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21 de mayo de 1929



BRINDIS CON ALICIA, por Eva Giberti

Revista El Periodista Nro 57 Texto cedido por la autora para RIMA: Red Informativa de Mujeres de Argentina en Mayo del 2001 (Ver AliciaMoreauDeJusto ) Ver en: http://anterior.rimaweb.com.ar/protagonistas/alicia_moreau_egiberti.html


“Cuando yo era chica, hace tiempo ya, escuchaba cómo en mi casa hablaban de una mujer que “estaba en la política”. La mencionaban con respeto pero como si se tratase de algo extraño. Y en realidad lo era en aquella época.

En otros sectores “la rareza” no era respetada; por el contrario, se la descalificaba: otros chicos crecieron en el asombro o el descrédito ante la militancia política de una mujer caracterizada como ajena a los problemas “típicos y esenciales” de la feminidad, aquellos que las recluían en el hogar, en la invisibilidad de la tarea doméstica y las ceñía exclusivamente a la demanda filial. Resultaba “mal visto” eso de meterse en política siendo mujer, y además entrañaba riesgos de toda índole.

Pasó el tiempo.

Siendo adolescente -y como tantos jóvenes en aquel momento- asistí a una conferencia en la Casa del Pueblo. Me tocó bajar en el ascensor junto con ella. Con la petulancia ingenua de quien supone que su palabra puede resultar trascendente le dije:”La felicito, doctora, por lo que usted hace” Desatino total ¿Desde qué lugar podía yo felicitarla? Debía haberle dado un beso y callarme la boca. Ella sonrió y me dio las gracias.

Pasó el tiempo. Alicia Moreau de Justo había dado pruebas inequívocas de su valor, de su tenacidad y de su compromiso político. Su nombre era un Nombre prestigiado.

Cierta vez yo debía hablar acerca de la mujer en una Fundación; eran los tiempos en los que el tema mujer se recortaba como una venturosa alternativa, como posibilidad de denunciar en nuevos espacios las opresiones y las impotencias. Ocupando mi lugar en el escenario, en mitad de la conferencia levanté la vista de mi texto y la encontré casi delante de mí, perdida entre las asistentes de las primeras filas. Sólo atiné a interrumpir el párrafo y a decir:”Aquí está Alicia Moreau de Justo” y ya no recuerdo qué palabras utilicé para homenajearla, desconcertada por su presencia. Advertí que los términos de la situación estaban confundidos y que distribución debía ser otra: ella hablando y yo escuchando.

La busqué al salir:”Doctora,¿qué hace Usted aquí?” Me contestó:”Quería saber qué decía una psicóloga hablando de la mujer. Como soy médica. Pero me hubiese gustado que usted se refiriese un poco más a la mujer y a la política”

¡Qué lástima Alicia, qué lástima! En aquel momento no pude aprovechar el mensaje: la colonización intelectual que me había enseñado a creer en la asepsia y neutralidad de la tarea profesional me impidió comprender lo que Usted me estaba diciendo. La política era para mi, como para tantas otras, apenas una lontananza cargada de presagios.

No volví a verla personalmente nunca más.

Pasó el tiempo. Septiembre 1973. Acababan de llevárselo a mi hijo Hernán y lo tenían desaparecido. Embadurnados por el miedo, la casi totalidad de amigos y conocidos no daban señales de vida a mi alrededor. Entonces, en el teléfono más “pinchado” de Buenos Aires, el de mi casa, surgió la voz de Alicia:

-”Soy Alicia Moreau de Justo. Quiero hablar con usted. Qué noticias tiene de su hijo?” -”Ninguna doctora, ninguna”. -”Mire Eva: usted sabe quien soy y lo que pienso acerca de Perón. Conoce mi línea como opositora. Eso ahora no importa. Si usted quiere, yo lo voy a ver a Perón y le pido por Hernán; le pido por un joven de veinte años que se ha equivocado. Seguramente me va a escuchar”

Recuerdo bien qué le contesté, pero el resto del diálogo quedará entre nosotras dos. El trámite no se realizó pero ese ofrecimiento, jugado entre la vida y la muerte, fue parte de lo que nos ayudó a sobrevivir. El episodio me permitió medir, desde otra dimensión, qué entendía ella por política y mujer. (*)

Siguió pasando el tiempo. Actualmente Alicia Moreau de Justo es ovacionada cuando llega a la Plaza de los Dos Congresos para celebrar el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer; en la misma ciudad donde grandes sectores la consideraban extraña y criticable su militancia partidaria y donde aún continúa siendo infinitamente difícil ocupar el lugar que ella impulsara para la política diseñada por la mujer.

Pero donde ya no retrocedemos como no retrocedió ella cuando se trató de hacer política partidaria o construir la Política que nos compete como ciudadanas. La que promovió desde la Sociedad Luz de Barracas, desde el Congreso popular de Educación, o desde la Unión Feminista nacional, o en el Comité Pro Paz, en el Congreso Internacional de Obreras y en tantos otros territorios ocupados por los desposeídos y los humillados.

Lo que supo y pudo hacer tendiendo puentes entre su maternidad, su militancia política, su profesión y su matrimonio. Mostrando cómo se puede ser feminista y al mismo tiempo militar en política mientras se atiende la profesión, se cuida a los hijos y se acompaña al marido, poseyendo una identidad propia, aún siendo la “señora de”. Pudo hacer todo esto en la época en que parecía imposible lograrlo, sin optar entre una y otra pasión. Fue un modo de ser revolucionaria integrando las capacidades de la mujer.

Así la encuentra su cumpleaños, en el apogeo de una persona que hoy día responde: “queda mucho por hacer. ¿O no cree acaso que hay mucho por realizar para hacer al hombre? El enemigo que debemos combatir es tan potente, desde tanto tiempo es fuerte, aplastó a tanta pobre gente sin reprocharse nunca nada, que realmente, todo lo que se pueda hacer es poco.”

Festejamos el cumpleaños de la coherencia y la tenacidad gracias a las cuales se sumaron horas-conciencia con las que se construyó buena parte de esta claridad y estas posibilidades que tenemos hoy para pensar y hacer desde el género Mujer.

Y como es válido levantar la consigna feminista “lo personal es político”, debo reconocer que, cuando mi hija adolescente aplaude emocionada viéndola entrar en la Plaza de los Dos Congresos mientras me dice con total naturalidad, sin imaginar que ése es el resultado de muchos años de coraje y tesón:”!Mamá! ¡Está llegando Alicia! !Qué maravilla de mujer!”, yo resuelvo, en clave de esperanza, la fatiga que produce la lucha por la dignidad.

  • OTRAS REFLEXIONES DE EVA:
  • 7 de abril de 2020. Hola a todos en la radio, en muy reciente conversación telefónica con Eva Giberti, me dijo: estamos viviendo tiempos extravagantes. Me resultó de gran lucidez.

Busqué la etimología de la palabra Extravagante, del latín extravăgans, es lo que se dice o hace fuera del modo de común de actuar. Por lo tanto, resulta extraño, desacostumbrado o peculiar. También hace referencia a vagar, andar sin rumbo.

Es interesante porque desde mi perspectiva el Covid-19 nos está ayudando a repensar nuestro rumbo y espero que nuestro programa de hoy agregue valor a nuestras reflexiones.


UN TEXTO DE EVA SOBRE PERSONAS MAYORES

¿Adultos mayores? Por Eva Giberti https://evagiberti.com/adultos-mayores/

  • Si el lector o la lectora tiene menos de 60 años este tema quizas no le pertenece porque , como decimos de entrecasa,se trata de los viejos, de los”abuelos” como la sensibleria tilinga de algunos conductores de los medios insiste en cotizarlos sin saber si ese adulto tiene o no nietos,si sufre por no tenerlos o si los tiene y es como si no existieran; la gente de la tercera edad, los ancianos ,en fin, un guion que abarca los setenta años, los ochenta y más.
  • Los de setenta años ni remotamente se sienten miembros de esa cohorte, pero las reiteradas visitas al médico le imponen una realidad.
  • Podemos sumar a quienes tienen más de ochenta años y tambien noventa si bien esos diez años de diferencia pueden marcar territorios disímiles.Sin embargo comparten una situación que escucho narrar cada vez con más frecuencia, en consultas que aparentemente nos hablarian de depresión.
  • Siempre es la misma historia, y arrecia en las fiestas de cumpleaños y en las festividades clásicas,navidades, finales de año. Mesa reunida con los hijos,nietos y amigos de los hijos. Conversaciones surtidas,entrecruzadas,donde todos y todas intervienen.Ameno encuentro,cordial, simpático sin la menor intención de excluir a alguien.
  • Pero ese alguien, que participa en presencia, está sentado o sentada, escuchando sin que le sea posible intercalar un comentario. De repente ¿se volvió tonta o tonto? ¿Ha dejado de leer?¿De escuchar la radio? ¿Está obnubilado y en otro mundo, se comporta como un vegetal? No, nada de eso. Es la misma persona de siempre pero ha encallado en la edad que los otros comensales no alcanzaron aun y no imaginan que existe.
  • Porque esa persona sentada con ellos, continua siendo la misma en los afectos y el respeto que le tienen, pero ahora no es una tripulante de esa nave que los otros pilotean con sus ideas, sus opiniones, su tremebunda información y sus certeza adultas y juveniles. Todos conocen a esos nuevos grupos musicales, a esos actores que arrasan teve,se han enterado de las últimas noticias políticas y lo comentan todo vertiginosamente, intercambiando comentarios, alguna discusión pero siempre entre ellos, construyendo un túnel invisible por donde transita la época actual.Donde no puede introducirse quien tiene ochenta años aunque le sobren comentarios y disponga de alguna información o punto de vista.
  • Involuntariamente queda excluido/a en un silencio de ausencia mortal que ninguno hubiese querido provocarle, pero esa persona está alli, inerte, repleta de palabras posibles pero que no interesan porque no cuajan en el ritmo vertiginoso de las idas y venidas entre los comensales.Pueden ser ideas interesantes pero no están en el contexto que los otros adultos, hijos, nietos, amigos comparten cotidianamente y al cual quien tiene 70, 80 o más no logra adherirse. Puede disponer de contenidos múltiples y valiosos,cosas para decir, pero se supone que hablará desde otra època, desde cuando era joven, y eso ya no funciona.
  • No existe el menor atisbo de discriminar a ese comensal, sencillamente se lo desconoce como sujeto dialogal y el diálogo es aquella sustancia que permite que las cosas aparezcan,se transparenten. El comensal sentado sin diálogo,por muy amado que sea en esa familia se endurece como si fuera una cosa porque la cosa no piensa ni dice.
  • Los temas y problemas del ser se convierten en problemas del decir, que es lo que no atina a hacer el viejo o la vieja que además, no puede dejar de pensar en el pequeño dolor que lo aqueja en ese momento o recordar la pastilla que deberá

ingerir dentro de media hora. No lo hace porque no hay pausa para escucharlo o preguntarle y entonces en la consulta dicen:”No les interesa lo que yo les diga, en realidad yo no les intereso, me invitan porque no quieren dejarme solo…”

  • Las escenas de ese encuentro transcurren contra las expectativas del anciano invitado, los diversos sucesos se enuncian de manera imprevista- si bien lógica para quienes hablan- y ese imprevisto posiciona al adulto mayor como expectador de una puesta de teatro de la que no participa aunque es uno de los protagonistas.
  • Ese invitado/espectador se encuentra adherido a su sí-mismo como observador silencioso, posición que lo afecta y puede generar furia o desconsuelo. Ingresa en una peripecia, algo raro, que inicialmente lo asombra porque es desconocido y le sucede en medio de personas, cosas, circunstancias conocidas (su familia) a la que va acostumbrándose con los años (Aristóteles consideraba la peripecia una ironia del destino) .
  • Ha aprendido a estar callado donde siempre se lo escuchó o donde siempre se la consultó y ahora pasa inadvertido/a en la hora del diálogo, siempre bien atendido en su dieta o en el brindis general.
  • Como se trata de una situación aprendida ,los jubilados crearon sus propios clubes superadores de los bancos de las plazas, sus propios viajes en conjuntos armoniosos restallantes de conversaciones acordes con quienes se reconocen como semejantes.
  • Pero algunos no concurren a estas agrupaciones y esperan ser escuchados en sus familias, en sus mundos de siempre. Quizá,por ser lo más difícil ,sea ésta la etapa en la que se inaugura el remanso, cuando el agua se mece a si misma, se escucha a si misma ; los adultos mayores se dan cuenta que podrian decirle a los otros que ellos continuan fluyendo, que están alli, y no solo para que los atiendan y acompañen al médico, sino para dialogar.
  • No se atreven a rescatar la presencia simbólica que la palabra incluye. Porque quizás no se sientan seguros con su lenguaje, con la velocidad de sus ideas, con la articulación de sus palabras. Pero la palabra de los viejos y de las viejas está allí, omtirla en las invitaciones familiares y en la vida es una indiferencia que merece revisarse.
  • La palabra humana que le escamoteamos al otro y la escucha saturada por lo innecesario de cada dia que anula o posterga la presencia simbólica del otro, son amarga insignia de estos tiempos.

Escuela para Padres.


DICIEMBRE 2022 hijos de padres seniors EL TEMA DE LOS PADRES https://www.ted.com/talks/jennifer_senior_for_parents_happiness_is_a_very_high_bar?language=es

  • Para los padres, la felicidad es una vara demasiado alta.- La sección para padres de las librerías es abrumadora: es "un monumento gigante color golosina a nuestro pánico colectivo", al decir de la escritora Jennifer Senior. ¿Por qué ser padres genera tanta ansiedad? Porque la meta de los padres modernos de clase media —criar hijos felices— es muy difícil de conseguir. En esta sincera charla, Jennifer nos propone algunas metas más amables y más fáciles de alcanzar.


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EnciclopediaRelacionalDinamica: EvaGiberti (última edición 2024-02-24 11:37:51 efectuada por MercedesJones)