Sociología Relacional


EXPLORACIONES DE MercedesJones



SOCIOLOGÍA RELACIONAL


RELACIÓN Y VÍNCULO

SEGUIR!!! "Más allá de la pareja" (también está con otro nombre), de Veaux y Rickert

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PARADIGMA RELACIONAL

estas dos fuentes del vínculo. 2) LAS FORMAS ELEMENTALES Y ENTRECRUZADAS DEL VÍNCULO SOCIAL


LA SOCIOLOGÍA DE LOS VÍNCULOS


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SOCIOLOGÍA RELACIONAL Y SEXUALIDAD

exageración, el miedo y la vergüenza son obstáculos añadidos. Partiendo de este panorama, en las páginas que siguen se define el marco sociohistórico que deberían tener en cuenta futuras investigaciones sociológicas sobre sexualidad, revisando los distintos modos mediante los cuales Occidente10 organiza el control social de la actividad sexual.

PARA UNA SOCIOLOGIA DE LA SEXUALIDAD




7(7). https://doi.org/10.1371/ journal.pmed.1000316.


IDENTIDAD- LA BASE DE LOS VÍNCULOS Representaciones y significados en la relación espacio-sociedad: una reflexión teórica




SEXUALIDADES PERIFÉRICAS- SEXUALIDADES DISIDENTES

GENDER BLURRING + YOUTUBE

Key words: queer theory, peripheral sexualities, gender, masculinity, homosexuality.




CONTACTO SOCIAL

Así mismo, podemos afirmar, como resultado de numerosas investigaciones, que el funcionamiento social va asociado a la supervivencia de las personas y su longevidad; a la salud física y mental; y al buen funcionamiento en las actividades de la vida diaria (esto es, la ausencia de situaciones de discapacidad y de dependencia); al funcionamiento mental saludable, y a la satisfacción con la vida, el bienestar y la calidad de vida. En relación a este último aspecto, el funcionamiento social se asocia con la presencia de emociones positivas en las personas mayores. Cierto es que los datos nos informan de que a lo largo del ciclo de la vida, el número de contactos sociales se reduce tempranamente – a partir de los veinte años – y, sin embargo, no por ello disminuyen los sentimientos positivos, la satisfacción con la vida y el bienestar ni aumentan los sentimientos negativos. A lo largo de la edad adulta se produce un incremento en la satisfacción con las relaciones sociales estables y la actividad social en comparación con las edades juveniles; hay una estabilidad de las relaciones sociales positivas con la edad, al tiempo que se produce una disminución general de las relaciones negativas en las relaciones más próximas; la reducción de los contactos sociales tiene lugar en las relaciones periféricas y superficiales, produciéndose simultáneamente un incremento de las relaciones cercanas a lo largo de la vida adulta y la vejez.

existe una amplia variabilidad en este aspecto, y muchas de ellas continúan brindando apoyo a otras y participando en actividades sociales y productivas. Relacionado con esto último hay diferencias culturales en lo que se refiere a la participación social en el trabajo voluntario: en general, con la edad se produce una disminución en este tipo de actividad (en algunos países la disminución es sólo en el tiempo dedicado al voluntariado, en otros es también en la frecuencia), aunque ello puede atribuirse más a problemas de salud que al propio envejecimiento.


AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS

Instituto Baikal vie, 17 nov, 2023 para mí

Hay una frase hermosamente tramposa de San Agustín que dice: “Ama y haz lo que quieras”. Parece autorizarte a hacer cualquier cosa. Y, sí, no hay ninguna limitación en el hacer. Podés hacer lo que quieras. Pero la limitación viene por el querer. Porque, si amás, lo único que vas a querer es el bien del otro. Amar es desear el bien del otro, por lo que, si amás y hacés lo que deseas, siempre vas a buscar el bien de los demás. Un genio, Agustín.

Tomás de Aquino, que admiraba profundamente a Agustín, retoma la misma idea: el amor es, simplemente, desear el bien de la otra persona. Implica cierta unión afectiva, sin la cual difícilmente llamaríamos a ese deseo “amor”, pero es esencialmente el deseo del bien, no la unión afectiva. Tomás usa una palabra para expresar el deseo de bien: “benevolencia”. Etimológicamente es impecable: bene (bien) volencia (querer). Ser benevolente es querer el bien del otro.

Puede darse la unión afectiva sin benevolencia. Es el tipo de relación que tenemos con muchas cosas. Puedo sentir cierto afecto por esta remera que me gusta, o por mi celular. Pero sólo en un sentido muy metafórico diría que le deseo el bien a mi remera o a mi celular. Más que desearle el bien, deseo que me haga bien a mí. La diferencia puede parecer sutil, pero es fundamental: una cosa es desear el bien para alguien y otra que ese alguien sea un bien para mí. De hecho, el afecto que siento lo siento porque me es útil, porque me sirve a mí. Puedo cuidarlos, tratarlos con afecto, y tener otras actitudes que serían indistinguibles de las que tenemos cuando amamos a alguien, pero la razón es muy distinta: lo hago para que pueda seguir siéndome útil. Aristóteles dice que, cuando cuidamos el vino (guardarlo en un lugar fresco, bien tapado, etc.), no es pensando en el bien del vino, sino el bien que el vino nos va a hacer. Por eso, dice, aunque lo cuidemos no es adecuado llamarnos “amigos del vino”.

Ahora, cuando esa misma relación de afecto sin benevolencia se traslada a las personas, se convierte en un pseudo–amor, algo que tiene apariencia de amor, pero que no lo es. Siento cierta unión afectiva que puede llegar a confundirme, pero no deseo su bien. Busco sólo que me haga bien a mí, como el celular. Tomás diría, no es amor. Es una relación tóxica. Muy tóxica porque no hay verdadera reciprocidad. Y quien genuinamente ama a quien no lo ama genuinamente está en una situación de fragilidad muy peligrosa.

Ahora, ¿cómo darme cuenta de si realmente deseo el bien o lo estoy confundiendo con la unión afectiva? La receta de Tomás es infalible: la benevolencia implica la beneficencia. “Beneficencia” suena feo hoy, suena a revolver el fondo del ropero y donar a alguna ONG la ropa que ya no uso. Pero para Tomás, de nuevo fiel a las etimologías, significa simplemente “hacer el bien”. Benevolencia es desearlo, beneficencia es hacerlo. La forma de saber que deseo el bien de otro, es buscar efectivamente el bien del otro, es trabajar proactivamente para lograrlo. Como dice Tomás: “la voluntad es realizadora de lo que quiere”.

Ahora sí, “Ama y haz lo que quieras”.

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Christián Carman



WARM RELATIONSHIP


PLATAFORMA PARA CITAS

En Argentina y el resto del mundo, es cada vez mayor el número de personas de 60 años en adelante que elige buscar pareja a través de las aplicaciones de citas.


agnación - articulación - atadura - boda - compadrazgo - comunión - conexión - connotación - enlace - entronque - lazo - ligadura - ligazón - nexo - nudo - parentesco - puente - relación - relaciones - unión - vinculación

agnación - articulación - atadura - boda - compadrazgo - comunión - conexión - connotación - enlace - entronque - lazo - ligadura - ligazón - nexo - nudo - parentesco - puente - relación - relaciones - unión - vinculación • atadura, trabazón, enlace, fusión, lazo, reunión, coherencia, ligamen, unión, conexión, asociación, conjunción, empalme, relación, consonancia, correspondencia, nexo, dependencia, maridaje o Antónimos: separación, desligadura, desatadura

Por tal motivo es que cuando en el grupo de amigos o familiar, alguien está demasiado tiempo soltero, parece extraño. Aparecen las preguntas, a veces escondidas tras una broma, sobre para cuándo la novia o algo así. Lo cierto es que hay beneficios que ve la gente que no tiene pareja y disfrutan de ellos. Gente que no tiene pareja… y viven muy relajados Ese conocido que no tiene pareja y a sus seres más cercanos les preocupa, pero en realidad está muy cómodo y tranquilo con su elección. Tal vez habría que empezar por entender que no se siente solo ni abandonado en este mundo, puede que la compañía para él pase por otro tipo de relaciones. Es necesario salir de prejuicios culturales que consideran que una persona se realiza al formar una familia. La gente que no tiene pareja tiene otras prioridades y enfoca sus energías en ellas. De hecho, el concepto de familia puede ser diferente para ellos y la consigan con sus amigos, sus mascotas o donde lo deseen. Ver también: 7 cosas que suceden cuando vas a vivir en pareja ¿Qué disfruta la gente que no tiene pareja? La gente que no tiene pareja tiene otras prioridades. Por lo general, suelen compartir las siguientes características: 1. Independencia absoluta

Hay personas que tienen en primer lugar la independencia. Esa libertad de manejar los horarios a antojo propio, entrar y salir con quien se cruce por el camino sin dar explicaciones. Para ellos, pasar los días sin ser hostigados con mensajes telefónicos ni compromisos aburridos puede ser lo mejor. Se sienten tan bien con ese espacio que les pertenece solo a ellos, que temen perderlo si tienen una pareja. Quizá, en su esencia, unirse a otros no sea lo que más les interese. 2. Pasiones firmes, difíciles de compartir La gente que no tiene pareja probablemente posee la libido puesta en otras pasiones. Algunos se aferran a determinados deportes, como aficionados o como fanáticos, y tienen un vínculo afectivo demasiado fuerte con ellos. Muchas veces, al pensar en tener una pareja, les surge el miedo del alejamiento de este gran amor. El solo hecho de imaginar perder un juego por una salida familiar ya los aleja de cualquier idea convencional. 3. Son así, y no quieren que nadie los cambie La gente que no tiene pareja y está muy conforme con su personalidad no desea pasar lo que viven muchos de sus amigos. Y es que, precisamente, suele ser común que algunos intenten cambiar a sus parejas. Evadir esa necesidad de ciertas personas de moldear a otros de manera de que encaje mejor en su abanico de ambiciones gana la batalla. Las nuevas reglas no son para quienes tienen una autoestima y una vida armada en torno a su propia voluntad. Descubre: Las 4 etapas de la vida y sus crisis 4. Están llenos de relaciones, aunque no sean amorosas La famosa soledad, que tanto aterra a muchas personas, es para ellos un elemento más de su cotidianidad. La disfrutan porque saben que cuando necesiten compañía, no faltan los amigos para hacerse presente. Están completos con otra cantidad de vínculos, que no pasan precisamente por un costado romántico o sexual. Amigos, grupos del club, compañeros de trabajo… jamás sienten la soledad como un peso. En definitiva, sencillamente no se sienten solos.

5. Parecen un poco egoístas, pues persiguen sus objetivos primarios Las metas de la gente que no tiene pareja y no le molesta para nada suelen ser muy diferentes al común de la sociedad. Tienen claro adónde llegar y se esfuerzan haciendo planes para encontrar el mejor camino. El crecimiento profesional, la casa, un viaje, el último auto… cada uno de sus objetivos es tan válido como el de cualquiera. Y tal vez algún día cambien de posición o tal vez no, pero solo ellos lo manejarán. La gente que no tiene pareja: son felices a su manera La gente que no tiene pareja y le da igual, generalmente no se fija en qué tipo de relaciones tienen los demás. Su interés está puesto en ellos mismos, en ser felices a su manera. Y así algún día sienten que necesitan de un compañero, tienen la alternativa de cambiar su posición frente a las relaciones. El resto de la gente debe olvidar esa presión molesta que ejerce haciendo preguntas o bromas invasivas. Lo único que se logra es generar molestia y a veces, hasta alejamiento, de seres queridos.

https://www.osde.com.ar/salud-y-bienestar/como-identificar-vin culos-y-relaciones-toxicas-22815.html

Amor confluente De Wikipedia, la enciclopedia libre Ir a la navegación Ir a la búsqueda El amor confluente es un modelo de amor o de relación de pareja que aparece con la revolución sexual a mediados del siglo XX en la cultura occidental. Se define por oposición al amor romántico, que era el modelo dominante en ese entonces. El término fue acuñado por el sociólogo británico Anthony Giddens en su libro de 1992, La transformación de la intimidad: sexualidad amor y erotismo en las sociedades modernas.[1] Este autor utiliza el término relación pura para definir las relaciones que surgen a partir del amor confluente. Índice • 1 Origen • 2 Características • 3 Importancia del concepto • 4 Véase también • 5 Referencias o 5.1 Notas o 5.2 Bibliografía Origen[editar] Este modelo de amor surge de la mano de las transformaciones en la esfera pública y privada que implicó la revolución sexual: la anticoncepción, la aceptación de la homosexualidad, la mejora relativa de la posición de la mujer en la sociedad y el reconocimiento de la necesidad de lograr una mayor igualdad entre los géneros, la legalización del divorcio, las transformaciones en la familia, entre otras. Estas nuevas ideas necesitaban revisar el modelo de amor romántico que dominaba hasta el momento, en particular, la posición de la mujer dentro de las relaciones de pareja: era necesario democratizarlas. Características[editar] En cuanto a la consideración del «yo», las personas se sienten íntegras y completas por sí solas y las relaciones en las que se involucran solo vienen a aportarles satisfacción sexual y afectiva, dándole mayor importancia a la asociación voluntaria. En el amor romántico las personas sienten que no están completas sin la persona amada; la idea de la «media naranja». Con relación a la duración de las relaciones, no existe una duración predeterminada, como en el amor romántico en cual el ideal es el amor eterno. Las relaciones duran mientras se mantiene el interés de los involucrados, si alguno de los dos elige terminarla, la relación se da por terminada. Tiene pretensión de igualdad de género al interior de la pareja, en cuanto a las relaciones de poder y en cuanto al dar y recibir emocional. Le da mucha importancia a la satisfacción sexual, al mismo nivel que la vinculación afectiva. Para ello vuelve al desarrollo de un «arte del erotismo». Este tipo de amor legitima las fantasías y diversas técnicas sexuales que tienen como fin al placer sexual. La difusión de juguetes sexuales o los temas sobre el acto sexual del libro Kama Sutra en occidente, son ejemplos de esto. En cuanto a la conducta sexual, se abandona la monogamia y la heterosexualidad como conductas únicas, como lo eran en el modelo del amor romántico. La cuestión de la monogamia pasa a ser un acuerdo interno de la pareja, constituyéndose, en algunos casos parejas swingers o abiertas. Si bien el amor confluente viene a legitimar las parejas homosexuales, esto no significa que toda relación de pareja homosexual responde exactamente al modelo de amor confluente. Los ideales románticos también permean a las parejas del mismo sexo. El matrimonio (legal o religioso) y los hijos dejan de ser objetivos o formas de legitimación de las relaciones. Importancia del concepto[editar] Muchas corrientes ven que el amor romántico es la forma en el que el carácter de la sociedad aparece en las relaciones de pareja; que ese modelo, que todavía hoy persiste, está sostenido por mitos y que hoy se ha convertido en un escenario que propicia la falta de modernismo.[2] Para estas corrientes el concepto es útil como forma de popularizar modelos de relaciones entre las personas distintos al amor romántico que no reproduzcan la opresión y el sometimiento hacia las mujeres. En palabras de Giddens: “El modelo de amor confluente implica la existencia de un marco ético para el fomento de una emoción no destructiva en la conducta individual y en la conducta comunitaria. Proporciona la posibilidad de revitalización de lo erótico –no como una habilidad de las mujeres impuras- sino como una cualidad genérica de la sexualidad en las relaciones sociales, formada por las atenciones mutuas y no por un poder desigual. El erotismo es el cultivo del sentimiento, expresado por la sensación corporal, en un contexto de comunicación; un arte de dar y recibir placer. Escindido del poder diferencial, puede hacer revivir las cualidades estéticas de las que habla Marcuse”[3] A. Giddens (1998:182) Véase también[editar] • Amor libre • Matrimonio abierto • Poliamor Referencias[editar] Notas[editar] 1. ↑ Versión digital disponible en [1] 2. ↑ Esperanza Bosch Fiol y otros (2004 - 2007). «Del mito del amor romántico a la violencia contra las mujeres en la pareja». Estudios e Investigaciones. Instituto de la Mujer - Ministerio de la Igualdad - España. Archivado desde el original el 6 de marzo de 2009. 3. ↑ Citado por María Banchs Rodríguez. «Identidades de género en la encrucijada. De la sociedad matrilineal al umbral de la postmodernidad». Revista AVEPSO - Fascículo 10. Asociación Venezolana de Psicología Social. pp. Pág. 24. Archivado desde el original el 31 de julio de 2009. Bibliografía[editar] • Jorge Gibert Galassi (Semestre 2/ 2005). «La teoría de la intimidad de Anthony Giddens». Revista Estudios sociales Nº 116. Corporación de Promoción Universitaria - Chile. pp. Pág.173 (2 de 13). (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última). • Mª del Mar Rodríguez-Brioso Pérez (2005). «FAMILIA Y OPINIÓN PÚBLICA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX». Tesis doctoral. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID. pp. Pág.178. • María Banchs Rodríguez. «Identidades de género en la encrucijada. De la sociedad matrilineal al umbral de la postmodernidad». Revista AVEPSO - Fascículo 10. Asociación Venezolana de Psicología Social. pp. Pág.24. Archivado desde el original el 31 de julio de 2009. • Sarah Corona Berkin / Zeyda Rodríguez Morales. «El amor como vínculo social, discurso e historia: Aproximaciones bibliográficas.». Revista Espiral, Abril año/vol 6, número 017. Universidad de Guadalajara, México. pp. Pág.53. Archivado desde el original el 8 de mayo de 2007. • Jordi Roca Girona. «MIGRANTES POR AMOR. LA BÚSQUEDA Y FORMACIÓN DE PAREJAS TRANSNACIONALES». Universidad Rovira i Virgili. Tarragona España. pp. Pág. 444 (16 de 30). • Guillermo Núñez Noriega y Edgar Ivan Zazueta Luzanilla (2008). «Los hombres y la cuestión del divorcio». Revista Casa del tiempo Sep/Oct 2008. Universidad Autónoma Metropolitana, México. pp. Pág. 17. • Aurora Leal García. «Nuevos tiempos, viejas preguntas sobre el amor. Un estudio con adolescentes». Universitat Autònoma de Barcelona. • Amor romántico, amor confluente y amor líquido. Apuntes teóricos en torno a los sistemas sociales de comunicación afectiva Dra. Soraya Calvo González. Universidad de Oviedo calvosoraya@uniovi.es Introducción • Los sentimientos son los engranajes que dan coherencia a los modelos afectivos y de pareja que se configuran explícitamente en los sistemas globales en los que participamos las personas: desde los ámbitos políticos e institucionales hasta los espacios más íntimos. Para entender el valor que esos sentimientos adquieren según el modelo afectivo desplegado es requerido hacer un repaso por las concepciones del amor que avance hasta los debates de la posmodernidad. Desde el punto de partida del concepto de amor romántico, en este artículo procederemos a desmenuzar teóricamente algunas de las concepciones modernas acerca del amor que son discutidas académicamente de manera multidisciplinar. En concreto, abordaremos el concepto de amor confluente de Giddens, y el concepto de amor líquido de Bauman. Así mismo, trataremos de engarzar estos conceptos con los diferentes planos contextuales en los que se enmarcan; teniendo presente el momento actual como aquel en el que se generan estos diálogos y se debate acerca de los matices que cada teoría imprime en los sistemas sociales de comunicación. Sexualidad, cuerpo y afectos en la sociedad red Lo post-analógico se engancha profundamente a lo que sentimos y vivenciamos afectivamente en forma de relaciones mediadas por ordenador, comunicación significativa a partir de herramientas tecnológicas o aplicaciones para ligar y encontrar pareja a través del móvil. Conceptos que estructuran una realidad afectiva y erótica en constante cambio e incertidumbre, en línea con la concepción líquida (Bauman, 2000) de la modernidad y de la sociedad Octubre 201 7 144 Amor romántico, amor confluente y amor líquido. Apuntes teóricos en torno a los sistemas sociales de comunicación afectiva | Dra. Soraya Calvo González Los medios se convierten en un altavoz para la estereotipación, de manera que el pensamiento dominante aumenta su influencia gracias a los mensajes pluriformales que se van sucediendo en entornos digitales. Al hablar de relaciones afectivas o de pareja esto cobra protagonismo de nuevo, ya que al igual que se reproducen mitos sobre el aspecto físico y orientaciones sobre gustos y consumos, también se organiza todo un ideario en torno a lo que significa el amor, la sexualidad o los cuerpos. El mundo de lo íntimo se acompaña de un morbo especial que parece imponer un velo translúcido entre lo que se habla y a lo que se refiere esa habla: las prácticas de la amatoria y la erótica quedan pixeladas en una sociedad que todo lo evidencia y todo lo escenifica. Entre pixeles y borrosidades se vislumbran luces a las que acercarnos para conocer de qué manera están influyendo los procesos de mediación digital en el conocerse y entenderse que exigen las relaciones interpersonales de lo no necesariamente reflexivo. Para que exista comunicación y relación afectiva y sexual es imprescindible la presencia de los cuerpos sexuados. El cuerpo propio es el primer espacio social (Bourdieu, 1986) de cada cual, el que inicia las interacciones y da cuenta de todas las influencias sociales, culturales, y normativas que se han ido incorporando a la identidad a lo largo de la experiencia vital. (McDowell, 2000). El cuerpo, por su propia presencia, también es un agente comunicador activo: es imposible no comunicar (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1971), por lo que las actuaciones de un cuerpo (una persona) en un plano de interacción van a generar, por su propia naturaleza, relaciones comunicativas no necesariamente verbales. Si bien los cuerpos van a estar involucrados en esta interacción, lo importante es atender a la misma en sí más allá de lo personalizable y desde una perspectiva sistémica que entienda el intercambio que se produce en toda su extensión (Watzlawick et al., 1971). Goffman concuerda con estos supuestos cuando nos habla del habla ligada a las expresiones y gestiones corporales de la co-presencia y sus significados (Caballero, 1998). Al no ser únicos ni absolutos, los cuerpos son subjetivos en sus configuraciones y direcciones, cuya tendencia gira hacia lo inacabado y a la búsqueda perpetua de definición de la misma manera que lo hacen las identidades y las vivencias en sociedades (de nuevo) líquidas. Los cuerpos y sus subjetividades “expresan sus encuentros, desencuentros, crisis, cambios, estancamientos (…) conjunciones, 145 Octubre 201 7 Amor romántico, amor confluente y amor líquido. Apuntes teóricos en torno a los sistemas sociales de comunicación afectiva | Dra. Soraya Calvo González articulaciones, plexos, tramas, conexiones materializados en las vidas cotidianas” (Agustin-García, 2014, p. 3). La subjetividad, como tal, no puede ser cuantificable externamente, ni estudiable basándonos en una observación de lo evidente y destacable. Para entender los cuerpos, y por ende sus subjetividades, debemos atender a la cultura que los sujeta (Martínez, 2004) buscando una aproximación a las formas en que esas referencias se imprimen en sus movimientos cotidianos, o lo que es lo mismo, entender de qué manera los grandes relatos de lo externo tienen su influjo en las vinculaciones, las reacciones y las tensiones emocionales. Llegamos a un conocimiento parcial del mundo en el que vivimos gracias a la interacción del ambiente con nuestros cuerpos. El mecanismo de conocimiento parcial es, a su vez, un mecanismo de regulación y dominación de lo que en los cuerpos se provoca. “Las sensaciones están distribuidas de acuerdo a las formas específicas de capital corporal. El capital corporal son las condiciones de existencia alojadas en el cuerpo individuo, en el cuerpo subjetivo y en el social” (Scribano, 2009, p. 145). Las sensaciones que explotan en cada uno de los cuerpos son reguladas y dominadas por el contexto en que esos cuerpos sexuados están sintiendo, y que se nutre de una categoría de formas de relación social grupalmente aceptadas y valoradas por el colectivo de personas inscritas en ese contexto (Bericat, 2000). De esas sensaciones nacen emociones y sentimientos: las emociones son reguladas mediante las tensiones entre los sentidos y las percepciones que nosotras mismas, como personas, interpretamos (Scribano, 2009). Los sentimientos son la construcción personal y estable de esas emociones, que derivan de las secuelas del placer o del dolor que las emociones imprimen en las mentes y, por supuesto, en los cuerpos (Fernández-Porcela, 2011, p. 3). La sociología de las emociones como corriente explicativa La sociología de las emociones (Bericat, 2000; Fernández-Porcela, 2011; Scribano, 2009), un subcorpus de la ciencia sociológica que se ha nutrido gracias a autores como Kemper (Kemper, 1978, 1981, 1989), ha arrojado interesantes cuestiones acerca de cómo las dimensiones sociales tienen su transcripción en forma de dimensiones Octubre 201 7 146 Amor romántico, amor confluente y amor líquido. Apuntes teóricos en torno a los sistemas sociales de comunicación afectiva | Dra. Soraya Calvo González emocionales, de manera que determinadas situaciones experienciales van a desencadenar reacciones sensoexpresivas que se traducen como emociones. “Soledad, envidia, odio, miedo, vergüenza , orgullo, resentimiento, venganza, nostalgia, tristeza, satisfacción, alegría, rabia, frustración y otro sinfín de emociones corresponden a situaciones sociales específicas” (Bericat, 2000, p. 150). Fernández-Porcela (2011) repasa en su artículo “Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos” diferentes abordajes de las emociones desde las ciencias de la salud y las ciencias humanas, llegando a la conclusión de que este campo de investigación va de la mano de las teorías posmodernas, y defiende que en la actualidad existe una nueva mirada que entiende las emociones desde una óptica más abierta, curiosa y comprensiva. Entre las referencias que Fernández-Poncela destaca, y siempre utilizando un criterio multidisciplinar, se encuentran profesionales de la neurología como Damasio (2006), antropólogos como Le Breton (2012) o gestaltistas como Muñoz Polit (2009). Tras la separación teórica entre emoción, sentimiento y sensación, y la aceptación de las diferencias que aparecen en torno a los conceptos esgrimidos según sean de aplicación los diferentes marcos del saber que desglosa el artículo, las evidencias apuntan a que existe una relación entre las cosas que sentimos y distintos cambios a nivel fisiológico y cognitivo. Estos cambios muestran, también, como nuestra forma de entender el mundo se configura en torno a experiencias, deseos y conductas típicas, las cuales pueden conectarse con acciones, creencias, y necesidades. Finalmente, la autora apunta cómo Geertz (2005) incide en que los esquemas culturales evidencian la realidad psicosocial y el aprendizaje de los significados de los códigos presentes en la sociedad, resaltando que esa subjetividad de los cuerpos con la que empezamos a desarrollar esta idea incluye pensamientos propios, deseos personales y, por supuesto, emociones y sensaciones. La razón y la emoción, lo que pensamos y lo que sentimos, identidades y relaciones; mismas versiones de una presencia física y social en que emiten y reciben, en un feedback necesario (Damasio, 2006). Giddens y Bauman: las concepciones post-románticas del amor. Aunque hemos optado por profundizar en los conceptos surgidos en los últimos años, es requisito imprescindible partir del referente histórico que sitúa el concepto 147 Octubre 201 7 Amor romántico, amor confluente y amor líquido. Apuntes teóricos en torno a los sistemas sociales de comunicación afectiva | Dra. Soraya Calvo González de amor romántico en el centro de la construcción de las relaciones de pareja (Sangrador, 1993). Natalia Tenorio repasa los conceptos de amor y sexualidad romántica como un esquema en el que “las relaciones sexuales entre los géneros (así como en general todas las interacciones entre éstos) eran concebidas bajo un orden estricto e inmutable, basado en una lógica binaria y jerárquica que mantenía enormes desigualdades entre hombres y mujeres” (Tenorio, 2012, p. 12). El amor romántico es un amor monógamo y heterocentrista centrado desde la creencia (y la vivencia) de un yo incompleto que busca en el otro o la otra la plenitud del ser, y que además vincula indisolublemente el romanticismo con la pasión y el erotismo. El amor romántico verdadero es perpetuo y para siempre, amor incondicional y no vinculado a la voluntad. Se habla también de amor feminizado (Tenorio, 2012) en el sentido de que el trabajo en pro del mantenimiento y justificación del amor se volvió una tarea de la mujer por su relación con la idea de la familia, el hogar, y la distancia con el mundo externo y social en una sujeción doméstica enajenada (Giddens, 1992). La sexualidad femenina bajo esta lente debe estar supeditada a la idea de maternidad y/o de fidelidad. En definitiva, un croquis de desequilibrio y que, debido a ello, legitima en su marco relaciones desiguales. Tras la superación parcial de ese modelo se sucede una dialéctica discursiva que, con el objetivo de describir los vínculos amorosos actuales, destaca diferentes situaciones desde un prisma gradualmente diferente. Giddens introduce el concepto de amor confluente en forma de ruptura con las características del ideal romántico, siendo una de sus principales distancias la concepción de un amor equilibrado entre hombres y mujeres en el que ambas partes de la pareja sean responsables del tipo de relación generado (Giddens, 1992). Para el autor, los ideales del amor romántico se fragmentan en las sociedades modernas debido la presión ejercida por la emancipación sexual femenina. Giddens propone un amor activo, reflexivo y pactado, que depende de la voluntad de sus miembros y se basa en un compromiso que va reafirmándose, posicionándose en contra de las inercias amorosas que significan un concepto de amor romántico e incondicional (Casado, 2014). Por todo ello, esta idea “choca con las expresiones de para siempre solo y único que se utilizan por el complejo amor romántico” (Giddens, 1992, p. 63). En este amor confluente el Octubre 201 7 148 Amor romántico, amor confluente y amor líquido. Apuntes teóricos en torno a los sistemas sociales de comunicación afectiva | Dra. Soraya Calvo González placer de lo erótico es recíproco, y a su vez se convierte en elemento clave para entender si una relación es satisfactoria y tiende a ser continuada, o no. La sexualidad se descentra, alejándose de la reproducción y, por lo tanto, de lo genital. El amor confluente no es heterosexual, ni monógamo, ni dependiente emocionalmente. La adopción generalizada de este nuevo patrón confluente podría dibujar un nuevo marco que interpretar en clave de igualdad y de relaciones consensuadas y conscientes. Sin embargo, y a pesar de que Giddens nos habla de transformaciones dramáticas y explosivas en las maneras en que las personas en las sociedades modernas se relacionan románticamente, parece que ciertos mitos vinculados al ideal del amor romántico siguen perpetuándose en nuestra actualidad (Bosch Fiol et al., 2007; Herrera, 2010; Rodríguez, 2015), por lo que lo augurado presenta lagunas prácticas. La tendencia de interpretación y gestión de las relaciones emocionales parecen seguir una dinámica transformativa (Tenorio, 2012), pero cabe también tratar la situación del contexto digital en la manera en que estos cambios se están sucediendo. Bauman invita a la reflexión sobre los vínculos humanos desde la razón de la modernidad líquida (Bauman, 2005). Al igual que la sociedad líquida supone transitoriedad, inestabilidad, inseguridad y falta de referencias de futuro; el amor líquido acerca esa asunción de precariedad e individualidad a las vinculaciones afectivas y amorosas. La decadencia de un estado del bienestar social y colectivo también repercute en la manera en que interpelamos y somos interpelados en una constante búsqueda del otro o de la otra, tiñendo los nexos de unión. Bauman (2005) defiende que la flexibilidad que nos impone el sistema occidental y capitalista también tiene su influjo en la construcción de las parejas actuales aportando fisuras a los compromisos. Las relaciones más que consensuadas son monetizadas, y están supeditadas a los beneficios que aporten en el día a día. No existen los largos plazos, al igual que tampoco lo existen en el mercado de trabajo: todo es renovable semanalmente, y las parejas van fluyendo en torno a las ciudades en movimiento y sus cambios sociales y económicos. Esta idea puede casar en cierto modo con el precepto de Giddens (1992) que asegura que el amor ya no es por su propia naturaleza para siempre, siendo necesario un trabajo bidireccional para perpetuarlas. Sin embargo, la definición de Bauman aporta un subtono esclarecedor y definitorio: 149 Octubre 201 7 Amor romántico, amor confluente y amor líquido. Apuntes teóricos en torno a los sistemas sociales de comunicación afectiva | Dra. Soraya Calvo González no solo es que no sean para siempre, es que su continuidad está comprometida constantemente. Lejos de entender que las relaciones son el producto de la implicación y el cuidado mutuo, el amor líquido dibuja un panorama ciertamente desalentador: más que de la voluntad, la continuidad de las relaciones dependen del entusiasmo y la satisfacción más egoístas con tendencias hedónicas. La libertad entendida como la alternativa posmoderna y valorizada ante el compromiso es otro de los términos básicos incluidos en el gran concepto de amor líquido. Esa libertad, asumida desde la perspectiva de lo mercantilista, alude al derecho propio de consumo individualista, sin tener en cuenta las repercusiones de ese consumo en el plano natural o social. En nombre de esa libertad se renuncia a la seguridad y al colectivismo (Bauman, 2000), así como se legitima el desarraigo afectivo (Bauman, 2005). Bauman refiere constantemente al miedo como aquello que compromete la viabilidad de las relaciones humanas, y al propio camino del humano en sí mismo (Bauman, 2007). El miedo del que nos habla el autor es un miedo a un futuro incierto, pero también un miedo a la posible fuerza de los sentimientos humanos: Si vivimos en una sociedad que nos obliga a alejarnos de nuestro entorno cercano para ganar en éxito profesional y, por ende, reputación personal, ¿cómo arriesgarse a conectarse con significatividad a algo que puede convertirse en un lastre que arrastrar? El amor y las relaciones de pareja, familia y amistad se convierten en números cuantificables superficialmente, en experiencias de disfrute y gozo proyectadas hacia el exterior pero no enraizadas hacia el interior. La superficialidad de las vinculaciones en el único garante del no sufrimiento. El autor refleja un paralelismo entre las palabras vinculación y conexión para expresar visualmente la idea que subyace a este amor líquido: si las vinculaciones son profundas, estables y cuestionan la integridad psicológica y sensorial; las conexiones son numerosas, externas, superficiales y temporales. Conclusiones en torno a los vínculos a partir de las reflexiones teóricas. Octubre 201 7 150 Amor romántico, amor confluente y amor líquido. Apuntes teóricos en torno a los sistemas sociales de comunicación afectiva | Dra. Soraya Calvo González En definitiva, el amor líquido torna los afectos en incertidumbres y lleva el sello de la obsolescencia programada que el sistema capitalista marca en todos sus productos. Parece existir convivencia entre los diferentes modelos de amor, sin verse desde la pureza absoluta ninguno de ellos. La cuestión del género, obviada por Bauman pero intensamente incorporada en la teoría de Giddens, será decisiva en la adaptación de las diferentes ideas de pareja a una vida más consensuada, más igualitaria y más respetuosa con el sentir y el desear. Las demandas culturales de igualdad y de reciprocidad dentro de una pareja, la obligación de satisfacción mutua en el ámbito sexual, así como la posibilidad de autonomía individual en la elección entre diversas alternativas posibles, coexisten aún hoy (…) con un orden más tradicional de división de géneros. De esta manera, se encontraron algunas significaciones y prácticas más cercanas al modelo de masculinidad hegemónica y del doble estándar moral sexual, las que parecen persistir frente al lento desarrollo de nuevos escenarios culturales (Carmona, 2011, p. 814) Bibliografía Agustin-García, A. (2014). «Tecnologías del amor: masculinidades y vínculos mediados por tecnologías». En Lasén, A. & Casado, E. Mediaciones tecnológicas. 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La sociología de las emociones y el estudio de los cuerpos desde una perspectiva humanista han aportado diferentes ideas sobre los conceptos de amor sobre los que se construyen las relaciones interpersonales y se articulan mitos e imaginarios colectivos. Tras la superación parcial del modelo del amor romántico se sucede una dialéctica discursiva que, con el objetivo de describir los vínculos amorosos actuales, destaca diferentes situaciones desde un prisma gradualmente diferente. Giddens y Bauman, con sus conceptos de amor confluente y amor líquido, dan vida a ese discurso. Este artículo pretende adentrarse en las influencias que tales concepciones de los afectos pueden tener en un contexto de relaciones digitalizadas en donde todos los elementos de la comunicación han sufrido importantes modificaciones. Con una abordamiento eminentemente teórico tratamos de esbozar un breve esquema de inicio cuyo objetivo es plantear nuevas preguntas de investigación y contraponer matices que desgranan vivencias que se insertan en comprensiones complejas de la sociedad y sus anclajes de significación simbólica.




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