen cara de resignación. En general no lo tomaron a mal, como si lo hubieran visto venir”, dijo resignado Ezequiel, playero de una Shell en la zona de General Paz. La idea de que la inflación “viaja” a alta velocidad, y lo seguirá haciendo, suena dramática. Mucho más en un contexto de recortes: es igual a más pobreza, más indigencia. En la Plaza de los Dos Congresos se gritó que “no hay plata” y a favor de los recortes. Milei saludó, gritó “viva la libertad, carajo” y se fue a cumplir con el resto del protocolo de investidura. Su gobierno, con el Plan Motosierra como eje central, empieza a rugir hoy.

Gestos y palabras de una revolución conservadora Milei se presenta como el líder de un movimiento que bordea lo religioso y se siente cómodo modulando una concepción populista de la política; nombramientos y medidas que vienen 11 de diciembre de 202300:27 Carlos Pagni LA NACION La asunción presidencial de Javier Milei desplegó un espectáculo visual y conceptual al que la Argentina está poco acostumbrada. Por un lado, un discurso de derecha, economicista, mucho más nítido que el que caracterizó el paso de Mauricio Macri por el poder. Por otro, un expresividad hiper reformista, que podría emparentar a Milei con Cristina Kirchner. En la liturgia se puso en movimiento una mística, un calor, que parecían repetir aquel “vamos por todo”, igual de intenso, pero de sentido contrario. La Libertad Avanza expresa un estilo desconcertante: el de una revolución conservadora que se manifestó ayer con gestos y palabras. Uno de los rasgos novedosos de la nueva derecha que acaba de hacerse cargo del poder es que, a diferencia de la del Pro, se interpreta a sí misma como parte de un proceso histórico. Milei no se presenta como el jefe de un equipo de tecnócratas, sino como el líder de una milicia abrazada a ideas, “las ideas de la libertad”, arraigada en una tradición, y atraída por una utopía. El protagonismo de esta fuerza forma parte de una secuencia que, por momentos, bordea lo religioso: un plan de salvación. Al asumir Milei se encargó de narrar esa saga en los términos que se exige a los líderes: explicar “de dónde venimos” y “hacia dónde vamos”. Para esa epopeya ofreció una periodización cargada de ideología. En 1816, con la declaración de independencia, comenzó a desplegarse la historia de la libertad, cuya doctrina fue elaborada por la Generación del 37, en una marcha ascendente que se interrumpió hace 100 años. Desde entonces, el progreso fue capturado por el colectivismo que promovió una clase política parasitaria, defensora de un modelo que “lo único que genera es pobreza, estancamiento y miseria”. Ayer se terminó con esa declinación. La nueva administración promete reconectar con aquellas fuerzas del siglo XIX, emancipando a la sociedad del yugo de la “casta”. La presentación de estos argumentos terminó de aclarar por qué, con el asesoramiento de su asesor de imagen Santiago Caputo, Milei eligió no hablar a los legisladores en el recinto del Congreso, y hacerlo ante la multitud que lo saludaba desde la plaza. Esa coreografía encarnaba su mensaje: lo que empezó con su gobierno es la ruptura de una inercia centenaria cuya responsable es la dirigencia política representada en la Asamblea Legislativa. Los detalles son significativos: el nuevo presidente reiteró que el problema comenzó “hace más de 100 años”. En otras ocasiones, fue más preciso: el fracaso nacional se inició en 1916, con la presidencia de Hipólito Yrigoyen. ¿Habrá que indagar un poco más allá? ¿El huevo de la serpiente fue el voto universal? Los espejos son siempre traicioneros. Yrigoyen, que llegó al poder con escasísima capacidad institucional, hizo palanca sobre una polarización parecida. Él era “la Causa”, que se enfrentaba con “el régimen”. El primer presidente radical tampoco quiso hablar ante los legisladores. Dejó un discurso escrito. El Congreso era para él un aguantadero de burócratas del poder carentes de prestigio. La operación retórica de Milei cobija el núcleo del enfoque populista. Se trata de capturar el desencanto del electorado con la vida pública para redirigirlo hacia la élite. En una célebre carta al Consejo de Florencia, Maquiavelo aconsejaba cómo ganar el afecto de una población recién conquistada: “Ustedes deben halagar a la plebe y mostrar a esa plebe lo implacables que pueden ser con aquellos a los que ella atribuye sus sufrimientos”. El método tiene una derivada: con esa lógica se constituye un enemigo. Recuerdos kirchneristas. Milei lo viene haciendo: el enemigo es la casta, un sujeto de geometría variable, porque está formado por aquellos que se oponen a los objetivos de la nueva administración. “No preguntamos de dónde vienen, sino hacia dónde quieren ir”. El que quiera ir hacia otro lado, o quedarse donde está, ése es la “casta”. La adhesión es el Jordán. El blanco móvil La identificación de un enemigo, constituido siempre en blanco móvil, es indispensable para volver viable la tarea más difícil del nuevo presidente: estabilizar la economía. Su proclama inaugural está destinada a evocar la clásica advertencia de Winston Churchill, “no tengo más para ofrecerles que sangre, trabajo, lágrimas y sudor”. Lo que volvía justificable esa amarga convocatoria de Churchill es que se producía cuando Gran Bretaña estaba bajo un ataque externo. Por eso la definición del enemigo es consustancial de la política económica, que es donde La Libertad Avanza deja de tener un aire de familia con el kirchnerismo para emparentarse con el Pro. Es el alma liberal-conservadora de Milei. El enemigo es el pasado de 100 años, cuya condensación más nefasta se llama kirchnerismo. Contra ese adversario se libra la batalla del ajuste. Aquí estuvo el corazón del discurso de Milei, que exhibió una virtud notable: no se tentó con hablar de los mil temas que pueden referirse en una jornada inaugural. Se enfocó en lo central: hay que realizar una tarea dolorosa de ordenamiento, después de la cual la Argentina recuperará su historia de progreso, interrumpida “hace más de 100 años”. El flamante presidente dijo que sólo cabe encarar un shock, “porque todos los planes gradualistas fracasaron”. Fue una definición previsible, pero también curiosa. Luis “Toto” Caputo y los demás integrantes de su equipo fueron los titulares del experimento gradualista de Macri. Integraban el gabinete de Alfonso Prat-Gay. Es verdad, ahora se sumaron. Entendieron. Milei hizo una afirmación de alcance indefinido. “No hay plata”. ¿Es una fórmula de marketing? ¿O es una noticia financiera? ¿Anunció, en rigor, que no habrá financiamiento externo? Entre los profesionales de la economía se dudaba mucho de que el Fondo Monetario Internacional aportara recursos adicionales. En Washington entienden que eso sólo será posible cuando, más adelante, se negocie un nuevo programa. ¿Qué pasó, entonces, con las fuentes alternativas? ¿Hay noticias de Qatar o de algún otro Eldorado? Son dudas que se potencian por otra declaración intrigante del nuevo presidente: “El rollover de la deuda es por demás desafiante”. Desde la escalinata del Congreso relampagueó una reestructuración. No es un dato aislado. Caputo y su superior directo, Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, tomaron ya contacto con Andrés de la Cruz, el abogado del estudio Cleary Gottlieb que sigue la agenda argentina en Nueva York a través de sucesivas administraciones, como si fuera parte de “la casta”. Además, en el equipo económico es una idea muy extendida, y justificada, que el Fondo deberá hacerse cargo de su responsabilidad en el desastre que deja Sergio Massa. Quien lo expuso en los términos más duros fue Nicolás Dujovne en LA NACION: “La Argentina alcanzó una inflación del 140% cumpliendo las metas establecidas”. Con el Fondo también se intentará una renegociación total. Milei no pudo ser más explícito ayer en la promesa de un reordenamiento doloroso. Lo justificó pintando el oscuro cuadro de la herencia recibida. Dijo que la emisión fue tan pavorosa que dejará una onda expansiva de 24 meses de inflación. Al comienzo del programa, alertó, se estará peor. Pero al final la economía tendrá una relanzamiento promisorio. La multitud gritaba “motosierra”. El nuevo presidente habrá corroborado con ese canto lo que le dicen las encuestas: “Yo tengo 60% de imagen positiva, pero el ajuste tiene 70%”. La contundencia del planteo de Milei no despejó las dudas. ¿Cómo se realiza esa reconversión de la macroeconomía? Él reiteró que no habrá más emisión. Es posible. ¿Pero habrá algo parecido? ¿Es verdad que el Tesoro tomará los pesos que las entidades financieras tienen atesorados en el Banco Central, a través de un nuevo bono que será susceptible de ser negociado en Wall Street? El déficit ya no se financiaría con emisión, pero sí con los ahorros de los depositantes. O de ciertos depositantes: empresas con grandes tenencias de pesos. Con todos sus interlocutores Milei repite la misma idea. Va a reducir el desequilibrio fiscal congelando el gasto. ¿Habrá contemplado el frente judicial? Porque por lo menos el 60% de las erogaciones del Estado está afectado por cláusulas de indexación. Un desafío para un funcionario estratégico del nuevo gabinete: Rodolfo Barra, encargado de discutir con el fuero Contencioso-Administrativo, que él conoce como pocos. A propósito de este frente, conviene tomar nota de un gesto de la Corte. Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti permanecieron en el recinto de Diputados para escuchar desde allí el discurso inaugural del Presidente. “Estamos”, fue el mensaje. Un aspecto especial del ajuste fiscal es el que afecta a las empresas públicas. Se trata de un capítulo del proyecto de Ley Ómnibus que se coordina desde la Jefatura de Gabinete. Allí se incluyó un pedido de autorización para privatizar compañías y también una reforma al régimen laboral de los empleados públicos. La privatización se piensa como una interrupción del subsidio estatal y, en un segundo paso, una transferencia a los trabajadores. La propuesta viene ocasionando una dificultad importante: nadie acepta ponerse al frente de una de esas sociedades para tarea tan riesgosa. De hecho, un reconocido administrativista cercano al nuevo gabinete y, a la vez, con excelente relación con Massa, rechazó la invitación a presidir AySA en esos términos. Este caso específico de transición fue materia de conversación entre Milei y Massa el domingo de la semana pasada: se trata de cuidar las espaldas de Malena Galmarini. Con la Anses sucedió algo similar: Carolina Píparo tuvo que resignarse a no asumir porque el experto que la acompañaría, un correntino con larga experiencia en México, rehusó el riesgo de modificar la fórmula de actualización jubilatoria. Domingo Cavallo, cada día más gravitante en el nuevo oficialismo, sacó a Milei de ese naufragio recomendando al prestigioso Osvaldo Giordano. Los empresarios De tan concentrado que estuvo en el ajuste fiscal, Milei omitió cualquier referencia a la liberalización de los mercados que predicó en todos estos años. Sobre todo, a la comercial. El empresariado prebendario se dio un respiro. Al menos por un rato. Sólo se mencionó a los hombres de negocios para consentir que no harán inversión alguna hasta que se les garantice un ajuste fiscal exitoso. Sobre el sindicalismo tampoco hubo una palabra. A diferencia de otras veces, empresarios y gremialistas no fueron identificados como integrantes de la “casta”. Un reflejo de prudencia de Milei. Como siempre que se insinúa una revolución conviene preguntarse quiénes son y qué consistencia tienen los revolucionarios. La ceremonia de asunción siguió emitiendo indicios. Para comenzar con los detalles microscópicos: la resolución de designación de la fórmula presidencial, leída por el secretario parlamentario del Senado, se refirió a la vicepresidente, con “e” final. Se abre otra era. Otras peculiaridades del ritual fueron más significativas. Para corroborar lo que se sabe: en el auto que lo llevó desde el hotel Libertador hasta el Congreso, Milei se hizo acompañar por su hermana, Karina. Esa simbiosis es la clave de bóveda de todo el edificio. Hay vínculos, en cambio, que están variando. Para sorpresa de expertos en ceremonial, al nuevo presidente le tomó juramento Cristina Kirchner. Fue a pedido de él. Quiso jurar primero, para que no fuera Victoria Villarruel la que le haga leer la fórmula de rigor. Esa alteración requirió de una negociación con el kirchnerismo. La señora de Kirchner, feliz: lo tomó como un reconocimiento. Fue notorio que su estado de ánimo era mucho más jovial que el que exhibió durante la transición con Macri. Las conversaciones con LLA incluyeron una cláusula central para ella: que su custodia ya no dependa del Ministerio de Seguridad sino de la Casa Militar. No quiere que la cuide Patricia Bullrich, a quien ella atribuye, junto con Gerardo Millman, el intento de asesinato del “copito” Sabag Montiel. La tensión entre Milei y Villarruel se expresó también en la designación del presidente provisional del Senado. El candidato de Milei, Francisco Paoltroni, denunció que la vicepresidente, en una combinación con el senador José Mayans, quiso vetarlo. Mayans es formoseño y, como su jefe Gildo Insfrán, teme por el impacto de Paoltroni en la rígida estructura del feudo. Hasta al anochecer del domingo Paoltroni seguía siendo el más probable titular de esa posición, la segunda en la línea sucesoria. ¿Cuánto falta para que Villarruel se vuelva parte de la “casta” e ingrese, anacrónica, en los 100 años de despilfarro partidocrático? Son interrogantes que quedaron eclipsados por un fenómeno novedoso: la atracción internacional que representa el ascenso de Milei. Hacía tiempo que el narcisismo argentino no se sentía tan halagado por la mirada externa en un campo que no fuera el deportivo. Visitó la Argentina, otra vez, el rey de España, país para el que ya se habría nominado embajador. En una lista de varios candidatos sobre sale el nombre de Bettina Guardia de Bulgheroni, esposa de Alejandro Bulgheroni, quien estableció una relación muy amistosa con los Milei. Una minucia: ¿le aplicará el kirchnerismo también a ella la restricción de no darle acuerdo en el Senado por tener residencia fiscal en Uruguay? Es lo que se pensaba hacer con Gerardo Werthein para negarle la embajada en Washington. Entre los muchos asistentes encumbrados, sobresalió el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, quien aprovechó su viaje a Buenos Aires para algunos contactos cruciales. ¿Hubo algún contacto con la diplomacia brasileña, tan interesada en ofrecer una salida negociada a la guerra que desató el ataque ruso? En representación de Brasil vino Mauro Vieira, el canciller, quien por gestión de su colega, Diana Mondino, fue el primer extranjero en saludar a Milei. Lula da Silva no viajó, mortificado por la camaradería entre Milei y Jair Bolsonaro. El viernes por la mañana ambos realizaron un acto político muy agresivo para el líder del PT. Otro visitante significativo fue el canciller de Israel, Eli Cohen. El nuevo presidente compartió con él la festividad de Januca. Tanto se comprometió con esa liturgia, centrada en la simbología de la luz, que regaló a Zelensky un clásico candelabro ritual de siete brazos. Con Cohen hubo definiciones políticas. El nuevo presidente insistió en que incluirá a Hamas en el listado nacional de organizaciones terroristas y en que trasladará la embajada argentina a Jerusalén. Si cumple con esta segunda promesa, habrá superado a su amigo Bolsonaro, quien había jurado hacer lo mismo pero debió desdecirse amenazado por represalias comerciales de los árabes. Es posible que con Cohen se hayan tocado otras materias, más reservadas. Milei pretende desde hace tiempo respaldarse en Israel para la reorganización de los servicios de Inteligencia, que estarán a cargo de Silvestre Sívori. Mientras La Libertad Avanza no termina de desplegarse en la estructura del Estado, el kirchnerismo se repliega sobre la provincia de Buenos Aires. Allí, Axel Kicillof abrió la puerta de su gabinete a Martín Mena, quien reemplazará al intendente de La Plata, Julio Alak, en el Ministerio de Justicia. También Massa cerró un acuerdo con Kicillof: Malena Galmarini será la titular del Grupo Bapro. Los Massa siempre cerca de las efectividades conducentes, por recordar otra vez a Yrigoyen. El eje con el exministro de Economía podría facilitar al gobernador los acuerdos legislativos, ahora que ya no cuenta con la ayuda de Martín Insaurralde. Cristina Kirchner aprecia esa fortaleza territorial, más las bancas que controla en el Congreso. Milei, si cumple su palabra, no va a hostigarla. Pero ella sabe que, sin fueros, se ha vuelto demasiado vulnerable. El Presidente también está al tanto de su propia fragilidad. Ayer la expuso. Y contestó con su clásica cita del libro de los Macabeos: el éxito no depende de la cantidad de soldados, sino del auxilio de las Fuerzas del Cielo. Son las dos caras del nuevo oficialismo. Ultraliberal en lo económico, Milei se siente cómodo modulando una concepción populista de la política. Por eso postula una legitimidad sobrenatural y, por lo tanto, inapelable. Habrá que ver qué tratamiento merecerá el que se atreva a desafiar esos misteriosos designios.

Una luz al final del túnel El presidente Javier Milei anticipó que hará un severo ajuste del gasto público y vaticinó que la estanflación durará unos meses 11 de diciembre de 202303:00 Joaquín Morales Solá LA NACION Se terminó el tiempo de la poesía, como decía Bill Clinton sobre la campaña electoral, y comenzó el tiempo en que las decisiones de un presidente se escriben con la prosa. Javier Milei describió, poco después de prestar juramento ante una Cristina Kirchner mandona, grosera y arbitraria, el tamaño de la herencia kirchnerista como ningún otro político lo hizo en los últimos años. Tal vez haya sido Mauricio Macri quien mejor perdió la oportunidad de hacer un balance de las tropelías de los Kirchner en el Estado, porque en 2015 se dejó llevar por el pésimo consejo de Jaime Durán Barba, quien decía que a las sociedades no les gusta recibir malas noticias. El expresidente habría sido más comprendido si la gente común hubiera sabido desde el principio la magnitud del descalabro que heredó Macri. Sea como fuere, Milei dramatizó yendo mucho más allá que los economistas muy críticos del kirchnerismo: aseguró, por ejemplo, que hereda una inflación que bien proyectada es potencialmente del 15.000 por ciento. Debemos creerle porque sus colegas economistas sostienen que Milei es imbatible haciendo proyecciones matemáticas de la economía. El nuevo Presidente calificó de hiperinflacionario el momento en que se hace cargo del Estado. No existe riesgo de hiperinflación, quiso decir; la hiperinflación ya está entre nosotros. Dio otra primicia cuando señaló que al aumento ya consolidado de casi 100.000 millones de dólares de la deuda pública, como consignó LA NACIÓN, deben sumársele otros 100.000 millones de dólares, que son el resultado final, entre varios pasivos más, de la deuda de las empresas con los proveedores de importaciones. Fue también justo cuando aclaró que su pronóstico de estanflación es simplemente la continuidad del estancamiento y la inflación (que es lo que se llama estanflación) que el país vive desde noviembre de 2011; es decir, desde los últimos cuatro años de gestión de Cristina Kirchner como presidenta de la Nación. Si bien el país sufrió 12 años de estanflación, Milei vaticinó que esa catástrofe durará solo unos meses más como consecuencia de su ajuste de las cuentas públicas. “Hay luz al final del túnel”, se entusiasmó en su discurso ante la multitud. El flamante Presidente anticipó que hará un severo ajuste del gasto público y, por lo tanto, que esta vez el ajuste no se hará por los ingresos, sino por egresos del Estado. Hasta ahora, los ajustes significaban aumentos de impuestos o nuevos impuestos que debían pagar los sectores privados de la economía. A los que están acostumbrados a la providencia infinita del Estado, les repitió su mantra más reciente: “No hay plata”. Podrá interpretarse que ese discurso lo dijo de espaldas a “la casta”, porque estaba en el exterior del Congreso mientras los legisladores quedaron dentro, en el recinto parlamentario, pero también debe subrayarse que en la mención inicial a los destinatarios de su arenga figuraron los senadores y diputados nacionales. No les faltó el respeto; solo quiso hablarle a la gente común y no solo a los legisladores. Un ejemplo sacado de la asunción de los presidentes norteamericanos, aunque en el caso de estos se trata de una vieja costumbre que comenzó con George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos que asumió en 1789. Los norteamericanos se someten, además, a la intemperie y al frío del riguroso invierno norteamericano porque asumen el 20 de enero. La lapidaria crítica de Milei al kirchnerismo (corriente política que practica el “colectivismo”, según describió la política de casi toda la nomenklatura argentina) no impidió que, al mismo tiempo, diera por cerrada la grieta que divide a la sociedad desde que Cristina Kirchner tomó el liderazgo del peronismo. Milei puede hacer eso y también puede ser creíble porque él nunca perteneció al kirchnerismo ni fue un activo militante del antikirchnerismo. Es un hombre sin pasado político que no vivió la historia reciente, ni sus discordias ni sus grandezas ni sus miserias. El preciso economista determinó que Sergio Massa emitió dinero falso por valor de 20 puntos del PBI para su campaña electoral; eso significa que el dinero seguirá circulando durante mucho tiempo y espoleando la inflación. Por eso, Milei recordó a Julio Argentino Roca cuando señalaba: “Prefiero decirles una verdad incómoda que una mentira confortable”. Esa falta de historia lo lleva a Milei a cometer a veces herejías políticas, según la cultura impuesta por el kirchnerismo, y elogia, por ejemplo, a la administración de Carlos Menem y Domingo Cavallo. Giro en la política exterior Bastaron un gesto y unas pocas frases para que Milei le diera un giro copernicano a la política exterior y recolocara a la historia nacional en el lugar correcto de donde la sacó el sectario e injusto revisionismo de los Kirchner. El gesto consistió en un fuerte y largo abrazo con el presidente de Ucrania, Volodomir Zelensky, líder de un país víctima de la cruel invasión de la Rusia de Putin. Cristina Kirchner fue siempre una amiga leal del déspota ruso; en 2014, cuando ella era presidenta, Putin anexionó la península de Crimea, que era parte del territorio soberano de Ucrania. “Crimea fue siempre rusa”, zanjó entonces Cristina Kirchner sin hacer mucho esfuerzo para comprender los hechos. Ucrania está ahora bajo fuego ruso desde febrero de 2022. Poco antes de esa criminal incursión rusa, Alberto Fernández le había ofrecido a Putin que la Argentina fuera la “puerta de entrada” de Rusia en América latina. Nadie había sido hasta entonces tan inoportuno ni tan imprudente. El abrazo de Milei a Zelensky expresó mucho más que un cambio en las relaciones con Moscú; significó también el regreso de la Argentina al mundo occidental y a sus alianzas históricas. La numerosa delegación norteamericana enviada para la asunción del presidente argentino, cargada de funcionarios del área económica del gobierno de Joe Biden, señala también la vocación de Washington de enhebrar una buena relación con Milei, a pesar de la simpatía de este por Donald Trump, el eterno adversario político del actual presidente de los Estados Unidos. A propósito de la política exterior, sería conveniente que la nueva canciller, Diana Mondino, una mujer preparada y criteriosa, le quite al exembajador norteamericano Manuel Rocha, que fue un espía cubano durante 40 años, la condecoración de la Orden de Mayo en el grado de Gran Oficial, una de las más importantes distinciones que otorga el país. Rocha recibió esa condecoración en junio del año 2000, cuando estaba dejando el cargo de encargado de Negocios a cargo de la embajada de los Estados Unidos en la Argentina. Se la entregó el entonces vicecanciller Horacio Chighizola durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Ni De la Rúa ni el entonces canciller Adalberto Rodríguez Giavarini ni el propio Chighizola tienen la culpa de nada; Rocha fingía entonces como un actor consumado su pertenencia a los halcones de la política exterior norteamericana, dispuesto a ayudar a la Argentina ya en momentos críticos. De hecho, el gobierno de Bush hijo acababa de ascender a Rocha al grado de embajador y enviarlo a Bolivia. Pero un traidor de esa calaña un puede seguir exhibiendo una alta condecoración argentina. Durante la campaña electoral, Milei se detuvo mucho en el teórico de la Constitución liberal Juan Bautista Alberdi, pero en su discurso de asunción ponderó a Roca y a Domingo Faustino Sarmiento como gobernantes prácticos de una estirpe de presidentes, que nacieron bajo los influjos de la Constitución de 1853 (y su reforma de 1860), que construyó un país que figuró durante varias décadas entre los más importantes del mundo. El revisionismo kirchnerista hizo de Roca un increíble genocida, y de Sarmiento un neoliberal que impuso una educación en el sentido de sus ideas. Quizás sin Roca el territorio argentino no sería lo que es hoy, y sin Sarmiento no hubiera existido la excelente educación pública argentina, aunque en este caso haya que hablar en pasado. Nada, ni siquiera la comprobable historia, quedó en pie durante los 20 años de política maniquea que acaban de terminar. Mieli habló de “100 años de decadencia”, tras aquella generación de padres fundadores de la nación; incluyó de esa manera al radicalismo y al peronismo entre los culpables del retroceso del país. En el buen sentido de las precisiones, puede señalarse la decisión de la vicepresidenta, Victoria Villarruel, quien cuando juró su cargo se autodesignó “vicepresidente de la Nación”, no vicepresidenta. Aunque la denominación de vicepresidenta es correcta, el uso de vicepresidente es más antiguo con el artículo femenino delante. Otra apostasía en la religión del cristinismo que se fue. Llamó la atención la cantidad de ciudadanos que se agolparon en el trayecto del Presidente hacia el Congreso, y sobre todo en la plaza del Congreso, aunque es cierto que Milei había convocado a la gente común para que presenciara su discurso. No hubo movilización de un aparato político en tal manifestación, como suele haberlo en los actos kirchneristas o peronista de cualquier clase. Fue evidente, además, la extracción poliédrica de la concurrencia; hubo mucho más gente humilde que procedente de los barrios elegantes. Tal demostración es la prueba cabal de que el pésimo gobierno que se fue agredió con mayor rigor a los argentinos más necesitados. Es la obra regresiva de la progresía puramente retórica de los Kirchner. Muchos de los que asistieron repitieron un rito habitual en los mileistas, aunque extraño en la política argentina: se dedicaron después del acto a limpiar el lugar que la multitud había ensuciado. Por lo que se vio, hay un sector social importante de la Argentina que cayó en el realismo, no solo económico, sino también social. En ese contexto, Milei anunció que los que cobran subsidios sociales dejarán de cobrarlo si cortan las calles. Una advertencia a los piqueteros que ya están anunciando que se levantarán contra las políticas de la nueva administración. Milei deberá resolver la eterna colisión entre el derecho a la protesta y el derecho a circular libremente de los ciudadanos argentinos. Hasta ahora, ese conflicto se resolvió siempre a favor de la protesta, aun cuando el orden público estaba en manos de un gobierno no peronista, como en los años de Horacio Rodríguez Larreta en la Capital. Jorge Macri nombró a un duro en el Ministerio de Seguridad capitalino, Waldo Wolff, y Milei designó a una dura en la conducción nacional de la seguridad pública, Patricia Bullrich. Es previsible una severa disputa por el espacio público entre los gobiernos entrantes en la Nación y en la Capital frente a los grupos piqueteros de extracción trotskista o peronista. El conflicto será desigual. Por eso, tal vez, Milei recordó la celebración judía de Jánuca, que celebra la victoria de unos pocos contra muchos, ayudados por “las fuerzas del cielo”. Raro que un economista confíe más en la mística religiosa que en la relación de fuerzas, pero esas fuerzas del cielo son convocadas permanentemente no solo por él hasta en conversaciones reservadas; también por los que se dicen libertarios desde antes de Milei. Pero la decisión de enfrentarse con una realidad tan adversa requiere de algo de mística, de cierta fe en la ayuda sutil de una deidad.


INFOBAE - 11 DICIEMBRE El ajuste y devaluación serán ejes centrales. Se esperan anuncios económicos, pero en medio de cierta incertidumbre, todo indica que se demorarán algunos días Javier Milei ya es el presidente de todos los argentinos. Juró e, inmediatamente, prendió la tan mentada motosierra. Si el plan que viene será extremadamente brutal, como prometió el libertario en los discursos de buena parte de la campaña, o si tendrá como protagonista –para seguir con la metáfora leñadora– una correa menos dentada y algo más lenta, como pareció después del balotaje, lo comenzaremos a saber en las primeras horas de la mañana del lunes. Habrá recortes, devaluación, medidas para intentar calmar a los mercados y más. Con todo, los anuncios concretos de ajuste podrían demorarse algunos días por temas de “firmas y designaciones”, argumentaron ayer a última hora dirigentes de La Libertad Avanza. No queda claro aún hasta dónde llegará el impacto real de la motosierra. El propio Milei habló de que no hay alternativa al ajuste y al shock y pidió supremos esfuerzos y dolorosos sacrificios. “Será duro”, resumió. También prometió el fin del colectivismo y que habrá “luz al final del camino”. Todo lo pagará el Estado y no los privados, juró. La casta, pero cuál de todas. No ahondó en detalles por el momento. Ayer temprano, en el Congreso, hubo miembros del nuevo Gobierno que aseguraron que hoy iban a hablar Milei y Luis Toto Caputo, el flamante ministro de Economía que casi nadie vio jurar el domingo por la tarde, al igual que al resto del Gabinete. No hubo transmisión de la jura ni de la gala en el Teatro Colón. Esa conferencia de prensa no ocurrirá. Hablará el vocero Manuel Adorni y se esperaban definiciones económicas. Probablemente no lleguen esta vez en la voz del ganador del último Martín Fierro Digital en la terna Mejor Twittero. Temas de firmas y designaciones –¿y algunas dudas con la letra fina y la autoría del Plan Motosierra– habrían pospuesto la palabra de Caputo para el martes. “O miércoles…”, dudó anoche un funcionario que aún juró y que no tiene en claro cuándo lo hará. Lo que vendrá Ayer, además de prometer ajuste y shock, el Presidente dijo que recibió la peor herencia de la historia. La economía ocupó dos tercios de su discurso en los que detalló lo que le deja Alberto Fernández. Milei mencionó el inevitable e inminente impacto negativo de su plan en el nivel actividad, el empleo, los salarios reales y la cantidad de pobres e indigentes. Reiteró que habrá estanflación y que en los últimos 12 años el PBI per cápita se derrumbó 15% en medio de una acumulación de 5.000% de inflación. Reiteró que va a “limpiar” los pasivos remunerados del BCRA. Es una idea algo técnica para el discurso de inauguración, pero sobre la cual se habló largo y tendido desde que ganó la Presidencia. Resolver las Leliqs y pasivos remunerados para frenar la emisión y la inflación. Si sale, se extenderá en el tiempo y no será sencillo. Dólar Otra devaluación es inminente. ¿Será hoy y la anunciará Adorni? Sería raro. Podría hacerlo el BCRA al arranque de la rueda. También, raro. Lo cierto es que un nuevo salto cambiario sin plan anunciado con claridad terminará muy parecido, por lo menos, a lo que ocurrió luego de las PASO. Podría ser bastante peor. En ese momento, el “beneficio” del salto cambiario se evaporó muy rápido y toda la suba se trasladó a los precios. Y a todos los dólares. ¿De cuánto sería esa devaluación? Se habla de un salto de hasta 800 pesos, tal como reflejó Infobae. Sería un ajuste cambiario de al menos 80%, para arrancar la gestión con una menor brecha cambiaria, inferior al 40 por ciento. “¿Cómo tiene que devaluar Milei? Devaluando. Hoy hay muchas cotizaciones, pero dólares comerciales hay dos. Uno de exportación, de unos $650, que es 50% del dólar oficial; y el resto contado con liqui. Hay que llevarlo a ese nivel, tener un único dólar comercial y lo demás que vaya por el canal financiero, incluso los pagos de deudas privadas y los servicios de exportación e importación (hay que ver el tema de los fletes, para no complicar costos). Claro, esto tiene que llegar con el detalle de cómo se va a hacer el recorte fiscal”, detalló Ricardo Delgado, de Analytica. Devaluación con medidas y credibilidad. ¿Será el caso? “En el plano cambiario, la brecha oscila entre el 150 y 200%, niveles también similares a los que teníamos en el Rodrigazo. A su vez, la deuda con importadores supera los 30.000 millones de dólares y las utilidades retenidas a las empresas extranjeras alcanzan los 10.000 millones de dólares. La deuda del Banco Central e YPF suman 25.000 millones de dólares y la deuda del Tesoro pendiente suma unos 35.000 millones de dólares adicionales. Esto es, la bomba en términos de deuda asciende a 100.000 millones de dólares que habrá que sumar a los cerca de 420.000 millones de dólares de deuda ya existente”, enumeró ayer Milei en la escalinata del Congreso, debajo del fuerte sol de diciembre. Los que miran el dólar cripto, el único que se mueve en el fin de semana, como síntoma de lo que podría pasar, deberán tomar nota de que casi no se movió y fluctuó ayer en torno a los 1.000 pesos, poco más de 4 por ciento con respecto al jueves, última ronda del gobierno de Fernández. Ajuste Milei también prometió, sin que le temblara el pulso, “un duro ajuste fiscal inmediato” que apuntará a cerrar la canilla de emisión monetaria del Banco Central. Para terminar con los déficits gemelos que, dijo, son del 17% del PBI hará un ajuste fiscal en el sector público del 5% del PBI que “a diferencia de antes, va a caer casi totalmente sobre el estado y no sobre el sector privado”, arengó”. Resta saber cómo quedará compuesta la estructura definitiva del Estado nacional y qué pasará con los planes sociales. El día que ganó el balotaje, el Presidente prometió no olvidarse de “los caídos”. Precios “La inflación hoy ya viaja a un ritmo de 20 y 40% entre diciembre y febrero, nos dejaron plantada una hiperinflación. Vamos a hacer todos los esfuerzos para evitar esta catástrofe que llevaría a la pobreza al 90% y a la indigencia al 50%”, afirmó Milei. Habrá poda de subsidios, lo que llevará a una suba de las tarifas de servicios públicos como luz, gas y transporte. Chau también a Precios Justos, Ahora 12 y similares. El flamante Presidente también advirtió que la política monetaria actúa con rezago de entre 18 y 24 meses. O sea, inflación alta por mucho tiempo. “Aún cuando hoy dejemos de emitir, seguiremos pagando los costos del desborde monetario. Haber emitido 20% del PBI no es gratis, lo vamos a pagar en inflación”, remarcó. La economía real mostró su dientes más afilados en las últimas horas de la semana pasada: los alimentos básicos saltaron hasta 50% y las colas en los supermercados de consumidores tratando de cubrirse de una devaluación inminente. El salto de la nafta de hasta 30% del viernes parece apenas una muestra de lo que podría pasar en los próximos días. “Muchos se enteraron al llegar al surtidor, y cuando se dan cuenta ponen cara de resignación. En general no lo tomaron a mal, como si lo hubieran visto venir”, dijo resignado Ezequiel, playero de una Shell en la zona de General Paz. La idea de que la inflación “viaja” a alta velocidad, y lo seguirá haciendo, suena dramática. Mucho más en un contexto de recortes: es igual a más pobreza, más indigencia. En la Plaza de los Dos Congresos se gritó que “no hay plata” y a favor de los recortes. Milei saludó, gritó “viva la libertad, carajo” y se fue a cumplir con el resto del protocolo de investidura. Su gobierno, con el Plan Motosierra como eje central, empieza a rugir hoy.

Gestos y palabras de una revolución conservadora Milei se presenta como el líder de un movimiento que bordea lo religioso y se siente cómodo modulando una concepción populista de la política; nombramientos y medidas que vienen 11 de diciembre de 202300:27 Carlos Pagni LA NACION La asunción presidencial de Javier Milei desplegó un espectáculo visual y conceptual al que la Argentina está poco acostumbrada. Por un lado, un discurso de derecha, economicista, mucho más nítido que el que caracterizó el paso de Mauricio Macri por el poder. Por otro, un expresividad hiper reformista, que podría emparentar a Milei con Cristina Kirchner. En la liturgia se puso en movimiento una mística, un calor, que parecían repetir aquel “vamos por todo”, igual de intenso, pero de sentido contrario. La Libertad Avanza expresa un estilo desconcertante: el de una revolución conservadora que se manifestó ayer con gestos y palabras. Uno de los rasgos novedosos de la nueva derecha que acaba de hacerse cargo del poder es que, a diferencia de la del Pro, se interpreta a sí misma como parte de un proceso histórico. Milei no se presenta como el jefe de un equipo de tecnócratas, sino como el líder de una milicia abrazada a ideas, “las ideas de la libertad”, arraigada en una tradición, y atraída por una utopía. El protagonismo de esta fuerza forma parte de una secuencia que, por momentos, bordea lo religioso: un plan de salvación. Al asumir Milei se encargó de narrar esa saga en los términos que se exige a los líderes: explicar “de dónde venimos” y “hacia dónde vamos”. Para esa epopeya ofreció una periodización cargada de ideología. En 1816, con la declaración de independencia, comenzó a desplegarse la historia de la libertad, cuya doctrina fue elaborada por la Generación del 37, en una marcha ascendente que se interrumpió hace 100 años. Desde entonces, el progreso fue capturado por el colectivismo que promovió una clase política parasitaria, defensora de un modelo que “lo único que genera es pobreza, estancamiento y miseria”. Ayer se terminó con esa declinación. La nueva administración promete reconectar con aquellas fuerzas del siglo XIX, emancipando a la sociedad del yugo de la “casta”. La presentación de estos argumentos terminó de aclarar por qué, con el asesoramiento de su asesor de imagen Santiago Caputo, Milei eligió no hablar a los legisladores en el recinto del Congreso, y hacerlo ante la multitud que lo saludaba desde la plaza. Esa coreografía encarnaba su mensaje: lo que empezó con su gobierno es la ruptura de una inercia centenaria cuya responsable es la dirigencia política representada en la Asamblea Legislativa. Los detalles son significativos: el nuevo presidente reiteró que el problema comenzó “hace más de 100 años”. En otras ocasiones, fue más preciso: el fracaso nacional se inició en 1916, con la presidencia de Hipólito Yrigoyen. ¿Habrá que indagar un poco más allá? ¿El huevo de la serpiente fue el voto universal? Los espejos son siempre traicioneros. Yrigoyen, que llegó al poder con escasísima capacidad institucional, hizo palanca sobre una polarización parecida. Él era “la Causa”, que se enfrentaba con “el régimen”. El primer presidente radical tampoco quiso hablar ante los legisladores. Dejó un discurso escrito. El Congreso era para él un aguantadero de burócratas del poder carentes de prestigio. La operación retórica de Milei cobija el núcleo del enfoque populista. Se trata de capturar el desencanto del electorado con la vida pública para redirigirlo hacia la élite. En una célebre carta al Consejo de Florencia, Maquiavelo aconsejaba cómo ganar el afecto de una población recién conquistada: “Ustedes deben halagar a la plebe y mostrar a esa plebe lo implacables que pueden ser con aquellos a los que ella atribuye sus sufrimientos”. El método tiene una derivada: con esa lógica se constituye un enemigo. Recuerdos kirchneristas. Milei lo viene haciendo: el enemigo es la casta, un sujeto de geometría variable, porque está formado por aquellos que se oponen a los objetivos de la nueva administración. “No preguntamos de dónde vienen, sino hacia dónde quieren ir”. El que quiera ir hacia otro lado, o quedarse donde está, ése es la “casta”. La adhesión es el Jordán. El blanco móvil La identificación de un enemigo, constituido siempre en blanco móvil, es indispensable para volver viable la tarea más difícil del nuevo presidente: estabilizar la economía. Su proclama inaugural está destinada a evocar la clásica advertencia de Winston Churchill, “no tengo más para ofrecerles que sangre, trabajo, lágrimas y sudor”. Lo que volvía justificable esa amarga convocatoria de Churchill es que se producía cuando Gran Bretaña estaba bajo un ataque externo. Por eso la definición del enemigo es consustancial de la política económica, que es donde La Libertad Avanza deja de tener un aire de familia con el kirchnerismo para emparentarse con el Pro. Es el alma liberal-conservadora de Milei. El enemigo es el pasado de 100 años, cuya condensación más nefasta se llama kirchnerismo. Contra ese adversario se libra la batalla del ajuste. Aquí estuvo el corazón del discurso de Milei, que exhibió una virtud notable: no se tentó con hablar de los mil temas que pueden referirse en una jornada inaugural. Se enfocó en lo central: hay que realizar una tarea dolorosa de ordenamiento, después de la cual la Argentina recuperará su historia de progreso, interrumpida “hace más de 100 años”. El flamante presidente dijo que sólo cabe encarar un shock, “porque todos los planes gradualistas fracasaron”. Fue una definición previsible, pero también curiosa. Luis “Toto” Caputo y los demás integrantes de su equipo fueron los titulares del experimento gradualista de Macri. Integraban el gabinete de Alfonso Prat-Gay. Es verdad, ahora se sumaron. Entendieron. Milei hizo una afirmación de alcance indefinido. “No hay plata”. ¿Es una fórmula de marketing? ¿O es una noticia financiera? ¿Anunció, en rigor, que no habrá financiamiento externo? Entre los profesionales de la economía se dudaba mucho de que el Fondo Monetario Internacional aportara recursos adicionales. En Washington entienden que eso sólo será posible cuando, más adelante, se negocie un nuevo programa. ¿Qué pasó, entonces, con las fuentes alternativas? ¿Hay noticias de Qatar o de algún otro Eldorado? Son dudas que se potencian por otra declaración intrigante del nuevo presidente: “El rollover de la deuda es por demás desafiante”. Desde la escalinata del Congreso relampagueó una reestructuración. No es un dato aislado. Caputo y su superior directo, Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, tomaron ya contacto con Andrés de la Cruz, el abogado del estudio Cleary Gottlieb que sigue la agenda argentina en Nueva York a través de sucesivas administraciones, como si fuera parte de “la casta”. Además, en el equipo económico es una idea muy extendida, y justificada, que el Fondo deberá hacerse cargo de su responsabilidad en el desastre que deja Sergio Massa. Quien lo expuso en los términos más duros fue Nicolás Dujovne en LA NACION: “La Argentina alcanzó una inflación del 140% cumpliendo las metas establecidas”. Con el Fondo también se intentará una renegociación total. Milei no pudo ser más explícito ayer en la promesa de un reordenamiento doloroso. Lo justificó pintando el oscuro cuadro de la herencia recibida. Dijo que la emisión fue tan pavorosa que dejará una onda expansiva de 24 meses de inflación. Al comienzo del programa, alertó, se estará peor. Pero al final la economía tendrá una relanzamiento promisorio. La multitud gritaba “motosierra”. El nuevo presidente habrá corroborado con ese canto lo que le dicen las encuestas: “Yo tengo 60% de imagen positiva, pero el ajuste tiene 70%”. La contundencia del planteo de Milei no despejó las dudas. ¿Cómo se realiza esa reconversión de la macroeconomía? Él reiteró que no habrá más emisión. Es posible. ¿Pero habrá algo parecido? ¿Es verdad que el Tesoro tomará los pesos que las entidades financieras tienen atesorados en el Banco Central, a través de un nuevo bono que será susceptible de ser negociado en Wall Street? El déficit ya no se financiaría con emisión, pero sí con los ahorros de los depositantes. O de ciertos depositantes: empresas con grandes tenencias de pesos. Con todos sus interlocutores Milei repite la misma idea. Va a reducir el desequilibrio fiscal congelando el gasto. ¿Habrá contemplado el frente judicial? Porque por lo menos el 60% de las erogaciones del Estado está afectado por cláusulas de indexación. Un desafío para un funcionario estratégico del nuevo gabinete: Rodolfo Barra, encargado de discutir con el fuero Contencioso-Administrativo, que él conoce como pocos. A propósito de este frente, conviene tomar nota de un gesto de la Corte. Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti permanecieron en el recinto de Diputados para escuchar desde allí el discurso inaugural del Presidente. “Estamos”, fue el mensaje. Un aspecto especial del ajuste fiscal es el que afecta a las empresas públicas. Se trata de un capítulo del proyecto de Ley Ómnibus que se coordina desde la Jefatura de Gabinete. Allí se incluyó un pedido de autorización para privatizar compañías y también una reforma al régimen laboral de los empleados públicos. La privatización se piensa como una interrupción del subsidio estatal y, en un segundo paso, una transferencia a los trabajadores. La propuesta viene ocasionando una dificultad importante: nadie acepta ponerse al frente de una de esas sociedades para tarea tan riesgosa. De hecho, un reconocido administrativista cercano al nuevo gabinete y, a la vez, con excelente relación con Massa, rechazó la invitación a presidir AySA en esos términos. Este caso específico de transición fue materia de conversación entre Milei y Massa el domingo de la semana pasada: se trata de cuidar las espaldas de Malena Galmarini. Con la Anses sucedió algo similar: Carolina Píparo tuvo que resignarse a no asumir porque el experto que la acompañaría, un correntino con larga experiencia en México, rehusó el riesgo de modificar la fórmula de actualización jubilatoria. Domingo Cavallo, cada día más gravitante en el nuevo oficialismo, sacó a Milei de ese naufragio recomendando al prestigioso Osvaldo Giordano. Los empresarios De tan concentrado que estuvo en el ajuste fiscal, Milei omitió cualquier referencia a la liberalización de los mercados que predicó en todos estos años. Sobre todo, a la comercial. El empresariado prebendario se dio un respiro. Al menos por un rato. Sólo se mencionó a los hombres de negocios para consentir que no harán inversión alguna hasta que se les garantice un ajuste fiscal exitoso. Sobre el sindicalismo tampoco hubo una palabra. A diferencia de otras veces, empresarios y gremialistas no fueron identificados como integrantes de la “casta”. Un reflejo de prudencia de Milei. Como siempre que se insinúa una revolución conviene preguntarse quiénes son y qué consistencia tienen los revolucionarios. La ceremonia de asunción siguió emitiendo indicios. Para comenzar con los detalles microscópicos: la resolución de designación de la fórmula presidencial, leída por el secretario parlamentario del Senado, se refirió a la vicepresidente, con “e” final. Se abre otra era. Otras peculiaridades del ritual fueron más significativas. Para corroborar lo que se sabe: en el auto que lo llevó desde el hotel Libertador hasta el Congreso, Milei se hizo acompañar por su hermana, Karina. Esa simbiosis es la clave de bóveda de todo el edificio. Hay vínculos, en cambio, que están variando. Para sorpresa de expertos en ceremonial, al nuevo presidente le tomó juramento Cristina Kirchner. Fue a pedido de él. Quiso jurar primero, para que no fuera Victoria Villarruel la que le haga leer la fórmula de rigor. Esa alteración requirió de una negociación con el kirchnerismo. La señora de Kirchner, feliz: lo tomó como un reconocimiento. Fue notorio que su estado de ánimo era mucho más jovial que el que exhibió durante la transición con Macri. Las conversaciones con LLA incluyeron una cláusula central para ella: que su custodia ya no dependa del Ministerio de Seguridad sino de la Casa Militar. No quiere que la cuide Patricia Bullrich, a quien ella atribuye, junto con Gerardo Millman, el intento de asesinato del “copito” Sabag Montiel. La tensión entre Milei y Villarruel se expresó también en la designación del presidente provisional del Senado. El candidato de Milei, Francisco Paoltroni, denunció que la vicepresidente, en una combinación con el senador José Mayans, quiso vetarlo. Mayans es formoseño y, como su jefe Gildo Insfrán, teme por el impacto de Paoltroni en la rígida estructura del feudo. Hasta al anochecer del domingo Paoltroni seguía siendo el más probable titular de esa posición, la segunda en la línea sucesoria. ¿Cuánto falta para que Villarruel se vuelva parte de la “casta” e ingrese, anacrónica, en los 100 años de despilfarro partidocrático? Son interrogantes que quedaron eclipsados por un fenómeno novedoso: la atracción internacional que representa el ascenso de Milei. Hacía tiempo que el narcisismo argentino no se sentía tan halagado por la mirada externa en un campo que no fuera el deportivo. Visitó la Argentina, otra vez, el rey de España, país para el que ya se habría nominado embajador. En una lista de varios candidatos sobre sale el nombre de Bettina Guardia de Bulgheroni, esposa de Alejandro Bulgheroni, quien estableció una relación muy amistosa con los Milei. Una minucia: ¿le aplicará el kirchnerismo también a ella la restricción de no darle acuerdo en el Senado por tener residencia fiscal en Uruguay? Es lo que se pensaba hacer con Gerardo Werthein para negarle la embajada en Washington. Entre los muchos asistentes encumbrados, sobresalió el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, quien aprovechó su viaje a Buenos Aires para algunos contactos cruciales. ¿Hubo algún contacto con la diplomacia brasileña, tan interesada en ofrecer una salida negociada a la guerra que desató el ataque ruso? En representación de Brasil vino Mauro Vieira, el canciller, quien por gestión de su colega, Diana Mondino, fue el primer extranjero en saludar a Milei. Lula da Silva no viajó, mortificado por la camaradería entre Milei y Jair Bolsonaro. El viernes por la mañana ambos realizaron un acto político muy agresivo para el líder del PT. Otro visitante significativo fue el canciller de Israel, Eli Cohen. El nuevo presidente compartió con él la festividad de Januca. Tanto se comprometió con esa liturgia, centrada en la simbología de la luz, que regaló a Zelensky un clásico candelabro ritual de siete brazos. Con Cohen hubo definiciones políticas. El nuevo presidente insistió en que incluirá a Hamas en el listado nacional de organizaciones terroristas y en que trasladará la embajada argentina a Jerusalén. Si cumple con esta segunda promesa, habrá superado a su amigo Bolsonaro, quien había jurado hacer lo mismo pero debió desdecirse amenazado por represalias comerciales de los árabes. Es posible que con Cohen se hayan tocado otras materias, más reservadas. Milei pretende desde hace tiempo respaldarse en Israel para la reorganización de los servicios de Inteligencia, que estarán a cargo de Silvestre Sívori. Mientras La Libertad Avanza no termina de desplegarse en la estructura del Estado, el kirchnerismo se repliega sobre la provincia de Buenos Aires. Allí, Axel Kicillof abrió la puerta de su gabinete a Martín Mena, quien reemplazará al intendente de La Plata, Julio Alak, en el Ministerio de Justicia. También Massa cerró un acuerdo con Kicillof: Malena Galmarini será la titular del Grupo Bapro. Los Massa siempre cerca de las efectividades conducentes, por recordar otra vez a Yrigoyen. El eje con el exministro de Economía podría facilitar al gobernador los acuerdos legislativos, ahora que ya no cuenta con la ayuda de Martín Insaurralde. Cristina Kirchner aprecia esa fortaleza territorial, más las bancas que controla en el Congreso. Milei, si cumple su palabra, no va a hostigarla. Pero ella sabe que, sin fueros, se ha vuelto demasiado vulnerable. El Presidente también está al tanto de su propia fragilidad. Ayer la expuso. Y contestó con su clásica cita del libro de los Macabeos: el éxito no depende de la cantidad de soldados, sino del auxilio de las Fuerzas del Cielo. Son las dos caras del nuevo oficialismo. Ultraliberal en lo económico, Milei se siente cómodo modulando una concepción populista de la política. Por eso postula una legitimidad sobrenatural y, por lo tanto, inapelable. Habrá que ver qué tratamiento merecerá el que se atreva a desafiar esos misteriosos designios.

Una luz al final del túnel El presidente Javier Milei anticipó que hará un severo ajuste del gasto público y vaticinó que la estanflación durará unos meses 11 de diciembre de 202303:00 Joaquín Morales Solá LA NACION Se terminó el tiempo de la poesía, como decía Bill Clinton sobre la campaña electoral, y comenzó el tiempo en que las decisiones de un presidente se escriben con la prosa. Javier Milei describió, poco después de prestar juramento ante una Cristina Kirchner mandona, grosera y arbitraria, el tamaño de la herencia kirchnerista como ningún otro político lo hizo en los últimos años. Tal vez haya sido Mauricio Macri quien mejor perdió la oportunidad de hacer un balance de las tropelías de los Kirchner en el Estado, porque en 2015 se dejó llevar por el pésimo consejo de Jaime Durán Barba, quien decía que a las sociedades no les gusta recibir malas noticias. El expresidente habría sido más comprendido si la gente común hubiera sabido desde el principio la magnitud del descalabro que heredó Macri. Sea como fuere, Milei dramatizó yendo mucho más allá que los economistas muy críticos del kirchnerismo: aseguró, por ejemplo, que hereda una inflación que bien proyectada es potencialmente del 15.000 por ciento. Debemos creerle porque sus colegas economistas sostienen que Milei es imbatible haciendo proyecciones matemáticas de la economía. El nuevo Presidente calificó de hiperinflacionario el momento en que se hace cargo del Estado. No existe riesgo de hiperinflación, quiso decir; la hiperinflación ya está entre nosotros. Dio otra primicia cuando señaló que al aumento ya consolidado de casi 100.000 millones de dólares de la deuda pública, como consignó LA NACIÓN, deben sumársele otros 100.000 millones de dólares, que son el resultado final, entre varios pasivos más, de la deuda de las empresas con los proveedores de importaciones. Fue también justo cuando aclaró que su pronóstico de estanflación es simplemente la continuidad del estancamiento y la inflación (que es lo que se llama estanflación) que el país vive desde noviembre de 2011; es decir, desde los últimos cuatro años de gestión de Cristina Kirchner como presidenta de la Nación. Si bien el país sufrió 12 años de estanflación, Milei vaticinó que esa catástrofe durará solo unos meses más como consecuencia de su ajuste de las cuentas públicas. “Hay luz al final del túnel”, se entusiasmó en su discurso ante la multitud. El flamante Presidente anticipó que hará un severo ajuste del gasto público y, por lo tanto, que esta vez el ajuste no se hará por los ingresos, sino por egresos del Estado. Hasta ahora, los ajustes significaban aumentos de impuestos o nuevos impuestos que debían pagar los sectores privados de la economía. A los que están acostumbrados a la providencia infinita del Estado, les repitió su mantra más reciente: “No hay plata”. Podrá interpretarse que ese discurso lo dijo de espaldas a “la casta”, porque estaba en el exterior del Congreso mientras los legisladores quedaron dentro, en el recinto parlamentario, pero también debe subrayarse que en la mención inicial a los destinatarios de su arenga figuraron los senadores y diputados nacionales. No les faltó el respeto; solo quiso hablarle a la gente común y no solo a los legisladores. Un ejemplo sacado de la asunción de los presidentes norteamericanos, aunque en el caso de estos se trata de una vieja costumbre que comenzó con George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos que asumió en 1789. Los norteamericanos se someten, además, a la intemperie y al frío del riguroso invierno norteamericano porque asumen el 20 de enero. La lapidaria crítica de Milei al kirchnerismo (corriente política que practica el “colectivismo”, según describió la política de casi toda la nomenklatura argentina) no impidió que, al mismo tiempo, diera por cerrada la grieta que divide a la sociedad desde que Cristina Kirchner tomó el liderazgo del peronismo. Milei puede hacer eso y también puede ser creíble porque él nunca perteneció al kirchnerismo ni fue un activo militante del antikirchnerismo. Es un hombre sin pasado político que no vivió la historia reciente, ni sus discordias ni sus grandezas ni sus miserias. El preciso economista determinó que Sergio Massa emitió dinero falso por valor de 20 puntos del PBI para su campaña electoral; eso significa que el dinero seguirá circulando durante mucho tiempo y espoleando la inflación. Por eso, Milei recordó a Julio Argentino Roca cuando señalaba: “Prefiero decirles una verdad incómoda que una mentira confortable”. Esa falta de historia lo lleva a Milei a cometer a veces herejías políticas, según la cultura impuesta por el kirchnerismo, y elogia, por ejemplo, a la administración de Carlos Menem y Domingo Cavallo. Giro en la política exterior Bastaron un gesto y unas pocas frases para que Milei le diera un giro copernicano a la política exterior y recolocara a la historia nacional en el lugar correcto de donde la sacó el sectario e injusto revisionismo de los Kirchner. El gesto consistió en un fuerte y largo abrazo con el presidente de Ucrania, Volodomir Zelensky, líder de un país víctima de la cruel invasión de la Rusia de Putin. Cristina Kirchner fue siempre una amiga leal del déspota ruso; en 2014, cuando ella era presidenta, Putin anexionó la península de Crimea, que era parte del territorio soberano de Ucrania. “Crimea fue siempre rusa”, zanjó entonces Cristina Kirchner sin hacer mucho esfuerzo para comprender los hechos. Ucrania está ahora bajo fuego ruso desde febrero de 2022. Poco antes de esa criminal incursión rusa, Alberto Fernández le había ofrecido a Putin que la Argentina fuera la “puerta de entrada” de Rusia en América latina. Nadie había sido hasta entonces tan inoportuno ni tan imprudente. El abrazo de Milei a Zelensky expresó mucho más que un cambio en las relaciones con Moscú; significó también el regreso de la Argentina al mundo occidental y a sus alianzas históricas. La numerosa delegación norteamericana enviada para la asunción del presidente argentino, cargada de funcionarios del área económica del gobierno de Joe Biden, señala también la vocación de Washington de enhebrar una buena relación con Milei, a pesar de la simpatía de este por Donald Trump, el eterno adversario político del actual presidente de los Estados Unidos. A propósito de la política exterior, sería conveniente que la nueva canciller, Diana Mondino, una mujer preparada y criteriosa, le quite al exembajador norteamericano Manuel Rocha, que fue un espía cubano durante 40 años, la condecoración de la Orden de Mayo en el grado de Gran Oficial, una de las más importantes distinciones que otorga el país. Rocha recibió esa condecoración en junio del año 2000, cuando estaba dejando el cargo de encargado de Negocios a cargo de la embajada de los Estados Unidos en la Argentina. Se la entregó el entonces vicecanciller Horacio Chighizola durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Ni De la Rúa ni el entonces canciller Adalberto Rodríguez Giavarini ni el propio Chighizola tienen la culpa de nada; Rocha fingía entonces como un actor consumado su pertenencia a los halcones de la política exterior norteamericana, dispuesto a ayudar a la Argentina ya en momentos críticos. De hecho, el gobierno de Bush hijo acababa de ascender a Rocha al grado de embajador y enviarlo a Bolivia. Pero un traidor de esa calaña un puede seguir exhibiendo una alta condecoración argentina. Durante la campaña electoral, Milei se detuvo mucho en el teórico de la Constitución liberal Juan Bautista Alberdi, pero en su discurso de asunción ponderó a Roca y a Domingo Faustino Sarmiento como gobernantes prácticos de una estirpe de presidentes, que nacieron bajo los influjos de la Constitución de 1853 (y su reforma de 1860), que construyó un país que figuró durante varias décadas entre los más importantes del mundo. El revisionismo kirchnerista hizo de Roca un increíble genocida, y de Sarmiento un neoliberal que impuso una educación en el sentido de sus ideas. Quizás sin Roca el territorio argentino no sería lo que es hoy, y sin Sarmiento no hubiera existido la excelente educación pública argentina, aunque en este caso haya que hablar en pasado. Nada, ni siquiera la comprobable historia, quedó en pie durante los 20 años de política maniquea que acaban de terminar. Mieli habló de “100 años de decadencia”, tras aquella generación de padres fundadores de la nación; incluyó de esa manera al radicalismo y al peronismo entre los culpables del retroceso del país. En el buen sentido de las precisiones, puede señalarse la decisión de la vicepresidenta, Victoria Villarruel, quien cuando juró su cargo se autodesignó “vicepresidente de la Nación”, no vicepresidenta. Aunque la denominación de vicepresidenta es correcta, el uso de vicepresidente es más antiguo con el artículo femenino delante. Otra apostasía en la religión del cristinismo que se fue. Llamó la atención la cantidad de ciudadanos que se agolparon en el trayecto del Presidente hacia el Congreso, y sobre todo en la plaza del Congreso, aunque es cierto que Milei había convocado a la gente común para que presenciara su discurso. No hubo movilización de un aparato político en tal manifestación, como suele haberlo en los actos kirchneristas o peronista de cualquier clase. Fue evidente, además, la extracción poliédrica de la concurrencia; hubo mucho más gente humilde que procedente de los barrios elegantes. Tal demostración es la prueba cabal de que el pésimo gobierno que se fue agredió con mayor rigor a los argentinos más necesitados. Es la obra regresiva de la progresía puramente retórica de los Kirchner. Muchos de los que asistieron repitieron un rito habitual en los mileistas, aunque extraño en la política argentina: se dedicaron después del acto a limpiar el lugar que la multitud había ensuciado. Por lo que se vio, hay un sector social importante de la Argentina que cayó en el realismo, no solo económico, sino también social. En ese contexto, Milei anunció que los que cobran subsidios sociales dejarán de cobrarlo si cortan las calles. Una advertencia a los piqueteros que ya están anunciando que se levantarán contra las políticas de la nueva administración. Milei deberá resolver la eterna colisión entre el derecho a la protesta y el derecho a circular libremente de los ciudadanos argentinos. Hasta ahora, ese conflicto se resolvió siempre a favor de la protesta, aun cuando el orden público estaba en manos de un gobierno no peronista, como en los años de Horacio Rodríguez Larreta en la Capital. Jorge Macri nombró a un duro en el Ministerio de Seguridad capitalino, Waldo Wolff, y Milei designó a una dura en la conducción nacional de la seguridad pública, Patricia Bullrich. Es previsible una severa disputa por el espacio público entre los gobiernos entrantes en la Nación y en la Capital frente a los grupos piqueteros de extracción trotskista o peronista. El conflicto será desigual. Por eso, tal vez, Milei recordó la celebración judía de Jánuca, que celebra la victoria de unos pocos contra muchos, ayudados por “las fuerzas del cielo”. Raro que un economista confíe más en la mística religiosa que en la relación de fuerzas, pero esas fuerzas del cielo son convocadas permanentemente no solo por él hasta en conversaciones reservadas; también por los que se dicen libertarios desde antes de Milei. Pero la decisión de enfrentarse con una realidad tan adversa requiere de algo de mística, de cierta fe en la ayuda sutil de una deidad.







FORO DE DAVOS -2024



MILEI, LA LIBERTAD Y LA CULTURA


En ese plano de las peculiaridades que tensionan y cuestionan lo establecido, resalta que en el diccionario libertario no figura el vocablo “coalición”. Ni tampoco “síntesis”. La palabra clave es “fusionismo”, un concepto acuñado por Frank Meyer. El filósofo excomunista, devenido en ideólogo de la nueva derecha norteamericana, reunió bajo esa idea a liberales, conservadores, nacionalistas, libremercadistas extremos, proteccionistas, laicistas y fanáticos religiosos. Una llave para absolver contradicciones, terminar con disputas ideológicas, construir poder y atraer a incautos.


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EnciclopediaRelacionalDinamica: JavierMilei (última edición 2024-02-19 21:04:25 efectuada por MercedesJones)