LIDERAZGOS ENTRAÑABLES

Significa liderazgos con las entrañas, con el corazón. con todo lo que somos y lo que queremos ser.

Tengo una esperanza concreta y tópica, dice MarcelaLagarde. Porque vivo con mujeres que están cambiando el mundo todos los días con manos, cabeza y corazón. Reivindico que siendo tan diferentes podemos tener puntos de encuentro que permiten identificarnos y avanzar. No tengo el estilo de descalificar lo que se ha estado construyendo, no creo positivo utilizar los espacios de encuentro entre mujeres para confrontar de manera destructiva, es una pérdida de energía muy grande.

Describiré brevemente algunos de los atributos y características de los liderazgos entrañables. Estas ideas están tomadas de: http://xenero.webs.uvigo.es/profesorado/marcela_lagarde/liderazgos.pdf

Un eje de este tipo de liderazgo es que son liderazgos del consenso. Con firmeza y persuasión en torno a influir en la otra persona a partir de una intencionalidad profunda de convencer a un otro que, inclusive, desconfía. Los liderazgos entrañables son liderazgos de convicción. No son liderazgos de derrotar, de vencer a la otra persona sino de con-vencer.

Los liderazgos entrañables son liderazgos de acción. Este eje indica que no sólo queremos convencer, compartir y construir nuevas perspectivas sino que tienen que estar fundamentadas en actividades concretas.

Además, hay un eje que podríamos llamar de ejemplaridad. Hay una fuerte relación entre el pensar, el hacer y el existir. En este tipo de liderazgo la ética antecede a la política, la prefigura y la configura. Es otra de las claves filosóficas del liderazgo de las mujeres. Encontrarnos en una ética mínima. En acuerdos básicos. Ética cordis ¡? Ética minimalista en la que podamos confluir la mayoría de nosotras.

Son liderazgos inaugurales. Son pioneros en maneras de ser, en generar nuevos espacios, nuevas herramientas y vínculos aunque no sean valorados y generen contrariedad, suspicacia, hostilidad. Hay muchas formas de ser pioneras e inaugurales. No simplemente por poner una flor en el escritorio no tienen que ver con gestos formales de femineidad. Preguntarnos para qué queremos ser juezas si vamos a sostener una perspectiva autoritaria de la justicia. ¿Para qué queremos ocupar estos lugares si no tenemos intenciones de mejorar y vamos a hacer lo mismo que venían haciendo los varones,? Por eso, el coraje, valentía, creatividad, osadía tendrán que estar presentes. Pueden ser espacios y modalidades que no estén legitimados e imponen dificultades inmensas. Pero, logran el apoyo comunitario si se corresponden con anhelos colectivos. También podemos hacer de las necesidades de las mujeres necesidades colectivas y luego en intereses políticos, institucionales, de las organizaciones, de los movimientos.

Son liderazgos con raíces. Somos pioneras porque tenemos antecesoras. Aprender de ellas. Reconocer que existen. Explorar, analizar, escribir, difundir sus experiencias, pensamientos e ideas. Darles visibilidad. (Propongo citar mujeres, tener como modelo a mujeres, conocer la historia de mujeres ejemplares, contemporáneas y remontarnos hasta la Grecia Antigua, elijamos modelos femeninos para inspirarnos)

Son liderazgos de reconocimiento de las otras mujeres. SororidadSisterhood De generar acciones públicas afirmativas. De reconocernos, valorarnos, legitimarnos. En muchas de nosotras que no tenemos formación en cuestiones de género, que no venimos de la lucha por los derechos de las mujeres lo que aparece como prioridad es lograr el reconocimiento de los hombres. No nos damos cuenta de la negación, de la invisibilización de la falta de valoración de los liderazgos de otras mujeres. Las lideresas se esmeran por poner en valor públicamente a las otras.

Estas pautas mínimas de comportamiento integran y van construyendo un código propio de los liderazgos entrañables. Estar a favor de las mujeres aunque muchas no estemos a favor de nosotras mismas. Pero, estar a favor de las mujeres y estar a favor de mi misma no siempre se logra, y no siempre es fácil. Son tres niveles distintos, estar a favor de mí misma, estar a favor de la causa de género como causa social, política, cultural y estar a favor de las mujeres concretas. Buscar la concordia más allá de la afinidad ideológica. Nos enseñaron que para mostrarnos asertivas teníamos que usar el lenguaje de la discordia y la confrontación. Ahora, tenemos que construir el espacio de los acuerdos por empatía de género. Aprender a disentir sin oponernos.

Son liderazgos con una estética política propia. Las pioneras históricamente tuvieron que asumir roles políticos masculinizados. Formas de actuar, hablar y vestirse masculinas. Mimetizarse con gestualidades y discursos de los varones. Fue necesario. Pero, en el siglo XXI podemos y deberíamos lograr un estilo propio, femenino. Que no pasa por poner flores en el escritorio. No es una estética formal, externa.

Inauguramos liderazgos con ciudadanía política legítima. Con representatividad política legítima. Pero no tenemos que caer en la trampa. Vivimos la paradoja de la representación. Frecuentemente confundimos la representación simbólica de las mujeres con la representación política. Aunque simbólicamente nos adjudican siempre la representación de género –si nos equivocamos es porque somos mujeres- y se nos adjudica el error de algunas mujeres a todas las demás. Es decir, si nos equivocamos se equivocan con nosotras todas las demás. Sin embargo, no podemos hablar en representación de “las” mujeres. No podemos hablar por las mujeres del país. Hablamos desde nuestro propio lugar, exclusivamente. Podemos hablar de género a condición de que hablemos desde nosotras mismas, como casos concretos, desde la experiencia acotada de la propia vida y desde allí encontrarnos con lo que tenemos en común. Es propio de algunas ideologías hablar con conceptos abstractos y en nombre de otras personas que nunca delegaron su representación. No podemos representar a quienes nunca nos designaron para ello. No podemos pretender representar a toda una categoría social porque seamos mujeres, sociólogas o latinoamericanas. Somos diferentes y solamente podemos representar a quienes nos designas sus representantes políticas. Marcela Lagarde, cuenta que fue invitada a dar un seminario en España y les hizo una propuesta de los temas a desarrollar. Pero, le pidieron que hablara de la mujer latinoamericana. Lagarde explicó que ella habla de la diversidad, no existe tal cosa como la mujer latinoamericana. Es una manera de invisibilizar a las mujeres concretas.

Son liderazgos mínimos, que se cuidan muy bien de ejercitar la todología. No somos expertas y opinadoras respecto de todo. No sabemos todo ni tenemos que saberlo. Nos especializamos.

Discontinuidad de los liderazgos, cooptación y enemistad entre las mujeres. Son liderazgos que muestran crisis y desgaste personales muy agudos. Quienes están permanentemente en línea, trabajando por una causa personal, familiar o colectiva se agotan, ponen el cuerpo pero no cuidan ese cuerpo. Hay extenuación. Eso lleva a la discontinuidad en los liderazgos. Que las mujeres entremos y salgamos de los liderazgos por agotamiento, por cansancio es casi un lugar común. En cambio los hombres tienen apoyo social para desarrollar los suyos. Ellos cuentan con sus mujeres, con madres, hijas, hermanas que los sostienen.

Para aprender a cuidarnos y protejernos, conviene realizar una triple ruptura: heroísmo, martirio y omnipotencia.

Cuando alguien es cooptado implica que es tomado por el bando opuesto y acaba defendiendo ideas políticas y valores antagónicos a los que decía defender. Muchas veces se abandona por fatiga ideológica, por no tener fuerza para seguir las intuiciones, por carecer de formación de género y no poder sostener argumentos. Pueden ser cooptadas también por falta de recursos, por falta de apoyo y sustento social y regresan a una situación prepolítica. Otro tema es la enemistad, la competencia, la rivalidad entre mujeres. El modelo cultural no promueve los acuerdos. Fomenta la discordia, confrontación y desconfianza. Pero, si no los buscamos nosotras nadie lo va a hacer. Tenemos que afrontar el hecho de que existe supremacismo de clase, de raza, de edad, de ideología, etc Las mujeres no necesitamos destruir a nadie para tener poder. Una cuestión es discrepar y otra, muy distinta, confrontar.

Liderazgos que le dicen sí a la amabilidad y no a la violencia. La amabilidad es una dimensión de la política.

Seguiré completando las ideas de MarcelaLagarde. Mientras tanto anoto las ideas de abajo para no olvidarme. Igualdad supuesta y desigualdad real. Las mujeres ¿participamos desde la marginalidad democrática?

MISOGINIA: La misoginia (del griego μισογυνία; ‘odio a la mujer’) se define como el odio o la aversión hacia las mujeres o niñas. Las propias mujeres somos misóginas, no sólo los hombres.


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MercedesJones