DECLARO PÚBLICAMENTE QUE SOY FAN DE STEPHEN JAY GOULD. MercedesJones
Stephen Jay Gould es considerado uno de los más importantes científicos naturales de nuestra época. Como se expresa en la presentación de sus textos: él nos ha enseñado a comprender la ciencia y a entender el mundo con agudeza y buen humor. Lo cual es mucho más de lo que podemos decir de tantos otros científicos, teólogos y filósofos. Por poner algunas figuras emblemáticas en la tarea de decodificar y explicar lo tangible e intangible del universo que nos rodea.
Hace varios meses me sentí sumamente intrigada por algunas conversaciones que tuvimos en los almuerzos de los sábados con AnitaFiszbein y BrunoBerardino ambos biólogos y estudiantes de doctorado. No recuerdo exactamente el contenido de nuestra charla. Seguramente estaba arborizada en varios temas relacionados con la teoría de la evolución de las especies, los campos morfogenéticos y otras cuestiones de nuestro interés.
Como resultado del intercambio recibí como préstamo dos libros de Jay Goul, el primero de los cuales (Jay Gould, Stephen (2008)Dientes de Gallina y Dedos de Caballo, Reflexiones sobre la historia natural. Barcelona. Crítica) acabo de terminar de leer con mucho entusiasmo. No estoy muy segura de la mejor forma de trasmitir el deslumbramiento que tuve con algunas de sus ideas, tampoco si vale la pena registrar frases que por su construcción y contenido llegaban a lo poético. Otras eran altamente humorísticas. Todo el texto me resultó estimulante.
Mi memoria es ostensiblemente horrenda. Como es un libro prestado no lo puedo marcar, en los míos uso el lápiz que si es necesario puedo borrar. Mientras leía el libro no señalé nada, de modo que decidí ir registrando algunas ideas a medida que realizo una relectura, a vuelo de pájaro. Como el tamiz de la lectura rápida no es infalible, es probable que algunas de las ideas finas que disfruté con placer no las encuentre nuevamente. Pero, en todo caso, algo anotaré. Espero. MercedesJones, socióloga.
- Nota la pie: logré comprar dos libros de Stephen Jay Gould y me encanta el hecho de que los puedo leer y disfrutar de manera recurrente.
Rarezas Razonables
- La frase "las mujeres son más pequeñas que los hombres" sería aceptada por la mayoría de nosotros como un hecho general en la naturaleza, no como una trampa sexista. Y, por consiguiente, la mayoría de nosotros estaríamos equivocados. Los machos humanos son, por supuesto, generalmente más grandes que las hembras humanas y la mayor parte de los mamíferos que nos son familiares. No obstante, las hembras son más grandes que los machos en la mayor arte de las especies animales y probablemente en su inmensa mayoría. Los rorcuales azules son los animales más grandes que jamás hayan existido y, dado que las hembras son más grandes que los machos en las ballenas, el animal más grande de todos los tiempos es sin duda una hembra. La ballena más grande jamás medida de modo fiable llegaba a los 28 metros y era una hembra. El tamaño relativo de los sexos para reflejar una estrategia evolucionada para cada circunstancia particular. Una reafirmación de la idea de Darwin de que la evolución es fundamentalmente la historia de la adaptación a ambientes locales.(Jay Gould 2008:20)
- La naturaleza incluye en su seno multitud de fenómenos más horribles a nuestros ojos que la simple depredación. Sospecho que no hay nada capaz de invocar mayor revulsión en todos nosotros que la destrucción lenta de un huésped por un parásito interno: la ingestión gradual bocado a bocado, desde el interior. Los icneumónidos, como la mayor parte de las avispas, atraviesan su vida larvaria como parásitos que se alimentan del cuerpo de otros animales. Por ejemplo, la oruga. En la literatura científica existe una tensión entre el reconocimiento intelectual de que las avispas no debían ser descritas en términos humanos y la incapacidad literaria o emocional para evitar las categorías habituales de la literatura épica y narrativa del dolor y la destrucción, el vencedor y la victima. Parecemos estar atrapados en las estructuras míticas de nuestras propias sagas culturales, perfectamente incapaces, incluso en nuestras descripciones básicas, de utilizar un lenguaje que n o esté formado por las metáforas de la batalla y la conquista. No somos capaces de exponer este rincón de la historia natural en un lenguaje que no sea el de la historia, combinando el horror sórdido y la fascinación, y normalmente terminamos por admirar la eficiencia del icneumónido y no por sentir pena por la oruga.
Stephen Jay Gould http://es.wikipedia.org/wiki/Stephen_Jay_Gould (10 de septiembre de 1941 - 20 de mayo de 2002) fue un paleontólogo estadounidense, biólogo evolutivo,historiador de la ciencia y uno de los más influyentes y leídos divulgadores científicos de su generación.
- Gould pasó la mayor parte de su carrera docente en la Universidad de Harvard y trabajando en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. En los últimos años de su vida, impartió clases de biología y evolución en la Universidad de Nueva York, cercana a su residencia en el Soho.
- La mayor contribución de Gould a la ciencia fue la teoría del equilibrio puntuado que desarrolló con Niles Eldredge en 1972. La teoría propone que la mayoría de los procesos evolutivos están compuestos por largos períodos de estabilidad, interrumpidos por episodios cortos y poco frecuentes de bifurcación evolutiva. La teoría contrasta con el gradualismo filogenético, la idea generalizada de que el cambio evolutivo se caracteriza por un patrón homogéneo y continuo.
- La mayor parte de la investigación empírica de Gould se basó en los géneros de caracoles terrestres Poecilozonites y Cerion y además contribuyó a la biología evolutiva del desarrollo. En su teoría evolutiva se opuso al seleccionismo estricto, lasociobiología aplicada a seres humanos y la psicología evolucionista. Hizo campaña contra el creacionismo y propuso que la ciencia y la religión sean considerados dos ámbitos distintos, o «magisterios», cuyas autoridades no se superponen (Non overlapping magisteria en el original).3
- Muchos de los ensayos de Gould para la revista Natural History fueron reimpresos en libros entre los que sobresalen Desde Darwin y El pulgar del panda. Sus tratados más populares incluyen libros como La falsa medida del hombre, La vida maravillosay La grandeza de la vida. Poco tiempo antes de su muerte, Gould publicó un largo tratado recapitulando su versión de la teoría evolutiva moderna llamado La estructura de la teoría de la evolución (2002)
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- Con Richard Lewontin, Gould escribió un influyente trabajo en 1979 titulado Las enjutas de San Marcos y el paradigma panglossiano, que introdujo el término de arquitectura «enjuta» en la biología evolutiva. En arquitectura, una enjuta es una zona curva de mampostería que existe entre los arcos de apoyo de una cúpula. Las enjutas, también llamadas pechinas en este contexto, se encuentran sobre todo en iglesias góticas.
- Cuando visitaba Venecia en 1978, Gould se dio cuenta que las enjutas de la Basílica de San Marcos, aunque eran muy hermosas, no eran espacios proyectados por el arquitecto. Más bien los espacios surgieron como «subproductos arquitectónicos inevitables al montar una cúpula sobre arcos de medio punto». Por eso Gould y Lewontin definieron «enjutas» en el ámbito de la biología evolutiva como cualquier característica biológica de un organismo que surge como una consecuencia secundaria e inevitable de otras características; es decir, que no es directamente producto de la selección natural. Algunos ejemplos incluirían los «genitales masculinizados de las hienas hembra, el uso exaptativo de un ombligo como cámara de incubación por los caracoles, la joroba del ciervo gigante irlandés y varias características clave de la mentalidad humana».
- En Cándido de Voltaire, el Dr. Pangloss es retratado como un sabio despistado que a pesar de las pruebas dice que «todo está mejor en este, que es el mejor de los mundos posibles». Gould y Lewontin afirmaron que es panglossiano que los biólogos evolucionistas vean todos los rasgos como cosas atomizadas que han sido seleccionadas de forma natural y criticaron a los biólogos por no conceder espacio teórico a otras causas, tales como restriccionesfilogenéticas y del desarrollo. La frecuencia relativa de las enjutas así definidas, frente a las características adaptadas por la naturaleza, sigue siendo un tema polémico enbiología evolutiva. Un ejemplo ilustrativo del enfoque de Gould se puede encontrar en un estudio de Elisabeth Lloyd que considera el orgasmo femenino como un subproducto de compartir vías de desarrollo. Gould también escribió sobre este tema en su ensayo Pezones masculinos y ondas clitorídeas, impulsado por el trabajo anterior de Lloyd.
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- Gould argumenta que el camino de la evolución no fue hacia la complejidad, sino hacia la diversificación. Como la vida estaba obligada a comenzar desde un punto de partida simple, cualquier diversidad resultante en este paseo aleatorio sería percibida en la dirección de mayor complejidad. Pero la vida, argumenta Gould, se puede adaptar fácilmente a la simplificación, como suele ser en el caso en los parásitos.
- En una reseña de La grandeza de la vida, Richard Dawkins aprobó el argumento general de Gould, pero propuso que había visto pruebas de «una tendencia en los linajes a mejorar de forma acumulativa su eficacia adaptativa a su particular forma de vida, aumentando el número de características que se combinan en adaptaciones complejas. [...] Según esta definición, la evolución por adaptación no es progresiva por casualidad, sino que es profunda, recalcitrante e imprescindiblemente progresiva»
CIENCIA CON HUMOR
Stephen Jay Gould, el más famoso de los científicos naturales de nuestro tiempo, nos ha enseñado a entender la ciencia y a comprender el mundo con agudeza y buen humor. Todos sus libros son piezas esenciales del bagaje cultural que necesitamos. En este libro nos muestra el poder explicativo de la teoría evolutiva a partir de singularidades aparentemente misteriosas e intrigantes: «¿Por qué ningún gran animal se desplaza sobre ruedas? ¿Cómo puede inducirse a las gallinas a que desarrollen dientes, cuando hace más de cincuenta millones de años que no se han formado en ninguna ave? ¿Por qué coincidió la desaparición de los dinosaurios con la extinción de gran parte de los invertebrados marinos? Las cebras, ¿Son blancas con franjas negras, o negras con franjas blancas?
http://books.google.com.ar/books?id=GTbvLLS8CQ8C&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false
http://lacienciaysusdemonios.com/2009/08/01/stephen-jay-gould-el-equilibrio-puntuado-y-los-creacionistas/ Jay Gould, Stephen
Stephen Jay Gould De Wikiquote, la colección libre de citas y frases célebres.
Stephen Jay Gould (n. 10 de septiembre de 1941 - m. 20 de mayo de 2002) fue un paleontólogo estadounidense, biólogo evolutivo, historiador de la ciencia y uno de los más influyentes y leídos divulgadores científicos de su generación. Citas[editar]
- • «El hecho de la evolución está tan bien establecido como cualquier otro en la ciencia (tan seguro como la traslación de la Tierra alrededor del Sol)».[1]
- • «La vida es un arbusto de abundante ramificación, continuamente podado por el inexorable ángel de la muerte de la extinción, no una predecible escalera de progreso».[2]
- • «[En historia natural,] un gran descubrimiento a menudo requiere un mapa hacia una mina llena de tesoros ocultos entonces fácilmente recogidos con las herramientas convencionales, no una nueva y brillante máquina de la era espacial para penetrar en los mundos que antes eran inaccesibles».[3]
- • «Los dinosaurios evolucionaron hasta convertirse en pájaros».
- • «Bien, la evolución es una teoría. También es un hecho. Y hechos y teorías son cosas diferentes, no peldaños en una jerarquía de certeza creciente. Los hechos son losdatos del mundo. Las teorías son estructuras de ideas que explican e interpretan los hechos. Los hechos no se marchan cuando los científicos debaten teorías rivales para explicarlos. La teoría de gravitación de Einstein reemplazó a la de Newton en este siglo, pero las manzanas no se quedaron suspendidas en el aire esperando el resultado. Y los humanos evolucionaron de ancestros tipo monos ya sea que lo hicieron mediante el mecanismo propuesto por Darwin o por algún otro no descubierto aún».[1]
- • «Una persona no alcanza el estatus de Galileo simplemente porque sea perseguida, sino que también debe tener la razón».[4]
- • «El razonamiento es la simplicidad misma una vez se establece la actitud mental necesaria para permitirlo».[5]
Referencias 1. ↑ Saltar a:1,0 1,1 Réplica de Stephen Jay Gould, en la Universidad de Harvard, al artículo de Irving Kristol en The New York Times el 30 de septiembre de 1986; fue publicada en el número de enero de 1987 de la revista de divulgación científica Discover. 2. Volver arriba↑ Stephen Jay Gould: Wonderful Life (1989), 35. 3. Volver arriba↑ Stephen Jay Gould: The Lying Stones of Marrakech (2001). "Of Embryos and Ancestors", p. 318 4. Volver arriba↑ Stephen Jay Gould: Ever Since Darwin: Reflections in Natural History (1977, 1992), 154. 5. Volver arriba↑ Stephen Jay Gould: "Hen's Teeth and Horse's Toes" (1983)
DIENTES DE GALLINA Y DEDOS DE CABALLO
Jay Gould, Stephen (2008) Dientes de Gallina y Dedos de Caballo- Reflexiones sobre historia natural. Barcelona. Crítica.
- A todo el mundo le encantan los centenarios; (los cambios de década en las organizaciones) como dice Jay Gould, somos incapaces de resistir la tentación de celebrar algo limpio y nítido en un mundo deshilvanado y lleno de incertidumbres.
- La confusión había dado paso a un opuesto e indeseable estado de complacencia.
- Esta peculiar yuxtaposición de debates radicalmente diferentes, que ostensiblemente abordan el mismo tema….Pero la vida es un continuo solapamiento de lo profano y lo sagrado, y …¿a quién le interesa que sea de otra manera?
Rarezas razonables
- Nuestra capacidad incapacidad de discernir ningún bien universal no supone una falta de vidsión o de ingenio, sino que meramente demuestra que la naturaleza no contiene mensajes morales enmarcados en términos humanos. La moralidad es un tema para filósofos, teólogos, estudiosos de humanidades, de hecho, para todo ser pensante. Las respuestas no aparecerán de una lectura pasiva de la naturaleza; no surgen, ni pueden hacerlo, de los datos proporcionados por la ciencia. El estado actual del mundo no nos enseña cómo debemos, con nuestra capacidad para el bien o para el mal, alterarlo o preservarlo del modo más ético. (43)
- Darwin le escribió a Asa Gray: Siento muy dentro de mí que toda esta cuestión es excesivamente profunda para el intelecto humano. (haciendo referencia al problema del mal) Igual podría un perro especular acerca de la mente de Newton. Que cada persona confíe y crea en lo que pueda. (45)
- Somos, como ha afirmado Konrad Lorenz, especialistas de la no especialización.
- Vidas rápidas y cambios caprichosos
- El triunfo póstumo es algo hueco, por reconfortante que resulte en abstracto.
- ÉRASE UNA VEZ EL ZORRO Y EL ERIZO PREFACIO: PRESENTACIÓN DE LOS PROTAGONISTAS*
https://revistas.uexternado.edu.co/index.php/ecoins/article/view/152/8167
- ONCE UPON A TIME THE FOX AND THE HEDGEHOG. PREFACE: INTRODUCING THE PROTAGONISTS
Stephen Jay Gould
* Presentación del libro Érase una vez el zorro y el erizo. Las humanidades y la ciencia en el tercer milenio, de Stephen Jay Gould, Barcelona, Editorial Crítica, 2004.
Prefiero utilizar aquí el inicio de los cuentos de hadas rusos, que es más eufónico que nuestro equivalente “había una vez”: zhili byli (o, literalmente, “vivió, fue”). De modo que empiezo así este cuento complicado de discordia inicial y concordia potencial: “Zhili byli el zorro y el erizo”. En su Historia animalium, de 1551, Konrad Gesner, el gran sabio suizo de casi todo, bosquejó las imágenes iniciales y “oficiales” de estos seres en el primer gran compendio del reino animal publicado en la época de Gutenberg. El zorro de Gesner encarna el engaño y la astucia que tradicionalmente se asocian a este importante símbolo de nuestra cultura: sentado sobre sus cuartos traseros, preparado para lo que sea, las patas delanteras rectas y extendidas, las posteriores listas para saltar, las orejas enhiestas y el pelo erecto a lo largo de toda la línea del lomo. Por encima de todo, su cara sonríe enigmática y abiertamente, desde las tiesas pestañas hasta la sonrisa larga y afectada, terminando en el ahusado hocico con los bigotes extendidos... Todo parece decir: “Mírame ahora, y después dime si has visto nunca algo que sea siquiera la mitad de avispado”.
El erizo, en cambio, es largo y bajo, todo él expuesto y nada escondido. Toda la superficie superior de su cuerpo está recubierta de púas y sus pequeños pies se acomodan perfectamente bajo esta estera protectora superior. La cara, a mí, me parece sencillamente plácida: ni estúpida ni ausente, con la expresión, más bien, de una confianza severa pero completamente comprometida.
Sospecho que Gesner dibujó estos dos animales para destacar estas sensaciones y asociaciones de una manera directa y a propósito. Porque la Historia animalium de 1551 no es una enciclopedia científica en el sentido moderno de presentar información basada en hechos sobre objetos naturales, sino un compendio renacentista de todo lo que habían dicho o informado observadores o moralistas sobre los animales y sus significados, con el énfasis puesto en los autores clásicos de Grecia y Roma (que desde el Renacimiento se veían como la encarnación de la sabiduría asequible en su forma más elevada) y, en el mejor de los casos, utilizando la verdad y la falsedad objetivas, como un criterio menor para reforzar ese énfasis. Cada anotación incluye información empírica, fábulas, usos humanos y relatos y listas de proverbios en los que aparece el animal en cuestión.
El zorro y el erizo no sólo representaban los símbolos distintos y bien conocidos de la astucia frente a la perseverancia. También habían estado explícitamente relacionados, desde el siglo VII a. C., en uno de los proverbios sobre animales más ampliamente conocidos, un refrán enigmático que consiguió una vida renovada en el siglo XX. Es evidente que Gesner dibujó a su zorro y a su erizo en sus papeles de protagonistas de esta máxima grande y algo misteriosa.
En la época de Gesner, y siempre desde entonces para estos asuntos, cualquier estudioso en busca de un proverbio acudía inmediatamente a la fuente más aceptada, como si dijéramos el Bartlett1 sin rival para este tipo de citas: los Adagia (adagios o proverbios) compilados, y publicados por primera vez en el año 1500, por el mayor de los intelectuales del Renacimiento, Erasmo de Rotterdam (1466-1536). Desde luego, Gesner utilizó y reconoció el mérito de la extensa discusión de Erasmo del proverbio que relacionaba a ambos animales en sus dos artículos, De Vulpe (Sobre el zorro) y De Echino (Sobre el erizo), de su tratado fundamental de 1551.
Este proverbio algo misterioso procede de una fuente imprecisa, Arquíloco, el soldado-poeta griego del siglo VII a. C. que a veces se ha considerado el mayor lírico después de Homero, pero que sólo se conoce a partir de fragmentos y de citas secundarias, sin ningún escrito extenso ni datos biográficos. Erasmo cita, en su latín universalizado, el contraste arquilóquico de zorro y erizo: Multa novit vulpes, verum echinus unum mágnum (o, aproximadamente: “El zorro planea muchas estrategias, el erizo conoce una sola estrategia, grande y efectiva”).
Empleo esta imagen trillada, aunque enigmática, de dos maneras importantes (y asimismo en el título del libro) para ejemplificar mi concepto de la relación adecuada entre las ciencias y las humanidades. No podría estar más de acuerdo con el sentimiento vital expresado por mi colega E. O. Wilson (aunque la parte III de este libro explicará también mis razones para rechazar su vía preferida hacia nuestro objetivo común): “La mayor empresa de la mente siempre ha sido y siempre será el intento de conectar las ciencias con las humanidades”2. Utilizo la antigua imagen de Arquíloco, y la extensa exégesis de Erasmo, para subrayar mis propias recomendaciones para una unión fructífera de estas dos grandes vías del saber. Pero mi comparación no se basará en la más directa o sencilla. Es decir, y de manera enfática, no afirmo que una de las dos grandes vías (ya se trate de la ciencia ya de las humanidades) funciona como el zorro y la otra como el erizo.
De los dos usos que hago, el primero es, lo confieso, completamente idiosincrásico, enteramente concreto y casi tan enigmático como el propio proverbio. Es decir, me referiré, en un razonamiento crucial, a la cita específica de la explicación que hace Erasmo del lema de Arquíloco tal como se conserva en un ejemplar concreto del libro de Gesner de 1551. Además, aunque yo deleite al lector con zorros y erizos en esta introducción, este primer uso desaparecerá completamente del texto hasta las últimas páginas, donde cito (e ilustro) este párrafo para obtener una conclusión general final con un brío empírico específico. Además del zorro y el erizo, un misterioso magíster comparte espacio con los dos animales en el título original inglés de la obra3. Ese “maestro” hará una breve aparición mediadora (en el capítulo 4) y después se retirará así mismo hasta encontrarse con los dos animales en las páginas finales.
Pero mi segundo uso impregna todo el libro, aunque intento mantener los recordatorios explícitos en un mínimo soportable (un esfuerzo que exige gran dominio de uno mismo, y que en cualquier caso se arriesga al probable fracaso de un personaje tan didáctico como su seguro servidor). Este segundo empleo se halla así mismo fuertemente ligado a los significados metafóricos que a lo largo de la historia se han superpuesto a la imagen de Arquíloco, en especial desde la exégesis intelectual de Erasmo. Este uso se convirtió en básico para el comentario literario del siglo XX cuando Isaiah Berlin (mi héroe intelectual personal y un hombre encantador que me ofreció su amistad cuando yo era un tímido principiante y absoluto don nadie) invocaba el emparejamiento de zorro y erizo para contrastar los estilos y actitudes de varios famosos escritores rusos. Desde entonces, la gente de letras ha jugado a un juego común a la hora de designar a sus literatos favoritos (o anatematizados) ya como erizos por su tenacidad en aferrarse a un estilo o en defender una idea clave, ya como zorros por su capacidad de moverse una y otra vez, como Picasso, desde un modo y significado de expresión excelente a otro completamente distinto. El juego mantiene bordes afilados porque tales atribuciones se han hecho tanto de forma descriptiva como restrictiva, y las personas de buena voluntad (y de mala voluntad, si de eso se trata) pueden argumentar eternamente acerca de una o ambas de tales formas. (Debo confesar asimismo que titulé uno de mis libros de ensayos Un erizo en la tormenta4 para designar mi propia y tozuda invocación de la evolución darwiniana como tema que encaja en casi cualquier contexto o controversia).
Erasmo (lo estoy citando a partir de mi edición de 1599 de sus Adagia) empieza con las razones usuales y evidentes para la famosa contraposición de Arquíloco. Cuando es perseguido por los cazadores, el zorro idea cada vez una manera nueva y escurridiza de escapar: Nam vulpes multijugis dolis se tuetur adversus venatores (“Porque el zorro se defiende de los cazadores utilizando muchos ardides diferentes”). El erizo, en cambio, intenta mantenerse alejado del peligro, pero emplea su único gran truco si es alcanzado por los perros de los cazadores: el animal se enrolla formando una bola, con su pequeña cabeza y sus pies diminutos, y su blanda panza, protegidos total y completamente por una capa envolvente de púas. Los perros pueden hacer lo que quieran: golpear al animal, hacerlo rodar o incluso intentar morderlo, pero sin ningún resultado (o con el resultado de dolorosas heridas); porque los perros no pueden capturar a esta bola pasiva y llena de púas, y en último término tendrán que dejar al animal solo, quien finalmente (cuando el peligro haya pasado) se desenrollará y, tranquilamente, se alejará ileso. Erasmo escribe: Echinus unica duntaxat arte tutus est adversus canum morsus, siquidem spinis suis semet involuit in pilae speciem, ut nulla ex parte morsu, prendi queat (“El erizo sólo tiene una técnica para mantenerse a salvo frente a la mordedura de los perros, porque se enrolla, con las púas hacia fuera, en una especie de bola, de modo que no puede ser capturado a mordiscos”).
Mas avanzada esta exégesis, Erasmo añade incluso un viejo cuento de intensificación, al mencionar de manera delicada sólo los grandes rasgos del relato, y remite a sus lectores a las fuentes originales si quieren saber más. Si acaso este único gran truco fallara, el erizo suele aumentar la misma apuesta básica al emitir un chorro de orina, que cubre las púas y las debilita hasta el punto de excisión. Pero, ¿cómo puede ayudar al animal esta forma espectacular de corte de pelo autoinfligido? Erasmo no va más allá, pero cuando consultamos a Plinio y Eliano (las dos fuentes clásicas que cita Erasmo), nos enteramos de lo mal bicho, duro y determinado que puede ser este animal aparentemente tímido. El truco definitivo de la orina, se nos dice, puede funcionar de tres maneras distintas. En primer lugar, con las púas extirpadas, a menudo el animal se puede escabullir sin ser advertido. En segundo lugar, la orina huele tan mal que los cazadores perrunos o humanos pueden simplemente perder su interés y batirse en una rápida retirada. Tercero, si todo lo demás falla, y los cazadores acaban por capturarlo de todos modos, al menos el erizo puede disfrutar de su última carcajada de muerte, porque su corte de pelo lo ha convertido en inútil para sus captores (quienes, en una cuarta utilidad potencial, podrían asimismo abandonarlo frustrados, al reconocer este resultado por adelantado): porque el principal atractivo del erizo para los seres humanos reside en el valor de su piel, pero sólo si tiene las púas intactas, como un cepillo natural.
El poder y el atractivo de la imagen de Arquíloco radica, como resulta evidente, en sus dos niveles de significado metafórico para los contrastes humanos. El primero se refiere a estilos psicológicos, que se suelen aplicar a objetivos bastante prácticos. Batirse o persistir. Los zorros deben su supervivencia a una cómoda flexibilidad y la capacidad de reinvención, a un talento misterioso para reconocer (muy pronto, mientras todavía existen posibilidades) que un camino elegido no producirá frutos, y que o bien hay que encontrar rápidamente una opción diferente, o bien hay que jugar a un juego distinto. Los erizos, en cambio, sobreviven porque saben exactamente lo que desean, y mantienen la senda escogida con una persistencia inmutable, resistiendo penas y calamidades, hasta que los adversarios menos comprometidos acaban finalmente por abandonar, dejando el camino libre de obstáculos para darse un paseo hacia la victoria.
El segundo, desde luego, tiene que ver con estilos preferidos de práctica intelectual. Diversificarse y embellecer, o intensificar y cubrir. Los zorros (los grandes, no los ramoneadores frívolos u ostentosos) deben su reputación a una ligera (pero realmente iluminadora) propagación de auténtico genio en muchos campos de estudio, y aplican sus diversas habilidades a introducir un fruto nuevo y crucial para que otros estudiosos lo recojan y lo mejoren en un huerto concreto, y después se van a sembrar algunas semillas nuevas en un campo totalmente diferente. Los erizos (los grandes, no los pedantes) localizan una mina vitalmente importante, en la que sus dotes particulares y realmente especiales no pueden ser igualadas. Después permanecen en aquel lugar durante toda su vida, excavando cada vez a mayor profundidad (porque nadie más puede hacerlo), llegando a depósitos cada vez más ricos de un filón principal cuya generosidad completa no ha sido nunca antes tan bien reconocida ni explotada.
Utilizo el zorro y el erizo para mi modelo por la manera en que las ciencias y las humanidades deben interactuar, porque creo que ninguna estrategia pura puede funcionar, pero que una unión fructífera de estos opuestos aparentemente tan distantes puede articularse, con buena voluntad y una moderación importante por ambos bandos, en una empresa diversa pero común de unidad y poder. La manera del erizo no puede bastar porque las ciencias y las humanidades, por la lógica básica de sus esfuerzos dispares, realizan cosas distintas, cada una de ellas igualmente esencial para la humanidad. Necesitamos esa totalidad por encima de todo, pero no podemos conseguir el objetivo eliminando las diferencias legítimas (criticaré la idea de consiliencia de Wilson sobre esta base) que hacen que nuestras vidas sean tan variadas, tan irreducibles y tan fascinantemente complejas. Pero si perdemos de vista este objetivo general (la intuición del erizo) que subyace a las preocupaciones y aproximaciones legítimamente diferentes de estas dos grandes maneras, entonces estaremos realmente derrotados, y los perros de la guerra destriparán nuestro vientre y vencerán.
Pero la manera del zorro tampoco puede imponerse, porque una flexibilidad demasiado grande puede conducir a la supervivencia sin un valor duradero: la mera persistencia sin un núcleo moral o intelectual intacto. ¿De qué triunfo puede alardear ese camaleón por excelencia, si no obtiene ni siquiera el mundo, sino sólo su continuidad básica, al precio de su alma? Por suerte, y en el sentido más norteamericano y localista, conocemos un modelo de larga persistencia y utilidad probada para las virtudes de la unión fructífera de opuestos aparentes. Este modelo nos ha ayudado a través de los peores fuegos del desafío (tanto la autoinmolación voluntaria desde 1861 a 1865, como los obstáculos externos que se intentaron varias veces, empezando con las primeras batallas de 1775)5.
Hemos llegado a encarnar este ideal en nuestro lema nacional, e pluribus unum (“uno de entre muchos”). Si las diferentes habilidades y maravillosas flexibilidades del zorro pueden combinarse con la visión clara y el propósito testarudo y sincero del erizo, entonces un estandarte tachonado de estrellas puede proteger a una gran extensión de máxima diversidad, porque ahora finalmente todas las habilidades del zorro cuajan para realizar la gran visión del erizo. Nunca antes en la historia humana se ha intentado el experimento de la democracia a través de una gama tan extensa de geografías, climas, ecologías, economías, idiomas, grupos étnicos y capacidades. Dios sabe que hemos padecido nuestros problemas, y que hemos impuesto persecuciones horrendas y duraderas a sectores con iniciativas, mancillando así el gran objetivo de la manera más vergonzosa que se pueda imaginar. Aun así, como balance, y en comparación con todos los demás esfuerzos de escala similar en la historia humana, el experimento ha funcionado, y ha ido demostrando una mejora sustancial, al menos en el curso y en los recuerdos de mi vida.
Ofrezco la misma receta básica para la paz, y el crecimiento mutuo en fortaleza, de las ciencias y las humanidades. Estos dos grandes empeños de nuestra alma y nuestro intelecto funcionan de manera diferente y no pueden amalgamarse en una coherencia sencilla, de modo que hay que darle su oportunidad al zorro. Pero las dos aventuras pueden conducirnos hacia delante, ineluctablemente unidos si es que acaso queremos mantener alguna esperanza de llegar, hacia el objetivo común de la sabiduría humana, conseguida a través de la unión del saber natural y del arte creativo, dos verdades diferentes pero que no entran en conflicto, que, al menos en este planeta, sólo los seres humanos pueden forjar y fomentar.
Pero aprendí una lección importante de la lectura del comentario de Erasmo y al considerar el significado más profundo de las ilustraciones de Gesner. Erasmo, siguiendo la guía literal del minimalismo de Arquíloco, presenta los estilos del zorro y el erizo como simplemente diferentes, siendo cada estrategia efectiva a su manera, y expresando cada una un extremo de un continuo. Pero Erasmo está claramente a favor del erizo en un sentido crucial: por lo general los zorros se las apañan muy bien, pero cuando la suerte está echada in extremis, mira en tu interior y sigue la manera singular e inevitable que surge del corazón y el alma de tu ser, sean cuales sean los límites naturales... porque nada supera a una brújula moral inmutable en los momentos del mayor peligro.
Erasmo, después de alabar las muchas argucias del zorro (como se ha citado anteriormente), añade después: Et tamen haud raro capitur (“Pero, sin embargo, es capturado no raramente”). El erizo, en cambio, casi siempre acaba ileso, quizá un poco estresado y engañado, pero en último término incólume. De modo que los intelectuales de toda índole y tendencia han de mantener esta integridad fundamental de no compromiso con la moda o (mucho peor) con las adulaciones maléficas del poder temporal. Siempre hemos sido, y siempre seremos, una minoría. Pero si nos enrollamos en una bola ante los golpes, mantenemos los bríos de nuestra integridad interna y colocamos enhiestas nuestras púas, no podemos perder, porque la pluma, apoyada por algunos modos de difusión, es realmente más poderosa.
Finalmente, no quiero menospreciar ni difamar al zorro, cosa que tampoco desea hacer Erasmo, a pesar de su frase clara y contundente, que acabo de citar, contra este símbolo redomado de astucia. Porque Erasmo termina su largo y sesudo comentario con dos relatos sobre diálogos entre el zorro y otro hermano carnívoro. El primer relato del zorro y el gato simplemente amplía el punto de vista inicial de Erasmo acerca de la ventaja del erizo en episodios de gran vigor e intensidad. Los dos animales se encuentran y empiezan a discutir acerca de las mejores maneras de eludir las jaurías de perros cazadores. El zorro se jacta de su enorme saco de trucos, mientras que el gato describe su única manera efectiva. Después, justo en medio de esta discusión abstracta, los dos animales han de enfrentarse a una prueba inesperada y práctica por excelencia: “De pronto, en medio de la discusión, oyen los ladridos de la jauría de perros. El gato salta inmediatamente al árbol más alto, pero el zorro, mientras tanto, es rodeado y capturado por la manada de perros”. Praestabilius es se nonnunquam unicum habere consilium (“Quizá es mejor tener una manera de sabiduría”), añade Erasmo, id sit verum et eficaz (“mientras sea real y efectiva”).
Pero el segundo relato del zorro y la pantera salva a nuestro designado personaje y muestra la belleza interior de su flexibilidad, según queda ilustrado, porque evita la mera exhibición llamativa en favor de la verdadera destreza mental. Erasmo escribe:
Cum aliquando pardus vulpem pre se contemneret, quod ipse pellem haberet omnigenus colorum maculis variegatem, respondit vulpes, sibi decoris in animo esse, quod ille esset in cute.
Cuando la pantera menosprecia al zorro en comparación con ella, porque su piel [la de la pantera] está tan bellamente abigarrada con tantas manchas de colores de todo tipo, el zorro responde que es mejor estar decorado así en la mente que en la piel.
Y así les digo a las ciencias (en las que resido desde hace tanto tiempo con orgullo y satisfacción) y a las humanidades (cuya duradera técnica de exégesis a partir de fuentes impresas clásicas intento utilizar, a mi propia manera, como modo primario de análisis en este libro): ¡qué poder podríamos forjar juntos si todos pudiéramos prometer hacer honor a las dos maneras, ambas realmente diferentes e igualmente necesarias, y después unirnos a ellas con todo respeto, al servicio de un objetivo común, tal como se expresa en la antigua definición de Platón del arte como modificación humana inteligente y ornamentación maravillosa, basado en la verdadera veneración de la realidad de la naturaleza! Porque entonces, tal como dijo el poeta persa:
¡Oh! El desierto fuera suficiente paraíso.
Entonces el desierto (la sencilla maraña de maravillas de la naturaleza) se convertiría en un paraíso (literalmente, un jardín cultivado de delicias humanas).
El objetivo no podría ser mayor ni más noble, pero las tensiones son antiguas y profundas, por falsamente planteadas que estén desde el inicio, y por agitadas por pequeñas mentes que hayan sido desde entonces. Así, puede conseguirse ciertamente la unión del zorro y el erizo, y a buen seguro produciría, como progenie, una cosa resplandeciente llamada amor y estudio, creatividad y conocimiento. Pero será mejor que, para esta hibridación, actuemos de acuerdo con la resolución de un chiste viejo y malo sobre un animal no estrechamente emparentado con el erizo, pero que funcionalmente es su equivalente en la manera primaria de esta discusión. Utilizando un lenguaje más decoroso de lo que el chiste impone, ¿cómo pueden copular dos puercoespines? La respuesta, desde luego, es: “con cuidado”.
NOTAS AL PIE
1. De John Bartlett (1820-1905), famoso editor y compilador norteamericano. (N. del trad.)
2. De su libro Consilience: The Unity of Knowledge, Nueva York, Knopf, 1998, p. 8. [Hay traducción castellana: Consiliencia. La unidad del conocimiento, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 1999, p. 15. (N. del trad.)].
3. Recordémoslo: The Hedgehog, the Fox and the Magister�s Pox. (N. del trad.).
4. An Urchin in the Storm. Essays About Books and Ideas, Nueva York, W. W. Norton, 1987. El propio Gould aclaraba a continuación que el erizo es llamado urchin por los ingleses y hedgehog por los norteamericanos. (N. del trad.).
5. La guerra civil o de secesión norteamericana y la guerra de independencia, respectivamente. (N. del trad.).
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