Sociología Relacional


EXPLORACIONES DE MercedesJones



SOCIOLOGÍA RELACIONAL

ara que una generación no sea más un híbrido, y sí un tejido de relaciones significativas que dé consistencia a una experiencia histórica generadora, se requiere que la trama de relaciones tenga un orden simbólico específico.

En línea general, las generaciones pueden ser definidas horizontal o verticalmente, de acuerdo con los códigos simbólicos públicos o privados, en relación con los ciclos de vida individuales o familiares. Vemos aquí cómo el debate actual se encuentra todavía polarizado en la elección de una de estas alternativas. Comúnmente la elección es: una generación es un grupo horizontal, según los códigos simbólicos públicos, en referencia a los ciclos de vida individuales. De ello resulta claro de dónde viene el concepto típico moderno de generación. En la perspectiva sociológica relacional, en cambio, se necesita mantener unidas estas distintas alternativas, y observar que las generaciones son una combinación relacional de todas estas dimensiones o aspectos, no una contraposición de ellas o exclusión recíproca. Pueden también excluirse, pero sólo desde puntos de vista particulares y solamente en ciertas condiciones. Normalmente, estas dimensiones "están en relación" entre sí.

Según la perspectiva relacional, las generaciones se convierten en una matriz de relaciones latentes,19 más que en una matriz preestructurada, en cuanto que se forman, si se forman, sobre la base de un entramado —hoy cada vez más contingente— de relaciones familiares-parentales sobre las que inciden eventos, fuerzas, causas tanto internas como externas al sistema familiar-parental y que están en relación entre sí.

El entramado generacional se vuelve fecundo si y sólo si mantiene conexiones significativas entre el tiempo de la familia (con su contexto) y el tiempo de la sociedad (con sus ámbitos variados y diferenciados). De otra forma, realidad familiar y generaciones históricas (entendidas como grupos de edad) van por su cuenta, volviéndose la trama menos gestionable, más conflictual, incapaz de combinar continuidad y discontinuidad.


RELACIÓN Y VÍNCULO

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PARADIGMA RELACIONAL

estas dos fuentes del vínculo. 2) LAS FORMAS ELEMENTALES Y ENTRECRUZADAS DEL VÍNCULO SOCIAL


LA SOCIOLOGÍA DE LOS VÍNCULOS


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SOCIOLOGÍA RELACIONAL Y SEXUALIDAD

exageración, el miedo y la vergüenza son obstáculos añadidos. Partiendo de este panorama, en las páginas que siguen se define el marco sociohistórico que deberían tener en cuenta futuras investigaciones sociológicas sobre sexualidad, revisando los distintos modos mediante los cuales Occidente10 organiza el control social de la actividad sexual.

por esa razón toda sociedad regula la actividad sexual11. El sexo es una actividad social. Tiene normas de cortesía y de etiqueta. Se le prescriben y proscriben espacios, tiempos, modos y maneras. Las conductas sexuales son conductas sociales, y como tales deben ser analizadas: obligaciones, normas, reglas, prohibiciones. Escribir sobre sexo es escribir sobre control social. En ese sentido, la revisión crítica de la normativa sexual mediante la cual Occidente organiza el control social del sexo, se desarrolla preferentemente analizando la génesis y la evolución de las disidencias sexuales

PARA UNA SOCIOLOGIA DE LA SEXUALIDAD




7(7). https://doi.org/10.1371/ journal.pmed.1000316.


IDENTIDAD- LA BASE DE LOS VÍNCULOS Representaciones y significados en la relación espacio-sociedad: una reflexión teórica




SEXUALIDADES PERIFÉRICAS- SEXUALIDADES DISIDENTES

GENDER BLURRING + YOUTUBE

Key words: queer theory, peripheral sexualities, gender, masculinity, homosexuality.




CONTACTO SOCIAL

Así mismo, podemos afirmar, como resultado de numerosas investigaciones, que el funcionamiento social va asociado a la supervivencia de las personas y su longevidad; a la salud física y mental; y al buen funcionamiento en las actividades de la vida diaria (esto es, la ausencia de situaciones de discapacidad y de dependencia); al funcionamiento mental saludable, y a la satisfacción con la vida, el bienestar y la calidad de vida. En relación a este último aspecto, el funcionamiento social se asocia con la presencia de emociones positivas en las personas mayores. Cierto es que los datos nos informan de que a lo largo del ciclo de la vida, el número de contactos sociales se reduce tempranamente – a partir de los veinte años – y, sin embargo, no por ello disminuyen los sentimientos positivos, la satisfacción con la vida y el bienestar ni aumentan los sentimientos negativos. A lo largo de la edad adulta se produce un incremento en la satisfacción con las relaciones sociales estables y la actividad social en comparación con las edades juveniles; hay una estabilidad de las relaciones sociales positivas con la edad, al tiempo que se produce una disminución general de las relaciones negativas en las relaciones más próximas; la reducción de los contactos sociales tiene lugar en las relaciones periféricas y superficiales, produciéndose simultáneamente un incremento de las relaciones cercanas a lo largo de la vida adulta y la vejez.

existe una amplia variabilidad en este aspecto, y muchas de ellas continúan brindando apoyo a otras y participando en actividades sociales y productivas. Relacionado con esto último hay diferencias culturales en lo que se refiere a la participación social en el trabajo voluntario: en general, con la edad se produce una disminución en este tipo de actividad (en algunos países la disminución es sólo en el tiempo dedicado al voluntariado, en otros es también en la frecuencia), aunque ello puede atribuirse más a problemas de salud que al propio envejecimiento.


AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS

Instituto Baikal vie, 17 nov, 2023 para mí

Hay una frase hermosamente tramposa de San Agustín que dice: “Ama y haz lo que quieras”. Parece autorizarte a hacer cualquier cosa. Y, sí, no hay ninguna limitación en el hacer. Podés hacer lo que quieras. Pero la limitación viene por el querer. Porque, si amás, lo único que vas a querer es el bien del otro. Amar es desear el bien del otro, por lo que, si amás y hacés lo que deseas, siempre vas a buscar el bien de los demás. Un genio, Agustín.

Tomás de Aquino, que admiraba profundamente a Agustín, retoma la misma idea: el amor es, simplemente, desear el bien de la otra persona. Implica cierta unión afectiva, sin la cual difícilmente llamaríamos a ese deseo “amor”, pero es esencialmente el deseo del bien, no la unión afectiva. Tomás usa una palabra para expresar el deseo de bien: “benevolencia”. Etimológicamente es impecable: bene (bien) volencia (querer). Ser benevolente es querer el bien del otro.

Puede darse la unión afectiva sin benevolencia. Es el tipo de relación que tenemos con muchas cosas. Puedo sentir cierto afecto por esta remera que me gusta, o por mi celular. Pero sólo en un sentido muy metafórico diría que le deseo el bien a mi remera o a mi celular. Más que desearle el bien, deseo que me haga bien a mí. La diferencia puede parecer sutil, pero es fundamental: una cosa es desear el bien para alguien y otra que ese alguien sea un bien para mí. De hecho, el afecto que siento lo siento porque me es útil, porque me sirve a mí. Puedo cuidarlos, tratarlos con afecto, y tener otras actitudes que serían indistinguibles de las que tenemos cuando amamos a alguien, pero la razón es muy distinta: lo hago para que pueda seguir siéndome útil. Aristóteles dice que, cuando cuidamos el vino (guardarlo en un lugar fresco, bien tapado, etc.), no es pensando en el bien del vino, sino el bien que el vino nos va a hacer. Por eso, dice, aunque lo cuidemos no es adecuado llamarnos “amigos del vino”.

Ahora, cuando esa misma relación de afecto sin benevolencia se traslada a las personas, se convierte en un pseudo–amor, algo que tiene apariencia de amor, pero que no lo es. Siento cierta unión afectiva que puede llegar a confundirme, pero no deseo su bien. Busco sólo que me haga bien a mí, como el celular. Tomás diría, no es amor. Es una relación tóxica. Muy tóxica porque no hay verdadera reciprocidad. Y quien genuinamente ama a quien no lo ama genuinamente está en una situación de fragilidad muy peligrosa.

Ahora, ¿cómo darme cuenta de si realmente deseo el bien o lo estoy confundiendo con la unión afectiva? La receta de Tomás es infalible: la benevolencia implica la beneficencia. “Beneficencia” suena feo hoy, suena a revolver el fondo del ropero y donar a alguna ONG la ropa que ya no uso. Pero para Tomás, de nuevo fiel a las etimologías, significa simplemente “hacer el bien”. Benevolencia es desearlo, beneficencia es hacerlo. La forma de saber que deseo el bien de otro, es buscar efectivamente el bien del otro, es trabajar proactivamente para lograrlo. Como dice Tomás: “la voluntad es realizadora de lo que quiere”.

Ahora sí, “Ama y haz lo que quieras”.

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Christián Carman


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EnciclopediaRelacionalDinamica: SociologiaRelacional (última edición 2023-11-18 21:01:37 efectuada por MercedesJones)